Partida Rol por web

Observas absorta en tu mundo con un nuevo objetivo en la cabeza. Llegar a los libros superiores. Buscas la manera de llegar arriba. Está alto y solo se puede llegar con una escalera. A la vista y en la zona donde estás no observas ninguna. Estás segura.

- Bueno, parece que está despejado. Rick, mete la madera en la chimenea, por favor. me incorporo de nuevo, protegiendo la llama del farol - Gracias Greg, ya puedes cerrar. Fuera hace demasiado frío.

Miro a los demás, echando un vistazo general para ver qué tal van los ánimos de la gente.

- Quién hace el fuego? Yo mismo sería capaz de hacerlo, pero no quiero ser el centro de atención.. no quiero que el ego de los jugadores descerebrados con los que estoy sea un problema.. de nuevo.

Unos trozos de otra silla se unen a los de la primera mientras el empollón comprueba la chimenea, cuando ha terminado el jugador de rugby agarra los fragmentos y se acerca con ellos al próximo fuego.

Mira con expresión extraña a Mark Spinner mientras le habla y tras unos segundos reacciona sin responder y lanza la madera hacia el hueco de la chimenea. Tras eso, volviendo al segundo plano, manteniendo el silencio, se sienta en una de las sillas que ha dejado intactas con la mirada en el vacío.

Eeeeso esta hecho- responde a Spinner cuando este le avisa que ya puede cerrar la puerta. Empuja la puerta, para acto seguido colocar como bien puede una de las mesas frente a esta. Así tal vez el grupo se sienta más seguro.

Toma hermanito- le dice a Steve, metiéndose la mano en el bolsillo y sacando su zippo. Se lo lanza, dejando en sus manos la tarea de encender el fuego.

Gregory se acerca ahora donde Marcos, que se queja de dolores en la espalda. Greg, como profesor de yoga, es un buen conocedor de los músculos del cuerpo humano. Se frota las manos enérgicamente, para calentarlas, y se prepara para inspeccionar la espalda del anciano.

Veamos, amigo. Déjame echar un vistazo a esa espalda. Relájate y coge aire profundamente- Gregory coloca las manos en la espalda de Marcos, tanteando los músculos y tendones-. A ver…

El bibliotecario se muestra reticente a que le toques. Pertenece a una generación para la que el contacto físico es tabú, y más si viene de otro hombre. Aún así parece que el dolor es más fuerte que el pudor y consigues levantarle la camisa por la parte de atrás. El anciano está helado, y a la luz de la linterna puedes ver su piel blanca pálida amoratada por el frío. Sus ropas están mojadas y tirita de frío. Nada más tocarle salta como un resorte. El dolor es bastante agudo...

Como todos los viejos de mi edad, la carrocería ya no es la que era. No es nada... te dice más para autoconvencerse que para otra cosa.

Pero algo te dice que sí puede ser algo. Una pequeña fisura vertebral, una pequeña hernia de disco... Esto va a doler a medida que vayan pasando las horas y se vaya enfriando el golpe. Un analgésico potente no vendría nada mal...

A mí que me contais!- protesta airadamente Diamante- yo solo sé que estoy muerto de frio y soy capaz de quemar hasta el techo con tal de entrar en calor. Toma anda...- dice acercandose a su hermano Jimmy y tendiéndole uno de los libros que había amontonado y la linterna- la leña ya te la está preparando aquí el torete- dice con una media sonrisa señalando a Rick que parece descargar la frustración que ha acumulado por su percance de antes con Rubi a golpes con las sillas.Habíendo sido sustituido por su hermano en la tarea de hacer el fuego, Steve colocó sus manos en jarra sobre las caderas deseoso de que su hermano prendiera ya la hoguera, sin embargo, algo atrajo su atención...esa sensación...era como si alguien le estuviera observando. Echó un vistazo alrededor. Spinner hablaba con el viejo, Rick destrozaba las sillas, Eli seguramente estaría buscando más fotos morbosas entre los libros y Rubí...la pobre no hacía nada, nadie le miraba...acercate y habla con ella...se dijo a sí mismo. Sin embargo, cuando se disponía a avanzar hacía ella vió un reflejo en la pared, un reflejo con forma cuadrada que sabía a que objeto pertenecía. Se acercó a la pared y comenzó a coger, casi por instinto, uno por uno, todos los retratos de monjas que colgaban de la pared haciendo una especie de regazo con su camiseta para ir recogiéndolas. No se atrevía ni siquiera a mirarlas a medida que las arrancaba de sus cáncamos pero había creido sentir sus ojos clavados en su espalda desde que entrara en la biblioteca. Seguro que sólo eran suposiciones suyas pero los antecedentes vividos habían hecho mella en la cabeza del futbolista...Eli decía haber fotografiado un espiritu de monja (él ni siquiera había mirado la cámara cuando se la enseño a los demás, era más fácil no creer en esas cosas si no se veían) y sabía lo que se decía antiguamente de las fotografias, que atrapaban los espiritus de la gente y todo eso...¿quien sabe si podrían hacer el camino inverso? ¿Y si podian escapar de ese rectángulo de papel en el que hubieran quedado prisioneras...?
Por si las moscas, Diamante abrió la puerta de cristal, dispuesto a tirarlas fuera pero al coger una de ellas refrenó sus impulsos, colocándolas con cuidado, una a una, sobre el suelo, vueltas hacía la fria y húmeda tierra como si de esta manera bloqueara su salida...más valdrá evitar que despierten...

