Partida Rol por web

Un sueño colectivo:

Estatuas humanoides frente a un mar picado. Grandes olas... una fuerte tormenta en la que en un momento dado una ola gigante envuelve las estatuas y luego el mar se retira, apareciendo una enorme ciudad de torres y cúpulas de una arquitectura desconocida para vosotros.

Abrís los ojos

Dos enfermeras, dos médicos y Edwin en su silla de ruedas con pijama hospitalario y peor aspecto que nunca. Estáis en una enorme sala en la que hay tres camas vacías y vuestras cinco camas. Yacéis sobre vuestras respectivas camas tapados con gruesas mantas y el pijama puesto. Hace frío, os sentís mareados, todos menos Sean que al abrir los ojos tose y empieza a vomitar sobre sí mismo.

Las dos enfermeras corren hacia su cama lo sostienen para ayudarle a vomitar. Otra vez la bilis negra, uno de los doctores mira con gesto preocupado hacia Sean. El otro tiene la vista puesta en Lew, al igual que Edwin.

Sean deja de vomitar y una de las enfermeras sigue sosteniéndole mientras la otra va una de las estanterías junto a la ventana izquierda para tomar una palangana con una esponja. La otra enfermera suelta a Sean y corre un biombo para darle algo de intimidad.

Se intuye que las dos enfermeras le desnudan y le lavan - como el propio Sean experimenta - parece delirar y murmura frases inconexas.

El doctor que miraba a Lew dice

- bienvenido al mundo de nuevo...

- ¿Sabe? Me lo dicen muy a menudo últimamente - dije, con la boca pastosa.

Sin duda aquello parecía un sanatorio o un hospital. Casi instintivamente comprobé que no me habían atado a la cama, con lo que la perspectiva de haber sido ingresaso de nuevo en un sanatorio perdió todo su peso. El resto del equipo estaba cerca, con aspectos más o menos lamentables. Me encontraba mal, pero lo suficientemente bien como para poder hablar y tener consciencia de lo que había ocurrido en casa de Edwin.

- Doctor... puede decirme que ha ocurrido? - encontré a Edwin un poco más allá.- ¿Está vivo? - dije señalándole con esfuerzo.

El doctor no dice nada y se limita a asentir.

- Por poco pero sí...

Su voz parece sacada de ultratumba. Se os ponen los pelos como escarpias. El doctor que miraba a Sean empuja la silla de Edwin hacia la cama de Lew

- todos hemos sido envenenados... por alguien ¿por mis criados? es posible. He hablado con el teniente para que vaya tras ellos. Hemos de esperar- su cara ahora estaba estática, apenas la movía al hablar.

- Ptomanía concretamente. Tienen ustedes suerte de seguir vivos. Les vamos a dar el alta a todos hoy mismo salvo a su amigo -dice señalando a Sean -él tendrá que quedarse unos días más pero está fuera de peligro aunque muy débil eso sí. Ustedes se sentirán mareados pero podrán hacer vida normal desde ya. No es seguro que les hayan envenenado, puede ser que la comida estuviese en mal estado...

- Seguro. Y los Primigenios no existen...- dice en voz baja.

Se dirige a las dos mujeres

- ustedes han salido bien paradas. Se nota que comieron tan poco como yo... pueden levantarse ahora mismo si lo desean. Señor Harper... no creo que fuese buena idea que se quedase Sean solo esta noche. Alguien debería acompañarle. Ninguno estamos seguro

- hacía y deshacía en el hospital como si fuese suyo. Se ve que la gente con dinero, manda.
 

Me resultó extraño que Edwin hubiera sido capaz de sobrevivir al envenenamiento que casi nos mata, sobre todo teneiendo en cuenta su lamentable estado de salud. Pero el caso es que allí estaba, y parecía más recuperado de lo que estaba yo mismo.

- Me importa una mierda quién le haya envenenado - dije con rabia.- Ahora dígame de una vez dónde está Stanford... estamos perdiendo el tiempo...

Sarah aún tenía cierto malestar en el estómago, pero a pesar de eso se encontraba bien y con fuerzas para levantarse de la cama. Habían tenido mucha suerte de salir de allí con vida. 

Lew, a mi si me importa saber quien nos ha envenenado- recalca el nos- al menos que la policía lo investigue- mira a Edwin- y si, a mi también me gustaría saber donde está Stanford. 

Leonard apartó la mirada cuando Sean se vomitó encima. Estaba demasiado delicado como para soportar aquello. Las palabras de Edwin y del médico le descolocaban.

- ¿Ptomanía?¿Puede usted hablar en cristiano?- Le indicó el parapsicólogo. Mira que Leonard era conocerdor de palabras raras pero los términos médicos no lo controlaba demasiado.- Perdone mi impertinencia, pero noentiendo cómo no pueden estar seguros de que nos hayan envenenado o no.- Por su cabeza ya se le había pasado que los sirvientes de Edwin se la hubieran jugado. Tendrían que esperar a las averiguaciones del teniente al respecto así que, como decía Lew, mejor centrarse en su objetivo: Standford.

