Partida Rol por web

Te concentras durante un minuto antes de que notes la presencia del alma del cadaver contigo.

- No... otra vez no... porfavor... dejadme descansar... -dice con una voz tremula, miedosa y una nota de... ¿Locura?- dejadme... os lo ruego

- Lo... lo siento... - me tiembla la voz por ser consciente del daño que le puedo estar causando a esta alma en pena - No quiero interrumpir tu descanso... pero necesito saber tu historia, necesito saber que pasó... para evitar que le vuelva a pasar a nadie más... - le pido con pena en mi voz sabiendo que lo que le pido es mucho.

La voz del esperitu vuelve a resonar nuevamente como si se encontrara en una especie de túnel.

- Yo... ¡Oh! Ignacio... lo siento... siento tanto haber hecho todo esto...

Puedes notar que la conciencia del cadaver no te presta demasiada atención.

- Yo no queria Ignacio... solo queria estar contigo... una vez mas... un dia mas...

- ¿Ignacio murió? - hago sin darme cuenta la pregunta con una respuesta obvia - ¿Qué hiciste para estar con Ignacio un día más? ¿Con quién hiciste el trato? - pregunto tratando de encaminar las respuestas por el camino más obvio. ¿Me estará confundiendo con Ignacio?

El espiritu continuó su lamento.

- Oh Ignacio... yo no queria... no era mi intencion...

Tratas de buscarle mas respuestas pero parece estar en bucle.

- Sí, cariño, lo sé, lo sé... No es culpa tuya... no es culpa tuya... te engañaron... - odiaba como me hacía sentir engañar a un espíritu atormentado, pero creía que me estaba confundiendo con Ignacio y quizás mostrándole amor y comprensión pudiera hacerla salir de su bucle...

Durante un segundo de hace el silencio.

- ¿Ignacio? Oh... Ignacio perdoname... no era mi intención...

Otro segundo de silencio.

- Oh Ignacio... no era mi intención...

El espiritu continua su letania de lamentos.

- Te perdono, claro que te perdono. Puedes descansar en paz. Te perdono, amor mío. - quizás si encontraba sosiego podría salir del bucle y lo que más parecía ansiar era el perdón de Ignacio...

Por mas que lo intentas de diversas maneras el espiritu no parece salir de su bucle de lamentos y perdones.

A la mañana siguiente todos os levantais en vuestras respectivas habitaciones. En mayor o menor compañia comenzais vuestro dia.

Los que no habiais conseguido alojamiento antes del ataque tras una conversacion rapida con mas lenguaje corporal que otra cosa, enseñar una bolsa llena de plata agiliza muchos tramites, habeis conseguido una habitacion individual modesta.

Cuando os reunais en la sala del comedor podeis notar la habitual ausencia de Alejandro, que tras un tiempo de viaje sabeis que gusta de dormir hasta bien entrada la mañana.

Angelus tanteó sus alrededores, con los ojos aún cerrados. sus dedos buscaron el borde de la cama y se extendieron un poco más, esperando encontrar la jarra y la palangana que usaba para aclararse la cara cada mañana. Tras unos minutos notando solo aire, su mente empezó a despejarse y se levantó, abriendo los ojos con pereza. La vista lo sorprendió y por un momento se sintió fuera de lugar, hasta que recordó donde estaba. Confido. Rumbo al Tribunal. El lugar donde...

Se incorporó, se atusó las ropas, hizo la cama y salió del cuarto en busca del posadero. Aclarándose la garganta, pidió con su mejor italiano, tanteando su bolsa por si fuera necesaria:

─Excusi, voglio qualcosa da mangiare, per favore.

Ya en el comedor, se sentó en una de las mesas. No tardó mucho en levantarse y dar vueltas alrededor. Ya empezaba a juguetear con su pelo cuando el posadero apareció y le sirvió el yantar. sin olvidar el decoro, lo agradeció y de inmediato se puso a comer. Casi no podía respirar entre bocado y bocado, pero no le importaba. Agarró una jarra y se sirvió vino, pero antes de llegar a beberlo vio su distorsionado reflejo. Sus ojos en llamas, los destellos del fuego en la noche, el lamento de la criatura y el golpe final, salpicando su rostro.

Un bamboleo violento provocó que algo de líquido granate se derramase cuando sus dedos atenazaron la jarra. Dejó caer la cabeza sobre la mesa, varias veces, golpeándose con suavidad. La ansiedad dio paso a la tranquilidad, un tranquilidad ilusoria y de cariz frágil, pero tranquilidad a fin de cuentas. Continuó comiendo, esta vez más despacio, esperando a que los demás llegasen.

