Partida Rol por web

La gente comienza a acercarse ahora que ya el peligro ha pasado, en las ventanas aparecen ojos indiscretos. Al fijaros veis que la mayoria miran al cadaver y que luego os miran a vosotros, especialmente a Magnus, con una mezcla entre respeto, miedo y repulsion.

De entre todos aparece un hombre menudo ataviado con sotana y escapulario. Los hombres de la aldea le abren paso y este se situa al frente.

- ¿Es este el demonio, no es asi?

Pregunta en latin con un marcado acento italiano.
 

Entendía el pragmatismo de Magnus y querer aprovechar la magia que podía albergar ese cuerpo, aunque para mí ahora mismo era necesario para algo más importante. No asiento a sus palabras, pero tampoco hago ademán alguno de impedirle proseguir con su plan. Me limito a levantarme junto a él limpiando los restos de lágrimas de mis ojos y recuperar la compostura.
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Antes de que nos podamos alejar aparece un sacerdote del dios cristiano, a juzgar por sus ropas. Lo miro y procuro que no se pueda percibir oposición en mi voz.
- Fuera lo que fuera – poniendo un ligero énfasis en el tiempo verbal pasado – Ya no causará más problemas al pueblo.
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Guardo unos instantes de silencio en los que me muerdo el labio inferior. Al final mi debate interno lo gana como siempre la curiosidad.
- ¿Podéis contarnos la historia de este ser y el pueblo? ¿Cómo comenzó y qué buscaba? – pregunto disimulando mal mi curiosidad por conocer la historia detrás de todo esto.

El viejo hombre suspira y os mira a todos antes de comenzar a relatar.

- No hay mucho que contar ciertamente... hace un año este ser infecto comenzó a atacar diversas aldeas de la zona, siempre se llevaba a un hombre joven de la aldea que atacaba y, quizas por ser el pueblo de mayor importancia de la zona, un bebe de Confido. Las dos primeras veces pensamos que fue una casualidad... quizas otra criatura o quizas algun desaprensivo que viendo que el secuestro de los jovenes era periodico aprovechó para hacer su propio crimen, pero cuando vimos que siempre pasaba, que cada luna llena un joven y un bebe desaparecían no pudimos mas que pensar que era la misma criatura.

Siempre entraba llorando en el pueblo donde el joven iba a desaparecer y desaparecía tan rapido como aparecía.

El sacerdote respiró un poco antes de continuar.

- La criatura atacaba a los pueblos alrededor del monte Lendine -dice mientras que señala el monte hacia donde minutos antes habia salido despedida la bola de fuego- e iba en orden. Hemos tardado varios meses en preparar la defensa de Confido, ya que era el unico pueblo con un lugar suficiente como para guarecer a todos los que habia que proteger...

Quizá para ella la explicación del cura da un poco más de sentido a lo ocurrido. Pero la única posibilidad de conocer toda la verdad sobre ese asunto es aventurarse en el monte y encontrar el alma de la mujer a la que han liberado de esa terrible maldición. Pero no dice nada de lo que piensa en ese momento porque no le incumbe a nadie de los que pueden escuchar. Ya lo hablará con aquellos que forman parte de su grupo de viaje.

-Como ha dicho Alejandro, ya no podrá hacer más daño a los aquí presentes.

Escucho atentamente. Conforme habla me centro más en hilar los puntos, en buscar las conexiones, en fijarme en los huecos… extrañamente los sucesos que acababan de acontecer quedaban relegados a un segundo plano lejano.

¿Un año? ¿Qué cambió hace un año? ¿El monte ese sería hacia el que se marchó la esfera de luz? ¿Orden?

- ¿Orden? – pregunté con un hilo de voz – Ehm… disculpe – dije aclarándome la voz - ¿A qué orden se refiere? – dije al fin con la voz más firme pero aún poco más que un susurro.

Lamentablemente, no tenía demasiado que aportar en este preciso instante, dado que precisamente Alejandro había hecho la pregunta pertinente. No dejaba de dar vueltas a la cabeza a que, si esa cosa era lo que creo, a menos que sospechemos que esa criatura puede volver y tengan intenciones de acabar con ella, seguirlo es una mala idea.

─Emmmm, finito est ─interrumpió el gigantón haciendo gala de un latín chapurreado que no concordaba para nada con el buen latín que ya había demostrado al resto de magi─ Amén ─añadió, por si cabía duda.

