Partida Rol por web

Las sombras del ayer...

1 - Frágil

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29/11/2014, 13:38
Directora

Hannah necesitaba unos minutos para estar sola. Se apoyó en la puerta y durante unos segundos se imaginó fuera de allí. Viajando en tren, visitando otros estados y alejándose cada vez más de J. ¿Pero cuándo podría hacer realidad sus deseos? Era consciente de que necesitaría bastante dinero para poder empezar una nueva vida. Y aunque ya había ahorrado un poquito, todavía no era suficiente. 

Terminó de recoger la mesa, con la ayuda de Marvin, que apareció en la cocina con la bandeja del pescado sobrante en las manos. Preparó los cafés y los adultos se quedaron un rato en la mesa. Hannah pudo observar como su madre abría otra botella de vino, bajo la mirada reprochadora de Hellen, pero aquello parecía que no le importaba y continuó bebiendo, absorbiendo el alcohol como si fuera una esponja. 

La madre de Marvin no tardó en comentar que estaba cansada e insistió en volver a casa. Tras las despedidas y promesas de volver a repetir aquella cena, los tres se fueron, dejandoles nuevamente solos. 

J, tras lanzarle una larga mirada a Hannah, se instaló en el sofá y encendió el televisor. Se había cogido una cerveza y estiró las piernas encima de la mesa de centro. Allie se encontraba tan mal, que, tras desearle buenas noches a su hija, empezó a subir las escaleras, apoyándose en la pared. 

Aquel había sido un día muy extraño y parecía que por fin llegaba a su fin. Aquella noche parecía que J la dejaría tranquila y Hannah pudo respirar aliviada. 

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05/12/2014, 17:27
Hannah Richards

Hannah no permaneció en el salón con J. ni un instante, en cuanto vio que su madre se dirigía a las escaleras, ella hizo lo mismo y subió también para encaminarse a su habitación. Allí podría ver una peli antes de dormirse. Al día siguiente era lunes y tenía clase, así que tampoco esperaba quedarse levantada hasta muy tarde.

Antes de entrar en su cuarto pasó por el baño para hacer pis. Se había acostumbrado a hacerlo antes de encerrarse en su habitación para pasar la noche. Así no tenía que salir en medio de la noche con el peligro que eso podría conllevar si J. decidía levantarse. Dudaba mucho que su madre se enterase si algo sucedía, ya se encargaba ella misma de adormecerse por completo con el alcohol.

Pensar en su madre hizo que Hannah arrugase el ceño y una vez en su habitación colocó la silla que solía usar para bloquear el picaporte, bajó la persiana y se sintió a salvo durante unos instantes. Suspiró largamente antes de ir a buscar su pijama y el portátil para llevárselo a la cama. Cuando estuvo ya con la ropa de dormir enchufó su móvil y puso el despertador para la mañana siguiente, se metió en la cama y encendió el ordenador mientras echaba un vistazo a su habitación. ¿Y si vendía algunas cosas? Tal vez el ordenador, el televisor de su madre, sabía dónde guardaba ella algunas de sus joyas... Si lo vendiese todo, quizá podría largarse ya en lugar de seguir ahorrando dólar a dólar. Claro que, ¿quién iba a querer comprar esas cosas a una cría como ella? Seguramente llamarían a la policía y la cosa empeorase aún más. 

Volvió a suspirar y cuando el ordenador estuvo encendido buscó una película que le había recomendado William: Tekkonkinkreet. La vería hasta quedarse dormida.

Notas de juego

Si he adelantado demasiado corta donde sea necesario sin problemas :).

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12/12/2014, 20:00
Directora

Fuera todavía llovía con mucha fuerza. Tras asegurar la puerta y ponerse el pijama, Hannah cogió el portátil y se lo llevó a la cama. Estaba a punto de meterse en ella y cubrirse con el grueso edredón. Hacía frío, y aunque tenían puesta la calefacción, la lluvia de fuera y los truenos provocaban en la joven pequeños escalofríos. 

Se metió en la cama, cubriéndose con el edredón y empezó a buscar la película que deseaba ver. De repente, un trueno especialmente fuerte retumbó en el exterior, haciendo que Hannah diera un respingo y mirara hacia la ventana. Los postigos estaban abiertos y empezaban a golpear contra los cristales. Aunque ella juraría que los había dejado cerrados. Pero podía ser que no los hubiera asegurado bien y la fuerza del viento los hubiera terminado de abrir.