El siguiente en bajar fue el enorme Magnus, haciendo crujir los escalones de la posada en la que estaba hospedado. Iba ya vestido y bien despierto, con su mayal al hombro. Tras él bajaba discreta su mujer, silenciosa como siempre, a la sombra del gigante.

Mirando al posadero fijamente hizo el signo internacional de llevarse a la boca algo de comer, extendió dos dedos, luego se giró para señalar a su mujer, extendiendo otro dedo. "Comida para 3" estaba diciendo. El posadero seguro que lo entendería.

─¿Dónde está el Mercere? Habría que salir cuanto antes, el cuerpo pronto empezará a oler. Si para cuando acabemos de desayunar no están todos, que nos atrapen, dejaremos dicho por dónde vamos, caminando se darán más prisa que con el carro...

La noche da paso a un nuevo día lleno de dudas y nuevos horizontes. Y nuevas preguntas. Ante ellos se presenta el dilema de si seguir el camino de la luz o continuar de camino al Tribunal, pero eso dejaría su curiosidad innata sin satisfacer. El mundo está lleno de cosas extrañas y misterios que quieren ser descubiertos. Bajando las escaleras hacia la zona de taberna de la posada, se arregla por enésima vez su atuendo y se cerciora de llevarlo todo y no haberse olvidado nada. 

Ya en la planta baja y cruzando la puerta ve que ya están esperando tanto Angelus como Magnus y su esposa y se encuentran desayunando. Ella hace lo propio y se acerca al posadero para pedir comida. Se sienta cerca de una ventana, separada de los demás, mientras su mirada se pierde, en silencio, en lo que puede ver a través de ella.

La noche había sido mala... Considerablemente mala, de hecho. Entenderme con el posadero para conseguir la habitación había sido fácil, pero luego el sueño no había acompañado, cosa que se nota en mi rostro. Todas esas emociones de la noche anterior pasaron su factura. Aún así, antes de descender me aseo lo mejor posible, arreglándome con esmero el cabello, más corto que el de muchas mujeres, decisión que había tomado al resultarme molesto para estudiar el cabello largo. "La mayoría de mujeres no suelen tener problemas con eso." Me había dicho mi maestra. "La mayoría no merecen siquiera el calificativo de mujer cuando se las trae aquí." Fue mi respuesta en aquella época.

El gesto que realizo hacia el posadero es bastante semejante al de Magnus, pues a fin de cuentas es algo que se entiende en todas partes. Saludo a mis compañeros con un pequeño cabeceo y un:

- Buenos días, sodales... Espero que la noche os haya tratado bien. -les digo con una cortesía un poco apagada dado el cansancio del tono.

Miro a Leonor, que está apartada del grupo. En otro momento, posiblemente me preocuparía con ella, ahora no tenía ganas de preguntar qué le pasa ni mucho menos de mirar esos ojos tan verdes.

El sueño había sido inquieto y a trompicones. A estas alturas, mi cuerpo está acostumbrado a no dormir tanto como solía, pues ya la costumbre de acostarme sintiendo extenuación física había desaparecido, y tras acostumbrarme a aquello, la extenuación mental del estudio no era capaz de mantenerme tanto tiempo en el catre. Estos días había implicado largas caminatas, lo que me ayudaba a dormir algo mejor aunque mi cuerpo tuviese la costumbre del estudio, pero aún con eso no había sido suficiente para romper la desazón causada por las escenas de la noche anterior, para eliminar de mis oídos ese sonoro y terrible crujido.

De manera casi mecánica, cuando los rayos despuntan, recito la Parma Mágica y comienzo a asearme. Debería también preparar el hechizo potenciador... Pienso, y entonces me doy cuenta de que puedo hacer algo todavía mejor. Comienzo entonces a realizar el ritual de "Vestir el hechizo", para estar más preparada la próxima vez que enfrente a una criatura sobrenatural, puesto que si alguna era resistente a los brutales golpes de Magnus, alguien debía ser capaz de debilitarla para expulsarla.

Me estaba resultando más cansado de lo que pensaba, quizás por las distracciones en mi mente, y ya cuando estaba terminando escuché una de las puertas de mis compañeros que salía rumbo al comedor. Así pues, tras terminar el ritual, que había acumulado varias cargas del mismo hechizo, me pongo a adecentar mi pelo, lavarme la cara y hacer mis necesidades antes de descender al comedor con el resto.