Partida Rol por web

Rick continúa abriendo la marcha. Se podría decir que las visiones tenebrosas del sótano no le afectan, sin embargo lo cierto es que el jugador de rugby evita todo contacto con cualquier mueble de la sala y sus ojos - si los que le siguen pudieran verlos - están abiertos hasta su límite.

Joder, joder, joder, joder, joder, joder...

Continuo yendo al lado de Mark y Eli, mirando hacia lo que ilumina la tenue luz de la linterna del arquitecto. Por si fuera poco la visión de los maniquís ahora ataúdes. Y algunos de niños!! ¿Serían ellos los niños de los que hablaba Miroslava?

Me sentía como si caminara en una pesadilla. Llegamos a una especie de salón. Qué pinta un salón en medio de todo esto era igual de difícil de explicar que la presencia de los ataúdes o los maniquís.

Continuo siguiendo a Rick con el corazón golpeándome violentamente, intendando respirar acompasadamente para moderarlo y mirando a un lado y a otro para evitar desagradables sorpresas...

- Esto no es lo que esperaba encontrar en el sótano.. desde luego que no no me detengo en ningún momento, sigo adelante, sin perder demasiado tiempo en mirar todo lo que hay a nuestro alrededor.. Aunque nada de todo ello está en el lugar adecuado. Nada.

- Un arma.. un armero. Y en esa época deberían estar en vitrinas.. o algo así muevo la cabeza ligeramente, buscando en las paredes muebles cubiertos cuya silueta pueda dar a entender que hay una vitrina bajo de las sábanas.

- Esa puerta,, debería llevarnos a algún sitio. Hemos avanzado bastante,, quizás sobre nuestras cabezas ya esté el otro ala del edificio.

Una agradable sensación de calidez va colonizando poco a poco los miembros del joven Jimmy, recostado sobre una mesa a tres escasos metros del fuego y con la tripa llena de comida, el cansancio comienza a imponer su placentero castigo. Poco a poco los párpados pesan como si fueran de hormigón y al cabo del rato la respiración regular y tranquila revela que Jimmy está completamente dormido.

Parece que por fín y pese a todas las adversidades, el joven puede encontrar algo de paz en un tranquilo sueño acunado por los excesos de la marihuana y el cansancio de esta noche de locura.

El sopor se adueña de las cansadas mentes de los tres hermanos. El único que sigue lúcido es Steve. Tal vez por el dolor en la pierna o sencillamente por el cabreo que aún tiene, Diamante permanece dando vuletas comiendo algo.

Ni el rubiales ni el fiestero se dan cuenta del estado de Greg. Éste no ha querido comer nada. Se ha acomodado cerca del fuego y ha cerrado los ojos, acurrucado en posición fetal contra la pared, en una posición que no parece nada cómoda.

De haber estado más atentos, habrían observado su frente perlada por el sudor frío, sus ojeras marcadas y otros síntomas indicativos de una fiebre intensa.

Pero cada uno a lo suyo, han pasado por alto un detalle... vital.

Te sumes lenta e inexorablemente en un sueño terrible, producto de la fiebre y del empozoñamiento sufrido por la acción de la viuda negra que te picó hace horas.

El veneno se ha extendido. Tu herida en la mano ha comenzado a necrozarse, y la toxina circula libremente por tu organismo.

Temes por tu vida, aunque realmente no sabes qué ha ocurrido.

Sin articular palabra te duermes, quedando a merced de las toxinas letales...

Segundos después, envueltos en sombras y pensamientos fantasmagóricos, llegás a la puerta de madera que se encuentra al otro lado de ese improvisado salón.

Nadie ha salido de los ataúdes a comerse vuestras almas. Ningún vampiro, zombie o esqueleto ha regresado del más allá para llevaros por la fuerza. Aún así, la presencia de algo sobrenatural e inquietante os agarra el corazón, sintiendo una ansiedad y un  terror contenido que supera todo lo que antes hayáis podido vivir.

Bueno, ya que hemos llegado hasta aquí, habrá que abrir la puerta. Aunque seguro que estará cerrada con llave y habrá que echarla abajo...

Mark, iluminala por favor.

Y me acerco a ella, vacilo antes de poner la mano en el picaporte y luego intento abrirla, comprobando si está realmente cerrada o no...

El haz de mi linterna alumbra la puerta. El sonido de la puerta al abrirse no ayuda precisamente a tranquilizar nuestras mentes.