Se levantó, para cerrarlos, cuando algo del exterior llamó su atención. En la calle, delante de su casa, había una joven de cabellos largos. Parecía estar muerta de frío y temblaba mientras se apoyaba contra un árbol, parecía estar buscando la escasa protección que éste pudiera darle.

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17/12/2014, 05:10
Hannah Richards

Hannah se estremeció sobresaltada al sentir los golpes de los postigos. Desde aquella horrible noche cualquier ruido fuera de lugar la hacía saltar y la ponía en alerta, como una gacela que olfatea a un león y sabe que está siendo acechada, pero no consigue ver al depredador. Y todo por J., maldita sea.

Sin embargo, cuando se dio cuenta de que tan sólo era la ventana se sintió aliviada. Se bajó de la cama y se acercó para asegurar de nuevo los postigos. La imagen de la chica capturó su mirada y aguzó la vista, tratando de ver más, de distinguir su rostro para averiguar si la conocía del barrio. Con la palma de la mano limpió el vaho del cristal y se pegó a él, sintiendo el frío en la nariz para terminar abriendo la ventana y asomándose por ella. 

No pudo evitar sentir algún tipo de paralelismo entre esa chica y ella misma. La misma Hannah podría verse en esa misma situación cuando se escapase si las cosas no iban como debían. Sin embargo... ¿Qué iba a hacer? ¿Invitarla a entrar en su casa? Con J. allí eso no sería una ayuda precisamente. Y su madre estaría inconsciente a esas alturas. No se atrevía a salir de su cuarto para meterla en casa a escondidas, estaba segura de que J. la descubriría y a saber qué querría hacerle entonces. Podría llamar a la policía, pero si la chica estaba huyendo, eso no la ayudaría en nada. 

Finalmente decidió intentar hablar con ella, así que la llamó gritando para hacerse oír por encima de la lluvia. - ¡Eh! ¡Oye! ¡Acércate! - Al menos podría tirarle un par de mantas por la ventana o algo así. 

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27/12/2014, 12:58
Directora

La muchacha levantó la mirada, dirigiéndola hacia la ventana donde se asomaba Hannah. Sus ojos se veían oscuros, como dos pozos negros y profundos. El flequillo y el agua que corría por su rostro, remarcaban un rostro pálido y demacrado. Pero la distancia no le dejaba ver bien a Hannah la expresión de su mirada. Durante unos segundos se quedó quieta, contemplándola, mientras su figura parecía estar desvaneciéndose. Levantó un dedo, señalándola y sus labios se abrieron en un grito sordo. Finalmente, la muchacha parpadeó y desapareció de su vista. 

Hannah todavía no terminaba de entender lo que había ocurrido, cuando empezó a sentir un frío intenso, casi doloroso. Asustada apartó la mirada del exterior y la deslizó por su dormitorio. 

De repente, la figura de aquella chica se materializó a su lado. Era ella la que irradiaba aquel intenso frío. 

Su rostro mostraba varias cicatrices, ya resecas. Su mirada ya no era oscura, era de un azul apagado y estaba cargada de odio y empañada por el sufrimiento que debía haber padecido. Y su cuerpo era un amalgama de cortes y fuertes contusiones. Pero de todo aquello, lo que más impactó a Hannah fue el enorme tajo que tenía en el cuello, todavía abierto, que dejaba ver parte de su garganta. 

La chica abrió la boca, mostrándole la cavidad oscura y vacía. Donde tenía que haber estado la lengua, tan sólo había un agujero negro y desgarrado.

Alargó una mano y volvió a señalar a Hannah.

En ese momento, un espasmo sacudió el cuerpo de Hannah y todo se volvió negro.

Abrió los ojos. Estaba en el salón y completamente empapada. Tenía un fuerte dolor de cabeza y se sentía pegajosa. Levantó la mirada y contempló la sangre en sus manos y en su ropa. Pequeños flashes empezaron a venir a su memoria. Ella saliendo de la casa y dirigiéndose al pequeño cobertizo que había en la parte de atrás. Buscando entre las herramientas hasta encontrar un hacha. Recordó el peso de la herramienta y sus pasos hasta llegar de nuevo a la casa. Contemplar el cuerpo de J, que se había quedado dormido delante del televisor y levantar el hacha por encima de su cabeza. Horrorizada, al recordar todo aquello, Hannah miró hacia el sofá y vio el cuerpo roto, destrozado, de J. Todo estaba lleno de sangre...

