Partida Rol por web

Era bueno ver que al fin sabían dónde deberían ir, aunque eso simplemente fuera la punta del hilo en esa enorme madeja enredada. No podía negar que era interesante, con cierto toque de misterio que la mantenía expectante. Normalmente los encargos eran mucho más simples: busca eso, mata aquello, cuida esto. Aburrido. Por eso se la veía hasta animada mientras caminaban hacia donde se suponía que estaba la tienda, olvidando totalmente la espera que tuvo que soportar.

No le decepcionó que el lugar se estuviera cayendo, después de todo, un oasis puede parecer un simple charco, pero cuando estas muriendo de sed resulta la visión más hermosa que hayas tenido… De todos modos apestaba dentro.

Se sentó con las piernas abiertas y el cuerpo medio inclinado hacia un costado, buscando la comodidad de esos asientos. No tenía nada que decir, pues era cuestión de su líder zanjar cualquier asunto pertinente antes de la misión. No tenía idea de que les pediría ese viejo decrepito, pero esperaba terminar ese día con su arma remojada en sangre.

El exterior no parecía gran cosa, incluso temía que nos hubiéramos equivocado de dirección al esperarme un edificio reformado o medianamente asequible, demostrándonos que el propietario debía tener suficiente recursos para pagar nuestros costes.

Por dentro la primera impresión era la misma, aunque bien sabía que nuestro propio gremio tampoco era una delicia visual al componerse de un par de mesas y una chimenea céntrica en una de las paredes, además de un pequeño almacén donde guardábamos todos los bienes y recursos que disponíamos. Sin embargo ver por fin a Demitrev cambió por completo, al menos su apariencia parecía burguesa con el abrigo de plumas.

Metí la mano en la bolsa que llevaba conmigo y saqué el pergamino que nos entregaron, desenrollándolo y dejándolo en la primera superficie vacía que encontrara, para demostrar que habíamos sido nosotros los que recibimos el mensaje.

Shany, Ratko.- Presenté a mis compañeros, mirándolos únicamente antes de clavar los azulados ojos de Demitrev.- Y yo, Eärendil. ¿Qué precisa de nosotros?

En poco tiempo Demitrev regresó, esta vez portaba un viejo cofre en sus manos.

- Ah.... aquí está... el motivo de vuestra presencia aquí... - colocó el cofre encima del mostrador, tuvo que soplar porque estaba lleno de polvo. En cuanto abre el cofre veis que en su interior hay dos colgantes. Parecen de plata, con una ornamentación muy cuidada.

Demitrev os mira

 - Solo tengo dos... pensé que serían suficientes. No imaginé que hubiese nuevas incorporaciones en vuestro gremio - Los colgantes no parecen tener nada especial, salvo su elegante diseño.

 - Podéis cogerlos sin miedo... vuestra misión consiste precisamente en llevarlos a un lugar concreto... - os sonrió.

- Como bien podréis deducir... no tienen ningún poder, ningún valor... pero vosotros haréis que sí lo tenga - toma aire con tranquilidad.

- No demasiado lejos de aquí, existen unas ruinas... cuenta la leyenda que bajo ellas hay un manantial... un manantial mágico capaz de dotar de un poder especial aquello que se bañe en sus aguas - por fin parecía entenderse el motivo del encargo.

- Deseo conseguir los colgantes imbuidos con ese poder... por desgracia yo no puedo ir personalmente... - de debajo del mostrador saca una bolsa enorme de monedas - Y vosotros.... tendréis esto... - con delicadeza os acerca la bolsa.

- Son colgantes porque así eran más fácil de transportar... la lástima es no haber tenido más para vuestra nueva... amiga - definitivamente se notaba que no contaba con la presencia de Shany.

- Soy un coleccionista... tener varias de estas joyas imbuidas harán que mis últimos años de vida sean completos... ¿a caso no sabéis lo que es sentirse insatisfecho con lo que tienes? es la pieza que falta en mi colección - Demitrev sonrió.

- Ese es vuestro adelanto, recibiréis la misma cantidad una vez me entreguéis los colgantes imbuidos - suspiró, como anhelando conseguir su objetivo.

