Partida Rol por web

Las nubes de energía corrupta bañaban el cielo que cubría la ciudadela del pecado, la mayor construcción de este mundo corrupto. Hogar de Mezria, soberana de toda tierra que hubiera mas allá del portal. De la misma piedra que formaba la ciudadela se podían ver las corrientes corruptas moverse entre los habitantes, que no dudaban en dar rienda suelta a sus deseos. Solo en la ciudadela crecían los mas grandes lores demoníacos, donde la corrupción campaba a sus anchas haciendo mas poderoso hasta al mas insignificante de los imp. Un lugar para el pecado.

Al estar cerca de las puertas de obsidiana los gritos de placer inundaron vuestros oídos, los fluidos corruptos recorrían las baldosas del suelo mientras por la calle se podía ver cualquier tipo de engendro o ente de pecado. Los diablillos corrían a la búsqueda de oportunidades de saciar sus instintos mientras las grandes bestias caminaban con tranquilidad imponiendo su respeto por donde pasaran. Al pasar los ojos por los establecimientos solo podíais ver fetiches dignos de los seres de la corrupción, cosa que no os desagrado precisamente. Era una ciudad digna de verse.

Mezria en persona se ocupaba de darles el honor a cualquiera que quisiera colaborar en su gloriosa marcha contra la luz de poder verla. Un honor que hacia tiempo jamas podríais haber soñado con tener. El templo de Mezria se alzaba sobre toda la ciudadela, expulsando energía corrupta hacia el cielo para continuar provocando las nubes corruptas que cubría el cielo. No os conocíais, jamas os habíais visto. Pero en las puertas de la torre os encontrasteis. Un enorme golem que despedía fluidos corruptos por todas las grietas de su cuerpo os paro el paso. Era igual de grande que las puertas que protegía, os observo con curiosidad. Una succubus, una slime y dos elfos oscuros.

La succubus tenia los mismos rasgos que caracterizaban a su raza, un cuerpo para el pecado. Todas las curvas de su cuerpo estaban perfectas, no existía imperfección visible ante un cuerpo de mujer que cualquier hombre lloraría por tocar. Uno de los cuernos era de carnero, haciendo un circulo sobre si mismo, mientras que el otro era estirado. Vestía provocativa, unas ropas que se confundían con su piel y por supuesto una larga cola acabada en punta de flecha. Su sonrisa no abandonaba su rostro.

La slime no sabríais definirla pues la gran mayoría de su especie eran iguales. Una masa violácea que se movía por las calles gracias a los fluidos corruptos del suelo, su forma era femenina y los apéndices se movían de un lado a otro como si estuviera observando con ellos. Su lengua se movía inquieta y sus ojitos estaban expectantes.

Los elfos eran un hombre y una mujer. El elfo portaba una ropa simple pero bien cuidadas junto con un cabello grisáceo que resaltaba de su piel de color de la ceniza. Su mirada era fría y no paraba de observar lo que hubiera a su alrededor. Unas armas en su cintura marcaban que no era un elfo pacifico, pero ninguno había pacifico en ese lugar de hecho.

La elfa portaba una armadura de cuero que dejaba ver gran parte de su piel, orgullosa caminaba mirando a los demás con relativo interés, pero al ver al elfo su mirada parecía endurecerse rápidamente. El cabello era oscuro y largo casi hasta la cintura. Sus manos se movían impacientes por ver a la dama oscura o quizás, de alejarse lo que pudiera del hombre.

El golem os miro unos instantes antes de apartarse y daros acceso al interior. La sala era tenue, una luz rojiza iluminaba el camino que debíais pasar hasta el trono de Mezria. La cual estaba sentada en el. Un trono de obsidiana se erguía en la mitad de la sala, por supuesto la sala no estaba vaciá ya que a ambos lados del trono unas succubus juguetonas estaban riendo mientras pasaban las manos por sus cuerpos. La dama de la oscuridad era la perfección encarnada, emanaba energía corrupta por cada fibra de su cuerpo. Vestía un traje de seda muy fino que dejaba ver su ropa interior de cuero, solo lo necesario para tapar sus atributos. El cabello era de un azul casi negro, resaltaba sobre su piel con un tono oscuro pero no demasiado. Sus ojos os observaba mientras una sonrisa se dibujo en su rostro.

