Partida Rol por web

La luz bañaba la blanca piedra del baluarte conforme ibais caminando hacia sus puertas. Desde hacia un breve periodo de tiempo, el baluarte se había convertido en el punto de esperanza en el mundo corrupto, la ultima ciudad totalmente pura en ese mundo caótico de lujuria y deseo. Por diversas razones habíais decidido entrar en ese lugar santo, pero todos teníais el mismo objetivo. Ir a la cámara de Elesia.

La propia dama de la luz se ocupaba de bendecir a cada uno de los ciudadanos nuevos que llegaban a la ciudad. No era necesario pedir una audiencia ni mucho menos ya que la dama estaba disponible para todo aquel que la necesitara. En el poco tiempo que la ciudad estaba asentada, Elesia se había ocupado de levantar el comercio entre el portal corrupto y Ingnam. Sin duda era una dama digna de reconocimiento y en el cual se sostenía toda la rebelión contra la corrupción.

Vuestros pasos atravesaron los comercios, llenos de cientos de personas y de razas. Algunas eran extrañas, con cuernos y demás. Otras eran similares, pues muchos elfos se habían unido a la rebelión. Pero vuestros ojos en ese momento solo se fijaban en la capilla. Un guardia os hizo parar en la puerta y en ese instante es cuando os visteis por primera vez. Dos humanos y dos elfos.

Tal como caracterizaba a la raza de las elfas, ambas mujeres tenían una belleza digna de admirar. Una de ellas llegaba una armadura de tela y cuero que dejaba a la vista gran parte de su piel blanca. En su espalda un bastón y en su cabeza un pequeño sombrero, que decoraba su largo cabello blanco medio trenzado. La segunda portaba una armadura de cuero que al igual que la elfa anterior dejaba a la vista su piel. En la espalda reposaban dos espadas cortas bien afiladas. Su cabello dorado reposaba en su espalda y se dejaba mecer con cada paso que daba.

Por el contrario la humana portaba una espada guardada en su cincho y una armadura entre la tela y el hierro. Un vestido largo que algunos dirían que dificultaría sus movimientos, pero ella estaba acostumbrada a moverse con eso puesto. Su cabello era corto, no mas lejos que el de la nuca y unos ojos decididos que no tardaron en observar a las personas que la rodeaban. Finalmente un hombre, o al menos casi ya que su rostro y complexión le hacían parecer mas un niño. Una larga túnica negra era su única vestimenta y decoración. El cabello era corto por la parte de la cara, pero largo en la espalda, recogido por una coleta.

El guardia os hizo una seña para que pasarais a la cámara y allí os atendió la dama Elesia. La piel era blanca, con un pequeño tono para que no fuera desagradable. Su cabello parecia captar la luz de su alrededor y reflejarla ya que no era castaño ni dorado, un tinte muy hermoso. Una pequeña horquilla de plata era su única decoración. El vestido era blanco y de seda, tapaba lo justo para que pareciera recatada y se movía con gracia hacia vosotros. Su rostro os sonrió con amabilidad.

-Bienvenidos, heroes. Bienvenidos al Baluarte de la ultima esperanza. Bienvenidos a vuestro nuevo hogar.

Cuando pensaba en el último lugar puro de un mundo repleto de corrupción, Shun no podía haber imaginado un lugar tan bello. El cielo casi parecía abrirse sobre la ciudad para iluminarla con su luz, haciéndola resplandecer como nada que el joven hubiera contemplado antes. Sus ojos recorrían emocionados cada rincón, asombrándose con cada descubrimiento. Había temido que aquello hubiese sido un error pero ahora, viendo a todas esas extrañas criaturas en medio de lo que podría haber sido la actividad cotidiana de cualquiera de las ciudades de su mundo, su corazón se habría calmado y llenado de esperanza. Lo que se había podido hacer una vez tenía que poder hacerse dos. ¡Y cientas! Ese mundo podía llegar a ser un lugar maravilloso, un lugar maravilloso como en el que ya estaba y que él ayudaría a extender. Se sentía muy feliz de haber cruzado el portal y más los estaría cuando llegase ante Elesia.