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30/12/2014, 17:01
Hannah Richards

Hannah pestañeó confusa al abrir los ojos y su respiración se detuvo cuando su mirada se posó sobre la sangre que manchaba sus manos. Ese instante se le hizo eterno mientras el tiempo parecía ralentizarse hasta detenerse. Pequeños flashes acudieron a su mente. La lluvia, la chica, sus ojos oscuros y su forma de desvanecerse en la calle. Un leve gemido salió de su garganta y sus manos empezaron a temblar. La chica en su habitación, su boca, ese pozo oscuro y sin lengua...

El aire salió de los pulmones de Hannah de golpe cuando levantó los ojos buscando el sillón donde J. se había quedado dormido y la chica trató de ponerse en pie como movida por un resorte al ver su cuerpo lleno de sangre. Estuvo a punto de resbalar por la sangre del suelo, pero consiguió mantener el equilibrio. 

Se tapó la boca con las dos manos mientras sus ojos se abrían como platos. Ella había hecho eso. Había sido ella. Recordaba hacerlo, aunque al mismo tiempo no recordaba haberlo hecho. Su respiración se entrecortaba mientras ella no podía apartar la mirada desorbitada del sillón, de lo que había hecho. 

Tardó varios segundos en empezar a razonar. Apretó las mandíbulas tanto que le dolían los músculos de las mejillas, pero estaba tan tensa que no era consciente de esa molestia. Ni siquiera estaba segura de en qué momento había empezado a llorar. Sus ojos buscaron el hacha por el salón, seguro que el arma tenía sus huellas, debía limpiarla, debía...

Su mirada se detuvo de nuevo en lo que había sido J. y luego bajo hacia su propia ropa y el suelo. Estaba llena de sangre. Seguramente sus huellas estarían por todas partes. Ni siquiera era capaz en ese momento de relacionar a aquella chica con lo sucedido después, se sentía demasiado abrumada por lo que había sido capaz de hacer. 

- Soy menor, no pueden condenarme a muerte. Soy menor. - Se repetía mientras sus dedos se movían, frotándose en un gesto nervioso. - Pero me pueden enviar a un reformatorio hasta que sea mayor. - Fue a colocarse un mechón de pelo tras la oreja, pero al sentirlo pegajoso por la sangre un nuevo gemido sordo brotó en su pecho. - Joder. - Murmuró, volviendo a mirarse las manos. El salón era un desastre y si su madre lo descubría... Se encargaría ella misma de que la encerrasen. Meterse en la cama y fingir que no sabía nada era atrayente, pero seguro que sus huellas estaban en todas partes. La policía no tardaría en descubrir que había sido ella. Mandarían a esos de CSI y la pillarían enseguida. - Pero estaba enajenada. ¿Y eso servirá de algo? Me encerrarán en un manicomio en lugar del reformatorio. - No, no podía seguir allí. Debía huir lo más rápido posible. Antes de que su madre se despertase. 

- Primero una ducha, tengo que quitarme la sangre de encima. Después cogeré todo lo que tengo ahorrado y las tarjetas de mamá. - Iba pensando mientras caminaba de espaldas hacia las escaleras. Tratar de organizar sus siguientes movimientos resultaba alentador. Como si hubiera una pizca de esperanza para ella mientras pudiera decidir cuál sería el siguiente paso. - Y sus joyas. Vaciaré su cuenta en algún cajero y cogeré el primer autobús que vea. Después otro en dirección contraria. Y después me bajaré en algún pueblo pequeño y caminaré hasta algún lugar donde pueda esconderme. Sí. Primero la ducha. 

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18/01/2015, 19:57
Directora

Hannah subió las escaleras intentando no hacer mucho ruido para no despertar a su madre. Aunque sabía que cuando bebía como lo había hecho aquella noche, ni una bomba explotando junto a su cama conseguiría despertarla.