-Bienvenidos a mi ciudad...seres corruptos.

La ciudad era mejor de lo que habia soñado nunca, un lugar con grandes oportunidades de alimentarme y crecer rodeada de placeres y perversiones.

Si no tuviera prisa por ser puntual a la visita a Palacio me habría detenido en mas de un lugar para saciar mi curiosidad ,entre otras cosas.

Me detuve bruscamente frente al enorme Golem al que en un principio habia confundido con la puerta que custodiaba haciendo que mi cuerpo y sus formas redondeadas ondularan sensualmente como si se tratara de un gelatinoso flan.

Uhm, una sucubus y dos elfos. Veo que no soy la única con audiendia hoy. Se dibujaron facciones mas humanas en mi rostro para emular emoción después de saludar con un gesto respetuoso de mi cabeza al grupo.

Divertida me entretuve viendo la escena de ambas Succubus, esperando que la gran dama oscura nos permitiera acercarnos.

Mezria era sin duda la perfección de todo cuanto representaba encarnada en una figura misteriosa y seductora a partes iguales.

Me incliné con cierta gracia para mostrar respeto cuando se dignó en darnos la bienvenida y en mi rostro apareció una bonita sonrisa alargada.

Visitar la ciudad era una experiencia apasionante de la que nunca se cansaba. No había viaje en el que no se descubriera algo nuevo, una nueva técnica sexual, postura o fetiche. Siempre había callejones nuevos que recorrer, plagados de vicio, aventura y peligro.

Corresponderá al saludo de la slime, con cuya raza no ha tenido muchos tratos, así como a sus dos compañeras, pese a que la elfa no le muestre especial afecto. ¿Sería por ser un hombre? ¿Estaba ante una de esas que se creen que como el gobierno es matriarcal, ellos no pintan nada? ¿O seria una plebeya insurrecta con los nobles? ¿Quizá por su apellido? Esa última era la posibilidad más terrible. Tenía que averiguar pronto quien era esa elfa y si sus clanes tenían algún feudo de sangre pendiente.    

La dama oscura es tan majestuosa como se dice. Tanto, que su reverencia será sincera y no un fingido y leve gesto como acostumbra. Lo que daría por ser el consorte de la misma Mezria, eso superaba a todos sus planes actuales, ya bastante ambiciosos de por sí. ¿Qué pasaría si lamías su piel, siempre radiante de energía corrupta? El poder obtenido seria inmenso, aunque también la metamorfosis.

-A sus pies, Radiante Señora de las siete oscuridades (Uno de los miles de títulos y nombres honoríficos que la dama recibía. Ese era de uso común en las ciudades subterráneas o los bosques tan espesos en los que la luz no entraba)

La llegada a la ciudad tras una larga travesía fue de lo más placentera, me sentía como en casa, se podía observar la corrupción, y todos los pecados capitales por allá donde pasáramos, no podía evitar echar la vista atrás por todos los callejos por donde iba pasando para darme cuenta que mi lugar era aquel, una ciudad cuya lujuria no descansaba nunca. Cometí el error de no haber venido con algo más de tiempo para poder disfrutar de todos aquellos placeres prohibidos que tanto me llamaban.

Al pasar por un cruce antes de llegar a la audiencia no me pude contener, y viendo que una sucubo me guiñaba un ojo y me mandaba un beso me acerqué provocativamente a ella y dando rienda suelta a toda la lujuria que llevaba incrustada en la esencia de mi ser, bese aquellos labios hechos de pecado y corrupción. ¡Que pena no tener más tiempo!

