Partida Rol por web

Las mohosas paredes del gremio recordaban las batallas del pasado: victorias, derrotas, momentos alegres, momentos amargos... en definitiva, una experiencia vivida por muchos que ahora sufre una época oscura.

Hace casi una década, la antaño hermandad conocida como "Los Olvidados" era un gremio respetado que contaba con casi una treintena de efectivos de todas las razas y religiones. Vivían en armonía (con sus disputas, claro) pero con un fin común: cumplir cualquier encargo llevado a cabo por sus contratistas.

¿Y quiénes confiaban en Los Olvidados? No eran pocos: comerciantes, familias adineradas, políticos, organizaciones... ¿pero qué ha quedado de aquellos momentos de gloria?

Absolutamente nada.

Alleriah vivió una época dorada donde los gremios de aventureros encontraron su hueco como estilo de vida y forma de trabajo. Pero donde antaño tan solo había un puñado de gremios ahora se podían contar casi un centenar.

¿Cuál era el problema?

No había trabajo para todos.

Con el paso de los años, Los Olvidados fueron perdiendo influencia, fueron perdiendo contactos, fueron perdiendo la fe.

Actualmente tan solo quedaban cinco miembros, cinco hombres y mujeres que habían decidido no abandonar cuando otros sí lo habían hecho. Bajo sus pies tan solo quedaba un suelo empobrecido y sobre sus cabezas alguna que otra gotera, pero la determinación por no romper aquello que tanto trabajo había costado mantener os hacía mantener la motivación...

Hasta que vuestros estómagos rugían incluso por la falta de alimento...

Hace más de un mes que no entran nuevos clientes. Los antiguos contactos se han esfumado. Mirabais la puerta desde vuestros asientos anhelando que alguien llamase pero tan solo el viento burlón hacía sonar la madera.

Ahora os encontrabais todos junto al fuego, sobre la mesa los pocos alimentos que os quedan de vuestro almacén.

Estáis debatiendo sobre qué rumbo tomar ahora. Solo quedáis cinco pero os negáis a abandonar. Vuestro líder murió semanas atrás y no hay nadie al mando. Todas las miradas se centraban en Dyn Tawel. Era de los miembros más veteranos y sus decisiones habían sido acertadas en el pasado ¿sería el candidato ideal en esta nueva etapa?

Dyshael siempre ha destacado por su silencio. Pues durante el año que ha estado en Los Olvidados, a penas ha invertido tiempo en socializar más de lo necesario.

Ahora, tras un año de trabajo y la muerte del anterior líder toca que los miembros presentes tomen las riendas o se hundan en el olvido; un sarcástico chiste del destino sin duda alguna.

En la reunión, Dyshael observa con detenimiento las paredes mohosas que le han servido de cobijo durante este tiempo. Las mesas donde ha comido están en un estado deplorable y el suelo no parece en mejor estado. Sin duda, nadie querría entrar en un lugar así para contratar los servicios de unos mindundis desconocidos.

- Dyn, tu eres quién más tiempo lleva aquí y creo que podrías ser un buen candidato para tomar ciertas decisiones de importancia en un futuro. Aún así en este instante somos cinco, y creo que deberíamos actuar como un grupo y no como una unidad de líder y subordinados. - Dyshael dejó unos instantes de silencio en los que miró a sus compañeros y prosiguió hablando. - Creo que lo primero sería dar un lavado de cara a este antro, ni siquiera se como se mantiene en pie. Y para eso vamos a necesitar algunos ingresos, podríamos empezar por ayudar a las gentes de alrededor con problemas cotidianos para ganar algo con lo que comer y ahorrar para mejorar esto un poco, y a partir de ahí ir alzando el vuelo.

Tras la retahíla de palabras, Dyshael tomó de nuevo el silencio y se apoyó cómodamente en la silla y contra la pared. A la espera de que sus compañeros tomasen la iniciativa de la conversación.

El gremio estaba pereciendo. Al menos eso era lo que pensaba Dyn Tawel, antiguo miembro de "Los Olvidados" mientras que con los codos sobre la mesa y la cabeza reposando sobre sus manos,  miraba a todos los allí presentes. Mejor o peor, los conocía, eran compañeros, hermanos de una misma organización. Los ojos del albunix pasaron de los allí presentes al fuego que crepitaba alegre en la chimenea. Seguramente, fuera aquel crepitar lo más alegre de aquella reunión. Después, con cierta nostalgia, miró a su alrededor. Era como si las fuerzas del tiempo hubieran atacado de forma feroz aquel lugar que estaba carcomido.

