Partida Rol por web

Sin más dilación te diriges a la ribera del río, donde entre los almacenes de carga y descarga hay un pequeño tugurio donde se sirve cerveza y alcohol de alta graduación a los estibadores de la zona. No es el lugar más recomendable para una dama, pero tú no eres una dama y sabes moverte con soltura entre los sudorosos y apestosos clientes para llegar al fondo donde, sentado tras un barril que hace las veces de mesa está tu contacto, Blaz, muy ocupado quitándose la mugre de bajo las uñas con una daga. Tras él dos hombres malencarados te escrutan detenidamente pero notas que, a diferencia de los estibadores, no te miran las curvas, si no las armas y aquellos lugares donde podrías esconder alguna...

Blaz alza la vista y sonríe torcidamente... Amiga mía... Bienvenida, y yo que pensaba que iba a ser una mañana aburrida, ¿qué se nos ofrece hoy?

- Buenos días señores esta mañana me dirigía a casa de Linda pues habíamos quedado con ella en la taberna y no apareció. Fui a su casa que es de tres plantas y he encontrado la puerta principal abierta y la puerta del boticario que vive en la primera planta.  Extrañado me adentré y he visto el cadáver del hombre que lo habían apuñalado varias veces. Subí entonces a la buhardilla en la que se hospedaba Linda y no encontramos a la mujer. Su habitación estaba patas arriba, y había sangre de pollo por todo el cuarto y una calavera signo del caos. Uno de mis compañeros vio a un hombre sospechoso acercarse, y lo persiguió hasta un almacén donde tuvo que enfrentarse a varios de ellos. El elfo, mi compañero, lo podéis encontrar en la posada para que corrobore lo contado. Los tipejos a los que se enfrentó tenían una quemadura o cicatriz en el pectoral derecho con la forma de un puño de hierro hecho con la misma técnica que se utiliza para marcar caballos. Allí yacen en el almacén aunque creo que uno escapó... 

Gherard intentó hablar lo más calmado posible, pero se le veía nervioso, triste, y con voz lastimosa. Habló siendo lo más lógico y elocuente que pudo, pues se había aprendido lo que iba a contarle a los soldados por el camino. Su aguda mente hizo el resto... Se quedó mirando a los hombres esperando que no lo miraran como sospechoso como habían hecho momentos antes sus compañeros. 

Lenna dedicó una simulada sonrisa a los guardaespaldas y se acercó un poco mas, con las manos bien a la vista para aparentar tranquilidad y confianza.

—Hola, Blaz —respondió, como siempre guardándose de expresar el rechazo que sentía por las malas costumbres de éste—. Lo siento, esta vez vengo por otra cosa. Necesito encontrar a alguien, y no conozco a nadie mejor que tú para saber lo que se mueve en la oscuridad de Ravenstein.

La hochlandesa esperó a la reacción del perista para poder desvelar todo lo que necesitaba conocer.

Fârandar oteó a su alrededor, moviendo distraidamente la jarra de cerveza vacía en su mano. Hacía rato que habían desayunado, y le empezaba a apetecer comer algo más, pero no terminaba de decidirse. - Y ahí está, de nuevo. Parece un asiduo. - pensó el Elfo, mirando al señor mayor con el extraño sombrero de hebilla. Le había parecido haberlo visto ayer, y hoy de nuevo estaba ahí, y si no le fallaba la memoria, lo había visto algún que otro día más desde que estaban allí. 

El resto de ocupantes eran desconocidos o poco asiduos, y el guerrero dudaba que alguno pudiera ser de ayuda. 

Estaba a punto de llamar al tabernero cuando entró el orondo Herr Schiller, saludando a todo el mundo como si el lugar fuera suyo. Clârandir le dedicó un asentimiento de cabeza, un gesto informal de saludo que había visto hacer y aprovechó la llamada de Herr Schiller para también solicitar la atención del tabernero y pedir otra jarra, preguntando al tabernero por LindaLinda,  así como, a lo largo del rato que estuvo solo sin sus compañeros, dejó caer algún comentario o chanza sobre la mujer tanto al comerciante como al molinero, intentando soltarles la lengua. 