Sin embargo el tiempo era algo que no podía dedicarle a aquella "delicadeza", así pues seguí avanzando hasta encontrarme con tan variopinto grupo y al golem, que aunque emanaba de el una gran corrupción me imponía el sufieciente respeto para no acercarme demasiado. Todo lo contrario que a los que había encontrado en las escalinatas, a ellas les había dedicado un dulce gesto y una sonrisa. 

Al elfo, tan solo una mirada que aunque sin darme cuenta empezó siendo lasciva, al darme cuenta de ello pasó a ser de un gran y profundo odio. Ya arreglaría mis diferencias con él, ahora debíamos presentarnos ante Mezria

Al entrar a su gran salón no pude sino quedarme maravillada por tal belleza, y no me refería evidentemente al salón, era Mezria, una intensa punzada de placer me recorrió el cuerpo entero tras haber encontrado al cuerpo de mujer más bello que había visto hasta ahora, y no pude sino arrodillarme al igual que el elfo oscuro y añadir:

-Me rindo antes su belleza y esplendor, Mezria señora de todo lo corrupto.

Me adentré en la ciudadela del pecado meneando mis caderas, pues no conocía otra forma de andar que no fuera provocando. Mi traje iba tan ceñido a mi piel que a cada paso, mis dos pechos botaban con estilo, elegancia y firmeza, mientras mi cola dibujaba formas inteligibles en el aire, pues estaba nerviosa, emocionada, y mi cola expresaba mi estado de ánimo. 

Varios imps me observaron al pasar por las calles atestadas de la deliciosa corrupción que forjó mi cuerpo, e incluso alguno se acercó con su miembro erecto, al cual le acaricié la barbilla mientras lo alejaba de mi con la mano y una sonrisa deliciosa en los labios. No puedo evitarlo. Me encanta el placer, sentirme deseada es mi más grande placer y dármelo el otro. Que Mezria me hubiera llamado con ella significaba mucho para mí, pues significaba que algo bueno se estaba cociendo contra la luz. Y a mi me encanta probar la comida caliente.

Observé el gólem con una sonrisa pícara, y cuando nos dejó pasar le acaricié la pierna de piedra dura, muy dura. Ahí había otros seres corruptos llamados también por la señora Mezria. Un elfo, una elfa, y una slime. Muy interesante... Me acerqué al grupo, pues parecía ir un poco retrasada de tiempo, y me presenté mientras avanzábamos hacia Mezria.

- Soy Adelenia, querido, queridas... -dije con voz sensual y lujuriosa- Vuestra corrupción es... -me relamí los labios- deliciosa...

Y cuando, finalmente, estuvimos ante Mezria, me incliné levemente hacia delante, a modo de reverencia, y solté:

- Aquí estoy, Señora de la corrupción... A sus pies, o donde desee usted...

Mezria chasqueo una sola vez los dedos para iluminar aun mas la sala con la energía corrupta que allí se concentraba. Con paso seguro y firme fue bajando las escaleras de su trono hasta llegar mas o menos a vuestra distancia. No se acerco mucho pero os observo con algo de interés antes de daros la espalda y volver a su trono. Con un balanceo de su mano, una de las succubus se acerco rápidamente junto a ella y espero sus ordenes a sus pies. Como quien cuida un perro y esta apunto de darle de comer.

-Vosotros sois los que habeis venido a mi ciudad a conquistar la luz? Pregunta divertida, la voz de aquella dama sonaba imponente y resonaba por todo el lugar. -Aunque es innecesario. La luz caera bajo su propia lujuria. Solo tenemos que...despertarla. Le da un pequeño toque en la mejilla a la succubus con el pie, como examinando su presa. -Es la naturaleza de mi mundo despues de todo. Pronto sustituire estas perras por la dama de la luz. Muy pronto....

Sus ojos se volvieron a concentrar en vosotros. -Como mis siervos, debeis sembrar la corrupcion por donde paseis. Aun quedan reductos de pureza en mi reino. Acabad con ello y traedme sus cuerpos. Seran un buen entretenimiento para mis ejercitos. Va moviendo las manos. -Pero claro, sois debiles y supongo que debere daros algun hueso antes de que os vayais con las manos vacias. Tenemos buenos maestros en la ciudadela y estaran dispuestos a enseñaros los caminos a seguir. Todos ellos.

