Partida Rol por web

Una carta llega a la habitación de cada uno de vosotros. Os han citado a vosotros y a pocos más para que os presentéis en el Dojo Kakita para hablar sobre el tema de la joven caída del cielo. En la carta entregada por los Heimin pone claramente que se necesitarán un grupo de aproximadamente cinco o seis personas para vigilar a la chica. 

Parece, que alguien superior ha hablado. Y que la tarea ha de recaer sobre las personas elegidas por la chica. Aquellos que fueron los primeros en verla caer del cielo-Rokugán y sus creencias supersticiosas- Pues es un signo de buen augurio. Aún no se sabe bien en qué consiste eso de "vigilar" pero en la carta pone claramente que sois más de los necesarios. 

La carta hace alusión a que si alguien quiere retirarse voluntariamente puede pedirlo. De otra forma... Será mediante elección de los mismos miembros del grupo. Cada uno de vosotros elegirá a uno del grupo que irá con la chica. Siempre claro, que el miembro elegido quiera ir voluntariamente. El o los que no sean elegidos por nadie, podrán volver a su casa.

Kei ha sido llamado por mera formalidad, pues Shiba Inori estará presente, y él como su protegido estará delante viendo la ceremonia. No es muy pronto, dentro de poco será medio día. Os han dado tiempo de descansar y reflexionar. Todos estáis delante del Dojo Kakita, esperando que os abran la puerta para entrar.

Yusei aparecía ante las puertas del Dojo apoyándose sobre un sencillo bastón de madera. La herida que había sufrido era realmente profunda, y aunque podía caminar lentamente, todavía necesitaba mucho más reposo. Aún con la carta en la mano miraba hacia los lados. Parece que aún no había llegado nadie.

"Pues habrá que esperar a que alguien venga a abrirnos las puertas y hablar del asunto...". Posteriormente se acomodaba como podía dejando caer su peso sobre la pared, para reposar un poco el cuerpo.

"Todo ha pasado tan deprisa, y hay aún tantas cosas por explicar y hablar..." Ladeaba la cabeza mientras observaba como sus compañeros se iban acercando al lugar.

Por fin, un nuevo día comenzaba después de la locura que había precedido la noche anterior, las heridas aún escocían pero pese a todo Nobu podía andar bien. Como de costumbre, no había tenído un sueño reparador, las pesadillas le habían atormentado toda la noche, más después de lo sucedido con su abuelo. Hacía mucho tiempo, que no recordaba una noche en la hubiera podido conciliar el sueño de buena forma, de cualquier modo, era de día, y ya no tenía que preocuparse por ello.

Al llegar su primer vistazo se dirigió hacia Yusei, el cual estaba malherido la noche anterior, era increíble si quiera que pudiera tenerse en pie, quizás no debiera esforzarse tanto. Nobu se acercó a él y se colocó a su lado apoyando una mano sobre su hombro, procurando no tocar ninguna herida. Sin mediar palabra su único saludo fue una sonrisa sincera y cálida, además de hacer un gesto con la mano, le dedicó un susurro sin acercarse demasiado. Después de todo, Yusei lo había dado todo a la hora de combatir, de eso no cabía duda.

Nobu susurró con cuidado al oído de Yusei; -Si necesitas ayuda para caminar no dudes en apoyarte en mi hombro, es lo menos que puedo ofrecerte después de los sucesos de anoche Yusei-san.- 

Respondía ante las palabras de Nobu con otra sonrisa llena de calidez y complicidad para posteriormente responderle entre susurros: -No debes preocuparte por mi en estos momentos. Con gusto habría dado mi vida si con ello hubiera podido traerte algo de paz y tranquilidad a ti y/o a tu familia dentro de aquella noche tan fatídica y tan llena de sangre. Por ello mismo, ¿cómo estás tú?... Tu abuelo, y las heridas de tu hermana... Lo siento mucho, ojalá pudiera haber hecho algo más- le decía mientras le miraba fijamente a los ojos, mostrando real preocupación por la situación de Nobu, más que la suya.

Muchos acontecimientos han pasado desde que puse el primer pie en estas tierras... Acontecimientos inesperados desde luego...