Aquellos dos hombres comenzaron a hablar y el Elfo puso la oreja, y se fijó en sus labios, para intentar enterarse de todo. 

Tras contar lo sucedido los guardias te hacen pasar al despacho del capitán de la guardia el cual escucha con gesto grave tu testimonio el cual te toca repetir por segunda vez.

¿El boticario?... ¿¡¡¡Caos, dices!!!? Por el martillo de Sigmar, acompáñenos herr Ludeker. ¡¡¡Cabooooo!!! ¡Junta un pelotón, salimos en 30 segundos!

Acompañando al capitán y a un pelotón de diez soldados llegáis al edificio donde vive Linda, echa un ojo y deja dos guardias en la puerta del boticario y otros dos en la de Linda. A continuación los guías hasta el almacén y repite la operación, dejando dos guardias.

Por último llegáis a la posada del Dragón Danzante aunque ahí solo entráis tú y el capitán quedando los cuatro soldados restantes fuera. Con decisión avanza, sentándose a la mesa donde está tu compañero asur...

Claro, no hay problema, Blaz lo sabe todo... Por un precio, claro, ya lo sabes. Una sonrisa torcida se marca en su faz dejando entrever sus dientes podridos. ¿Qué aflige a esa linda cabecita rubia?

Ahora que caes, efectivamente, casi siempre está ahí la sombría figura, bebiendo. Al examinarlo con más atención te das cuenta que no es tan viejo como aparenta y que bajo esos ropajes oscuros se adivina lo que antaño debía ser una poderosa constitución. Al preguntar aquí y allá te sorprende lo que averiguas, es un cazador de brujas, ni más ni menos, que tiene su base de operaciones aquí en Raventsein, o más bien, en esta taberna donde todos sus gastos son sufragados por el habitante más rico de la ciudad, Heinz Schiller.

Al preguntar por Linda resulta que tiene un hermano que también vive en Ravenstein aunque la relación es más bien distante, sobre todo debido al difícil carácter del muchacho y sus adicciones al alcohol y las apuestas. El posadero recuerda que ayer salió bastante borracho del Dragón Danzante ya avanzada la noche y desde entonces no le ha vuelto a ver el pelo...

—Contaba con ello, amigo mío. Ya nos conocemos, y jamás pensaría venir a pedirte ayuda sin darte a cambio una compensación económica —respondió de vuelta con otra sonrisa.

—Te seré directa y breve, como siempre —dijo luego, al tiempo que su rostro ganaba en severidad—. Una amiga ha desaparecido, Blaz. Su nombre es Linda, trabajaba en la posada de Karl Taunenbaum como cantante. Hemos encontrado su vivienda en condiciones deplorables. ¿Te ha llegado algún tipo de información sobre un encargo de secuestro? Por otro lado, nos hemos topado con unos tipejos que casi terminan con la vida de otro... amigo. ¿Te suena de algo una marca que simboliza un guantelete?

Mientras hablaba Lenna estuvo muy atenta a la reacción de Blaz. Algo en sus ojos o en sus gestos que pudiera indicarle que el tipo sabía algo, o incluso que le pudiera parecer peligroso.

Blaz te mira de arriba abajo y sonríe. La verdad es que estaba pensando en otro tipo de recompensa jejejejejeje. Alza las manos en un ademán apaciguador. No, no, no pienses mal, Sigmar me libre de ofenderte a tí o a tu amigo elfo...

Mira a ambos lados y te hace un gesto para que te acerques. Digamos que tengo algo de información, no exactamente lo que buscas pero estoy seguro que te será útil. Y a cambio... A cambio me deberás un favor. ¿A que es un buen trato?