Señala a la slime y a la succubus. -Shazira y Adelenia..Luxurya a preguntado por vosotras, estara encantada de dar uso a vuestras...como decirlo? "habilidades" Seguidamente señala al varon. -Arathiel te espera en sus aposentos, yo de ti no me ilusionaria. Te podria arrancar tu juguetito con la mirada. Portate bien de acuerdo? Una sonrisa lujuriosa se dibujo en su rostro ante de señalar a la elfa. -Finalmente, Morgana se a interesado en tus...fetiches. Señorita Goldhammer. Seguro sabra guiarte para sacarle el mayor partido. Seguidamente va moviendo la cara de la succubus deleitandose de su dominio.

-La ciudadela esta a vuestra disposicion para que disfruteis de todos sus pecados. Pero ahora tendreis que pagar por sus servicios. Si no teneis monedas mejor que os vayais a una esquina a saciaros vosotros mismos. La dama os mira una ultima vez. -Marchaos, ya habeis gastado mi tiempo mas que suficiente. Id mis hijos. Disfrutad de la corrupcion. Antes de que pudierais hablar mas, el golem os agarro y os saco de la sala dejandoos fuera de la torre de Mezria.

Os encontrais delante de la torre. Que haceis?

Me quedé mirando al resto de ese curioso grupo que se había reunido delante de la torre. Sabía la importancia de no separarnos ya que esos campeones de lo corrupto tenían el mismo objetivo que una degenerada servidora, y como suelen decir la unión de muchos no solo hace la fuerza, si no que además proporciona unas orgias increibles.

Pero mi mente ordenaba prioridades que luchaban por prevalecer sobre los caprichos. Sin dinero se me ocurría ofrecer sexo o mis artes para el robo y el asesinato. Ganaría una suma y me divertiria. Pero por otro lado estaba lo que me había dicho Mezria, habia alguien que me esperaba, a mi y a la súcubo.

La miré y para llamar su atención uno de mis mechones de mi largo cabello se agitó con vida propia juguetón rozando sus caderas.
- Luxurya... Repetí ese nombre, un recordatorio de que quizás no era bueno hacer esperar a alguien que tenia el respeto de la señora oscura. Y también era una invitación a ir juntas, ya que nos esperaba a ambas según nos habían dicho.

Arathiel te espera en sus aposentos, yo de ti no me ilusionaria. Te podria arrancar tu juguetito con la mirada. Portate bien de acuerdo?

-Seré un caballero- responde el elfo. Espero que no llegamos a eso me dejaría muy aburrido el resto de mi vida, piensa para sus adentros. Aunque le consta que hay pociones alquímicas que hacen cerrar las cicatrices de los latigazos en minutos sin dejar marca ni señal alguna en la piel. Quizá también haya alguna para recuperarse de las amputaciones, aunque espera no necisatarla.

El pensar en látigos y azotes le hace perderse en sus pensamientos y recuerdos. Su mente solo regresa a la ciudad cuando la slime habla.

-No parece que sea buena idea hacer esperar a nuestras maestras el primer día, le tengo mucho cariño a mi "juguetito". ¿Qué os parece si, después de recibir las primeras lecciones, nos reunimos en la taberna/burdel?-

Cuando escuché el nombre de Luxurya, un escalofrío frío y agradable me recorrió la espalda. Había oído a hablar de ese nombre, la señora de la lujuria y el placer... Sus lecciones seguro que no serían desechables. Tenía ganas de ir, aunque cuando iba a darme la vuelta, cegada por mi propia lujuria, el elfo habló dirigiéndose a nosotras. 

- Ah... -lo miré de arriba a bajo con una sonrisa altiva y pícara- Claro, querido. Podemos reunirnos allí después de las lecciones... -hice una pequeña pausa, y añadí- Soy Adelenia Das Kurt, un placer.