Su emoción sólo quedó frustrada por un instante cuando aquel guardia se interpuso en la puerta. Estaba tan cerca de ella que casi ni se fijó en sus compañeras. Cuando por fin les dejó pasar, lo que para Shun parecieron horas enteras de espera, se quedó completamente mudo. Estaba allí, delante de él, y no era un sueño por mucho que todo pareciera sacado de uno. La dama de la que tanto había escuchado hablar durante toda su vida se dirigía en toda su majestuosidad hacia ellos él y le obsequiaba con su sonrisa. Ahora entendía lo que ocurría con la ciudad entera. Ella era su corazón. Todo el baluarte emanaba parte de su misma esencia, de la pureza absoluta.

Sintiéndose indigno de semejante honor, terminó apartando la vista de ella cuando se les dirigió. Le hubiera encantado agradecerle sus palabras con la misma intensidad que había sentido las suyas pero era incapaz de articular cualquier tipo de sonido. Su única respuesta terminó siendo un rubor rosado que se extendió por sus mejillas.

Por fin el día había llegado. No podía nombrarlo como el inicio, pues para mí aquel momento tuvo lugar mucho tiempo atrás cuando por primera vez mis pies se apoyaron sobre el mundo corrupto en el que ahora nos encontrábamos. Pero ahora, en este mismo lugar, en este mismo día, comenzaría la más importante misión que la humanidad hubiese llevado a cabo. Podía sentir como mi corazón latía con fuerza, acelerado, expectante por cruzar las puertas de la capilla y reunirme de nuevo con Elesia. Pero de momento nuestro encuentro tendría que esperar, encontrándome allí parada con unos compañeros de lo más variopintos a cada uno de mis lados.

Giré mi cuello, sin perder la firmeza de mi pose al hacerlo, y me fijé en cada uno de los rostros de aquellos que serían mis compañeros. Como yo, otro humano se uniría en este viaje, pero a mi otro lado no podía ver más que elfas. Seres nacidos en un mundo de corrupción. No dudaba en que sus intenciones fuesen buenas, no era eso... había visto antes a los suyos luchar y morir por derrotar a la corrupción. Pero no podía evitar un pensamiento que recorría mi cabeza cuando les miraba, uno que me decía que una raza de naturaleza corrupta no podría tener la misma pureza que los nacidos fuera de ese mundo. Ojala me equivocara.

Llevé entonces de nuevo la mirada al frente sin pronunciar palabra, cuando al fin el guardia que custodiaba el lugar nos dio paso. Las puertas se abrieron ante nosotros, a lo cual al instante respondí comenzando a caminar, ansiosa por encontrarme con Elesia. Quería comenzar con el viaje, con la misión que pronto nos encomendaría, pues la corrupción ya había vencido durante demasiado tiempo y ahora nos tocaba a nosotros. Mis ojos se posaron en la mujer, entrecerrándose casi destellados por el gran brillo que toda ella emanaba. Su rostro era hermoso, casi angelical, haciendo fuertes los corazones de todos aquellos que la observaban.

En el mismo instante en el que me detuve a unos metros de ella, incliné mi rostro, arrodillándome y hincando la rodilla en el suelo mientras mantenía la mirada hacia abajo. Los cabello dorados caían sobre mi cara, haciendo una pequeña cascada que ocultaba mi cara de las miradas de los demás.

- Mi señora - pronuncié con un tono suave, sin alzar mi rostro ni perder aquella postura de veneración hacia la dama de blanco.

Llevaba tiempo en la ciudad y aun así nunca podía dejar de admirar el baluarte en que habia sido convocado. Su decorado y presencia no era algo que pudiera compararse con alguno de los otros lugares en este mundo, ya que tenia su propia aura mucho mas limpia y pura.

Pero el baluarte no era lo único que llenaba su corazón de dicha en ese lugar, la presencia de una gran cantidad de elfos también lo hacia. No habían sido tantos los que la acompañaron en su huida de los demonios, aunque luego descubrió que varios grupos también habían decidido emigrar asi este lugar lo que lleno su corazón de esperanza por su raza que de a poco era iluminada por la Luz que otorgaba Elesia.

