Partida Rol por web

La orden de Diamante es áspera y no admite discusión.

Rubí, Elizabeth, Mark y Rick se mueven atropelladamente. Pisan la sangre semicoagulada del cadáver de Marcos y llenan de huellas rojas y pegajosas la entrada al pasillo. A duras penas no tropiezan con el cuerpo inerte del viejo bibliotecario, que ha dejado ya de fascicular y que poco a poco entra en la segunda de las fases físicas de la muerte: la rigidez cadavérica.

Del otro lado, Steve, y tras él, Jimmy y Greg, que no se deciden a intervenir en el devenir de acontecimientos.

Tras breves segundos, los compañeros han vuelto a entrar en la casa. Steve a cumplido su deseo.

Con los ojos vidriosos el joven Skilton permanece apoyado contra la pared, parece que va hasta el culo de maría y ya ni siente ni padece. Ajeno a miedos y ansiedades apura el canuto sin parecer demasiado preocupado por las circunstancias.

¿Y ahora que Billyboy? ya tienes a las ovejitas en el redil.

Le pregunta a su hermano armado.

- Este comportamiento no pega demasiado con el rubio diamante.. ¿Qué pretende? Realmente esto no tiene sentido. ¿Por qué dentro de la casa de nuevo?

Temblando sigo las órdenes de Steve, no sé si me da más miedo Rick que ahora parece un animal peligroso, o Diamante enfadado y armado con un arma, o esta maldita casa que esconde locos armados con hachas en sus pasadizos.

Dirigiéndome a los demás, con voz que intento suene neutra, aunque me sale algo entrecortada, pero sin asomo de rencor o culpa - Eli, Mark, mientras estaba arriba con Rick, ¿heristeis a Steve? ¿Al final eran ellos los de las linternas? Y no alcéis la voz, por favor. Steve ya está lo suficientemente cabreado para que le provoquemos y acabemos matándonos entre nosotros.

Justo al decir esto se me ensombrece el rostro por un instante, al recordar que Rick, o su demencia, ha hecho exactamente lo que acabo de decir: matar a uno de los nuestros.

Una vez el resto ha entrado a la casa, Greg se apoya contra una pared, visiblemente cansado. Mira a su hermano con cara de reproche. Aún así casi no tiene fuerzas para regañarle, y su voz sale apenas en un susurro.

Bueno, ya estamos solos. ¿Ahora quieres contarme que está pasando? No parece que ellos estén afectados por ningún estado de locura. No creo que haga falta encañonarlos…

- Sí, Elisabeth le hizo una pregunta porque el comportamiento no nos parecía el de él, y llegamos a la conclusión de que no era él.. Le digo en el mismo tono.

- Lo que no sé es quién fue quien le clavó el pie al suelo. Los hechos se habían descontrolado de tal forma y el ritmo disparado a tal velocidad, que realmente no me acordaba de quién había hecho qué..

Steve comprueba, con un gran estado de satisfacción interna, como los demás ceden y obedecen, vislumbrándose una media sonrisa en sus labios. SAbía que tenía la sartén por el mango, tenía controlada la situación y esa sensación de poder le había gustado. Todo había ido bien...todo iba a ir bien a partir de ahora, si hacían lo que el quería...

- Como se nota que tú no los has escuchado- dice en voz baja a su hermano mayor, sin guardar el arma y sin dejar de mirar de reojo la puerta por la que había obligado a entrar de nuevo al convento al resto del grupo- Locura no, lo siguiente, que te diga Jimmy la explicación que nos han dado de lo que les había pasado...- y, sin dejar reaccionar a éste, pasó a informarle él mismo- se han puesto a contarnos que, por lo visto, hicieron una ouija y contactaron con una monja del más allá que les contaba que habían pasado cosas raras en este convento, que tenía un diario escondido donde lo contaba todo y entonces entraron aquí para buscarlo, pero cuando lo encontraron apareció un tio con un hacha que los atacó y un demonio!- enfatizó esto último abriendo desmesuradamente los ojos, siendo consciente de lo extravagante de lo que estaba contando- sí, sí, un demonio que por lo visto se metió en Rick y movía cosas y por eso atacó al viejo y, patatin, patatan, una ida de olla como la copa de un pino, tio, si eso para ti no es estar como las putas cabras ya me dirás que es. El caso es que cuando nosotros entramos aquí no había nadie, sólo ellos y, aunque ahora parecían normales, como si no hubiera pasado nada o no pudieran recordarlo a mí no me la juegan más- se lleva la mano libre a la boca dándose un sonoro beso en uno de los dedos, como si estuviera jurándolo por lo más profundo- por éstas!