Acaricié el cuerpo de la slime, pringándome la mano con gusto, y con una sonrisa la invité a ir juntas con Luxurya. Por supuesto, lamí el pringue. No estaba segura de cómo funcionaba el cuerpo de una slime, pero quizás sintiera el pringue como parte de su cuerpo, y en ese caso mi lengua le habría parecido placentera.

Era tan placentero gozar con la atención de la súcubo que disfruté con sus leves caricias así como al verla después lamer su mano húmeda con parte de mi ser.

Siempre habia tenido la habilidad de cambiar la densidad de mi forma humanoide de mujer, haciendola mas compacta, mas resbaladiza, pringosa o en contrapartida algo dura y seca. Era como probar las diferencias entre una cremosa nata pastelera, un gelatinoso flan o la compacta y deliciosa pannacota. Unos dulces que a muchos humanos parecian encantarles como les encantaba arrojarse a los placeres que mi cuerpo de pecado les ofrecia.

Rodee amistosamente la cintura de mi acompañante con mi brazo girándome con una sonrisa picara hacia los dos elfos al despedirme y asenti a lo de vernos luego en la taverna. Pero añadí algo mas que creia importante si debiaimos hacer grupo pronto.

- Shazira...es mi nombre. Y mientras me alejaba mi mano juguetona bajó un poco mas para palpar con disimulo sobre su ropa el comienzo de ese trasero respingón que la súcubo tenía, una linea en la que me detuve y me amarré con total naturalidad.
 

Yo soy Zebith, del linaje Istovelve. Les hace un cortes saludo.

Daría lo que fuese por poder volver a ver a mi Mezria, su solo nombre provocaba en mi un intenso placer, que recorría mi cuerpo y pedía ser calmado. Me llamó muchísimo la atención, había laguien interesada en mi, Morgana se llamaba, no la defraudaría, si mi ama Mezria quería que fuese con ella, allí iría sin dudarlo si quiera. Finalmente nos expulsó abruptamente de la sala y tenía razón, le habíamos consumido un valioso tiempo, sin embargo su imagen y sus curvas no se irían de mi retina tan fácilmente.

Al salir no pude evitar volverme a Shazira y repetir con una sonrisa algo pícara el gesto de Adelenia, probando aquel fluido viscoso que se deslizaba por mia garganta.

-Me llamo Tania, y es un auténtico placer conoceros. Creo que nos queda un trabajo muy duro por delante, pues hay mucha luz que limpiar en nuestra tierra. Si no os importa ire primeramente a hablar o lo que surja- dije con una sonrisa algo maliciosa- con Morgana y tras esto si no les molesta podemos quedar en el burdel y disfrutar de lo que nos reste de noche.

Iba a despedirme de ellos pero antes se me ocurrió hacer un comentario:

-Ten cuidado Zebith, no vayas a perder lo único interesante que tienes.- dije mientras me reía y alejaba de ellos.

Tal como cabria esperar de la ciudadela del pecado. Por donde miraras había pecado sin control, un placer que se extendía por toda la ciudadela alimentándose de la vil corrupción que emanaba del mismo aire. Gritos y gemidos perfumaban el aire en una melodía que a los oídos de los corruptos era la mejor de todas las músicas. Las calles estaban bien señalizadas, no había perdida alguna, ademas de que algunos golems patrullaban las calles a la espera de alguna señal de peligro por parte de la ciudadela. No se les podía entender, pero si que señalaban bien.

Tus pasos te llevaron un poco mas alejada de las calles principales y de los comercios para llegar a un lugar que te parecía una biblioteca. Te adentraste sin dudarlo, ya que aquel era la residencia de Morgana. El interior era como cabria esperar. Cientos de libros negros apilados en decenas de estanterías que llegaban hasta el techo. Un techo que apenas podías ver el final por la penumbra del lugar. En cuanto pusiste un pie en el recinto una mujer elfa te atendió. No te habría sorprendido si no fuera por que la piel era de colores vivos, no estaba corrompida como tu. Con una reverencia respetuosa y un poco de miedo te fue indicando el camino. Al mirarla mas detenidamente podías ver como unas pequeñas cadenas recorrían su cuerpo y entendiste el porque de ser tan temerosa. Morgana tenia buenos fetiches al igual que tu.

