Partida Rol por web

Llegando a la puerta, notas que el cierre de tu bolsa para pergaminos esta abierto...

¿Qué le han quitado?

Te faltan los pergaminos de katana de Fuego y Balsamo de Jurojin.

¿Eso es que ya nunca podrá usar esos conjuros?

Correcto, sin los pergaminos no podras lanzarlos, pero no es para siempre. Si los recuperas de algun modo podras volver a usarlos normalmente. Otra opcion es encontrar un shugenja Dragon en la ciudad que los conozca, tenga y te los preste, aunque siendo algo sagrado no es un favor menor. 

La ultima posibilidad es que puedes pedir nuevos de reemplazo en el dojo de las tierras Dragon, pero esto es algo que no solo llevaria mas tiempo de lo que esperamos dure la partida, sino que traeria una gran verguenza sobre ti.

Notas tu costado mas ligero cuando van llegando a la puerta. Al tocarte... falta tu wakizashi!!

Mientras caminamos le dirijo un par de miradas a la Kitsuki. No quería que los dragón se diesen cuenta de que no conociamos las calles de la ciudad, después de todo, ¿qué diría sobre nuestros superiores si mandan a unos inexpertos a guiar a unos extranjeros?

En eso estaba cuando llegamos de nuevo a la puerta. Es entonces cuando llevo mi mano al costado de mi cuerpo y siento que algo estaba mal. Entonces me doy cuenta y me paro en seco. -Me robaron.- Es lo único que alcanzo a decir por la sorpresa. -Mi wakizashi.- Apenas podía creerlo. Estas espadas eran el símbolo de un samurai. Alguien con estatus menor no podía simplemente llevarlas por ahí a menos que quiera que lo maten.

 *Voy a volver, antes de finalizar el día voy a volver a esta parte del distrito, unos cuantos etas no me impedirían el paso, solo debemos organizarlo mejor.

 Estaba planeando como podríamos volver cuando escuché a mi compañera, e instintivamente pase mis manos por la cadera. Katana, wakizashi, monedero y jitte, todo estaba en su lugar. -Revisen que no les hayan robado- digo a los Dragón, de haberles robado a ellos también lo consideraría un fracaso, debíamos escoltarlos y un robo bajo nuestras narices era inaceptable

*Tal vez volveríamos antes al distrito, pero sería para buscar algo mas que respuestas.

Seguramente éste incidente daría que hablar en el futuro, pero era imposible visitar el barrio de los eta sin mancharse en el proceso. Ya fuera en un sentido literal o el espiritual y si Osako-sama no habría predicho éste posible desenlace es que no merecía su cargo, pues bien sabía mi historia. Aún así, tampoco avancé mucho más antes de hablar.

- Ya es suficiente, mocoso.

Declaro una vez cruzadas las puertas y empujado al niño delante mía.

- Voy a llevarte con tus padres. Si escapas ten por seguro que los colgaré, si colaboras todos sabrán que están vivos gracias a ti. ¿Que harás?

Quedo espectante a su respuesta, pero era obvio que no podía regresar por dónde habíamos venido o los guardias podrían detenerlo por "vagar" por el distrito noble. Ni que decir que ea sincero en mis palabras, pero lo que si debía ser reseñado era que también era honesto.

-Buahah... ir... con.. buaaahh..Okasan ...y...y... Otousan?...+murmura entre lagrimas, mirandote. Parece entenderlo. Respira fuerte unas cuantas veces, serenandose. Asimismo se seca la cara sucia. Aun se le ve temeroso, pero poco a poco se queda callado y quieto. 

Los dos yojimbo Dragon, alarmados, revisan sus pertenencias. Pero todo parece estar en orden. Kasumi suspira aliviada y agradecida por haber salido con equipo minimo, mientras que Shiro se congratula.. su prevision de ir bien acorazado sin duda funciono bien para evitar hacerlo un blanco deseable, mucho mas de estos etas.

-Estamos bien gracias a las Fortunas, Bayushi-san.

Maldito niñato.

Es lo primero que me viene a la mente antes de que los recuerdos acudan cabalgando raudos a mi cabeza atizándome con varas cargadas de humildad y que me hacen apretar los puños con rabia contenida.

- Si.

Le respondo a regañadientes por los sentimientos que me desbordaban. Después empiezó a caminar al edificio de la magistratura dónde debían esperar tanto la sirviente como su marido.

Espero acabar pronto con ésto.

Poco despues de una tensa caminata, con el nervioso niño a remolque, llegas a la magistratura. En principio, solo ves un par de guardias normales afuera, pero ya adentro encuentras a Osako-sama comiendo tranquilamente en un pasillo que mira al jardin. Tambien hay un par de magistrados de mayor rango, escribiendo en sus despachos. No ves a la sivienta ni a su esposo por ningun lado. Ciertamente, no hay celdas aqui, pero bien podian tenerla en custodia en otro lado.

Mal asunto.

Pensé pues un mal presentimiento se cernía sobre mi. Bien podría ser que hubiesen encerrado a los eta en otro lugar, algo no muy descabellado, pero empezaba a sospechar que la muerte de Agasha Iesada interesaba que permaneciera sin respuesta o con otro culpable.

- Quédate atrás.

Le indico al chiquillo antes de adelantarme y arrodillarme ante la Yogo aunque quedando a una distancia prudencial por si decidía ignorarme y concluir su comida sin inoportunas distraciones como la que suponía en estos momentos.