Gherard salió del despacho del Capitán acompañándolo y enseñándole todos los escenarios del crimen y de la pelea. Se sentía por una vez comprendido, con aquellos hombres que habían creído en su palabra tomándole en serio. Por un momento se sintió importante... - Gracias Capitán por su rápida actuación.

Después entró en la taberna señalándole a su compañero elfo y sentándose con él acompañado del capitán. - Buenas Fârandar aquí el capitán de la ciudad... le he contado todo lo sucedido si quiere vos podéis explicar lo que pasó, así tendrá el testimonio de dos testigos. Comentó el aprendiz con una sonrisilla, pero que no dejaba de ocultar su gesto de preocupación por lo sucedido.

La estación de diligencias parecía un lugar bastante aceptable, la verdad es que no sabía como era estar uno de esas diligencias todo un viaje, "Buenas, busco saber algo sobre una amiga, me dijo que cogía un pasaje a Sonnenfurt, ¿hay algún pasaje para esa ciudad?" no sabía si había sido demasiado directo, no iba a preguntar por el nombre pues puede que ni siquiera lo preguntase, pero lo mismo alguien como Linda no era fácil de olvidar, menos si había pasado tan poco tiempo, aunque puede que con la cantidad de gente que tenía que pasar, puede que ni se acordasen.

La hochlandesa evitó expresar las emociones de desagrado que le propiciaban las babosadas de su interlocutor.

Lenna no pensaba seguir en ese mundillo. Esperaba poder hacerse con una nueva vida junto a su apuesto soldado asur, buscar otro medio de ganarse la vida. Y desde luego no tenía intención de volver a hacer trabajos para este embaucador, pero en estos momentos necesitaban algo que los guiara a Linda lo antes posible.

—Siempre que la información sea buena tenemos trato, Blaz. Vamos, amigo, desembucha. 

Tras un buen rato el asur se sienta en su mesa pues lo cierto es que las heridas le pesan un poco y siente que necesita un respiro. En eso entra herr Ludeker acompañado del capitán de la guardia de Ravenstein, un curtido veterano de los ejércitos del Imperio.

 Después entró en la taberna señalándole a su compañero elfo y sentándose con él acompañado del capitán. - Buenas Fârandar aquí el capitán de la ciudad... le he contado todo lo sucedido si quiere vos podéis explicar lo que pasó, así tendrá el testimonio de dos testigos. Comentó el aprendiz con una sonrisilla, pero que no dejaba de ocultar su gesto de preocupación por lo sucedido.

El capitán con gesto grave y tras saludar con un movimiento de cabeza a Heinz Schiller y a su sombrío acompañante, sentados dos o tres mesas más allá se sienta frente al elfo. Buenas, como dice herr Ludeker me gustaría oír su versión de los hechos...

¿A Sonnenfurt decís? Por supuesto que tenemos diligencias que van allí, una vez a la semana. Una amiga, ¿eh? El hombre te escruta detenidamente frunciendo el entrecejo. Pero hace tres días de la última que fue allí y no se si me acordaría, igual con una descripción y un incentivo pueda recordar más detalles, ¿herr...?

Blaz sonríe de manera ladina cuando te comprometes a devolverle el favor a cambio de la información que posee. 

Bien, la muchacha que buscas no se donde está pero si se donde se encuentra alguien que la conoce mejor que nadie. Moritz, su hermano, también vive por aquí y ahora mismo está durmiendo la mona en las celdas del calabozo de la ciudad porque estuvo liándola, borracho como siempre, en el cementerio. Una ronda de patrulla oyó sus gritos de beodo y lo arrestaron, sólo estoy esperando que lo saquen de allí para recordarle con un remo por qué no es bueno no pagar sus deudas conmigo...

Da un trago largo y se limpia los labios con el dorso de la mano. 

En cuanto a los tipos del guantelete, ni idea, últimamente están llegando muchos extranjeros debido a la proximidad del Wurstfest, la fiesta de la salchicha que nos hace famosos. Más gente, más dinero, ¿eh? Y te guiña un ojo, cómplice.