- Las ruinas se encuentran al sur de aquí... si salís de la ciudad y no perdéis el rumbo deberíais encontrarlas - completó.

- Solo os pido una cosa... no perdáis los colgantes, son reliquias familiares, de ahí que quiero que obtengan ya no solo poder sentimental... Llevadlos puestos, no me importa, todo sirve con tal de que no se os pierda en el camino... y por favor... que no os los roben tampoco -

Demitrev extendió la mano - ¿Puedo contar con vuestra confianza y profesionalidad? -

El viejo raro volvió, cargando un cofre sucio del que sacó dos colgantes de aspecto delicado. Shany les miró sin mucho interés, pues para su pueblo las joyas no eran tan importantes. Algunos tenían adornos, pero nada tan extravagante como esas cosas. Seguro brillarían al darles el sol, revelando tu posición y atrayendo a todo enemigo a la redonda.

Arrugó el ceño un par de veces, cuando Dimitrev insistía en que no esperaba que ella estuviera en ese grupo. La decisión de que fuera se tomó casi en el mismo instante que Eärendil leyó la carta, así que le parecían raras las palabras del anciano.

-Supongo que ese manantial no está libre de peligros- sus ojos no se despegaron ni un ápice del anciano, como si quisiera gravar cada gesto en su mente-. ¿Sabe que nos aguarda?

Era una pregunta que siempre surgía durante las misiones que le encargaban los ancianos de su pueblo, pues le gustaba estar preparada y daba una buena idea sobre el equipo que necesitaría para algún trabajo. Esto sonaba fácil, por lo que esperaba con toda seguridad que fuera terriblemente mortal.

Después de tanto y aquello era una especie de guardaespaldas de joyas... Ratko no estaba muy convencido, en especial porque implicaba fabricar algo genuino que les confería poder para después tener que deshacerse de él... con lo que al demonio le gustaba la magia, además intuía que había algo más, sólo que aquel era el problema de la gente que trabajaba en el gremio, se debían a su clientela y aquel anciano, que era más de lo que aparentaba, era su cliente...

Sin llegar a contestar a la pregunta directo del hombre, y tras dejar que Shany hablara el demonio se limitó a coger uno de los colgantes y ponérselo en el cuello, dejando que Earendil hablase por ellos, que al fin y al cabo para eso era la jefa.

Primero habían sido las escrituras de unos territorios, ahora el traslado de unos colgantes. Sabía que no eran las misiones más apasionantes, ni siquiera entretenidas, pero la cantidad de monedas que pudiera abarcar la bolsa determinaba si iban a aceptar o no.

Esperé a saber todos los detalles mientras miraba la bolsa, apuntando mentalmente lo que había que hacer y colgándome la joya libre en el cuello, metiéndola dentro de la capa para ocultarla a ojo humano.

Trato hecho.- Tendí la mano, cerrando el trato antes de ponerme rumbo al manantial.

Demitrev tras cerrar el trato regresó a su trastienda, aunque no había dicho textualmente cuanto tiempo disponíais para completar la misión, sí que mostraba por su mirada que no estaba dispuesto a esperar eternamente y más ahora que habíais superado su "prueba", que no era más que un filtro para saber si seríais capaces de todo.

Tras despediros, emprendisteis la marcha hasta el lugar donde os ha indicado que está el manantial. No deberíais tardar más de una jornada de viaje, con lo cual apresurarse era la mejor opción para finalizar cuanto antes una tarea que aparentemente iba a ser sencilla.

JORNADA DE VIAJE

ARDAN -> LUGAR INDICADO POR DEMITREV

A Shany no le gustó que no contestara sus preguntas. No dijo nada porque apalear a un viejo decrepito hablaría muy mal de ella, pero imaginó que lo arrojaba por la ventana para si esas plumas le permitían volar. Salió de allí con la horrible necesidad de hablar, pero que eso quedaba descartado por sus compañeros mudos. El viaje se la pasó tatareando una vieja canción, la cual hablaba de una guerrera que mató a su marido, cuando este pretendía casarse con una segunda esposa, para luego embarcarse a recorrer el mundo matando por encargo. No recordaba cómo se llamaba la historia y solo podía recitar un verso.