En los breves momentos de lucidez entre delirio y delirio daba gracias, a pesar de los vómitos y el lacerante dolor, de seguir vivo y entre profesionales.

- ¡Pero bueno! ¿Qué se ha creído? ¿ha perdido la cabeza? -le da un acceso de tos -no creo que sea el mejor momento para eso. Está en Estados Unidos. Luego les daré más detalles... Doctor -dice haciéndole una seña.

- Se trata de la acción de una bacteria que han ingerido. No podemos determinar si han sido envenenados o por el contrario han comido algo en mal estado que se ha contaminado. Ambas cosas son factibles, algunas veces he visto gente contaminada por carne o vegetales... nunca he visto a nadie envenenado por la bacteria. Pero por poder, es posible. Les recomendaría que descansasen hasta esta tarde... no tengo inconveniente en que alguno pase la noche con su amigo si así lo desean.

- Yo me vuelvo a mi casa. Están ustedes invitados, de paso aprovecharé para contarles el paradero de cierta persona y quizás quieran dar una vuelta en mi barco mientras yo me ocupo de mis sirvientes -una amenaza no muy velada hacia ellos se escondía en aquellas palabras.

- Iré con un usted - dije, pensando que no le perdería de vista por nada del mundo.- Que uno de vosotros se quede con Sean y el resto venga conmigo.

Me quedé un instante mirando fijamente a Edwin, maldiciéndole por dentro ante la posibilidad de que nos estuviera engañanando. Me seguía pareciendo extraño su comportamiento, su rápida recuperación, su actitud... y sobre todo que alguien de su servicio hubiera querido envenenarle, eso no tenía sentido para mi. Parecía cada vez más claro que algo había pasado mientras dormíamos, pero no había manera de saberlo, seguramente aquellos médicos estaban compinchados con Edwin o algo parecido

" Un paso en falso y tendrás una bala entre los ojos" - pensé.

- Entiendo.- Asentía Mirton a las explicaciones del médico. Sin embargo, había muchas cosas sin explicación. Había algo raro en ese viejo. Si Lew tenía razón ya se la podía haber jugado dos veces. Sus compañeros habían muerto en la fatídica incursión en aquella casa supuestamente embrujada y, por muy poco, ellos no habían sucumbido a lo que le parecía un claro intento de envenenamiento. No podía ser una coincidencia.

El aspecto de su anfitrión era repugnante. ¿Cómo había podido sobrevivir? Parecía que iba a morirse de un momento a otro. Quizá si se quedaba en el hospital pudiera averiguar algo más sobre lo que le pasaba a Edwin.

- Yo me quedo con Sean esta noche, si queréis.- Dijo mirando con suspicacia a Lew.

   Extraño era ese misterioso sueño que acabo de presenciar. Lentamente mis ojos se abren para encontrarse con la fuerte luz propia de los hospitales, además de ese inconfundible olor a alcohol y desinfectantes típicos de estos lugares los cuales apresuraban mi recuperación. Una vez que logro abrir por completo los ojos me doy con un panorama similar a mi estado de salud en los demás compañeros quienes todavía estaban luchando con este envenenamiento o lo que fuere, salvo Sean dado que aparentaba haber ingerido una dosis más alta que el resto de nosotros; para fortuna de nosotros, el viejo Edwin seguía con vida aunque aún en su estado daba órdenes a los demás y revisaba la evolución del resto, pero eso no hacía que me inspirase darle más confianza pues en su casa y en su comida este malestar afectó a todo el grupo y quién sabe si él era parte de esto o no, por más que haya ingerido un poco de este veneno.

   De momento, me sentía mejor como para levantarme y explorar un poco el lugar aunque me sintiese débil todavía. Edwin y varios más estaban considerando retornar a la mansión mientras que Leonard se quedaría velando por el desgastado Sean, asi que decidí hacerle compañía por esta noche; no estaría mal mantener un buen número entre quienes se iban y quienes se quedaban en caso que alguien intentase atentar contra nuestras vidas -Me siento bien y me quedaré esta noche, si no les molesta. No es por dudar de usted, señor Edwin, pero regresar a su mansión y estar a la altura de algún ataque, no es una buena idea de recuperación- me siento en una silla, cansada debido a los efectos de lo que estoy convencida es envenenamiento -Este lugar tampoco es seguro, pero es un poco más público que la privacidad de su hogar-

En tal caso yo iré con Lew- responde Sarah. No quería dejarle solo en aquella casa, y mas con aquel viejo. Desde luego, una no podía fiarse de aquella persona.

Aquella misma tarde tras una comida casi del todo inexistente, Lew y Sarah fueron trasladados en una espaciosa ambulancia junto con Edwin a casa de éste, mientras que Leonard y Caro sufrieron en sus carnes la "comodidad" del hospital. Les habían preparado un sofá y una silla para que pasasen la noche junto a Sean, quien había sido trasladado al haber sido dados de alta los cinco enfermos.