El ataque... La sangre... Los heridos... Los fallecidos... La chica caída del cielo... 

Sin duda no era lo que tenía en mente cuando vine aquí, aunque los caminos que me han traído aquí eran, como poco, misteriosos. La cuestión ahora es, ¿dicho camino es el mismo por el que ha venido esa joven? Las preguntas se acumulan en la cabeza esperando con ansia unas respuestas que... Parece que aún tiene que esperar. 

Sin dilación, acudo a la llamada. 

Las palabras de Yusei rebotaron en los oídos de Nobu como si campanas fueran, ciertamente estaba afectado por la muerte de su abuelo, el ataque que tuvo lugar tampoco ayudaba, sentía que su propio hogar ya no era seguro. Al pensar en estas cosas, apretó un poco el hombro de Yusei con una expresión afligida durante un momento. Un instante después dirigió una mirada a los ojos de Yusei, sonriendo con un aire de calidez y melancolía respondió, negando levemente con la cabeza; -Hiciste todo lo que pudiste, soy consciente de ello. La muerte de mi abuelo...no fue culpa nuestra..no podríamos haberlo evitado. Pero doy gracias a los kamis de que sobrevivieras, no podría haber soportado tu muerte frente a mis ojos. Cuando vi las estocadas de aquellos ronnin...me temí lo peor..no pude pensar otra cosa que no fuera ponerme en medio. Siento haber tirado de tu kimono de aquella forma y...Gracias Yusei, de verdad. -Nobu cerró los ojos, a la par que le dedicaba una amplia sonrisa, desde luego parecía afligido, pero su gratitud era sincera.-

-¡Jaaajajaja! ¿Pensaron que iba a quedarme durmiendo? ¡Tsé! Esas heridas no eran nada de nada.- Akira llega con gesto radiante y sonrisa amplia con las manos a la cintura, dando aspecto de que está ya recuperada. Obviamente las heridas no se le ven debajo de la ropa y por eso no es notorio, pero no parece tan abatida como en el día de los hechos. -Esos malhechores enviaron a muy pocos esbirros para mandarme de vuelta a tierras Unicornio.- Asiente segura de si misma. Parece estar acompañada de Shinjo Kouta, al menos por el momento. ¡Parece que el cortesano se puso a salvo! Menos mal, se le ve buen tipo.

-Y bueno, se supone que estamos esperando al resto para pasar, ¿no? Pues me uniré a la espera si no es molestia.- Sin previo aviso se acerca a Nobu y a Yusei y agarra a ambos por los hombros, pasando ambos brazos por sus espaldas. -Fuísteis buenos compañeros de batalla e hicimos lo que pudimos, que es lo más importante. A todo esto...- Entrecierra los ojos con una sonrisita pilla que luego trasforma en una leve risa, mirando a ambos. -Oi, oi. Os habéis adecentado bastante para la reunión. Debe de ser muy importante si es el caso.- ¡Un halago por parte de Akira! Sin duda ya se está tomando más confianzas al haber sido compañeros de batalla. Es bastante cálida en ese aspecto al parecer.

Harumi llega tranquilamente con sus manos ocultas en su yukata. Su gesto lo dice todo, ha pasado buena noche. Para el las heridas no puedo letales ni mucho menos, aunque la experiencia si le había dejado tocado. El joven se acerco a sus antiguos compañeros de batalla e hizo una reverencia respetuosa.

-Buenos dias, señores ¿Ha habido alguna información sobre esta reunión?-dijo con bastante tranquilidad con su rostro completamente radiante y natural.

Yusei observaba cada gesto de Nobu. Sí, realmente parecía afligido, y no era para menos. La batalla había sido realmente un recuerdo desagradable que se quedaría en la memoria del joven Grulla durante mucho tiempo. Un ataque así, tan rápido a su hogar... debía ser algo realmente duro. -Es admirable la forma con la que llevas este asunto. Si me hubiera pasado a mi, me habría vuelto loco de dolor, me temo...- gesticulaba ligeramente mientras apoyaba su propia mano sobre la de Nobu, la cual apretaba ligeramente el hombro de Yusei. -Gracias a ti por tratar de salvarme la vida. Además, ¡el kimono acabó roto de todas maneras!- trataba de bromear un poco para tratar de animar un poco el ambiente. -Cuando vino Bayushi-san a tratarme las heridas también me rompió lo que quedaba de él... pero bueno, era necesario para terminar de salvarme la vida- sonreía a Nobu abiertamente.