La arena se volvió roja a su paso

Los filos de mil hojas no le alcanzaron

La doncella cabalgó hacia el ocaso

Buscando el sitio que nunca le dieron

Su suave canto se vio interrumpido por precipicio, para deleite de sus compañeros, pues empezaba a inventarse letra siendo cada vez más sórdida y depravada. Shany miró el lugar con ojo crítico, se encogió de hombros y decidió avanzar. Un simple escollo no iba a detener su avance.

Suponía que el viaje sería largo y quería aprovechar el máximo tiempo posible, esperando que el camino no nos llevara más de un día. Caminaba por delante, marcando el paso al ritmo del báculo y escuchando la extraña canción tétrica de Shany, vigilando que el paisaje cambiaba.

El terreno firme que antes pisábamos empezaba a descender, incluso podía ver los precipicios de caída infinita que teníamos que rodear, cuidado mis pasos para no caer.

Ratko caminaba, no feliz como una perdiz porque ni era perdíz ni estaba feliz... pero digamos que al demonio eso de caminar después de haber comido decentemente y recibido una cantidad de dinero abultada, le gustaba. Eso y que desde su posición podía ver moverse con la gracilidad de una gacela a Shany, la guerrera que tan éxotica e interesante le resultaba. 

Si Ratko guardaba silencio era porque le gustaba disfrutar de las vistas, la compañía y porque tampoco sabía muy bien que decir, en cierta medida, la mujer le producía cierto sentimiento de respeto, pero eso él no se podía permitir revelarlo, que era demonio y los demonios debían mantener una reputación, el caso es que tan ensimismado se quedó, absorto en sus pensamientos que no inspeccionó el terreno lo suficiente y menos aún conforme la letra de Shany fue volviéndose cada vez más picante. Produciéndose una circunstancia que no podía terminar bien para el orgullo del demonio... y fue que un pie de Ratko pisó una falsa piedra que al ceder hizo que resbalara y fuera a dar de nalgas al suelo que por casualidades del destino estaba los suficientemente cerca y era lo suficientemente resbaladizo que iba directo al despeñamiento por el precipicio, con maldición demoniaca incluida...

Shany fue la primera en comenzar a pasar por allí, con paso firme y gracilidad felina, logrando pasarlo con facilidad. Se giró con curiosidad, quizás presintiendo algo o solo para ver las aptitudes de sus compañeros. Ninguno de los dos parecía destacar en la charla… pero tampoco en lo físico. A pesar de sus caras despreocupadas, se notaba que no era la situación ideal para ninguno de ellos. Al menos Ratko logró caminar con relativa dignidad, aunque casi cae sobre su delicado trasero. Pero Eärendil resbaló del todo precipitándose peligrosamente. Shany ni lo dudó, pasando un brazo debajo de su trasero, mientras que con la otra mano sostenía su cuerpo.

-No pesas nada- dijo maravillada aun teniéndola en vilo, totalmente pegada a su cuerpo y notando por primera vez la piel de su líder. Nunca había sentido una piel así de suave y fresca, su olor también era extraño, le recordaba a algo bonito de sus viajes, pero no podía situarlo. En verdad que le gustaría estirar el momento un poco más-. Tenga cuidado.

Al fin la bajó, con una cortés sonrisa y teniendo mucho en que pensar… ¿Todos los de su raza serian así? Parecían frágiles. Lo mismo que con Ratko. Cualquiera pensaría que un espadazo y estarían muertos. No. No podía dejarse llevar por su físico, seguramente tendrían muchos trucos bajo la manga. Estaba ansiosa por verlos en una buena pelea. Sus ojos observaron los alrededores, como si estuviera buscando algo que atacar para que sus nuevos e interesantes compañeros pudieran matar.

-De haber sido Ratko no le hubiera soltado tan rápido- pensó mientras continuaba camino, moviendo sus caderas como nunca.