No paraba de darle vueltas a lo que había ocurrido en el salón. Todo parecía un mal sueño, pero si bajaba la mirada, podía ver su ropa y sus manos manchadas de la sangre de J, que parecía pegarse a su cuerpo y empezaba a estar fría y pegajosa.

Tenía que agarrarse a algo y empezó a planificar cómo podía hacer para huir de allí. Necesitaba sentir que podía controlar algo. Pero en verdad estaba sobre un abismo que se abría ante ella y la sensación de vértigo se arraigaba en la boca de su estómago.

Entró en el baño y se metió directamente en la ducha. Dejó que el agua cayera sobre ella, caliente, casi hirviendo. Se frotó con fuerza el cuerpo, pero no dejaba de ver sus manos manchadas, por mucho que las restregara el color rojo parecía no irse de ellas.

Finalmente salió de la ducha y se envolvió con su albornoz. Había dejado de temblar, aunque todo parecía dar vueltas a su alrededor. Tuvo que sentarse un momento en el borde de la bañera, mientras respiraba profundamente y empezaba a tomar una vez más el control.

Pero, al mirar hacia el espejo empañado, había una palabra escrita en él.

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22/01/2015, 20:52
Hannah Richards

Su albornoz debería resultarle familiar, pero lo cierto era que en aquel momento no ayudaba demasiado que fuese rojo. Como el rojo de la sangre que cubría sus manos y que se sentía incapaz de quitarse de encima por mucho que frotase. Al menos había entrado en calor y su mente empezaba a funcionar a toda velocidad cuando se sentó en el borde de la bañera, apretando la tela contra su piel. Fue entonces cuando levantó la mirada y vio el mensaje en el espejo. Su respiración se detuvo y sus ojos se abrieron desorbitados por el terror.

En el silencio que envolvía la casa a Hannah le parecía escuchar su corazón latiendo a todo volumen, tan fuerte que sería capaz de despertar a su madre. De despertar a todo el vecindario. Con un gemido llevó la mano a su pecho y la apretó, con la idea irracional de atenuar así el sonido. 

Recordaba el corazón que había visto en el espejo esa mañana al salir de la ducha. Había pensado que era un intento de acercamiento por parte de su madre... Pero viendo ahora esa única palabra "sábado" ya no sabía que pensar. En realidad no era capaz de pensar nada, ni siquiera de relacionar la palabra con el día que era o de pensar si se refería al día anterior o a una semana después, tan sólo estaba asustada e impresionada. Sentía el picor de las lágrimas ardiendo detrás de sus ojos, pero sabía que si las liberaba no podría detenerse. Y tenía que salir de allí como fuese antes de que fuera demasiado tarde. - No importa, no importa. - Se repetía a sí misma, tratando de darse ánimos. - Ya lo pensarás después, ahora tienes que huir. 

Tardó varios segundos en reaccionar y cuando lo hizo se puso en pie como un resorte. Tuvo que agarrarse durante un instante al borde de la mampara, pero enseguida salió del baño, dirigiéndose a toda velocidad a su habitación. Se vestiría rápido, llenaría su bolsa de deporte con algo de ropa y sus cosas. - Tendré que tirar el móvil en algún sitio o podrían rastrearme. Después de bajarme del primer autobús. - Cogería sus ahorros, las joyas y las tarjetas de su madre y se largaría. Tanto tiempo soñando con ello y nunca habría imaginado que tendría que salir corriendo tan precipitadamente. Sin embargo, en cierta forma esa idea liberaba un poco el nudo que atenazaba su pecho y apretaba su garganta. Ya tendría tiempo de llorar y de desahogarse. De pensar en la palabra del espejo y en su significado. Pero ahora... Ahora tenía que escapar. 

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01/02/2015, 12:59
Directora

Treinta minutos más tarde, Hannah estaba cerrando la puerta de su casa, quizás para no volver nunca más. Sentía un nudo en la garganta. Todo se estaba precipitando. Estaba huyendo, tal y como había planeado tantas veces, pero nunca se había imaginado que tendría que hacerlo en mitad de la noche, escapando de un horror mucho mayor de lo que había sido J. 

J... Al pasar junto a la puerta del salón, algo se había removido en su interior. Sabía que al otro lado se encontraba su cuerpo y también sabía que nunca más volvería a ponerle un dedo encima. Una mezcla de emociones se enfrentaban dentro de la joven. Pero sabía que tenía que alejarse de allí cuanto antes, y poner unas cuantas millas de por medio, antes de que descubrieran el cuerpo de J.