Tras averigüar la ocupación del misterioso hombre, Fârandar, muy a su pesar, notó como la curiosidad nacía en él. - ¿Quién es ese hombre? ¿Por qué disimula su condición? ¿Qué tiene que ver Herr Schiller, un acaudalado burgués, con él? ¿Por qué le financia? ¿Qué es lo que hace aquí? - estas, y otras preguntas, rondaban la cabeza del elfo, pero aparte de empezar una vigilia más exahustiva de aquellos dos hombres, algo que requeriría tiempo, dinero y probablemente unas habilidades de las que él no podía alardear, ni mucho menos, sólo se le ocurría otra forma de averigüarlo, más directa y por supuesto, con probabilidades de ser engañado. 

Decidió que tenía que encontrar algo más de información sobre aquellos dos, averiguar si eran trigo limpio o no, pero por ahora, con aquello debía de bastar. Los cazadores de brujas eran, si no se equivocaba con todo lo que había oído de ellos, unos poderosos aliados contra el Caos, pero también sabía que eran muy estrictos, fanáticos, paranóicos y probablemente, también habría corruptos. No es que lo supiera realmente, pero tenía cerebro para usarlo, y su sentido común le decía que, como otras órdenes que sí que le sonaban más, sobretodo entre los suyos, una orden tal no llegaba a tener dicha fama y renombre si sus pertenecientes no tenían casi todas esas cualidades que se escuchaban por ahí. No le costó mucho deducir que al no ir alardeando de su condición, probablemente no estaban en demasiados buenos términos con las autoridades oficiales, pero tampoco se escondían activamente, este simplemente intentaba pasar desapercibido, sin disfrazarse ni ocultarse demasiado, con lo que cierto margen de maniobra debían de tener. Y también debería ser obvio que donde se juntan hombres peligrosos y poderosos, también acude el Caos para pervertirlo todo, y aunque lo tendrían muy bien guardado, alguna manzana podrida debía de haber. ¿Se podría fiar? ¿La tomaría el cazador de brujas con él? Sólo el tiempo lo diría. 

Sacándose esos pensamientos lúgubres, pero necesarios, de la cabeza, se centró en averiguar algo sobre Linda, y con sorpresa averiguó que tenía un familiar, un hermano nada menos, en Ravenstein. - ¿Aquí mismo? ¿Y desapareció ayer noche? ¡Por la Torre Resplandeciente de Lothern y su puerta Esmeralda! Demasiada coincidencia. - le trató de sacar la información de la casa del hermano al posadero pues era importante visitar aquel lugar, y si no, siguió preguntando al resto de concurrencia, alguien tenía que saber dónde vivía aquel joven, y era posible, una pequeña posibilidad, pero existía, de que Linda hubiera pasado por allí antes de desaparecer. Fârandar no tenía del todo claro si la habían atrapado, daba la sensación de que sí, pero podía ser que no. Lo lógico es que la mujer se hubiera llevado con ella el retrato y la carta, pero también podría ser que la hubieran intentado coger y se hubiera escapado, sin poder coger nada... - ¿Quizás saltando por la ventana al río? - pensó el elfo - claro que no es el comportamiento habitual de una adinerada cantante, pero ella ya no era adinerada o noble, y cuando tu vida está en riesgo, haces cosas que de otro modo no te atreverías. - siguió elucubrando para sí mismo. - Podría haber saltado y, sin dinero ni posesiones por la sorpresa, acudir a la única persona de la que se fiaría de verdad, su propio hermano, aun siendo un borracho y un apostador. - calló un momento esa vocecita mental, lo justo para poder pensar - ¡Patrones!* En qué bajo lugar deja a Herr Ludeker este pensamiento mío, ella no se fiaba de él lo suficiente ni para acudir pidiendo ayuda en una situación desesperada? Mmmm...¿y si el hermano borrachuzo y apostador debía dinero y vendió la información sobre su hermana? Eso tendría más sentido. Aaaaaahhhhh.... - 

La cabeza del elfo no paraba, pero dos figuras que entraron por la puerta le hicieron detener sus elucubraciones. 