La frase, tan escueta como mal pronunciada, dicha así, parecía sugerir que Magnus daba por concluidas las andanzas de aquella criatura, que había topado con un hueso demasiado duro de roer. El gigantesco guerrero se encogió de hombros y siguió su camino hacia el carro en el que viajaban, dando por concluida la conversación, al menos por su parte. De todas maneras, esas pocas palabras mal dichas dejaban claro que el no entendía latín...

Magnus aun puede oir las ultimas palabras del discurso del padre mientras se alejaba.

Comienzas el recorrido hasta la posada donde os hospedabais, sabias que la carreta estaba junto a uno de los laterales de la posada, atraviesas el gentío que va abriendose a tu paso sin dejar de mirarte con una mezcla entre cierto temor y respeto y de mirar a la criatura con verdadera repulsion.

Cuando vas a dirigirte a la calle donde comienza el camino hacia la posada uno de los guardas se pone delante de ti. Puedes reconocer que es la mujer que os dió el alto en la puerta, te mira fijamente a los ojos y te dice.

- Grazie, grazie a te non c'erano feriti o morti.

Te dijo mientras colocaba su mano en tu brazo y daba dos palmadas. Luego bajo la mano y se fue. No entendiste lo que dijo, pero el mensaje era claro. Aquella mujer acababa de agradecer tu intervención.

El Padre miró al joven que preguntaba.

- En orden -respondió nuevamente- comenzó en Lergamo, un pueblo al NordOeste de aqui y fue avanzando en circulo hasta llegar a Confido. Pero como dice tu amiga... ese diablo no podra hacer mas daño aqui.

Podeis ver que al fondo de la iglesia comienzan a salir mujeres con bebes en brazos y con niños pequeños. Parte de los guardias se acercan a las que parecen ser sus respectivas mujeres y hablan con ellas, cada vez el tumulo de gente que os rodea es menor.

─Ya, ya ─dijo restándole importancia a lo que la guardia hubiera dicho. El tono de la chica era perfectamente reconocible: agradecimiento. El gigantón respiró hondo y prosiguió su camino, sin poder evitar esbozar una tenue sonrisa que pronto desaparecería, para no delatar su disfraz de mercenario violento. Pero el calor humano que sentía en su interior no se iba así como así, se sentía feliz de haber ayudado, de haber anulado a un monstruo asesino. Lo del vis de repente se había hecho secundario. Podría acostumbrarse a que le agradecieran cosas. Por desgracia era poco probable que se diera el caso dos veces. Y, visto lo visto, tampoco era recomendable...

Aun teniendo esa información, no pueden hacer nada por eso sin tener un mapa de la zona y ver qué patrón sigue. Ella no conoce la zona ni tampoco las poblaciones de alrededor. Cree que lo que deben hacer es volver a la posada y prepararse para partir. Deben seguir a la luz. Al menos, eso es lo que ella piensa.

-Debemos ponernos en marcha.

Asiento a sus palabras mientras Magnus ya se aleja y Leonor lo remarca con sus palabras, a las que también asiento.
- Gracias… - tuvo un segundo de duda para pensar como dirigirse más convenientemente a aquel sacerdote – padre – terminó levemente inseguro – Si nos disculpa ahora, nos encargaremos del cadáver de ese… diablo… Así no les perturbará más… - concluyó Alejandro dispuesto a seguir los pasos de Magnus en cuanto estuviera seguro de que aquel hombre, ni la multitud, iban a suponer ninguna otra complicación.
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Otro pensamiento que se le cruzó en ese momento fue que si aquella criatura era un demonio realmente su vis podría estar contaminada y ser… “peligrosa”… Tendría que acordarse más tarde de comentárselo a Magnus.

Finalmente llegaste a la posada y pudiste dejar el cadaver de la criatura tapado bajo una manta en la carreta. Por tu expriencia sabes que aun taradara varias horas en oler, tiempo suficiente para descansar y salir de alli antes de que nadie fisgonee.

Cuando vas a entrar en la posada puedes ver a Auria que esta jugando con una niña de pelo negro y un largo vestido de colores calidos. La escena te parece casi enternecedora, sobretodo tras el calor que ha decidido visitar tu corazon junto con el agradecimiento de la guarda. Sin embargo hay algo que te llama poderosamente la atención, la niña debe haber sufrido alguna maldición o esta afectada por alguna horrible enfermedad que hace de ella un ser bastante aberrante, sin embargo puedes notar que el instinto maternal de Auria se sobrepone a la anormalidad de la niña.*

En ese momento llega Arnando, le puedes ver bastante avergonzado cogiendo a la niña y llevandola hacia el comedor donde rapidamente desaparecen.

Ves que Auri se apena enormemente, aunque entonces ella se fija en tu persona.