Su primera parada fue hecha en la puerta de entrada a la recamara de Elesia, algo que le dio suficiente tiempo para examinar a sus compañeros que la ayudarían en la misión que pronto recibirían. Primero observo al hombre, siendo el único de su genero que nos acompañaba habia de esperar algo diferente pero no lo juzgaría tan pronto ya que se necesitaba un gran valor para ser encomendado esta misión. Por otro lado observo a la humana cuando esta hacia lo mismo, no le entrege una sonrisa como tan fácilmente harian algunas de mis hermanas elficas sino que la mire con determinación sintiendo que ambas compartíamos al menos eso. A la elfa la mire de último, pero no por alguna razón especial; le asintió con el rostro dándole su aprobación por sumarse a esta expedición, internamente estaba contenta de no ser la única elfa en alistarse.

Cuando se les permitio pasar, avance hasta la distancia adecuada y junto a la humana me agache demostrando mi devoción por la señora que nos habia traído la luz hasta este mundo. “Gracias por recibirnos Señora Elesia.” Habia otro significado en sus palabras, un agradecimiento desde su raza que no dudaba la señora de la luz habia captado.

El baluarte, el lugar mas hermoso que habia visto jamás, solo ver como las paredes reflejaban la luz del sol mi corazón plapitaba con fuerza, casi para salirme del pecho. Era uno de los pocos lugares totalmente puros que quedaban, y aunque me podria haber quedado ahi todo el dia observandolo, tenia algo más importante, ir a la camara de Elesia.

A medida que iba caminando veia diferentes tipos de razas en las paradas montadas en la ciudad y en el fondo una capilla. Me dirigí a ese lugar y en la entrada encontré a 3 figuras, dos humanos y una elfa las cuales observé con disimulo.

Cuando el guardia que vigilaba la entrada decidió dejarnos pasar llegamos al lugar donde la bella figura de Elisia permanecia. Su piel era de un tono blanco que, en mi opinion, era muy bonito. Su pelo largo y sedoso era de el color del sol, de decoración una horquilla de plata enganchada y por ultimo su vestido de color blanco y de seda. Tal vez era una reacción exagerada de mi parte, pero me parecia una mujer digna de admirar, tanto que al oirla hablar no pude responder sus palabras.

Elesia sonríe con cariño y se acerca a los héroes que se encontraban arrodillados. Con dulzura toca la mejilla de cada una y indica que se levanten. Las manos de Elesia son suaves y cálidas, os gustaría sentirlas en un abrazo, podría ser una muy buena sensación para calmar corazones agitados.
-No os arrodilleis heroes, solo los seres oscuros se arrodillan como sumision. Vosotros... Cuando estais levantados. -Debeis mirar de frente.

Abandonando la caricia, Elesia fue caminando hacia el centro de la sala dejando que sus pies desnudos resonaran entre las paredes. -Me alegro que mas heroes se unan a nuestra lucha contra la corrupcion. Este mundo estaria condenado si no estuvieramos nosotros y nosotros seremos los que devolvamos la luz al cielo. Las nubes de corrupcion tapaban la luz a toda la tierra mas alla del baluarte.

-Como seguro estareis perdidos, algunos maestros del baluarte se haran cargo de cualquier duda que podais tener ya que no siempre podre estar yo. Comienza a explicar. -Eliana, Elydia... Mira a las dos jovenes. -El maestro Ajani estara a vuestra disposicion, tiene un caracter un poco tosco pero os aseguro que es un gran miembro del baluarte y digno de mi confianza. Se va paseando por la sala. -Shun y Danae, la maestra Lux se hara cargo de enseñaros lo que necesiteis sobre las energias de este mundo. Se queda un momento parada. -Sora tambien es maestra del baluarte, id si necesitais cualquier cosa de ella.

Elesia hace un pequeño gesto con la cabeza. -Esa es la ayuda que os puedo dar. Mi consejo es que tengais cuidado fuera del baluarte, los seres corruptos siempre estan al acecho y puede ser peligroso. Todos los establecimientos del baluarte estan disponibles para los heroes. La dama sonrie. -Hemos instaurado el comercio en esta tierra asi que debereis ganaros el pan. Buena suerte mis heroes. Si teneis alguna pregunta, os la respondere.