En esto que aparece Akira llena de energía. -Aauauau...- se quejaba ligeramente al ser agarrado por la joven Unicornio mientras se reía. Ante el halago de Akira, Yusei pestañeó ligeramente y observó a Nobu. -Pues... sí, ese halago además, ¡definitivamente lo dirás por Nobu-san! No hay más que ver lo elegante que viene. Yo no estoy para mucho trote, mira, ¡con bastón y todo!- sonreía Yusei contento. -Me alegro de verte tan llena de fuerzas, Akira-san. Después de meterme con esos ronnins no pude saber mucho más de ti y esperaba de corazón que estuvieras bien- decía con calidez.

Observó como llegaba Harumi al Dojo. -Buenos días, Bayushi-san. Ante todo permítame nuevamente agardecerle la ayuda prestada en la batalla de ayer. Me quedé muy impresionado por su iniciativa, tanto en la batalla como en el tratado de mis heridas. De verdad, muchas gracias- le hacía una pequeña reverencia con la cabeza mientras seguía abrazado a Akira y a Nobu. -Además de la información de la carta, no hay mucho más. Supongo que esperarán un rato más para abrir las puertas y poder hablar un poco más de todo lo ocurrido, además de tomar alguna que otra decisión importante- comentaba Yusei un pelín más serio.

Nashiro no es que durmiera demasiado aquella noche, demasiadas cosas sucedidas en un mismo día y no es que le diese a encontrar un orden en ellas, entonces de buena mañana recibió la notificación, se aseo un poco y se vistió formalmente para la ocasión.

Mientras caminaba por los pasillos con invitación / citación en mano, iba pensando en los sucesos, como si no hubiese tenido demasiado tiempo por la noche, entonces vio al grupillo ya formado delante de la puerta y se acercó.

- Ohayo. - Dijo detrás de la muchedumbre. - ¿Cómo se encuentran? Parece que sus heridas no eran nada, aunque si lo sean. - Río suavemente. - Su dureza es digna de admiración. - Hizo una suave reverencia con la cabeza.

- ¿Todos hemos sido citados aquí por lo que parece, no? - Hizo la pregunta por curiosidad pura aunque la respuesta era más que obvia, la joven liebre permanecía sonriente todo el rato.

- Kehehe... sois tan ruidosos como imaginé. Menos Nobu-san y nuestra amiga León, claro, aún no les he oído...

La voz de Niou llega de ninguna y todas partes a la vez... ¿donde está el Cangrejo? El misterio y la intriga rodean este enigma que... No, se le ve claramente detrás de una de las puertas corredizas del Dojo que dan al jardín. Su sombra, impulsada por la suave luz de la mañana, se proyecta sobre la fina lámina de papel.

El shugenja está sentado meditando, cruzado de piernas, de espaldas al dojo. Por la sombra parece que hoy lleva el pelo suelto completamente. A saber desde cuando está ahí.

- Parece que el Rokugán y el mismísimo cielo requieren de nuestros servicios... keehehehe... - dice y ríe con voz suave, para no perturbar demasiado el tranquilo ambiente de la casa. - ¿Será kami, dragón... o algún espía de un reino lejano, de las tierras más allá de la muralla que mi clan con tanto celo guarda? - Parece que ahora está pensando en voz alta refiriendose a Arcadia claro.

