Partida Rol por web

Marcus, Korrigan y Magnar cumplen con el deseo del viejo soldado, haciendo que su muerte pueda servir para darles tiempo y logren hacerse fuertes bajo el refugio de Sigmar. El kislevita bajo la orden del noble consigue un caballo rápidamente aunque desbocado logra subirse a él y ayudar al enano. Marcus encuentra otro en la misma situación y con mayor facilidad toma las riendas y juntos ponen rumbo al oeste de Peakland.

Llegando a su destino tras dejar atrás al galope los combates y las llamas del pueblo, se levanta el templo de Sigmar. Pasando una arcada de tres metros pueden ver la majestuosidad del santuario con la gran vidriera del símbolo de la deidad. Un patio de piedra los separa de las escaleras que conducen a la puerta principal, pero dos orcos apostados en las columnas, esperando para persuadir a los aldeanos que buscasen refugio en la catedral, salen a vuestro encuentro.

Al ver a las dos bestias levanto mi maza y espoleo mi caballo para cargar contra el enemigo.

-VAMOS CAMARADAS ACABEMOS CON ELLOS.

Con este grito me lanzo veloz hacía los orcos, al pasar por su lado descargo un golpe con mi maza sobre uno de los pielesverde.

Desmonto del caballo de un salto   y ataco  al orco que queda libre  para que no se le pasen malas ideas por su sucia y verde cabeza .Muy lento amigo enano... nos jugamos otrra cerrrveza a cabezas verrdes?.Este miooo .Digo sonriendo con la alegria que solo un barbaro criado por y para  el combate puede  sentir .

Parecía que hasta en el rincón mas inesperado del pueblo había pieles verdes con sed de sangre y destrucción. Los tres guerreros no dudaron ni un segundo en atacar a los orcos que les separaban de su objetivo.

Marcus utilizando la fuerza del caballo para cargar y encabeza el ataque contra el primer orco que sale a su encuentro. La bestia para el golpe pero tampoco consigue impactar sobre el noble desde una posición tan perjudicial.

Korrigan se ve obligado a desmontar del caballo para empezar el combate sin correr peligro de caerse y partirse la crisma. El orco que queda libre recibe un tremendo impacto del mangual del kislevita y responde con otro golpe poco efectivo.

Magnar enfurecido, lanza un grito de guerra y asesta dos golpes, fallando el primero, se enfada aún más, volviendo a golpear al feo orco una segunda vez, esta vez tiene exito.

Para esto, hediondo! haciendole una mueca al golpearle el craneo brutalmente.

Korrigan no se le adelantaría, a magnar le gustaba la cerveza y más si era gratis!

Hago girar al caballo para enfrentarme al orco que queda, pero al no estar preparado para la batalla el caballo se mueve nervioso y asustado y me hace errar el golpe.

Bajate de ese caballo si quierres acabarr con el orrco que  gato con guantes no caza ratones.Digo metiendome ahora con el noble y echandome a reir pero la risa se me corta en seco al ver como fallo mi ataque .Mierrda

El orco gravemente herido se defendía como podía de los humanos. Marcus parado a su lado montado en el caballo que no conseguía tranquilizar para que mantuviese la postura de batalla y lograr un golpe certero provocaba una confusión de choques de armas entre el gigante verde y el gigante kislevita, muchas presencias en poco espacio y demasiado golpes mortales de una a otra armadura.

Jajajaja, sonrió el enano, relamiendose sus labios mientras que asestaba dos hachazos al esquivo orco.

Ven aquí fea criatura, no te me escabullas, que el bueno de Magnar tiene una apuesta que ganar!

Mirando a korrigan con recelo, intentando que este no se le adelanté y le quite su premio.

Una apuesta era una apuesta

El combate se desplaza hacia las escalinatas del templo hasta que Magnar pone fin a la vida del orco. Los tres aventureros consiguen asegurar la entrada al refugio cuando se abre la gran puerta desde su interior y asoma un clérigo de Sigmar:

- Vamos entrad!! - La voz débil del anciano sube hasta la última nota que pueden dar sus cuerdas vocales para animaros a entrar. Bastante achacado por los años, arrugado como el cuero viejo y encogido por el peso de una vida que se intuye centenaria. Os conduce por el interior del templo hasta entrar por un pasadizo secreto, aún no ha vuelto a hablar desde que entrasteis al santuario, desconcertados quizás por la situación y por la confianza que deposita en vosotros sin conoceros llegáis hasta una ermita excavada en la roca lejos del alcance de los orcos.