La caricia de Elesia fue suave y cálida, al igual que lo fueron sus palabras. Una débil sonrisa apareció dibujada en mis labios y, aunque no tardó en desvanecerse, pude notar la sensación de reconforte  que su contacto producía. Con un ligero esfuerzo portando la pesada armadura me levanté y llevé la mirada al frente, buscando los ojos de la mujer de blanco. No me había arrodillado ante ella como gesto de sumisión, sino de gratitud y respeto. Pero estaría dispuesta a hacer todo lo que su dulce voz me encomendase.

Me quedé en aquel lugar, observándola y viéndola moverse con delicadeza por la sala. Pronto sus palabras comenzaron a guiarnos por el camino que debíamos tomar, al parecer debía ver a mi maestro, Ajani. No sabía quien era, ni tampoco en qué me podría ayudar antes de partir en la lucha contra las hordas de la corrupción. Pero si Elesia lo había mencionado debía ser una persona importante a la que debía acudir. Al igual que yo una de las elfas también tendría el mismo maestro, aquello me hizo desviar la mirada hacia las mujeres de orejas puntiagudas. No era complicado descifrar cual era Elydia por su armadura y las armas que portaba, aunque de alguna forma u otra, para mí casi todos los elfos eran iguales.

Tras ello nos advirtió del peligro que correríamos una vez hubiésemos abandonado el baluarte, un peligro que ya muchas veces antes había conocido en la lucha contra la corrupción. Había derramado mucha sangre de los enemigos, pero esta vez sería muy diferente. No sería parte de un gran ejército, ni tendría hermanos de mi propia raza para salvaguardar las espaldas cuando el combate se iniciara. Esta vez iría poco acompañada, con seres en los cuales ni siquiera llegaba a confiar plenamente.

Cuando terminó de hablar me apresuré dando un paso al frente, estaba ansiosa por salir del lugar a pesar de los peligros que habría fuera. Quería comenzar con la lucha, pues allí parada comenzaba a sentirme inútil acompañada de mis pocos dotes sociales.

- Mi señora - dije con respeto, acostumbrada a llamar a la gente por su posición en vez de por su nombre - ¿De cuánto tiempo disponemos antes de nuestra marcha? - pregunté de una forma menos ansiosa, no queriendo parecer precipitada.

-Por el momento no tenemos noticias de actividad por el bando corrupto. Empieza a explicar Elesia mientras un guardia se acerca con unos papeles para que los firmara. -Tomaos vuestro tiempo en mirar la ciudad y prepararos para salir fuera. Seguro que algun habitante requiere de vuestros servicios o tiene alguna mision para vosotros. Recordad que necesitareis un poco de capital para poder avanzar con seguridad. Se dirigue al guardia. -Aqui tienes. Le entrega los papeles.

El notar que sus compañeras empezaban a arrodillarse ante Elesia no puso evitar que se le encogiera el corazón pensando en lo irrespetuoso que debía haber parecido pero cuando les pidió con aquella dulzura que se levantaran, insuflando determinación en ellas. No pudo evitar sentirse interiormente celoso por el honor que les había concedido al dejar que entraran en contacto con la piel de sus manos pero, del mismo modo, también se sabía afortunado por haber estado allí.

Ella, Elesia, volvía a adentrarse en la sala y Shun escuchaba sus palabras con total devoción. Nada deseaba tanto como devolverle la luz al cielo en su nombre. Intentó retener los datos siguientes. Divididos en dos grupos, debía ver a Lux junto a la compañera que respondía al nombre de Danae.

Cerró los ojos agradecido por sus consejos y preocupación y seguro de que no podría decir ninguna otra cosa hasta que saliera de allí. También sería bueno recordar lo de Sora, en caso de necesitar algo importante. Pero lo primero sería encontrar algo de comida en el mercado, por si el viaje se hacía demasiado largo o poder cubrir cualquier imprevisto. Esperaba que su compañera estuviera de acuerdo con él y no quisiera precipitarse. Si la dama Elesia se tomaba tantas molestias pidiéndoles precaución, debía ser por algo. Esperaría a que sus compañeras se dirigieran a la salida para ir con ellas.

Cuando sintio el calido toque de Elesia, sus mejillas se ruborizaron recordando aquel sueño lejano que habia tenido con ella aunque ademas estaba avergonzada de que aquella actitud haya sido comparada con la de un ser de corrupcion. Lo siento Señora. susurro antes que se alejara de ella mientras se levantaba.