Akira cierra los ojos manteniendo su sonrisa ante los comentarios, asintiendo muy despacio como si se sintiera el cúlmen de la sabiduría. -Nada, nada. Tenemos que tomarnos el futuro con ánimo y esperanza. Nobu-san, Yusei-san. Mirad, un viejo dicho Unicornio dice "Por muy dura que la tormenta sea y el viento azote, adelante debe seguir el galope".- Levanta un dedo aún agarrada a ambos, como para parecer más zen o algo. Sin duda parece un precepto que lleva muy claro dado el ánimo que trae puesto tras el estado apagado del día anterior. -Lo ocurrido la pasada jornada fue algo que debemos recordar, evitar y hacer pagar. Pero mantener débil el alma nos hará débiles a nosotros, ¿si?- Ante el comentario de Yusei alza una ceja borrando su sonrisa durante un momento, mirándole con una mezcla de curiosidad o severidad. -Oi, oi. Lo de protegerme fue un gesto muy noble, pero espero que fuera por camaradería, ¿ah? Nada de proteger a la señorita indefensa.- Le da un par de toques en el pecho para luego volver a reír un poco. Sonó extremadamente seria a principio, y es que una Utaku preferiría morir a ser protegida por un caballero de esa forma. -¡Yo iba a estar bien, Yusei-san! ¡Mantén el corazón esperanzado la próxima vez en lugar de preocuparte!

-Igualmente... no es necesario ser tan humilde. Iba por los dos, aunque cierto es que veo bien a Nobu-san. Fuerza, compañero.- Le mira y hace un gesto con la cabeza, buscando darle ánimos. Parece cargada de empatía hacia él por alguna razón. Tras eso les suelta con un ojo cerrado y un leve gesto de dolor. A pesar de mostrar fuerza no está tan bien como querría, pues a fin de cuentas el día anterior estaba muy malherida.

-Oh, Nashiro-san. Me alegra que vengas también. Como la vista indica podemos seguir de pie, y eso es un buen indicativo.- Al oir a Niou se sobresalta un poco y mira hacia la cortina tragando saliva. Teme haber interrumpido algún tipo de meditación ritual extraña de los shugenjas esos. Está claro que Akira y la magia son dos conceptos que no se relacionan mucho entre si. -Mis disculpas, Kuni-san. Tenía ganas de ver a todos en pie y me he entusiasmado quizá innecesariamente. Esperaremos en silencio si es así.

Escucho los diálogos de los demás mientras se relacionaban. No le resultaban propicias para opinar. No iban con él y encima hablaban de las lamentaciones que habían surgido en el día de ayer, para el todo esto era normal ¿Piensan que la gente no muere y los enemigos del Imperio no buscan deshacerse de sus contrincantes? Estaba preparado para esto, pero al fin y al cabo, la gente normal no ve mas allá de sus narices, creyendo que todo el mundo es bueno y sigue las normas del Bushido. Inocentes y ignorantes es los que piensan así. Si fuera así, nuestro clan no debería tomar el papel que debe tomar. Es lo necesario ¿Cierto? Harumi hará lo que sea para que ella fuera feliz, aunque eso le costara lo único que le quedaba "El honor".

-No necesita agradecerme nada Tsuruchi-san -dijo mirándolo- Solo estaba haciendo mi trabajo.

Harumi se dirigió a la zona donde estaba Niou y se sentó alejado de el, poniéndose a meditar y seguir observando las conversaciones.

Entre los comentarios de Yusei y Akira, una leve carcajada floreció en Nobu, parecía que el sentimiento de culpa por la muerte de su abuelo desaparecía lentamente. Las palabras de Akira, después de todo no podían ser más ciertas; -Gracias por el dicho Unicornio, Akira-san. Tiene razón, no podemos quedarnos anclados en lo que podríamos haber hecho y centrarnos en lo que podremos hacer más adelante. 

Al ver que sus demás compañeros llegaban paulatinamente procedió a saludarlos; -Buenos días Kuni-san, Nashiro-san, Bayushi-san espero que hayan descansado bien.- Les recibió con un sonrisa amplia, a la par que giró la cabeza al ver que Akira aún estaba algo dolorida de la pasada noche.- No deberías esforzarte demasiado Akira-san, el combate fue intenso, nos merecemos un buen descanso.

Dando un vistazo rápido a los presentes en general, sentía que debía agradecerles su intervención pues sin ninguno de ellos podría haber llegado a salvar si quiera a su hermana; -Muchas gracias a todos por lo de la pasada noche, la ayuda que prestaron fue indispensable, estoy en deuda con vosotros- Se reverencio levemente, tanto con el cuerpo como con la cabeza hasta donde las heridas le permitían. 