La elfa te abrió una puerta y se quedo sumisa en la entrada, sin siquiera mirar el interior sin permiso. En el interior habían un par de elfas mas de igual manera que la que te habías encontrado y una figura ataviada de negro. Morgana vestía un traje negro, una tela fina que apenas tapaba sus atributos. Su rostro era como el de una elfa oscura, pero con el tono de piel mas delicado por así decirlo. Sus ojos te observaron, despedían un fulgor violeta antes de sonreirte. -Bienvenida Tania, te estaba esperando.

Tal como cabria esperar de la ciudadela del pecado. Por donde miraras había pecado sin control, un placer que se extendía por toda la ciudadela alimentándose de la vil corrupción que emanaba del mismo aire. Gritos y gemidos perfumaban el aire en una melodía que a los oídos de los corruptos era la mejor de todas las músicas. Las calles estaban bien señalizadas, no había perdida alguna, ademas de que algunos golems patrullaban las calles a la espera de alguna señal de peligro por parte de la ciudadela. No se les podía entender, pero si que señalaban bien.

Tus pasos te guiaron a un lugar apartado de la ciudadela, donde se encontraba un edificio oscuro. Podías ver reclutas entrar y salir. Parecía una academia o algo por el estilo. Uno de los golems te indico el campo de tiro y te dirigiste obediente hacia aquel lugar. Hectáreas de zona corrompida junto a múltiples peleles de trapo marcaban el lugar de entrenamiento de los novatos. Y en una zona se encontraba Arathiel.

La elfa portaba un traje de cuero que solo tapaba sus atributos, dejando a la vista el resto de su piel. Su cabello ondeaba en el viento, mientras sus manos agarraban el arco y lanzaban flechas con precisión a peleles que se encontraban a una distancia que tus ojos no podían ver. Su rostro era muy bello, pero sus ojos eran fríos y duros. Al notar tu presencia, te miro unos instantes antes de volver a descargar su arco contra algún objetivo.

-Un nuevo recluta quizas? O el mandado de Mezria? Vuelve a su entrenamiento diario. -Bienvenido a la ciudadela.

Tal como cabria esperar de la ciudadela del pecado. Por donde miraras había pecado sin control, un placer que se extendía por toda la ciudadela alimentándose de la vil corrupción que emanaba del mismo aire. Gritos y gemidos perfumaban el aire en una melodía que a los oídos de los corruptos era la mejor de todas las músicas. Las calles estaban bien señalizadas, no había perdida alguna, ademas de que algunos golems patrullaban las calles a la espera de alguna señal de peligro por parte de la ciudadela. No se les podía entender, pero si que señalaban bien.

Vuestros pasos os guiaron hasta el centro de la ciudad, donde la vil corrupción se centraba en una única sala. Se escuchaban gemidos en el lugar, si tuvierais que decir algo diríais que la música de la ciudad provenía de aquel lugar ya que os sentíais revitalizados el solo mirar el edificio. Una succubus os miro con lujuria y después de confirmar vuestros nombres os dejo pasar. La sala estaba con un tinte rojizo tenue, solo podíais ver las figuras de los demonios pasárselo bien con las succubus que atendían todas sus necesidades. No les importaba que las vieran haciendo una felacion o cabalgando los miembros de los demonios, todo era para el placer de la señora que regentaba aquel lugar.