Quizás lo peor había sido tener que entrar en el dormitorio de su madre. Lo hizo con cuidado, temiendo despertarla. Pero las joyas las guardaba en una cajita de nácar que su padre le había regalado hacía mucho tiempo, y las tarjetas las solía llevar en el bolso. 

Entró con cuidado y vio que ella dormía profundamente. Unos minutos más tarde estaba saliendo del dormitorio sin que ella pareciera haberse enterado de su presencia.

Fuera todavía llovía. Había aflojado, convirtiéndose en una ligera llovizna persistente, que terminaba calando... La noche era oscura y hacía mucho frío.

Notas de juego

Apúntate en la ficha las cosas que coges y, si hubieras hecho alguna cosa más, siéntete libre de describirlo ^^

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07/02/2015, 23:23
Hannah Richards

Tan sólo había pasado media hora, pero a Hannah se le había hecho eterna. Había cogido una bolsa de deporte y metido cuatro camisetas, pares de calcetines y prendas de ropa interior. Unos pantalones de repuesto y un jersey gordo. Había dudado mirando su portátil y finalmente lo había metido también junto con el cargador. El móvil y también el cargador. Antes de salir de su habitación sus ojos se habían dirigido hacia el armario y había sacado la caja de cartón donde guardaba los viejos cómics de su padre. Le gustaría llevárselos todos, pero sabía que eso era imposible. Así que había cogido sólo uno, el que había sido su preferido, y también lo había metido en la bolsa. Al pasar por el baño cogió un neceser y echó dentro lo imprescindible, sin fijarse demasiado. 

Lo más difícil había sido colarse en el cuarto de su madre, pero finalmente había salido de allí, con la caja de nácar en una mano y las tarjetas del banco en la otra. Una de crédito y una de débito. Lo primero sería vaciarlas, antes de que su madre las cancelase. 

Bajó las escaleras con el estómago encogido por la imagen que sabía que había en salón. Sin embargo, tragó saliva y evitó todo el rato posar la mirada en la puerta. Antes de irse pasó por la cocina y cogió un par de paquetes de galletas. Por si acaso. Se puso el abrigo y los guantes y se caló la capucha antes de salir. 

En cuanto se vio en la calle suspiró largamente. Tenía que llegar hasta la estación de autobuses pasando antes por un cajero, así que intentó planear la ruta más corta. No quería pasar en la ciudad ni un segundo de más, así que empezó a caminar lo más rápido que podía y mirando sobre su hombro cada pocos pasos. Trataba de caminar lo más pegada a la pared que podía y sentía el corazón latiéndole con fuerza en los oídos. Estaba asustada. Acojonada. No podía quitarse la imagen del salón lleno de sangre y sus manos... Sus manos pegajosas y granates. Terminó corriendo, en un intento por alejarse lo más rápido posible, por dejar de pensar. 

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20/02/2015, 21:29
Directora

Era una noche oscura y hacía mucho frío. Hannah caminaba pegada a la pared, mientras el miedo se aferraba a sus entrañas con garras de acero. No podía quitarse de la cabeza la imagen del cuerpo de J, en medio del salón. La sangre que salpicaba las paredes y el suelo y, todavía podía sentir el peso del hacha en sus manos. 

El camino hasta el cajero automático pasó sin ningún incidente. Un par de coches pasaron por su lado, pero nadie intentó detenerla ni pareció que se fijaran en ella.

Cuando llegó al banco, miró hacia el interior y vio una sombra. Refugiándose de la lluvia, un hombre de raza negra y pelo canoso dormía en un rincón. Se cubría con una manta vieja y raída y a su lado, caído, estaba el envase vacío de un cartón de vino.

Para poder acceder al cajero automático, debía entrar en la zona donde descansaba aquel hombre.

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02/03/2015, 03:55
Hannah Richards

Al ver al hombre Hannah dudó un instante, pensando en marcharse y sacar el dinero en otro cajero. Pero eso significaría retrasar aún más su partida y no podía permitírselo. Mientras se lo estaba pensando, todavía en la calle, se dio cuenta de que ella misma podría terminar como ese tipo en no demasiado tiempo. ¿Qué haría si se le acababa el dinero y no encontraba un trabajo? Una punzada de temor aguijoneó su vientre y sin embargo, no dudó de su decisión. Había matado a J. Enajenada o no, lo había matado. Quedarse en casa aguantando, esperar, ya no era una opción. 