Se quedo escuchando con atension las instrucciones que les daba como consejo para el viaje de cada uno. Cuando hablo de una maestra Lux que le ayudaria tanto a ella y al joven de actitud relajada. Danae lo volvio a mirar por un tiempo mas largo tratando de averiguar cosas aunque sea a partir de la mirada seria que le imponia. Pero sabia que lo mejor seria hablar con él mas tarde, seguramente empezando por lo que parecian tener en comun. La magia.

Gracias por su ayuda Señora Elesia, estoy seguro que todos las tomaremos en cuenta en nuestras decisiones.  comento esperando que se les de el permiso para retirarse para comenzar la mision y conocer un poco mejor a sus compañeros.

La caricia de mi señora fue suave y tranquila e hizo que mi cuerpo se destensara por completo, obedecí sus ordenes y me levante mirándola a la cara.

No tenia nada que decir por lo que estuve escuchando lo que decía Elesia. Al parecer iba a ver a mi maestro otra vez junto a uno de mis tres compañeros, la mujer humana, justo en ese momento gire la cabeza para poderla ver, me di cuenta que ella también me miró y aparté la mirada. También teníamos un poco de tiempo para conocer a mis nuevos compañeros y explorar la ciudad, así que estuve pensando que podíamos hacer, no teníamos dinero así que no podíamos ir a muchos sitios... Como no se me ocurría nada decidí que haría lo que los demás decidieran, así no habría problemas.

Con la mano extendida hacia fuera.
-Si eso es todo heroes, ya podeis abandonar la sala. Aun tengo a muchos comerciantes que desean hablar conmigo y os recomiendo que no esteis. Se hace bastante pesado. Dice con una risa cristalina. Antes de que pudierais contestar, un grupo de hombres y mujeres entraron en la sala y os visteis obligados a abandonarla por miedo a molestar a la dama.

Os encontrais enfrente de la camara de la dama de la luz. Que deseais hacer?

Antes de que pudiese llegar a despedirme de Elesia el lugar comenzó a llenarse de comerciantes, lo que indicaba que nuestra visita había terminado. El encuentro había sido rápido y las palabras escasas, pero sabíamos lo necesario para poder continuar con nuestra aventura. Por ahora necesitaría llevar a cabo algunas tareas, conseguir algo de dinero para comprar provisiones, al igual que ir a ver al maestro antes de que la hora de marcharnos llegase. No sabía cuales serían sus palabras ni cual era nuestro objetivo, pero no dudaba que pronto todas y cada una de mis preguntas encontrarían su respuesta.

Miré a mis compañeros, uno por uno, fijándome sobre todo en la elfa mejor armada. No me importaba que me viese observándola, si éramos un grupo deberíamos comenzar a tener... cierta confianza entre nosotros. Muchas veces la destreza no era lo que salvaba vidas, sino el sentimiento, notar como tu corazón se acelera cuando ves a alguien a quien aprecias en una mala situación ¿Llegaríamos nosotros alguna vez a sentir algo así? Aún era pronto, muy pronto, pero nuestro camino era largo y podrían pasar demasiadas cosas. Por último solté un suspiro y me aventuré a hablar ante todos ellos, aunque no se me dieran precisamente bien las conversaciones.

- Yo iré a ver al herrero, quiero que le eche un vistazo a mi equipo antes de partir y quizá tenga alguna tarea con la que poder sacar algunas monedas. Necesitaremos suministros antes de partir y no sé precisamente vosotros, pero yo... Todo lo que veis es lo que poseo - dije con total sinceridad. No me importaba mucho donde fuese el resto del grupo, pero sí me importaba acordar un lugar de reunión - ¿Qué os parece si cuando el sol se oculte nos encontramos en la posada?

Vale que no era sociable, pero necesitaría conocerlos a todos un poco antes de salir del Baluarte. Me interesaba saber de sus habilidades, lo que eran capaces o no de hacer, saber a que clase de enemigos nos podríamos enfrentar o cuando sería mejor retirarse a tiempo y no caer ante el adversario. Sería un camino difícil, muy difícil y necesitaríamos estar compenetrados para atravesarlo.