- salimos sin un arma.. me lamento

Nada más entrar en la biblioteca, Greg se acurruca junto al fuego. Pero a pesar del calor que desprenden las llamas el siente un terrible frío interno. No para de temblar, el corazón acelerado, demasiado cansado como para abrir la boca para decir que algo va mal. Solo quiere dormir y descansar. Y eso es lo que hace. Sus ojos se cierran, lentamente, y entra en el reino de morfeo...

El chirrido de la puerta al abrirse recuerda a películas baratas de terror de mediados de los años 80. Aquellas en las que desde detrás de quicio aparecía un ser enmascarado con un hacha o una mano armada con cuchillas y se cernía sobre los estúpidos protagonistas para descuartizarlos.

Pero no es el caso. O al menos de momento. Las luces de las linternas se dirigen con ansia hacia el interior de lo que parece un pequeño cuartucho que debe estar situado debajo de la entrada principal del convento. El olor a cerrado y a humedad asalta vuestros pulmones.

El sonido es absolutamente sobrenatural y fuera de lugar en este ambiente. Rompe la tensión del momento y llega a crispar los nervios de más de uno.

La puerta queda definitivamente abierta y el acceso a la nueva habitación está garantizado, pero habrá que entrar para saber qué hay dentro.

Esta vez el jugador de rugby no se da prisa por abrir la marcha. Algo le mantiene suspicaz y reticente a entrar en la nueva habitación. Solo mira hacia la oscuridad, como si tratara de ver en las penumbras.

Otra puerta más que no conduce a ninguna luz.. mal asunto.

Me acerco prudentemente con la linterna por delante para que su haz de luz rompa la negrura que tanto tiempo parece llevar acumulada.

Junto con mis ojos, otro de mis sentidos intenta captar algo de la nueva habitación.. - ¿Cuánto tiempo llevará cerrada? intento captar el olor a cerrado que debería impregnar todo a nuestro alrededor..

El arquitecto es el primero en acercarse al umbral. El dintel oculta una densa oscuridad que parece resistirse al haz de luz de su linterna.

Con mucha precaución atraviesa la puerta. El polvo y la humedad saturan sus pulmones, sintiendo una sensación de ahogo poco agradable.

Detrás de él permanecen Eliz y Rubí. Y un poco más apartado, Rick.

Lo que parecía un pequeño habitáculo esconde un almacén de trastos con cosas aparentemente inservibles.

Al la izquierda, no obstante, aparece un viejo banco de herramientas desordenado y con muchos utensilios encima.

La mugre y el óxido lo cubren todo, pero algo os dice que aquí puede haber más de lo que aparenta...

Puafff! que olor a cerrado!

Herramientas!! Algo servible!! Por fin!!! Espero...

Y animada les miro: Aquí seguro que habrá algo que nos pueda servir! Si iluminas el banco podremos curiosear a ver que hay..

Y entro en la pequeña habitación de bricomanía, directamente al banco de herramientas.

El ansia por armarse y sentirse protegida impulsa a Rubí al interior del habitáculo para curiosear sobre el banco de herramientas.

Viejas llaves oxidadas, trozos de goma pasada, un viejo aplicador de aceite, una inservible llave de paso de agua, un serrucho antiguo y otras herramientas poco útiles.

Hum... ¿Qué es esto?

Es visible una oxidada hacha de mano pequeña y...

CARTUCHOS!

Media docena de cartuchos de escopeta, vacíos y oxidados. Pero cartuchos al fin y al cabo. 

Allí donde hay humo, suele haber fuego. 

El descubrimiento de Rubí me hace dar un paso más adelante e iluminar con más insistencia nuestro alrededor.

- Debe haber por lo menos una escopeta..

Steve se pasa la manga por la boca secándosela, después de darle el último trago a su cerveza. Al menos habían sacado un hueco para comer un par de hamburguesas y beber algo, saciando en parte el rugir que empezaba a acrecentarse en sus estómagos. Acerca una de las mesas para sentarse sobre ella a la puerta, abriendola un poco para poder observar por la rendija que ha dejado mientras juguetea con la lengüeta de aluminio. Ahora sí que estaba tranquilo.  Sin que sus hermanos se hubieran dado cuenta se había quitado de en medio a los demás, alejando de esa forma el peligro que sin duda suponían, aunque tampoco podía relajarse demasiado...ya sabía como se las gastaban sus "amigos". Sus hermanos podrían relajarse...el vigilaria por ellos...