Aunque podría haber abandonado el barco y haberse buscado la vida en otros lares, el guerrero de las montañas orgulloso y digno, había decidido que si el gremio moría, sería con el como miembro. Dyn era alguien frío en sus modales, pero con una pasión por su entorno tremenda. "Los Olvidados" como gremio, había sido su primer hogar tras escapar de una vida peor. Un gremio que le había dado la oportunidad de renacer de sus cenizas. Y por honor, y como hijo Zhar, hermano de Prar, el haría lo mismo por la organización. 

Hubiera sido hipócrita negar el hecho de que las primeras palabras de Dyshael le produjeron cierto agrado. Suponía Dyn, que era algo inherente al ser humano y cualquier raza inteligente. Terminó de escuchar a su compañero haciendo círculos en la vieja mesa de madera con los dedos de ambas manos.

-Me halagan tus palabrras Dyshael -comenzó a decir con su sempiterno gesto serio y voz grave, caracterizada por una erre muy pronunciada. -A veces, el destino me ha dado la oportunidad de tomar decisiones acertadas, pero creo que soy alguien demasiado temerrario en ciertas situaciones como para cargar sobre mis hombrrros tal responsabilidad. 

El albunix hizo una pausa para mirar directamente a los ojos de su compañero. 

-Como grupo, el líder no debe de ser alguien autorritario. Debe de ser aconsejado por los demás. Colaborando, puede que consiguiera domar alguna vez mi carácter, pero tal vez sea demasiado peligroso. En realidad, dispongo lo que el grremio decida, y en este caso, somos nosotros.

Miró entonces los alimentos que tenían sobre la mesa. 

-A mí, lo que me preocupaba sobre todas las cosas es la comida. Aunque en las montañas estábamos acostumbrados al hambrre, no es agradable. Y parra eso necesitamos contactos.

El simple recuerdo de los antiguos camaradas riendo y discutiendo hacia daño al Mundae. Era ver como cada hoja hermosa y única se desprendía de un árbol, que lentamente se marchitaba a pesar de los esfuerzos por mantenerlo vivo y regresar a lo que era antes. Pero nada seria como antes, nada era inmutable como decía su viejo amigo. Para Aramiel no había diferencia entre lo que ocurrió con Braem y el gremio, la única diferencia es que podía ayudar a salvar a este ultimo. 
Aramiel los veía a todos con una mirada medianamente triste que intercalaba con vistasos a la estancia, el fuego y la comida. Se preguntaba a si mismo como ayudar en esta situación, anteriormente estaba ayudando con la organización de las bodegas y a su suministro, pero desde que se habían quedado sin dinero no había nada que pudiera hacer. 

El Mundae frunció el ceño, no le gustaba lo que estaba sintiendo. Desde que había salido de la arboleda había experimentado muchos nuevas sensaciones, pero eran mas las desagradables que las que hacían hacerlo sonreír. La preocupación y la incertidumbre no eran para nada sus favoritas. Ambas lo comenzaron a acompañar cuando comenzaron los problemas en el gremio y sin mencionar cada vez que fallaba en su busqueda.

Cuando Dyshel rompió el silencio, Aramiel sintió desvanecerse un poco la preocupación, pero no así la incertidumbre. Aprobaba que propusieran a Dyn como ser nuestro líder. El era el con mas anos en el gremio y con experiencia. Siempre que había un problema en la arboleda, estaba la matriarca quien tomaba las desiciones, pero siempre el consejo de ancianos estaba ahí para ayudarla con la carga que trae el liderazgo. 

Armiel rumio las palabras del humano antes de hablar. Se sentó erguido y enlazo sus manos  entre sus piernas abiertas.

-En la arboleda tenemos una líder y el consejo que nos guían, porque creemos en ellos, porque mantienen la armonía de nuestro hogar. Dejamos que ellos tomen las desiciones –Aramiel se detuvo unos segundos al recordar cuando había comenzado a tomar sus propias desiciones, cuando no escucho a sus lideres. Su voz un poco débil al principio gano mas aplomo con cada palabra- Maese Dyshael esta en lo cierto, somos pocos para que designemos quien podría guiarnos, debemos compartir las responsabilidades sobre la dirección de "Los Olvidados" -Levantó la mirada y la sostuvo en Dyn- Pero siempre debe haber alguien que sea la voz de todos, alguien en quien podamos confiar que respete las desiciones de todos. Creo que podrías hacerlo bien, Maese Dyn.

Armiel miro la estancia y meneo la cabeza en señal de resignación.