El elfo parecía estar muy concentrado y pensativo, delante de una jarra vacía, cuando se percató de que dos figuras se acercaban hacia él. 

- Herr Ludeker....Capitán, bienvenidos. - saludó el alto elfo, levantándose e inclinando ligeramente el cuerpo hacia adelante, para levantar la mano derecha al corazón para luego extenderla brevemente en su dirección. 

Sentándose, miró a ambos hombres con seriedad, asintiendo brevemente y con suavidad cuando aquel hechicero le mostró sus cartas. - Menudo caradura, viene a que termine de hacer su trabajo por él. - pensó el menor de los Clarândir, pero se guardó mucho de decir nada, ni siquiera de exteriorizar sus pensamientos. 

Sin sonreír, pues era cosa seria, le contó brevemente al capitán cómo habían ido al punto de encuentro de la joven cantante Linda, su impuntualidad y el nerviosismo que embargó al enamorado, como le acompañaron para que se quedara tranquilo y los horribles descubrimientos que hicieron al llegar al lugar. Obviamente el elfo sólo contó sobre el boticario (obviando el tema de los pequeños "descubrimientos" de él y el hechicero) y la persecución, pues no había llegado a subir. - ...y al entrar detrás de él para darle el alto e interrogarlo, él y sus dos compinches se abalanzaron sobre mí con ojos de locos, soltando babas por la boca y gritando... - y esto lo dijo muy bajito, tras acercase un poco al capitán - "sangre para el Dios de la Sangre, sangre para Khorne" - y otras invectivas igual de laboriosas - acabé con ellos tres, bueno, si no hubiera entrado Lenna en ése momento a lo mejor no estaría aquí, pero le juro que fue defendiendo mi vida, por supuesto, y por lo que parece, acabando con tres seguidores de un culto caótico. Como sin duda sabréis, los miembros de mi raza están en permanente guerra contra el Caos y todo lo que representa. Les registramos por si tenían algo, y encontramos esta carta y este broche de plata.* De Linda ni rastro - le dijo, mostrándole la carta y el broche, y recuperando ambos al final de la inspección del Capitán. - Por cierto. Sobre esos tres hombres, lo único digno de mención, aparte de que vivían en un almacén con cuatro jergones y eran tres, es una cicatriz de una quemadura que llevan en el pectoral derecho con la forma de un puño de hierro hecho con la misma técnica que se utiliza para marcar caballos. No sé si os sonará a vos...pero es probable que al caballero que está conversando con Herr Schiller sí. - susurró. No sonrió, ni hizo ninguna mueca, el tema era trascendental en esos momentos, y tanto el tono como la comunicación no verbal de Fârandar decían que así se lo estaba tomando él. 

- Por cierto, ¿sabéis donde vive el hermano de Linda? - le preguntó a bocajarro al Capitán. Quizás el estuviera enterado de la ubicación, aunque fuera aproximada, de los alborotadores, ladrones y pendencieros tanto como de los posibles asesinos. Y estaba seguro que el hermano de Linda alguna había tenido que liar, con el historial que le habían contado. 

—¡¿Qué?! —respondió algo sobresaltada por lo que había escuchado antes de bajar la voz—. ¿Seguro que es su hermano, Blaz? ¿Sabes si tenían algún tipo de contacto aquí? Ella nunca nos habló de él.

Lenna aguardó a la respuesta y luego comenzó a hacer más preguntas, tratando que no se le escapara nada que pudiera recabar del individuo.

—¿Qué me puedes contar de esos carceleros? ¿Tienes algún contacto que me pudiera llevar hasta él sin...? Pasar por el papaleo, ya me entiendes. Me gustaría poder hablar con él antes de que le eches el guante. Tal vez luego no pueda hablar —dijo mostrando los dientes, de la misma forma que hacía su interlocutor.