Rick es el más reticente a obedecer las órdenes de Diamante. No hay desafío es su mirada de animal confuso, pero sí una huella de hostilidad y cierto atisbo de inteligencia en sus ojos. No obstante, cuando Rubí hace lo que Steve dice, Fabiano imita a los demás con mayor docilidad que nadie.

La mirada del jugador de rugby está fija en algún punto oscuro del interior de la casa. Su mente, muy lejana.

- Cierra la puerta - ordena Steve cuando Mark, Rubí, Eliz y Rick atraviesan la puerta del hall situándose en el pasillo principal del Convento.

La puerta cede sin mayor esfuerzo, dejando al otro lado, en el hall de entrada, a Greg, Steve y Jimmy, en compañía del cuerpo inerte de Marcos.

La oscuridad vuelve a cernirse sobre vosotros. Avanzáis dando pequeños pasos hacia atrás. Cuando los cuatro os situáis en el pasillo, Diamante os obliga a cerrar la puerta, quedando aislados.

¿Qué planearán? Querrán quedarse a solas para hablar y programar el siguiente movimiento.

La desconfianza anida definitivamente en vuestros corazones.

¿Qué es esto? -  dice alguien mirando hacia el suelo refiriéndose a algo con lo que ha tropezado.

Todas las miradas se dirigen al mismo sitio.

Joder, la puta muñeca!!!

Tened cuidado de no pisarla!

- Esto no me parece normal.. Algo hay que no nos han contado. No me fío les digo en un tono bajo para que no puedan escucharme desde el otro lado de la puerta. Y, ¿de dónde ha salido ese arma?

- No lo sé, pero desde luego no me fío de Steve. Le hice una pregunta y ni se molestó en contestar, así que si ahora se hace el ofendido es porque oculta algo - Aunque de vez en cuando mira a los demás, no deja de mirar a Rick - Creo que ya no es el que era, aunque su hermano el flipao sí que parece seguir siendo el mismo idiota que antes

Echa un vistazo rápido a la muñeca e inmediatamente recuerda la que ella también sujeta.

- Nosotros también necesitamos un arma. Dejar que Steve lleve una pistola no me hace mucha gracia, así que es posible que necesitemos algo para defendernos si se le va la olla - Señala la muñeca que permanece en el suelo - A lo mejor podría servirnos.

- Es difícil que podamos hacer frente a un arma de fuego con una muñeca que no puede considerarse ni siquiera un arma cuerpo a cuerpo... Le digo a Elisabeth tras haber echado un rápido vistazo de nuevo a la muñeca de trapo que no podría ser usada ni como arma arrojadiza por su falta de peso.

- Viendo lo que le ha sucedido a Rick espero que no le esté pasando lo mismo a ese descerebrado de ahí fuera..

Mientras hablas, una idea aparece repentinamente en la cabeza.

No... eso es una locura... No deberíamos movernos de aquí... Pero tal vez sea nuestra última esperanza.

Tu mente de arquitecto hace cábalas...

Al fin y al cabo esto es un convento, pero es más que probable que se guardara algún tipo de arma en algún sitio. Este lugar no deja de ser un lugar apartado... En algún momento de la historia de este maldito lugar alguien podría haber metido armas aquí... con un fin defensivo, claro. 

Y el mejor lugar es, como siempre, ... ... el sótano.

Los pelos del cuello se te erizan con solo pensarlo, pero es una posibilidad.

Greg escucha atentamente a su hermano, sin interrumpirle en ningún momento. Desde luego la historia sonaba rocambolesca. O al menos así le habría sonado hace unos días. Pero Greg no podía quitarse de la cabeza el ritual que llevó a cabo junto a Elizabeth y aquella extraña muñeca. Por unos segundos vio a los muertos en aquella casa, sintió su dolor, escuchó sus gritos de lamento... y notó algo más, pura maldad.

Bueno, tal vez estén diciendo la verdad...- comenta Greg con tono inseguro-. Yo lo vi, tio. Lo noté. Cuando hice aquel ritual con Eli sentí a los muertos... ¿Estoy yo también loco, Steve? Lo mejor será que nos calmemos, nos unamos a ellos sin amenazas, y leamos ese diario,  a ver que dice.

Muevo la cabeza mientras rebusco entre mis bolsillos para recuperar la linterna.

- No sé qué pensáis vosotros, pero yo esto no lo veo claro. Y no me gusta estar desarmado e indefenso cuando alguien empuña una pistola. Enciendo la luz de mi linterna e ilumino el resto del pasillo.

- Creo que sería conveniente encontrar algo con lo que hacer frente a una posible situación extrema.. ¿Venís a buscar algo? les digo mientras ilumino la entrada hacia las escaleras que bajan al sótano.

- Mejor hacer algo que estar esperando acorralados en este lugar, ¿no creéis?