- Gorka, mi amado esposo -dice poniendose de pie y acercandose a ti- Sabia que volverias sano y salvo ¿Que ocurrió con la criatura?

Mi mujer, mi preciosa y entrometida mujer... Por un momento casi hasta me había olvidado de ella, con todo el tema del monstruo y el agradecimiento. Fruncí el ceño al ir a entrar, tras dejar todo en orden en la carreta, puesto que mi mujer tenía una especialidad facilidad para meterse en problemas de los que tenía que sacarla. Sin embargo el gesto se perdió, sustituido brevemente por una sonrisa, al verla jugar con una niña. La niña, una de esas que nacían con deformidades y que nunca pasaban mentalmente demasiado de la etapa de la niñez. En el campo, dado que solían tener la misma fuerza física (o más) que los demás, no era problema (más allá del ir a formar una familia), puesto que podían colaborar en las tareas del campo, nunca demasiado complicadas. En un pueblo del tamaño de Confido, sin embargo, su existencia debía ser una carga para sus progenitores... Al parecer es la hija de Arnando, o tal vez una sobrina de la que cuida o algo así. Casi me molestó que retirara a la niña de la sala, como si fuera algo que había que esconder. No, no era algo a esconder, sino a proteger. Si había nacido y estaba viva, Dios lo había querido así, tal vez como prueba de carácter para sus padres, tal vez para enseñarles algo verdaderamente importante. En cualquier caso, Auria tomó la palabra, así que había que contestarle.

─Le impedí que matara a nadie más ─digo en euskera─ No estoy seguro si era un monstruo o una mujer maldita, pero por lo que nos han dicho secuestraba niños y parecía dispuesta a matar a mis nuevos compañeros, que se interponían en su camino, así que utilicé mi mayal... ─añado moviéndolo levemente en mi hombro para remarcar esa última palabra─ Yo lo limpiaré, no quiero que te ensucies con esto. Tú vuelve a la cama, esta es una noche para festejarlo... ─sugiero.

Lo cierto es que el subidón de adrenalina, el tema de los niños danzando en mi mente y ver a mi voluptuosa mujer tan solícita estaba despertando en mi ciertos... instintos.

Las explicaciones del pater Julio lo estremecieron. Tantos ataques, durante tanto tiempo... no era de extrañar que aquellas gentes estuvieran tan asustadas. Pero aquellas historias no hacían sino crear nuevas preguntas. ¿Qué perseguía la criatura, más allá de lo obvio? ¿Por qué un patrón en círculo? Y la más importante, ¿qué era la criatura? El pater hablaba de ella como si fuera un demonio, pero Angelus no estaba convencido. Necesitaba saber más, no podía irse de aquel lugar así como así. Simplemente era demasiado para su curiosidad natural. La luz que había salido le hacía pensar que el monstruo aún no estaba derrotado, tan solo habían destruido su mortaja de carne y huesos. Ensimismado, apenas se dio cuenta de que le grupo se marchaba, ya acabada la conversación con el pater, por lo que se apresuró a ponerse a la altura de Alejandro.

─Lamento ─dijo con voz queda─ lamento que me hayas visto así, antes. Solo trataba de ayudar...

Giro mi rostro al escuchar las palabras de disculpa de Angelus. Me dispongo a contestarle pero las palabras mueren sin ningún sonido en mi garganta dándome una expresión tonta con la boca medio abierta. La cierro a la par que desvio mis ojos al suelo. Los sentimientos contradictorios se agolpan en mi pecho y en mi cabeza. El silencio de los escasos segundos se ha hecho eterno; al menos a mí así me lo parece. - No... no es momento de hablar de eso, Angelus... - digo inseguro, con un cierto temblor en mi voz, quizás una nota de miedo al recordar la risa enloquecida de Angelus a la vez que me produce un pequeño escalofrío el recordarlo. . Sin embargo, la compasión vence al miedo; he conocido suficientes casos en que una criatura no era dueña de sus actos y después tenía que vivir con las consecuencias de los mismos. - Pero... pero no te juzgo ni te culpo - aseveré con algo más de firmeza levantando la mirada para cruzarla con la suya de nuevo - Puedes contar conmigo para superarlo juntos... - concluí cogiendo su mano con la mía un momento para transmitirle que mis palabras eran sinceras.

El grupo retorna a la posada por las calles, que si bien seguian oscuras habia algo en el ambiente que trasnmitia calma y paz. Ahora los oscuros rincones de las calles no parecían tan peligrosos a como estaban hace unas horas.

Al final os volveis a encontrar en el recibidor de La casa di vino