Partida Rol por web

El poderoso ataque psíquico dejo muy mal herido, peor no lo mato... y esta vez, Haydn que se encontraba tras el cargo. Cargo feroz, cargo enfadado agitando el cruzio como si fuera un barbaro; quería su pieza y la iba a cobrar. Dio un salto hacía delante cuando quedaban pocos metros y le hinco desde arriba y con furia el arma sagrada. No le dio en la cabeza, pero si en un hombro, lo desgarro por completo partiendo por la mitad al xeno... ya solo quedaba uno.

Zahariel enfureció al ver que alguno de los valiosos hombres del Emperador caía ante los guerreros tiránidos, a lo cual respondió con toda su furia, vaciando un cargador de su Bolter sobre el xeno que quedaba en pie aún, dejando solo una masa sanguinolenta.

- ¡No desfallezcáis! ¡El emperador aún no nos ha dado permiso para morir! ¡Avanzad!

El guerrero tiranido se olvido por completo de Loacastus al estar completamente rodeado por enemigos y se abalanzó sobre el apotecario. El ataque fue brutal, con una garra amago atacar, pero con la otra la envió directa hacía el pecho del marine con una fuerza desmesurada... 

El lictor, por su parte, siguió luchando muy mal herido, pero importó poco, otro catachan más se encontró "besando" una de las largas garras del tiranido dejando que este tuviera una cara un tanto horrible mientras la sangre brotaba con rapidez por la obertura que había dejado el xeno...

El sargento recobró la compostura, parpadeo varias veces y la furia lo empezaba a cegar. Dejo caer el pesado bolter pesado y desenfundo la escopeta, amartilló, apuntó y disparó contra el lictor - ¡DIABLOS! - bramó después de haber visto por el rabillo del ojo a sus hombres caídos.

El resto de catachanes abrió fuego con sus escopetas en fuego semi automático contra el lictor y la trituradora estuvo servida. Una serie de disparos le arranco la garra derecha con la que acababa de masacrar a uno de los veteranos... cuando el xeno trató de aullar de dolor ante la perdida del apéndice, otro de los catachanes, con cojones de acero, se metió dentro de su guardia, le introdujo la bocacha de su arma entre los tentaculos sinuosos y al grito de - ¡COME PLOMO IMPERIAL! - disparó repetidas veces hasta que la cabeza estalló en un mar de trozos quitinosos e icor verdoso; pero no contento con ello, el resto de catachanes siguió disparando mientras la criatura iba cayendo entre estertores nerviosos hasta que acabo por ser una masa sanguinolenta verde y naranja...

Laocastus tenía la línea de tiro bloqueada por sus hermanos Astartes. No podía disparar el cañón de fusión sin que la explosión de microondas afectase a los suyos. Dejando el arma pesada en posición de descanso, Laocastus sacó su pistola bólter de la cartuchera del cinturón y disparó al Guerrero tiránido por encima de la línea de las cabezas de sus hermanos.

Algunos se afanaban en luchar contra el guerrero tiranido con sus armas benditas, armas que rechinaban con chispas eléctricas en una demostración de tecnología sin parangón, milenios de trabajo allí reunidos acabando con los enemigos de la humanidad.

El tiempo iba más lento que de costumbre, o esa sensación daba, un hacha ascendía dispuesta a descargarse con furia, un escudo bloqueaba un ataque con ese sonido metálico tan característico, pero entre toda aquella “melee” una pistola bolter era desenfundada, un brazo se ponía recto como la fe del Imperio y un dedo índice lleno de determinación apretaba un gatillo forjado en Marte… el martillo golpeo el proyectil, se inició la primera ignición… la bala dejo su cobertura y salió despedida… un instante después, saliendo de la bocacha de la pistola, se activo la segunda ignición, y esta, se auto propulso. La mirada del Emperador se posó en aquel momento, en aquel Salamandra, en aquel bolter y en aquella bala… fue guiada recta, entre las armas cuerpo a cuerpo de sus hermanos y encontró carne y armadura quitinosa que perforar… girándose sobre si mismo se abrió paso entre la espeso y fortalecido caparazón que protegía al xeno hasta que llegó al centro de su cráneo… la espoleta salto y su cabeza explotó en una lluvia de sangre verde y restos esparcidos a sus hermanos; el ultimo guerrero había muerto al fin.