Shun se sintió algo aliviado cuando por fin salieron. Aquella cámara se había llenado en un momento y no estaba precisamente acostumbrado a las multitudes. Cuando se quedaron los cuatro a solas le decepcionó un poco que no hubiera algún tipo de presentación formal entre ellos, aunque fuera por asociar un nombre a cada cara. Su compañera humana había sido muy rápida en decidir su siguiente paso y salvo por tener claro el lugar de reencuentro no parecía preocuparse demasiado por lo que fueran a hacer el resto.

- La posada parece un buen lugar en el que poder echar una mano -comentó algo cohibido por la presencia de las tres mujeres.

Si sólo había una en la única ciudad pura de ese mundo, debía estar siempre abarrotada y seguro que les iría bien una mano en la cocina, sirviendo mesas o preparando las habitaciones. Tareas sencillas que cualquiera podía hacer y que tal vez les hicieran simpáticos a los ojos de los dueños permitiéndoles conseguir alojamiento a un mejor precio.

Se contuvo a si misma porque se encontraba en presencia de Elesia, pero si fuera su elección espantaría a cada uno de los comerciantes a golpes con mi baculo hasta que aprendieran algunos modales. Salio molesta de la sala junto a sus compañeros héroes y suspiro pesadamente antes de cualquiera hablara.

Se quedo escuchando como la guerrera comunicaba el lugar donde estaría y donde se verían, a lo que el único hombre del grupo acepto sin queja alguna por la rapida separacion que proponia. Molestando un poco a la hechicera que aunque no se proponía detenerla le enseñaría un poco de educación, de la cual no pudo enseñar a los mercaderes antes.

“Primero creo que cada uno debería presentarse, ya sea solo con el nombre o también con su especialización.” Comento enojada y rápido antes que alguien partiera. Tosio para llamar la atención a ella por un momento. “Mi nombre es Danae, soy una elfo especializada en la magia natural.” Hizo una leve inclinación. “Asi, ven?” sus ojos iban directo a la humana mientras preguntaba.

Luego se movio hacia Shun y le dio un sonrisa lo suficiente amistosa pero no demasiado para no seguir pareciendo enojada. “Pensaba ir con nuestra maestra Lux, por si tendría un consejo para todos nosotros respecto a lo que nos espera afuera y tal vez un trabajo. Si lo deseas puedes acompañarme para ir juntos con ella.” Ofrecio con un gesto mas calmado mientras se aliviaba su enojo con el paso del tiempo.

El primero en responder fue el chico, era bastante joven, quizá demasiado. Eso me hacía preguntarme si sería de gran ayuda en la batalla que estábamos a punto de comenzar. No dudaba de sus conocimientos, pero sí de su experiencia. No parecía bastante suelto a la hora de comportarse y su aspecto era demasiado inocente, poco intimidante. Aun así solamente me limité a mirar con el rostro serio, asintiendo con firmeza a sus palabras para esperar la contestación de mis dos compañeras de orejas largas para ver cual era su siguiente paso.

Tras el humano, fue la elfa más ligera de ropa la que tomó la palabra. No comprendía como podían vestir de ese modo, dejando la piel de su cuerpo al aire ante la mirada de los demás. Sabía de sobre que muchos corruptos no se conformaban con el hecho de arrebatarte la vida, sino que antes, preferían hacer todo tipo de cosas con tu cuerpo. Quizá por eso yo trataba de ocultar el mío todo lo posible, evitando las tentaciones y pensamientos impuros. Pero ellas... eran todo lo contrario. Una simple mirada a su cuerpo y hacían plantearse algunas cosas hasta el más de los puros.

Cuando comenzó entonces a hablar, con ese tono de enfado, clavando su mirada sobre mi rostro supe que mis formas no le habían complacido. Pero lo cierto es que eso no me importaba. Dibujé una sonrisa en mis labios al ver que se había enojado, escuchando lo que tenía que decir antes de dirigirse al humano para preguntarle si deseaba ir con ella.

- Si ya has acabado, elfa - dije remarcando la última palabra, omitiendo usar su nombre - Me marcho - terminé de decir ignorando todo ese royo de las presentaciones.