Come un bocado de arroz, para seguidamente beber un sorbo de su bebida. En un tono mortalmente calmado, habla sin mirarte cuando termina de tragar. 

-Vuelves pronto y solo, Sichi-kun... salvo por un niño eta. En otro momento, pensaria que exagere con el sake, si no hubiera encontrado a otros dos mas adultos aqui, al volver de mis pesquisas.

Bebe nuevamente, deja la tacita a un lado y cruza las manos sobre la falda.

-Todo esto me lleva a varias conclusiones, como asi a nuevas preguntas. Una de ellas podria ser con quien enviar tus antiguas pertenencias a Shiro no Shosuro. Ahora, no obstante, espero impaciente el relato/informe que sin duda tendras ya preparado.

Sus declaraciones resultaban comprensibles, al igual que su enojo. De seguro esperaba que permaneciera con la shugenja en todo momento a pesar de que sus órdenes, en el mejor de los casos según mi apreciación, se limitaban al distrito curtidor.

- Hai sama. Fuimos a la de Agasha Iesada y. según el testimonio de Kitsuki Aiko, éste fue asesinado por un hombre vestido de morado. Ella parece ser una shugenja capaz y bastante perspicaz, pero no encontramos ninguna prueba o testimonio que corrobore su testimonio, lo cual resulta muy extraño como ya supondréis. Según ella, éste supuesto asesino trajo consigo sake, harina, avena y fue asesinado por algún arma contundente. Detalles que si pudimos comprobar.

Comienzo a informarla, permaneciendo inamomible en mi posición.

- Aparte, parece ser que su hija le visitaba con frecuencia y ambos se preocupaban en ayudar a los eta del distrito ejerciendo la medicina. Según el testimonio de un eta llamado Chillón, recibía la visita de hija todos los inviernos, aunque éste año pareció dejar a su padre antes de tiempo coincidiendo con un incremento de los movimientos de Agasha Iesada. Al parecer su principal ocupación era tratar casos de tuberculosis, pero a éstos se añadió otra enfermedad achacada al consumo de un opio fortalecido. Así que por el momento tenemos tres líneas de investigación.

Indico tomándome un segundo para coger aire.

- El asesino supuestamente vestido morado, cuya pista se encuentran siguiendo el resto del grupo ya que les lleva fuera del distrito curtidor a los lugares dónde comerciaba el shugenja. La posibilidad de que hubiera molestado a algún grupo de traficantes de opio. Y la búsqueda de su hija, pues su casa se encontraron tres wakizashis.

Enumero, dejando entrever los motivos por los que me encontraba aquí ahora mismo en busca de los eta mencionados por Osako, quiénes podrían echar algo de luz al asunto porque un samurai jamás partiría sin su wakizashi.

- Uno del muerto, otro de la hija y el tercero deduzco que de su difunta esposa.

Vuelvo a contar para después rebuscar en mi kimono las cartas que había recogido de su casa y dejarlas frente a mi.

- La mayoría de los textos que localizamos estaban codificados y la Kitsuki no quiso revelarnos su contenido, pero éstas cartas estaban guardadas en un arcón con otros objetos de valor sentimental y quizás contengan algo. No he tenido tiempo de mirarlas Yogo-sama.

Se sirve otro sorbo, bebiendo despacio.

-Un hombre vestido de morado, que usa armas contundentes. Posibles traficantes. Y una niña que sale sin su wakizashi. Entiendo...

Piensa durante un momento, mirando fuera.

-Especulando, en el primer tema las conclusiones mas obvias apuntan hacia un shugenja unicornio. Su magia de aire tiene los trucos apropiados para pasar desapercibidos, lo que explica facilmente la ausencia de testigos. Los unicos testimonios serian las palabras de los kami, algo inadmisible en cualquier parte. Se llevan bien con los Dragon, lo cual da pie a que existiera una relacion. Y saben usar sus bastones. Es tan claro que resulta... demasiado conveniente. Seran gaijin, pero no son estupidos. No obstante, me informare en la embajada sobre los shugenja Iuchi que se encuentren en la ciudad.

-La posibilidad de los carteles de opio solo demuestra tu desconocimiento de la ciudad. Si Agasha-san los hubiera molestado, simplemente hubiera desaparecido. O bien ardido la cuadra entera. Y desde luego, hubiera encontrado una nota de Chillon esta mañana en mi casa, indicandome donde buscar el cuerpo del perpetrador. De una forma u otra, no encaja en su forma de operar, ni tampoco en el caracter del shugenja entrometerse en sus asuntos. Incluso si trataba adictos de ese presunto opio fortalecido, eso solo ayuda a los carteles a que conserven vivos a sus clientes. No, no cierra...

-En cuanto a la niña... es un problema adicional, sin duda. Son demasiadas las posibilidades. Obten una descripcion de ella y entregala a la Guardia del Trueno, que informen si la han visto.

Mi expresión se tornó sombría. Dos pergaminos, difícilmente podría compensar la deshonra que eso suponía. Incluso si los recuperaba era una mancha que difícilmente podría limpiar. 

- Dos de mis pergaminos. - mi mirada se endureció. - Debo recuperarlos, aunque probablemente sea ir hacia una trampa.

Apreté un puño. Me sentía inútil, incluso estando entre dos yojimbo y habiendo estado atenta a lo que me rodeaba me habían robado. Lo que era incluso más sorprendente cuando en este distrito la gente se apartaba de nosotros. Me di la vuelta y empecé a dirigirme hacia donde había visto a los eta que nos seguían. Debían de haber sido ellos.