Partida Rol por web

El cansancio iba causando mella en las fuerzas de los héroes, estaba siendo una batalla dura aunque tranquilizaba saber que el bando de Sigfred también iba ganando terreno.

El líder orco demostraba ser un gran guerrero, fuerte y violento, ni el Filo Sangriento parecía asustarlo, era el momento en el que el noble debía demostrar su valía para heredar el título o morir en aquellas montañas lejos de casa.

Sin embargo Magnar y Korrigan seguían en equilibrio sus combates, pudiendo ganar la gloria de recuperar Peakland o morir en las asquerosas manos de las pieles verdes.

Los ojos del monstruo no se inmutaban ante el resplandor rojizo de mi rabia. Con un potente ataque descargó su arma sobre mi pierna izquierda, más no conseguí interceptarlo. Una quemazón me recorrio la pierna.

Magnar buscaba un hueco en las defensas del orco pero este se escabullirse de sus hachazos, haciendo que el enano fuera presa de una rabia ancestral.

El combate empieza a derivar en un sucesión de golpes fallados y la espada empieza hacerse tan pesada  que apenas consigo controlarla .En cada  ataque fallado es mas difícil recuperar la posición y mantener una defensa eficaz .O acabamos con ellos prronto o ellos lo harran con nosotrros

La batalla seguía su curso, el derramamiento de sangre se estaba haciendo esperar a que el sol saliese por completo, parecía algún tipo de señal. El orco que parecía menos cansado era el que atacaba a Korrigan, pero este bien defendido con su escudo de momento aguantaba, su experiencia se estaba haciendo notar. El Filo Sangriento estaba deseando acabar con la vida del líder y alimentar su odio.

El combate esta siendo demasiado violento y encarnizado. Fallando su primer ataque probando las defensas de su rival consiguió encontrar un hueco en sus defensas. Oh si exclamó el enano incrustando su hacha con fuerza.

Si alguna vez pensé que este combate acabaría rápidamente y de forma mas o menos elegante me equivoque de cabo a rabo .Esto acabara e un baño de sangre, en una autentica carnicería , en una pelea de lo mas sucia y marullera donde ganará el que tenga mas  voluntad.Sera por el frenesí del combate pero hasta empiezo a mirar al orco con cierto respeto , es una maquina de matar  como nunca había visto 

Mi arma empezó a resplandecer, un fuego rojo que purificaría a los demonios breves.¡Muere, muere!, grité mientras me lanzaba. Sólo pensaba en matar y cortar, que bien se vería su cadáver en el suelo.

Finalmente el Filo Sangriento decidió el combate, llevaba demasiado tiempo sin probar la sangre y al resistirse tanto el gran líder orco, su furia se desató en busca del alma verde. La espada se movió casi por voluntad propia hacia el cuello de su enemigo decapitándolo de un tajo limpio.

Los otros pieles verdes que combatían por el campo de batalla salieron corriendo despavoridos en cuanto vieron a su líder morir, algunos fueron abatidos en su retirada por los últimos guardias que quedaban en pie, pero otros pocos consiguieron escapar hacia el bosque.

La victoria deja un sabor agridulce, los orcos muertos en el suelo no compensan los cadáveres de los aldeanos de Peakland, o de los que han sido secuestrados por el misterioso guerrero.

Al caer los últimos cuerpos, me sentí de pronto muy cansado, así que tuve que apoyarme contra un árbol. Esos malnacidos ... habían matado a mucha gente. Calmate, Marcus, me dije a mi mismo, no estás siendo tu mismo. El ansia me pedía seguirlos hacia el bosque, pero eso era una trampa mortal. Guardé la espada, intentando resistir sus impulsos asesinos - Siegfried, ¿cual es el estado de la gente y los soldados?

Veis al capitán Sigfred lleno de sangre y sudor, con la respiración entre cortada por el esfuerzo de la batalla:

- Aún tenemos que buscar supervivientes Señor Wolfgart, los soldados que quedan en pie son los que ve usted aquí - y señala a los tres soldados que están a sus espaldas en la misma situación que él.

Malditos piles verdes! Visteis como corrían cuando matamos a su líder, puaghh.

En ese momento el Padre Roman aparece con una docena de aldeanos a sus espaldas, asustados, algunos heridos con la mirada perdida, sin dar crédito a todo lo que ha sucedido durante la noche.

- Gracias a los dioses que están ustedes a salvo. Veo que consiguieron El Filo Sangriento del gran Argus. La tragedia ha devastado Peakland, sólo estas pobres almas que ven aquí consiguieron refugiarse en mi templo y salvarse de la muerte en manos de los pieles verdes, o peor aún haber caído enjaulados para los planes de ese maldito hechicero del caos...

Gracias A Sigmar! Padre que algunos pudieron escapar. Loado sea.

- En fin, ¿a qué estamos esperando? resolvamos las heridas que requieren atención inmediata y hagamos una batida- seguía sintiendo el influjo del filo sangriento, pero más apagado. en cualquier caso, había que defender a esas pobres almas antes de que los orcos les hiciesen algo peor que la muerte.

El joven Wolfgart había tomado una decisión, su próximo objetivo estaba en algún lugar de las Montañas Grises, tenían que seguir el rastro de la caravana dirigida por el hechicero del Caos y salvar de un fatídico final a los aldeanos de Peakland.

Marcus, Korrigan y Magnar habían demostrado ser auténticos héores, ya habían salvado Dotternbach de la plaga causada por los orcos y vengado a sus mineros, habían encontrado el Filo Sangriento oculto durante cien años y vencido con ella a los pieles verdes.

Ahora aquel hechicero se arrepentiría de haberse cruzado en el camino de nuestros héroes, cada día más poderosos y experimentados. Sus planes se frustarán sean los que sean, pero el enano, el kislevita y el noble sin duda alguna darán con él lo antes posible y pondrán a salvo de nuevo a las gentes inocentes del Imperio.