Allí el anciano se sienta a descansar, apesadumbrado y con rostro pensativo por fin se vuelve a dirigir a vosotros:

- Seáis quienes seáis, hermanos, amigos, conocidos o desventurados que atravesaban ésta cima, siento que ésta desgracia haya caído sobre vosotros... sobre todos nosotros. Y siento más aún lo que os voy a pedir, pero a mis años y con mis impedimentos ya no lo podré cumplir, y sabe Sigmar que si alguien no lo hace, condenaremos seguro Peakland y pondremos en peligro todo el sur de Reikland. Creo, creo que sé cuál es el auténtico motivo de ésta incursión, y del general del caos que lidera a la horda de orcos... el mismo motivo por el que atacaron Peakland hace 50 años. No tengo mucho tiempo para extenderme en detalles, pero Argus había llegado hasta aquí con un regimiento imperial por una misión de escolta muy importante: escoltar una espada para ocultarla en las montañas de los enemigos del emperador.

La llamaban El Filo Sangriento.

Tal era su poder que sólo un hombre de la voluntad Argus podía portarla con seguridad: los orcos descubrieron la importancia de la carga que transportaba y por aquel entonces un poderoso caudillo que los lideraba atacó la caravana cuando llegaron a la cima de Peakland. La historia ya la conocéis: Argus los venció y guardó la espada en un lugar secreto en un paso al que sólo se puede acceder atravesando el fuerte de Peakland. En efecto, la fortaleza se construyó por orden del emperador únicamente para salvaguardar el arma. Pero sólo tres personas conocen su ubicación exacta. Argus, Sem del Colegio Gris y yo. No es fácil encontrarla, pues el hechicero protegió el acceso con magia de ilusión.

Es por ello que os pido, en nombre del sagrado Sigmar, en el de nuestro emperador y en el mío propio, a que vayáis al fuerte de Peakland, y con mi autorización el general al mando os abra las puertas al Desfiladero de las Rocas de Cristal, recupereis el Filo Sangriento y que con su ayuda, la de los hombres del fuerte y la bendición de Sigmar expulseis a los invasores.

Desde que hemos llegado no hemos tenido tiempo de aburrirnos  padrrecito ... Respondo  con una media sonrisa  antes de mirar a mis dos compañeros .y no parrece que vayamos a hacerrlo , no?.Si nos necesitan habrrra que irrrr, además no hemos terrrminado de aclararrrr cuantas cerrvezas pagarrra el enano.

Fijo una mirada desaprobatoria en Korrigan.

No es forma de hablar ante esta amenaza. no puede ser que solo le interese la lucha y la cerveza.

-Haremos todo lo que este en nuestra mano para recuperar el arma y expulsar la amenaza de estas tierras, solo guíanos o dinos como llegar a la fortaleza y nosotros nos encargaremos.

- En vuestros ojos veo coraje y decisión, tanta como ansias de gloria. Pero tened cuidado, Sem protegió el Filo Sangriento con una ingeniosa ilusión. Oculto tras unas rocas cristalinas, más allá del puente del desfiladero, hay una explanada que lleva a tres caminos con sendas aberturas a cámaras, frente a las entradas encontraréis un menhir con tres glifos. Los glifos se transfiguran según la posición de las lunas, pero esconden un significado para elegir el camino correcto. Los otros dos llevan a una muerte segura. Dado su aspecto metamorfo, no puedo adelantaros cual será la senda que os lleve a la espada, pero Sem nos explicó que para descifrarlo teníamos que tener presente lo siguiente: el simple mínimo es siempre la opción acertada.

Desde la ermita, que está en una elevación con vistas al pueblo y al fuerte de Peakland, podéis observar cómo están introduciendo a algunas personas en enormes carromatos y jaulas góticas de metal negro. En una de las jaulas está Natalie. También podéis apreciar cómo él orco enorme al que parecen obedecer los pieles verdes riñe con el paladín del Caos con bravatas y aspavientos. El orco desearía matar al paladín, pero tiene algún tipo de “obligación” con él, y por tanto los pieles verdes siguen llevando ante el portaestandarte a los aldeanos que son seleccionados para ser cargados en los carromatos con fines desconocidos.

Después de indicaros el camino hacia el fuerte, el padre Roman se despide de vosotros:

- Yo me quedaré aquí, por si los orcos logran encontrar este camino, os daré algo de tiempo, y no admitiré discusiones al respecto, si Sigmar así lo quiere me acogerá esta noche en su seno, si no... mandaré a los infiernos a cada piel verde que atraviese esta puerta.

Asiento ante la determinación del viejo y le saludo  levantando la espada . Morrirr con una arrrma en la mano y en batalla no se me ocurre un final mejorr padrrecito .Tenn una buena muerrte , llevate a muchos porr delante , nosotros buscaremos esa espada y  harremos que tu sacrifico no sea en vano .Me giro para no avergonzar al anciano con sentimentalismos .Vamos  compañerros ya no hacemos nada aqui y nos esperra un camino tortuosooo.

Vayamos pues! esa reliquia nos abrira el paso en esta oscura tierra y hará languidecer a esos sucios plieles verdes. Dejandose llevar por su palabras.