-Creo que ha llegado el momento de que "Los Olvidados" busquen tierras mas fertilez, llevar nuestras semillas donde puedan germinar sin falta de agua ni de nutrientes. Creo que deberiamos cerrar este lugar y buscar nuevos socios. Los de ahora no nos quieren o tienen a otros. Con el dinero obtenido de la venta del lugar podríamos tener un nuevo comienzo en otro lugar, "Los Olvidados" podrían tener otra oportunidad, podríamos volver a darle vida antes de que se marchite por completo. 

Tomo una manzana algo magullada y que claramente no se veía muy jugosa. La sostuvo en frente de si.

- Antes de que se fuera marchitando el gremio había solicitado hacerme cargo de las existencias del gremio, compra y organización de lo poco que tenemos –El mundae dejo la manzana en la mesa y miro al grupo ladeando un poco la cabeza en forma de pregunta- me gustaría ayudar de esa manera si fuera posible.

Mid Zenk observaba una gotera que caia dentro de un plato, pero en realidad estaba escuchando, analizando lo que sus compañeros decian, la situacion se estaba tornando delicada para ellos, alguien debia hacer algo, por fin se dispuso a hablar.

-Al parecer todos le temen a la responsabilidad ( Volteo a ver a Dyn) Lo se, eres el mas antiguo de nosotros, no te podemos pedir que nos guies, pero tu debes decidir quien lo hara, por mi parte seria un honor.

Se levanto de la mesa con un pedazo de pan en su mano, con un semblante abatido, los miro a todos y suspiro.

-Antes de llegar aqui intente recorrer el mundo conocido, hice cosas como prestar mi espada por oro (Sintio la mirada de sus compañeros, fria o severa, no le importaba) mate por dinero, mate para vivir, no estoy orgulloso por eso, pero... Lo haria de nuevo, por nosotros, cuando encontre este lugar, no tuve necesidad de volver a vagar por las tierras, le debo todo a este lugar.

Por fin fijo su mirada en el pan que cargaba, lo mordio y volvio en silencio a su silla.

Era consciente que todo en este mundo tenía un principio y un final, aunque quizás para mí el concepto de tiempo era muy distinto al del resto de mis compañeros, pues yo pertenecía a una de las razas que más años veía pasar ante sus ojos. Pero ser consciente de esa fugacidad de las cosas no hacía más amargo el hecho de verlas desaparecer.

Y era precisamente la tristeza que sentía al ver como Los Olvidados poco a poco iban desapareciendo, que conseguía que mi parte rebelde se sublevase ante el agónico fin al que íbamos encaminados. Quizás aún estuviéramos a tiempo de salvarnos, quizás la mala racha que vivíamos estuviera también finalizando dando paso al renacimiento que tanto deseábamos.

Pero un rápido vistazo a la tan conocida estancia en la que nos habíamos reunido, me hizo comprender que el camino por recorrer iba a ser muy largo y muy duro, y no sabía muy bien si tendríamos las fuerzas suficientes para recomponer los pedazos de la vieja gloria vivida.

Escuchar a mis compañeros hizo que me centrara en la conversación. Tenían razón, necesitábamos resucitar el gremio como fuera pues, si lo dejábamos morir, yo no tendría un lugar al que volver ya que me negaba en redondo regresar a mi tierra.

Suspiré mientras miraba a Dyn asintiendo a la propuesta del resto. Era lo más sensato, lo mejor para todos.

—Yo no voy a poner objeción alguna a que seas tú quién nos dirija en este renacer. Somos pocos... sí, pero lo suficientemente válidos y preparados para enfrentarnos a lo que nos depare el futuro. No podemos permitir que todo el esfuerzo y el camino recorrido acabe en el olvido. Buscaremos la manera de volver a resurgir. Amigos, no creo que todo esté perdido.

No estaba acostumbrada a hablar demasiado. La alegría propia de los Alvene del Aire no me caracterizaba, como tantas otras cosas, y el tiempo vivido hasta ese día, con sus malos momentos más que buenos, no me había permitido cambiar demasiado el carácter taciturno que tanto me caracterizaba.

De repente escucháis como algo o alguien llama a la puerta. Son tres golpes, secos pero firmes.

¿Será un posible cliente? Os entró hasta un escalofrío de la incertidumbre...

Casi de forma automática Dyshael se levantó de la silla y fue a abrir la puerta a la par que decía -¿Si?

Aunque a Dyn no acabase de gustarle la idea, el resto de sus compañeros habían hablado. No podía oponerse a la voluntad de la mayoría del grupo. Además, recibiría la ayuda de todos y sus decisiones estarían cargadas de lógica. El albunix miró al frente. 

-Dejemos de momento la responsabilidad sobre mis hombrros- sentenció Dyn justo antes de que aquellos golpes sonoros y secos lo distrajeran de sus pensamientos. 