Suspiró y, con el estómago encogido, se metió en el cajero. Tenía intención de vaciar las tarjetas y dejarle al hombre algo de dinero antes de marcharse, unos cincuenta dólares, suficiente para que pudiera comer caliente unos cuantos días. Ojalá alguien hiciera algo así con ella si terminaba como él. 

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13/03/2015, 16:34
Vagabundo

Cuando Hannah entró en el cajero, el hombre que allí dormía, se removió y abrió los ojos, dirigiéndolos hacia la joven. Estaban muy rojos y asustados. Su primera reacción fue encogerse, mirando a uno y otro lado, como esperando ver a más gente con ella. Pero al ver que estaba sola, relajó su postura y se sentó, todavía cubierto con la vieja manta. 

Mientras Hannah hacía las operaciones con las diferentes tarjetas, el hombre estuvo mirando hacia el frente, sin hacer ningún comentario. Pero el sonido de la máquina contando el dinero, hizo que su atención volviera hacia aquella jovencita. 

Era un buen hombre. Nunca había atacado a nadie y no hubiera tenido intención de hacerlo si no hubiera sido por la desesperación. Aquella chica estaba manejando mucho dinero, dinero que le ayudaría a salir de aquel agujero, dinero que le daría control sobre su vida (y sobre el alcohol que ya estaba imaginándose). 

Hannah sacó dinero de una de las tarjetas. El límite del cajero era dar 900$ y eso fue lo único que pudo sacar. Iba a introducir la otra tarjeta, cuando sintió un movimiento por el rabillo del ojo. Al girarse vio al hombre mirándola con desesperación y ansia. 

- Hola bonita. ¿Por qué no eres buena y me das eso? - Le dijo con una sonrisa que enseñó sus dientes rotos y manchados. 

- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: Par ataca, impar no

Tirada: 1d20

Resultado: 6

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20/03/2015, 01:28
Hannah Richards

Hannah se estremeció asustada al escuchar la voz del hombre y retrocedió por instinto, pegando su cuerpo al cajero. Su primer impulso fue darle directamente todo el dinero y salir corriendo antes de que le hiciese daño. Sentía cómo el miedo atenazaba su garganta y apretaba su estómago en un nudo. Sintió cómo sus ojos empezaban a picar y sus manos temblaban. Sus piernas parecían de mantequilla y pensó que iba a derrumbarse allí mismo por el pánico. 

Sin embargo, cuando parpadeó la imagen de J. lleno de sangre acudió a su mente. No podía permitirse perder ese dinero, lo necesitaba para huir. Tenía que huir, tenía que escapar muy lejos antes de que la policía la encontrase. Y antes de darse cuenta estaba hablando entre balbuceos, tratando de explicarle a ese hombre por qué no podía darle el dinero.

- N-no puedo. No p-puedo dárselo... - Comenzó, sintiendo cómo su voz se ahogaba en un sollozo lastimero. - He... He matado a un hombre. - Dijo quejumbrosa. Y al escucharlo en voz alta todo pareció hacerse mucho más real. - Sin querer. - Aclaró, bajando la mirada mientras una lágrima comenzaba a deslizarse por su mejilla. - A mi padrastro que me violó. - Explicó, hablando rápidamente, sin pensar ni lo que decía. Se preguntó por qué le estaba contando su vida a ese hombre, si la denunciaría a la policía. - L-lo necesito... Necesito huir antes de que me encierren para siempre. Puedo darle parte, lo suficiente para que pase algunos días en un hostal... Pero n-necesito escaparme. No soy una mala persona, sólo... Sólo he perdido el control una vez. N-no quiero que me encierren toda la vida. N-no q-quiero... Yo... Yo no... - Antes de darse cuenta estaba llorando entre hipidos y las palabras se perdían en sus sollozos. Miró al hombre con temor, intentando seguir hablando, pero no era capaz. Tan sólo podía centrarse en tomar aire por la nariz en pequeños jadeos mientras sus ojos suplicantes miraban al hombre, esperando su veredicto.