Y la puerta entonces se abre. Dentro ya hay varias personas presentes, como Yoritomo Ren, Agasha Zuko, Bayushi Mei, Ikoma Hinata, Kakita Haruka y Shiba Inori, junto a más invitados de menor relevancia. No obstante, no parecen ser ellos los organizadores de la situación. Les abre la puerta una mujer de pelo blanco con gesto serio.

Todos están sentados en círculo, y en el centro del círculo están las siguientes personas. Los dos con el cabello blanco y plateado como la nieve, con porte firme. Miran a los recién llegados y luego hacia los asientos preparados para los siete elegidos. Entre los tres asientos de los Kakita y los de los siete elegidos está la chica-La caída del cielo- sin saber qué hacer. Se está comiendo unos pasteles.

El hombre se adelanta. Nobu lo reconoce fácilmente, pues es su padre Kakita Ikura. La primera chica es mayor que él también, y es su prima, Kakita Hana. La otra no la conoce, al menos de vista no sabe quién es. Que es una Kakita es casi innegable, pero que ocupa un puesto tan... ¿Importante? Es extraño. Ikura hace una reverencia ante los que van a entrar y tras un suave carraspeo, alza su suave pero firme voz.- Bienvenidos, elegidos de la caída de los cielos. Mi nombre es Ikura Kakita, actual daimyo de la familia Kakita y señor indiscutible de estas tierras, título otorgado y corroborado por la Emperatriz.-

Luego hace un gesto con su mano.-Por favor, tomen asiento. Si leyeron mi carta sabrán para qué están aquí. Y me gustaría zanjar este tema lo más rápido posible para poder informar sobre el resto. Así que espero que ya lo hayan sopesado. Una vez se sienten, por favor, digan en voz alta quién y por qué será un guardián de la caída de los cielos.-Hace una suave pausa, mientras tanto él como Hana toman asiento.-Si alguien quiere retirarse ya, es el momento. Es totalmente entendible que un fiel samurái tenga otros deberes para con su señor. Sobra decir, que no sería nada educado que alguien se votase a sí mismo.- Y se hace el silencio en el lugar. Todos miran a los siete "elegidos" expectantes de su decisión.

Harumi observa como abren las puertas y no puede evitar entrar de una vez por todas. Decide mantener un poco la calma y deja entrar a algunos primero, pero tampoco tiene la intención de entrar el ultimo. Al entrar en la sala no reconoce a nadie, pero eso no le preocupa, sabe que en casa Kakita no van a tenderle otra emboscada, por lo menos los allí presentes.

La niña le llamo la atención ¿Realmente llegara a comprender nuestras costumbres y hablara concuerde? Hasta que la niña no respondiera a esa pregunta seria una estupidez pensarla. Harumi observo a los presentes e hizo una leve reverencia con la cabeza dirigido a los presentes. Se sentó en su sitio, pero un sitio calculado, en la ultima posición lo más cerca a su hermana, si volvían, tenia que evitar males mayores.

-Kakita Ikura-dono, si me permite me gustaría dar mi opinión en primera instancia -dice haciendo una reverencia a medio cuerpo mientras esta sentado- Realmente pienso que menos 2 personas aquí presentes son útiles para establecer una guardia a la pequeña caída, pero por suerte 1 de esas 2 se salva por tener una buena historia familiar. Resolviendo el punto, mi opción es hacia Kuni Niou. Puede que sea deshonroso, maleducado, con una risa molesta y estridente y quizás algo bruto, pero a su favor puedo denotar que sus habilidades de combate y una gran conexión con los kamis pueden jugar un punto a favor para la defensa de la pequeña, dado que ayer demostró que ni teme ni dejara enemigo del Rokugán vivo, y por otra parte siempre es bueno tener a los kamis de lado en situaciones complicadas.

Las palabras de Harumi sonaban sinceras, duras y puramente técnicas, más como si tratara la situación como una partida de shogi donde cada uno debería tener una misión y cumplirla a rajatabla, pero dejando claro con su critica que al fin y al cabo son personas y poseen defectos que ellos mismos verán como virtudes.