Tal era lo extraño de que llamasen a la puerta, que desde su posición se puso en guardia, esperándose cualquier cosa. Corrían tiempos extraños para el gremio, y puede que muchos intentaran aprovecharse de aquella situación. 

-Cuidado, Dyshael -le dijo esbozando un atisbo de sonrisa. 

Que hubiéramos decidido que Dyn cargara con la responsabilidad del liderazgo no significaba que el resto fuéramos a quedar en un segundo plano en la toma de decisiones, eso era algo que tenía claro y sabía que el albunix respetaría, e incluso buscaría, nuestras opiniones y decisiones llegado el momento.

Pero no hubo tiempo para seguir con aquella cuestión ya que, para mi sorpresa y el resto de mis compañeros, tres golpes secos en la puerta cortaron de raíz la conversación. Hacía tanto tiempo que no acudía alguien a nuestro centro de reunión que, por unos instantes, un mal presentimiento recorrió mi cabeza. Saqué las dos dagas que siempre llevaba encima y, con todo mi cuerpo tenso, me levanté para estar preparada en el caso de que aquello fuera un ataque y no un posible, y esperanzador, cliente.

Me coloqué en un lateral desde el cual podía ver, nada más se abriera la puerta, quién había sido el autor o autores de la llamada, mientras esperaba que alguien contestara del otro lado al requerimiento de Dyshael.

La llama que se encendió en su interior, calentaba mas que el fuego que tenia en frente. El mundae se relajo un poco mas, al ver que sus otros dos compañeros estaban de acuerdo con que Dyn fuera el portavoz del gremio. Además este ultimo había aceptado de momento la petición de todos los presentes. 

Justo cuando Aramiel mordía la manzana que tenia en sus manos la puerta sonó y cada uno de los presentes reacciono de una forma diferente. El pelirrojo por su parte guardo la manzana a medio comer y se levanto al tiempo que alzo su mano izquierda a sus compañeros que tocaban sus armas con ansiedad. 

- Tranquilos, no seria bueno dar una mala impresión a un posible cliente. 

Saco su sonrisa mas tranquilizadora, pero sus ojos lo delataban. Una punzada de inseguridad atravesó por toda su espalda. 

Los compañeros de Mid se sobresaltaron, pero el no, habia estado en situaciones mas delicadas, y el suponia que muy pocos podrian contra derrotar alguien del Gremio, y mucho menos a los cinco.

-La falta de alimento les hace mal amigos (Apreto el mango de su espada.) Sera mejor que abran, seria una lastima que el visitante se fuera por falta de atencion.

Clavo su mirada en la puerta, mas que preocupacion, estaba intrigado ¿Que les deparaba del otro lado de la madera desgastada? 

En cuanto Dysahel abrió la puerta, un hombre de mediana edad y con ropajes lujosos entró en la sede de vuestro gremio.

Su entrada fue tranquila, pausada. Quería demostrar que no traía malas intenciones.

Un rápido vistazo determinaría que podría ser alguna clase de comerciante o noble; tan solo un hombre adinerado llevaría ropajes así.

- Muy buenos días - comentó de manera tan educada como sosegada.

- Intuyo que me encuentro en la sede de "Los Olvidados" ¿No es así? ya que tengo algo importante que deciros -

El hombre iba armado con una daga, completamente enfundada y alejada de su mano. No suponía una amenaza frente a cinco aventureros.

- ¿Puedo sentarme? Me gustaría saber si todavía estáis en activo, ofreciendo vuestros servicios a los necesitados - hizo una leve pausa.

- Por cierto, mi nombre es Roger -

Dyshael sin mediar mas palabras buscó la mejor silla que pudo y se la ofreció al noble en una mesa. Tras esto, miró a Dyn y habló un poco.

- Encantado, yo soy Dyshael y estos son Aramiel, Dyn, Mid y Sora. Nosotros somos Los Olvidados. - Dijo con una pequeña sonrisa de melancolía mientras señalaba con la mano abierta a cada uno de sus compañeros a la par que los nombraba.

Tras esto, simplemente tomó asiento y quedó en silencio. Esperando que alguien tomase las riendas de la situación.

Dyn relajó su cuerpo entero al observar a aquel hombre de lujosos ropajes entrar por la puerta. De un rápido vistazo pudo observar la daga, la cual llevaba enfundada. Al igual que percibió que no era alguien peligroso en si mismo en aquella situación. Esbozó una media sonrisa y posó de nuevo sus manos sobre la mesa mientras veía como su compañero Dyshael le entregaba una silla para que se sentase. Captó también, la mirada de su compañero.