Miré por un instante a la otra elfa y negué con suavidad. Ya había dicho donde iba, si quería venir adelante y si no quería no me importaba en absoluto. Así que alcé la mano como despedida y me di la vuelta comenzando a caminar, alejándome del pequeño grupo para dirigirme a la armería. Al parecer las cosas no habían comenzado con buen pie con esa elfa, pero no estaba allí para hacer amigas y menos si eran no-humanas.

Shun sonrió al ver que no era el único que había pensado que conocerse podía ser una buena idea y, a pesar de la pequeña provocación a la humana, Danae parecía simpática. La idea de reunirse con la maestra Lux era seguramente mucho mejor que la suya, eso seguro. Pero el momento de felicidad se apagó un poco cuando la humana se marchó de esa forma un poco ruda.

- Yo soy Shun y estudio magia de luz -dijo intentando recuperar la buena atmósfera- Es un placer conocerlas y me encantaría acompañarla para ir a ver a la maestra Lux si de verdad no le importa.

Los dos utilizaban la magia, eso podía ser muy positivo. Tal vez pudieran intercambiar algunos trucos. Ahora esperaba impaciente por saber más de la otra elfa.

No te costo casi nada encontrar la armería, ya que todo el baluarte estaba bien señalado y los guardias indicaban todos los rincones de la misma. La armería era bastante grande, mas de lo que habrías supuesto ya que tenia su propia forja a un lado. Los grandes resortes para crear el calor de la forja lo delataban sin duda. El hierro se manipularía de una forma excelente con esa técnica. Al entrar tus ojos se inundaron de cientos de armas de todos los tamaños y clases que podrias haber pensado, todos con un acabado pulido y con una técnica extraordinaria. Grandes manguales y alabardas colgaban de la pared junto a una hilera interminable de lanzas con sus puntas bien afiladas. Las espadas reposaban en sus vainas para todo aquel curioso que quisiera manipularlas.

En el mostrador una niña con orejas puntiagudas esperaba detrás, ofreciendo sus productos a todo aquel que quisiera comprarlos. Era mucho mas baja que tu y su cabello dorado llegaba casi hasta el suelo, vestía unas ropas cómodas de cuero y tenia actitud infantil. Sus ojos pestañearon un par de veces antes de sonreírte. -Bienvenida a la armeria. Mi nombre es Lisa y estoy a tu servicio. La pequeña se inclina una vez y te deja curiosear. -Tomate tu tiempo heroe.

El camino a recorrer no había sido demasiado largo, además, era entretenido ver a toda esa mezcla de razas en un mismo lugar. Había gentes de todo tipo, algunos incluso con formas de animales. Los había visto en multitud de ocasiones desde que el Baluarte se había alzado, pero todavía no terminaba de acostumbrarme a ellos. Cuando al fin me hallé ante la puerta alcé la mirada, viendo el cartel que delataba que el lugar que andaba buscando se encontraba frente a mí. Miré mi armadura, la cual intentaba mantener en buen estado, pero lucía algún que otro golpe de combates pasados y tras ello de nuevo comencé a caminar atravesando la puerta y entrando en el local.

Nada más abrir la puerta noté el calor del interior, las fraguas para calentar el metal hacían que los grados se elevasen y en comparación con el exterior llegaba a ser incómodo con una armadura pesada y un vestido bajo ella. Cogí aire algo incómoda y miré desde la entrada, hasta que mis ojos se posaron en una niña elfa que se encontraba tras el mostrador. Hubiese agradecido el poder tratar con otro humano, pero supongo que tendría que conformarme. Comencé a caminar observando todas las armas que decoraban aquel lugar, maravillada, me encantaban y tan solo había que ver mi rostro para saberlo. Hasta que al alcanzar aquel mostrador guié mis ojos hacia la muchacha. Su saludo fue simpático, pero aun así no sacó ni una sonrisa de mis labios. Los niños no eran mi punto fuerte ¿Acaso tenía punto fuerte?

- Buenos días, pequeña elfa - dije mirando algo extrañada tras su presentación, no necesitaba mi tiempo porque ya sabía que era lo que quería - ¿Tú eres... la encargada del lugar? ¿No está tu padre o tu madre? Algún adulto con el que pueda hablar...  - pregunté, aun con esa cara de extrañeza sin comprender del todo que hacía una niña dirigiendo una armería.