Partida Rol por web

A vuestro servicio, Akodo-sama. Cuando digáis emprenderemos la marcha a donde consideréis oportuno, dice el joven.

- Debemos ir a las cercanías del bosque Genryu sin demora. Mi honor está en juego por lo que debemos ir de la manera más rápida. Te han asignado como mi guía, por lo que conocerás la zona. Así que mientras me guías al lugar, cuéntame qué sabes sobre el bosque Genryu. No te pido más que me cuentes todo lo que sepas o hayas oído por ahí, ya sean rumores o certidumbres, no temas contarme nada, pues quiero oirlo todo, ya separaré yo lo que crea me es útil.

Genji echa a andar para salir del lugar.

- Además joven Kitomo, así el viaje será más interesante y aprovecharemos para conocernos mejor. Mi carrera en la legión comienza ahora, llegaré a lo más alto, y necesitaré gente competente y de fiar a mi servicio.

Al terminar de hablar Genji se permite un gesto que nunca haría ante otro samurai, y guiñando un ojo al chico sonríe.

- Venga, no tenemos tiempo que perder, llevanos hasta allí.

-Sí, señor, dice sonriendo mientras comienza a espolear a su pony. El bosque de Genryu es famoso, señor. Es uno de los más extensos del Imperio y tiene infinidad de sitios a los que ni la Legión Esmeralda ni los ejércitos de los Clanes pueden llegar, con lo que es frecuente que entren personas a él y no vuelvan todas. Y no hablo de fantasmas ni monstruos, señor, si no de bandidos y proscritos, que en bosques de ésta envergadura encuentran refugios perfectos. Pero, como es de esperar, los Caminos Imperiales que lo atraviesan son seguros, pues están constantemente vigilados y patrullados. A menos que te salgas de ellos, no corres peligro.

Tu guía se queda pensativo un breve espacio de tiempo.

Bueno, y luego están las habladurías de los lugareños que afirman que por las noches del bosque vienen voces crueles y fantasmales, que aterrorizan al ganado y a los aldeanos. Sobre esto no puedo deciros mucho más, pues es todo lo que sé.

Tras unas pocas horas de viaje, y cuando Dama Sol aún está alta en el cielo, alcanzáis vuestro destino. Te encuentras en la linde de un bosque que, a lo lejos, te dió la impresión de ser gigantesco. No está en silencio, pues los pequeños sonidos de los animales que habitan en él son audibles desde tu posición.

Todo parece en calma.

A lo lejos, puedes ver una pequeña aldea, a menos de una hora de viaje.

Éste es el Bosque de Genryu, señor, dice tu guia. Allí está la aldea del bosque, donde viven los testigos de los extraños sucesos. ¿Dónde vamos?

- A la aldea Kitomo, vayamos hacia allí primero. ¿No conocerás a nadie en la aldea, verdad?.

Genji, espolea al pony, poniéndolo al trote, tiene prisa po comenzar. Si todos los demás van a investigar lo mismo, quiere demostrar su valía.

Mientras se acerca a la aldea, Genji observa hacia su alrededor. Siempre ha deseado servir al Emperador como magistrado, y no es ajeno a la observación ni a la búsqueda de pruebas como la mayoría de samurai de Rokugan, pues desde pequeño, aunque no ha recibido entrenamiento, y no podía practicar delante de sus maestros y de su padre, siempre ha prestado atención a su alrededor y al comportamiento de las personas. Esta es su gran oportunidad, y no puede fallar.

Ahora puedo ser lo que siempre he querido, servir al Emperador y honrar a mi padre con el honor que merece.

No conozco a nadie de la aldea, lo siento, señor, dice Kitomo.

Tras un rato de agradable trotar en vuestros ponys, al fin alcanzáis vuestro destino. La aldea presenta un aspecto desierto, como es normal durante el día, pues todos los aldeanos están trabajando el campo, quedando en la aldea los artesanos y ociosos, que son pocos. En el centro de la aldea una casa destaca sobre el resto, con su construcción mucho más sólida que la de las casas de los lugareños.

- Ves a anunciar mi llegada a esa casa, parece la del líder de la aldea. No quiero comprometerle demasiado con mi presencia pues necesito su colaboración. Pero lo correcto es lo corecto y un samurai al servicio del emperador acaba de llegar a la aldea. Adelantate rápido y avisale de mi llegada, voy a dar una pequeña vuelta por la aldea y ahora me dirijiré hasta su casa.

Genji espolea su pony y a un trote ligero comienza a echar un vistazo por la pequeña aldea. Sabe que cualquiera con el que se cruce quedará sorprendido por la presencia de un samurai, pero quiere ver bien al aldea ahora que está practicamente vacía.

Tu guia, antes de que te marches, te advierte de que en realidad la casa es la de los dos bushi destinados a la aldea. La casa del jefe es una que, aunque más amplia, destaca poco con el resto de casas.

¿Os anuncio igualmente, señor? pregunta Kitomo.

- Pensé que una aldea tan pequeña no tendría samurai destinados en ella. Pero si los hay es mi deber presentarme y saludarlos. Anunciame ante ellos, no olvides que sirvo al emperador y que es su justicia la que me trae aquí, tendrás menos problemas. Yo iré ahora mismo, no sería cortés hacerlos esperar demasiado ni dejar de darles un tiempo para prepararse adecuadamente para recibirme. Ve joven Kitomo.

Sí, señor, responde tu guia antes de marcharse.

Cinco minutos más tarde de la casa salen dos bushi con el mon del León, acercándose a tí. Ambos hacen una reverencia mientras el mayor de ellos proclama: Saludos, Akodo-san, bushi del Emperador. Bienvenido seas a nuestras tierras. ¿Podemos preguntar el motivo de tu venida, hermano?

- Saludos, honorables samurai. he sido enviado para recabar información sobre los últimos sucesos acaecidos en el pueblo. Y si es posible me gustaría oir primero su opinión sobre lo que aquí ocurre.

Genji desmonta y saluda con una reverencia cuando llegan los samurai.

- Después me gustaría hablar con algunas personas del pueblo que hayan creído ver algo.

Por supuesto, hermano, dice el mayor de ellos. Pero antes, permítenos invitarte a nuestra morada para hablar de ello y tomar algo, dice mientras con los brazos hace un gesto de invitación a entrar en la casa.

- Será un placer gozar de vuestra hospitalidad. Arigato.

Genji, siguiendo las indicaciones de los dos samurai entra en la casa, dejando sus sandalias en la puerta antes de entrar.

Los bushi entran tras de tí y cierran la puerta corredera. Ves a dos mujeres heimin en la sala, con la cabeza sumisamente agachada, esperando para cumplir las órdenes que se les den.

Tomad asiento, Akodo-san, te invita el mayor, mientras te ofrece una de las esterillas junto a la mesa. Permítenos que, antes de hablar de los asuntos que aquí te traen, te ofrezcamos algo de beber y comer, dice mientras las mujeres colocan sobre la mesa cuencos de sake y bols de arroz.

- Por supuesto será un honor compartir el sake con vosotros, honorables samurai. Disculpad mi ignorancia, pero desconozco vuestros nombres, y estoy seguro que debería, pues a la vista está que se trata de verdaderos samurai.

Genji, se sienta aceptando la invitación y prueba el sake, celebrando su buen sabor y brindando por sus anfitriones.