-En efecto, nosotrros somos "Los Olvidados"-afirmó el albunix. -Y esta es su sede. 

Aunque el humano no de las montañas no se había sentido en la necesidad de hablar, tras la conversación anterior supuso que podría defender los intereses del gremio en sí. Aunque por supuesto, no querría ser jamás la única voz. 

-Estamos preparrados para cualquier cosa, señor Roger-dijo mientras movía la cabeza en señal de afirmación. -¿De qué se trata? Y sobrre todo, ¿porque nosotrros?

Apenas vislumbro los ropajes lujosos del hombre, Aramiel pudo sentir como su inseguridad se desvanecía para dar paso a la curiosidad. 

- Maese Roger. Respondió el mundae con una sonrisa y una inclinación de cabeza, cuando su compañero lo presento.

Aramiel lentamente tomo uno de los platos y coloco sobre el un poco de fruta junto con pan. No era mucho y tampoco ostentoso, pero como cualquier otro mundae ofrecería lo que tuviera a un invitado. Y por un momento se le cruzo por la mente que quizá no causaría buena impresión, pero no le dio importancia, los modales primeros como solía decir su amigo.

Un rápido examen al hombre que había aparecido en la puerta fue suficiente para darme cuenta que no suponía un peligro, por lo menos por el momento. Tan rápido como había sacado mis dagas las volví a guardar, esperando escuchar los motivos que habían llevado a ese hombre, que aparentaba ser alguien importante o por lo menos adinerado, a venir a buscarnos.

—Un placer conocerlo. —Fueron mis escuetas palabras cuando Dyshael nos presentó.

Tenía la esperanza de que lo que había llevado a maese Roger hasta nuestra puerta fuera un trabajo, y a poder ser bien remunerado, ya que nuestra necesidad era mucha y el dinero muy escaso.

Me senté después de que él lo hiciera, mirándole con atención mientras escuchaba las preguntas de Dyn, esperando ver en el hombre alguna reacción cuando respondiera, para no perder ningún detalle que pudiera indicarme que nos estaba engañando.

Roger aceptó gustoso todo lo que le pudisteis ofrecer dentro de la sede.

En un rápido gesto carraspeó para aclarar su voz, parecía que se disponía a exponer lo que tenía que deciros.

- La verdad, esperaba un lugar mucho más... presenciable, pero si algo he aprendido en esta vida es que la apariencia no lo es todo, sino lo que hay dentro y no se ve - tras esa pequeña introducción fue al grano.

- Me gustaría contratar vuestros servicios, ¿el motivo? bastante sencillo: otros han fallado y sois mi única esperanza - aquello fue un golpe de realidad. No fuisteis la primera opción de Roger a la hora de buscar ayuda pero... ¿otros fracasaron en el encargo?¿tan difícil sería la tarea?.

- Un ladrón ha entrado en mis aposentos y me ha robado dinero, joyas ¡todo de un valor incalculable! pero lo que más me ha dolido es que me hayan robado las escrituras de una propiedad que tengo en las afueras de la ciudad de Ardan. Dicho documento vale más que el resto de mis posesiones y necesito que sea devuelto a mi poder... y si el ladrón es castigado... mucho mejor - el hombre hizo una pausa.

- Si aceptáis, os proporcionaré toda la información que recopilaron los anteriores... mercenarios que contraté para que así no tengáis que empezar de cero. Lo que necesito es eficacia, no falsas promesas. Oí que antaño erais un gremio que cumplía con sus labores, espero que en la actualidad eso siga siendo así -

El hombre parecía que tenía prisa.

- Evidentemente os pagaré una vez completada la tarea, lo suficiente para que... bueno, podáis hacer algún cambio a estas instalaciones... ¿puedo contar con ustedes? -

Dyshael dió un paso al frente y puso su mano en la empuñadura de su cimitarra. - Roger, mi espada está a vuestro servicio. - Tras esas breves palabras, Dyshael miró al resto de sus compañeros y permaneció en silencio, a la espera de esa información o alguna instrucción que realizar.

Aramiel quedo expectante cuando el hombre retomo la palabra. Era sincero a ojos del mundae, no eran su primera opción, ni siquiera la tercera al parecer. Pero hacia saltar dudas porque no pudieron llevar a cabo esta tarea otros gremios fueron todos los anteriores mercenarios fueron a por las joyas o realmente buscaban esas escrituras. Era como menos sospechoso según el, pero en tiempos de sequía, un árbol debe tomar toda el agua posible hasta que lleguen las lluvias

Aramiel no dijo nada, solo miro a Dyn y dio un cabeceo en señal de aprobación.