La selva estaba sembrada de muerte, los catachanes por un lado celebraban a su modo su victoria y vosotros, bueno… vosotros… a vuestros oídos llegó un retumbar muy fuerte ¿De dónde venía? No se podía saber, al menos no tan pronto… pero se acercaba. Mirasteis cielo y el horizonte, nada… no había nada, la jungla esta serena, pero vuestros oídos potenciados captaban algo sin lugar a dudas. Otro segundo, otro y otro… el tiempo parecía igual de congelado, las manecillas del reloj se movían con lentitud y entonces todos a la vez caísteis en la cuenta…

Bajo tierra…

Pero era tarde para reaccionar, muchos corristeis hacía los catachanes pues vuestro instinto de guerrero curtido os gritaba al oído que fuere lo que fuere saldría ahí, pero era tarde.

La tierra se vio forzada a combarse, primero hacía arriba y después hacia abajo, varios árboles centenarios cayeron sin más ceremonia que el estruendo de sus ramas partiéndose… todo acontecía por fracciones de segundo mientras corríais hacía allá.

Algunos catachanes dispararon al suelo, rugiendo maldiciones de todo tipo, pero el sargento permanecía ceñudo, observando la tierra con su escopeta lista para abrir fuego.

Sin aviso alguno surgieron dos garras más altas que un marine, la primera partió por la mitad a un catachan, la segunda lo lanzó violentamente hacia vosotros chocando contra Benahia… que tanto él como vosotros pudo notar a la perfección como la columna vertebral se le partía al guardia imperial y moría escupiendo sangre con el rostro desencajado por la sorpresa.

Las garras destriparon a otro veterano y ya asomaba lo que era la cabeza… monstruosa, una cabeza alargada recubierta por una armadura de quitina que bien podría ser tan gruesa como el blindaje de un land raider… y dientes, filas de dientes puntiagudos del tamaño de niños pequeños; la mandíbula inferior seccionada en dos partes para dejar hueco a su presa…
De un altura considerable, con seis garras, cuatro gigantescas y dos de un tamaño “normal” para su tamaño, se erguía frente a los tres catachanes que quedaban con vida… Chispas, un catachan con el cuchillo en la mano y el sargento.

Ya faltaba poco para que llegarais, para salvarles la vida, como héroes del imperio que erais, para ganaros su respeto y llevarlos sanos y salvos a la órbita después de la misión… pero la guerra era cruel, y el gran devorador lo era todavía más.
Un apéndice trató de arrebatarle la vida de chispas, pero este reacciono veloz y dio una pirueta hacía atrás evitando el envite de su enemigo…  las garras de menor tamaño atravesaron a la altura del estomago al sargento y lo sostuvieron en el aire mientras serpientes negras surgían de la obertura mientras la boca se abría y engullía al tercer catachan; este último lanzó furiosos tajos antes de ser devorado… pero no grito, no lloro, no clamo por clemencia… su musculoso brazo le arranco uno de los colmillos al cortar la encía, pero no fue suficiente.

- ¡POR LA GUARDIA! – gritó Benahia, que tenía la armadura llena de sangre coagulada del leal que murió estrellado contra él mientras alzaba el hacha en una señal inequívoca de una carga valerosa contra aquel terrible enemigo, pero entonces, el sargento giro la cabeza con los ojos abiertos de par en par y una mueca que no expresaba más que la locura extrema
- ¡Idos a la mierda! – gritó mientras hilillos de sangre le salían por la boca - ¡Diablos! ¡ESTE ES MIO! – bramó girándose de nuevo encarando a aquel horror salido del infierno. Las fauces del xeno estaban abiertas y con la sana intención de probar otro bocado más, pero el sargento se lo iba a hacer pagar caro.
Chasqueó los dedos y chispas supo que quería, le lanzó una carga de demolición de fabricación catachana y el sargento la cogió al vuelo sin mirar con la mano derecha. En la izquierda, la escopeta abrió fuego una vez ya que no podía recargar manualmente y al grito de …
- ¡ABRE LA BOCA MALDITO BICHO! – le lanzó la carga de demolición para luego el mismo ser engullido con prisa…

No hubo más… una gran explosión y la cabeza del horror rojo había desaparecido y parte del torax… Chispas estaba de pie, impertérrito mirando los restos de quienes eran sus hermanos, con quienes llevaba luchando siete largos años… y ya no eran nada. Os miró con dureza y asintió con marcialidad para luego encaminarse a por los cadáveres de sus compañeros caídos; iba a enterrarlos.
Benahia estaba consternado, aquellos valerosos hombres del Imperio habían muerto con una demostración de valentía y heroicidad que muchos ya quisieran poseer. No dijo nada, se limitó a señalar a Castor como los hongos empezaban a crecer con tanta rapidez que hasta asustaba. Luego dirigió sus pasos a ayudar a Chispas con el entierro, pero este se negó – es mi deber, Mi Señor… eran mis hermanos no los suyos – le dijo con la voz rota, aunque fuera un “tipo duro” había perdido demasiado aquel día.
Haydn por su parte se calló, observo el campo de batalla y observó al resto sin decir nada hasta que se decidió a hincar la rodilla en el suelo y se puso a rezar por las almas de los caídos…

Una rabia crecio dentro de el tecnomarine al ver caer a los leales uno tras otro y no pudo hacer otra cosa que descargarla en un puñetazo en el arbol mas proximo, practicamente partiendolo.Los catachanes no le habian caido demasiado bien pero despues de tal demostracion de valor, Jaden no pudo hacer otra cosa que admirarlos.