¡Maldito Wurstfest!, pensó la saqueadora con desánimo. Si hay más gente, más difícil será encontrarla.

—Muchas gracias, amigo. Te debo una. Tomaos una a mi salud —dijo mientras sacaba unas monedas de alguno de sus bolsillos y se la entregaba al capo, antes de guiñarle el ojo y sonreir—. Portaos bien, y tened cuidado con esa gentuza que... ¡Ah! Me olvidaba, Blaz. ¿Sabes de algún miembro de esos gitanos del Reik que se haya asentado por aquí?

Una vez tuviera toda la información, Lenna saldría rauda hacia el punto donde presumiblemente encontraría al cazador.

El capitán asiente de vez en cuando ante el relato de los hechos y se nota que está visiblemente preocupado con las menciones a los cultistas del Caos. Esto siempre es un maldito problema y ahora que estamos próximos a celebrar el Wursfest, la fiesta de la salchicha que nos hace famosos, aún más y no sólo por lo que conlleva que unos adoradores del Caos estén entre nosotros, si no lo que podría significar para nuestra reputación por no hablar de la cantidad de gente que estará llegando en breve... 

Tras examinar el broche y la carta y devolvérsela al elfo os dice. Moritz, el hermano de Linda, lo tengo en los calabozos ahora mismo. Lo detuvo anoche la ronda en las cercanías del cementerio, borracho como siempre y vociferando como un loco, ahora debería estar en los calabozos municipales*. Si queréis puedo arreglarlo para que habléis con él. En cuanto a esto... dice al examinar la carta... El baronet R... No me suena pero sí se a quién podríais preguntar. Actualmente y debido al Wurfest, se prevee un aumento de las actividades criminales y delictivas por lo que el graf ha tenido a bien enviarnos a su hijo, lord Axel Herbart para dirigir el tribunal de fiestas. Deberiáis poder encontrarlo en la mansión que mantienen aquí sus padres.**

Ante la mención al acompañante de Schiller el capitán le lanza una rápida mirada. Sí, parece una buena opción, el cazador de brujas, Manfred Hewitt. Creo que está cercano su retiro pero seguro que ha visto muchas cosas. 

Apoya sus manos sobre la mesa y se incorpora. Señores, gracias por haberme avisado con premura, movilizaré a mis hombres y extremaré las precauciones, sobre todo en los accesos. Tengo mucho que hacer pero si averiguan algo nuevo hagánmelo saber y les ayudaré en lo que pueda.

Te mira desdeñoso. ¿Seguro? Pues claro, ¿por quién me tomas, chica?

Tras preguntarle sobre el carcelero te vuelve a dedicar esa sonrisa suya. Así que quieres más favores del viejo Blaz, podría verlo pero te costará un extra, ya sabes, todo tiene un precio...

Las monedas son bien recibidas y según caen en la mesa desaparecen tras las manos de tu contacto el cual hace un gesto en dirección al camarero. ¿Gitanos? No hay por aquí de eso pero seguro que para el Wurfest vienen algunos a montar sus espectáculos y robar a los desprevenidos... Mucha suerte en tu búsqueda... "Amiga"

No tienes que mirar atrás para saber qué está observando Blaz con una mirada apreciativa según te vas alejando.

Una vez en la calle el aire fresco aleja los recuerdos de los efluvios del enrarecido ambiente de la taberna y tras coger aire te diriges con paso raudo al edificio que la compañía de diligencias de las Flechas Argénteas mantiene en Ravenstein. Consiste en un casa de dos plantas con un gran almacén anexo que, con las puertas abiertas, deja ver el interior donde se alojan carros y caballos. Frente al edificio se dispone una diligencia a partir a falta de asegurar el equipaje al techo y que terminen de subir los pasajeros.

Dentro del edificio ves a Burkhard hablando con un dependiente que está tras un mostrador.