Al ver a su padre, el rostro de Nobu cambió completamente, la sonrisa complaciente que tenía hasta hace unos instantes se había transformado en un cuadro de seriedad absoluta. La presencia de su padre siempre había intimidado a Nobu de sobremanera, pero aquella situación era diferente, la noche pasada habían atacado su hogar en su ausencia y no solo había permitido que su abuelo muriera, si no que su hermana había sido gravemente herida. De alguna forma Nobu penso que todo aquello era responsabilidad suya, y que de cierto modo había fallado a su padre, apenas podía sostenerle la  mirada a él o a sus parientes. El único momento en el que reunió valor suficiente como para levantar la mirada se cruzó con los ojos de Ikoma Hinata, los cuales, atormentaban a Nobu desde que fuera apenas un infante, pues eran casi el origen de sus pesadillas. 

Las palabras de su padre eran claras y concisas, no permitiría que se fueran por las ramas, y siendo su hijo, Nobu pensó que ser de los primeros en hablar sería lo más adecuado. Desde siempre había soportado miradas juzgadoras por parte de sus familiares, en especial por el color de su pelo, pero la de su padre era la más dolorosa de todas. Intentando reprimir todo esto trató de hablar de la mejor forma posible; -Tomo mi turno para votar- dijo Nobu tratando de no pisar las palabras de nadie- Todos hicieron un magnifico trabajo la noche pasada, y estaré en deuda con ustedes por el resto de mi vida, no solo colaboraron en el rescate de mi hermana, si no en la salvaguarda de mi hogar, por eso...gracias. Respecto al voto..elijo a Yusei, pese a las probabilidades en contra que se presentaban ante él, no dudó ni un instante en combatir por nuestro bien, a costa de su propio bienestar. No podré agradecerle nunca lo suficiente, el esfuerzo que fue capaz de hacer por nuestra familia. Y creo que cumple con los requisitos más que de sobra para viajar junto a nuestra joven desconocida.

Tras decir todo aquello, Nobu volvió a una posición sumisa, hizo una reverencia bastante marcada hacia su padre y sus familiares, así como los conocidos que los acompañaban. No podía decir más para remarcar el valor de sus compañeros, pero aún con todo, dentro de si mismo, notaba una gran presión ejercida exclusivamente por la mirada atenta de su padre. Solo la vergüenza ocupaba la mente de Nobu en aquel momento, en gran parte debido a la presión ejercida por su familia allí presente.

Akira entra en la sala cuando se da cuenta de que la ceremonia ya ha empezado. Lo primero que hace es dirigirse al asiento que le han asignado dejando a Kouta junto con los invitados. Se da cuenta entonces de un error fatal... ¿es el señor de esas tierras? ¿aquel que Haruka sustituía? ¡Pero no ha traído ningún presente! Bueno, parece que en este tipo de ceremonias no cuenta. Rokuganeses y sus extrañas costumbres.

Se inclina formalmente frente al patrón Kakita a pesar de sus heridas sin hacer gesto de dolor, apretando los dientes para evitarlo. Tras ello toma asiento junto a los demás escuchando sus votos y sus explicaciones meditando su decisión con calma.

Desde que ha llegado a la casa Kakita, Akira ha sido testigo de muchos acontecimientos y de muchos honorables samurái que han dado todo lo posible para convertirse en campones del torneo topacio. Ha conocido grandes guerreros de la espada y la palabra que la han enseñado en múltiples pruebas de valor y perseverancia. Ha saboreado la victoria y la derrota, la felicidad y la tristeza, la desesperanza y el fuego de su primera batalla arder. Sin duda el grupo de samurái que la había acompañado merece caminar junto a ella en un largo viaje.

Yusei, el arquero Tsuruchi. Un chico que comparte con ella sus ganas de ver el mundo y comprenderlo.

Nobu, el espadachín Kakita. Un aliado noble y sincero cuya vivienda había sido profanada. No puede evitar ser empática con él.

Niou, el shugenja Kuni. El único que ha compartido con ella su incomodidad por las costumbres rokuganesas. Y un tipo la mar de divertido.

Harumi, el enigmático Bayushi. Quizás no es un favorito para Akira, pero sin duda había sido de utilidad. Su espada luchó a su lado.

Nashiro, la animada Usagi. Una chica muy parecida a ella, cargada de ánimo y ganas de destacar. Pertenece a un clan menor, pero... ¿acaso eso no la hace digna?