Tras la corta e infructuosa búsqueda de la escalera, echa mano a una de las sillas más cercanas y la arrastra hasta la estantería que había estado observando. Tras asegurarse de que aún está en buen estado, coloca un pie sobre el asiento y haciendo un pequeño esfuerzo se sube para tratar de alcanzar los tomos más altos. No es demasiado, pero al menos conseguirá paliar levemente su escasa estatura.

Mientras tanto, puede escuchar de fondo como los demás discuten mientras intentan encender el fuego. Al parecer, la primera idea de Steve ha sido descartada, y han decidido no utilizar los libros como combustible. Al menos de momento.

Una vez consigue tener los libros más grandes al alcance la mano, intenta leer algunos de sus lomos para comprobar qué esconden entre sus páginas.

Te subes a la silla y de puntillas intentas ver el estante superior de la estanteria central. Los libros son más grandes y tu atención se centra en un conjunto de 12 o 15 tumos, altos y gruesos. Encuadernados en negro. Lo que más te llama la atención es que no tienen título alguno, ni siquiera una numeración.

No obstante, no llegas a alcanzarlos.

Greg echa un vistazo a la espalda de Marcos. Frunce el ceño al ver la zona dolorida, y más aún cuando Marcos salta por el dolor cuando le toca la zona.

Hummm… no tiene muy buena pinta. Será mejor que te acerques al fuego para calentarte y te tumbes, sin moverte mucho. Puede que te vaya doliendo más según pasen las horas, amigo. Lamentablemente no tenemos ningún analgésico… te vendría muy bien.

El zippo resbala entre los dedos helado de Jimmy wue apenas es capaz de hacer girar la piedra para que suelte alguna chispas. Aunque finalmente consigue que el mechero encienda una llama vacilante, el libro no  parece apenas se chamusca sin llegar a prender.

Vaya mierda. Parezco idiota, no se puede prender un libro con tapas de cuero con un mechero de mierda. Habrá que arrancar las páginas y echarlas sin las tapas. Dios que ganas tengo de que esto encienda, unas buenas brasas es lo que hace falta... y chuletas, o hamburguesas...

Jimmy comienza a arrancar páginas de los libros y a hacer bolas apretadas con el papel, que luego introduce en la chimenea. A simple vista está claro que es la primera vez que hace un fuego de verdad.

La actitud es muy importante. Hacer creer a los demás que eres el mejor en algo aunque sea la primera vez que lo intentas. Eso es lo que parece haber ocurrido con el bueno de Jimmy. Su sagaz comentario acerca de cómo encender el fuego parece no tener ningún tipo de correlación con la capacidad práctica de el fiestero para hacerlo... Años de evoloción antropológica para perder el origen de la evolución humana en el siglo XXI. Salta a la vista que como casi todo, esto para Jimmy es un juego. No tiene ni idea de cómo hacerlo...

Viendo la falta de práctica para encender fuego de Jimmy, me doy cuenta de que quizás no sea la persona más idónea para hacerlo, pese a su iniciativa en hacerlo.

Yendo a su lado, cojo el mechero que ha dejado en el suelo mientras hace trizas el libro. Cojiendo un par de bolas de papel, y "montando" la leña suministrada por Rick, enciendo el mechero y lo acerco a las hojas para prenderlas. Justo cuando la llama está a punto de entrar en contacto con el papel, una ráfaga de viento hace tambalear la llama hasta apagarla.

Ahogando una maldición, vuelvo a encender el mechero. En este segundo intento, protejo más la llama con la mano, para evitar las corrientes de aire.

Las hojas, al entrar en contacto con el fuego, comienzan a arder. Poco a poco el fuego empieza a extenderse por la madera.

- Marcos, Greg, acercáos. Parece que esto va bien..

Solamente al encenderse el fuego Rick parece reaccionar y se acerca al grupo aprovechando el calor del fuego. Su mirada está vacía y permanece en silencio.

Con gesto ausente saca algo de su bolsillo y lo observa como si hubiera olvidado que estaba ahi. Un cuchillo pequeño pero afilado que cogió en la cocina brilla a la luz del fuego.

Tras unos minutos de intentona, Mark consigue prender uno de las maderas de las sillas. El fuego se pega tímidamente, quizás por la humedad acumulada durante numerosos inviernos. Pero finalmente el calor vence la humedad, evapora el agua, y las llamas ganan terreno.

El calor aún no se nota, pero desde luego el fuego invita a los compañeros a acercarse y arremolinarse junto a él. Marcos necesitará ayuda y un lugar cómodo en el que descansar. El suelo raso y estas sillas de madera antiguas no parecen la mejor de las opciones para una espalda dañada.

Después de algunas horas de tensión, parece que al fin llega la calma. La biblioteca se llena ahora de un nuevo tipo de luz. El crepitar de la leña ardiendo le propicia una banda sonora no escuchada en este aposento en décadas. Las cosas parecen mejorar.

La única que mantiene una actividad paralela al resto es Elizabeth. Que sigue empeñada en alcanzar un conjunto de libros en la parte alta de la estantería central. El resto centra su atención en Mark, el fuego y los más heridos. Salvo Rick, que sigue absolutamente ausente y con la mirada perdida.