-Que el emperador cuide de ellos a partir de ahora; es nuestro deber vengarlos, hermano Castor hora de trabajar, veamos que podemos hacer con estos hongos.

El tecnomarine estaba decidio a no fallar en esta mision, la flota tiranida caeria.

     Aquel acto de desafío le enseñó a Numaios una valiosa lección. Aquellos soldados que él tenía por irrespetuosos, habían estado a la altura de la situación y lo habían hecho mejor que él. Habían luchado hasta el fin y se habían ganado un puesto junto al Emperador. Una prueba mas de que el Emperador escribe recto en guiones torcidos.

Asteron habia visto morir a muchos y valerosos soldados, con el paso de los años, se torno en insensibilidad ante la muerte, reconocía el merito del guerrero pero tenia una mision y eso era lo más importante. Él mas que ninguno no podia distraerse, su enemigo esperaba en la sombra y parte de la culpa de la muerte de esos soldados era suya, no habia sido capaz de identificar la procedencia de ese engendro.

Habrio un canal de radio y solo dijo y sencillas pero intensas palabras.
-El emperador los acogera, su voluntad no se ha torcido ante el horror de la muerte

Habrio otro canal de radio, pero esta vez solo con el Capitán Benahia .

-Señor he fallado en mi mision, entender la mente de enjambre es muy complicado necesitaria dias o semanas para poder entender sus comunicaciones -un suspiro se oye atraves de la radio -pero hay una solucion, algo que alguno mis compañeros no podrian aceptar -se escucho un pequeño silencio -en sus cerebros estas criaturas guardan el secreto de su forma de comunicarse, tal vez si engullo uno de sus cerebros pueda interferir en el control de la mente de emjambre, de esta forma ocultar nuestra presencia, o hacernos pasar por esas criaturas

Zahariel no pudo evitar sentir una tremenda frustración al ver lo sucedido, habría dado lo que fuese por haberlos podido salvar, aún a costa de su propia vida lo cual habría sido glorioso desde un punto de vista Prometeo, pero el al parecer el Emperador había decidido que aún no había llegado su hora.

- El Emperador los acogerá en su seno con la mayor de las glorias, la de haber dado sus vidas con semejante valor.

Visto que por fin terminó el combate, volvió a hacerse una quemadura en su brazo, tal y como mandaba la tradición; y se acerco al resto para elaborar un plan para salir de ese planeta.

Con la voz algo compungida, Benahia te respondió a los pocos segundos - ... - se oyó un suspiro - Aunque deteste eso, creo que ha sido una buena idea por tu parte... adelante, hazlo, pero por el Trono Dorado, que Haydn no te vea - le advirtió en ultima instancia .

Haydn, que terminó de rezar fue directo hacía los restos del horror rojo y se dispuso a buscar los colmillos del xeno, seguramente habrían sobrevivido, de todos es sabido que suelen ser tan fuertes y resistentes como el adamantium... 

El capellán no hablaba, estaba ensimismado con sus pensamientos y rezos internos

Castor dirigió sus pasos hacía la masa de cadáveres, los hongos ya habían crecido y se habían extendido por todo el lugar donde hubieran restos tiranidos, los humanos ni los tocaban.
Recogió varias muestras de esporas y de hongos... el equipo del que disponía ahí no era suficiente para tratar de sintetizar un veneno en grandes cantidades como era requerido para la bomba. Observó al tecnomarine y siguió a lo suyo, el trabajo debía realizarse a la perfección, o sino estarían condenando al resto de mundos. 

Mientras todos estaban distraidos saco su cuchillo y tomo la cabeza de uno de los guerreros, sabia que ellos controlaban las criaturas, extrajo con una sonrisa el cerebro del guerrero.
-Esperar aquí, tengo que comprobar una cosa -Luego con el cerebro en la mano, se quito el casco, mientras caminaba hacia una zona donde pudiera ocultarse.
Cuando ya estaba oculto comprobo con sus poderes que ninguno de sus compañeros estubiera cerca y comenzo a engullir el cerebro. El sabor era realmente desagradable...