Y la chica Akodo... la verdad es que no había conversado con ella nada de nada.

Finalmente toma su decisión.

-Si me permiten turno de palabra, basaré mi elección en Usagi Nashiro. Si, cierto es que pertenece a un clan menor, pero eso no la hace desmerecedora de una oportunidad para portar con honor esa responsabilidad. Es una guerrera humilde y de gran corazón cuyas habilidades en el torneo no pasaron desapercibidas. Si no fuera por ella y sus rápidos pies, la ayuda jamás habría llegado cuando la requerimos.- También hay otro argumento que Akira tiene en mente a la hora de elegir a Nashiro. Es algo secundario que se guarda para ella misma, conociendo que es una costumbre de su familia. El grupo necesita de más mujeres guerreras que puedan cuidar de esa panda de hombres desvalidos. Esboza una leve sonrisa de solo pensarlo.

-¿Hm? Oh, discúlpame si te he ofendido. Simplemente no me parecía justo que tuvieras que afrontar un combate tan desigual y pensé que sería una buena idea tratar de dispersar al enemigo. Con tan mala suerte que al darle a uno, vinieron sus amiguetes también a por mi, los muy malditos. Sé que sois fuerte, no es para menos viniendo del Clan del que vienes, mi última intención ha sido parecer que te ofendo-. Sonreía a Akira amistosamente. "Solo que... tampoco puedo permitir ver morir a más gente delante de mis ojos, y menos si yo, como este era el caso... podía hacer algo por evitarlo..."

El rostro de Yusei que parecía por un momento disperso, fijó su atención en Nashiro. -Buenos días - le sonreía a Nashiro  -Sí, pues a esperar a que abran las puertas... En cuanto a mi estado de salud bueno, la  verdad es que ahora mismo no es demasiado bueno, pero espero poderme recuperar lo más pronto posible. ¿Cómo estáis vos?- le respondía cordialmente Yusei a Nashiro cuando justo hablaba Niou. -Aaah... no queríamos molestar, mis disculpas Niou-san- comentaba gesticulando un poco el rostro. Aunque lo cierto es que estoy ansioso por saber algunas respuestas, porque no es para menos. "Una chica que cae del cielo... no pasa todos los días, naturalmente".

-Disculpadme Nashiro-san. Seguiremos hablando más tarde con más calma. Ahora debemos entrar- le decía con una media sonrisa. Una vez hubieron abierto las puertas, Yusei entraba tranquilamente a la sala, tratando de hacer una reverencia a todos los presentes y tomando asiento de forma rápida pero delicada, para no hacer sobreesfuerzos. Una vez sentado, Yusei observaba como sus compañeros tomaban asiento y cómo ya había algunas personas ya allí esperando, entre ellas su compañero Mantis, al cual buscaba con la mirada y lo saludaba con una reverencia ligera. También observó a las personas de cabello blanco. Lógicamente, todos de la familia Kakita. Tras respetar los turnos de palabras, Yusei levantó su mano pidiendo la palabra. 

-Ante todo, mis más sinceros respetos, Kakita Ikura-dono. Como veo que somos algunas personas aquí, trataré de ser lo más breve posible. A pesar de los esfuerzos y virtudes que han demostrado mis compañeros del torneo, creo que hay una persona que destaca especialmente ante situaciones de peligro como esta que ha acontecido en la pasada noche. Me refiero al joven Bayushi Harumi. No solo fue capaz de anticiparse al peligro tratando de buscar armas para todos, sino que además pudo utilizar conocimientos médicos que sin lugar a dudas, terminaron de salvar mi propia vida. Y por si fuera poco, ha demostrado una habilidad de lucha realmente destacable. Si esta reunión busca y requiere de alguien que sea capaz de proteger a alguien y poder llevar esa pesada carga de la manera más adecuada, una de esas personas sería él, pues ha cumplido tanto en iniciativa como en habilidad, y no solo de lucha, que también es importante. Gracias por la atención y espero no haber interrumpido demasiado.- terminaba de hablar mientras trataba de hacer una reverencia con la cabeza, de la forma más humilde posible.