Una de las succubus os indico que subierais a la planta de arriba, una puerta marcaba los aposentos privados de Luxurya, llamasteis a la puerta y se abrió de inmediato. Luxurya era exactamente como cabria esperar. Era cierto que Adelenia tenia un cuerpo perfecto para el pecado, pero el cuerpo de Luxurya te hacia olvidar a todas las que hubiera en aquel lugar y centrarse en el suyo. Se encontraba totalmente desnuda, su cuerpo estaba siendo tocado por una pequeña elfa que aun no se encontraba corrupta, con un tono de piel de luz, se encontraba maravillada por la textura lo cual hacia las delicias de la succubus al tener tan linda gatita. La cola de Luxurya era larga y acabada en punta, al igual que sus cuernos, que acababan en punta hacia delante pero que brillaban con una energía corrupta, muestra de su poder.
-Vaya...habeis venido.. Deja escapar como si fuera un susurro dejando que su sensual voz penetrara en vuestros oidos. -Os estaba esperando.

Aquel lugar concentraba tantas pasiones y vicios juntos que me decian que ahi estaba quien nos esperaba con toda probabilidad.

Al entrar me había separado de mi acompañante para acercarme en mi caminata a las súcubos que practicaban sexo con los diablillos. Así podría ponerme los dientes largos viendo como practicaban felaciones o eran penetradas a un ritmo agotador.

- Gracias...por recibirnos. Tantas presentaciones me irritaban aunque no lo mostrara, no era dada a hablar mucho y eso me obligaba a saltarme mi voto personal de silencio.

Pero ver ese cuerpo perfecto desnudo valia la saliba gastada con creces. Apartar la mirada de ella costaba, pero lo hice para fijarme a ese ser de luz. Corromperla era toda una tentación.

Pellizqué el antebrazo de Adelenia para que se fijara en la elfa de piel clara mientras me mordía el labio inferior. Seguro que a ella también le parecia un bocado apetitoso.

Paseaba junto a Shazira por la ciudadela, por donde sólo podía sonreír y disfrutar con lo que veía. Sexo, placer, lujuria, castigo, dolor... todo eso podría provocar unas humedades en mi entrepierna, que se moría por unirse a la fiesta. Estuve pensando en ganarme la vida aquí, en la ciudadela, pues parecía ser que podría ganármela muy bien, y placenteramente... pero cuando entramos a la reunión con Luxurya y vi esa elfa, mis deseos se transformaron.

Esa piel clara, tan pura, tan... virgen... Eso es por lo que Mezria nos había llamado, uno de los grandes placeres de todo ser lujurioso... corromper a inocentes seres de la luz. Ese pelo, esos ojos, esas nalgas, esos pechos, ese sexo... Me costaba mucho resistir la tentación de lanzarme contra la elfa, pero el cuerpo de lujuria me embelesaba lo suficiente como para saber que no sería lo adecuado. Shazira me pellizcó el antebrazo, quitándome de mi ensimismamiento, y me hizo entender que ella también se moría por corromperla. Me relamí los labios, impaciente y pícara, y me presenté ante la señora de la lujuria.

- Adelenia Das Kurt, para servirla, señora... -dije con mi leve inclinación, sin dejar de mirar a la elfa- Nos han comunicado que usted nos puede adiestrar en el arte de... -me muerdo el labio inferior muy fuerte, haciendo que sangre un poquito. Cuando me doy cuenta, relamo la sangre, un gusto exquisito- corromper.

-Lo segundo, mi señora, Nuestra divina Mezria me ha enviado ante vos y he acudido lo más rápido posible.

Su tono de voz es genuinamente sincero y amable, pero no servil. No cae en el error de alabar su tiro o su puntería, seguro que ese no era el mejor ni el peor que había hecho la elfa. El peloteo es un arte muy sutil entre los elfos oscuros.

-Gracias. No añade nada del estilo "seguro que hare grandes cosas aquí" o "la ciudadela es magnífica" ni ningún otro comentario. Se limita a esperar, de pie con las manos a la espalda, a resultarle más interesante que sus prácticas de tiro, algo que no ocurrirá si empieza a contarle su vida o tratar de llamar su atención. Y, de paso, echa un vistazo rápido al lugar, memorizando puertas y salidas. 

Tenía que admitirlo, aquella ciudad era el culmen del pecado, el mero hecho de estar allí tras un largo viaje algo infructuoso hacía que con la mera melodía de gritos y gemidos que escuchaba provenir de todas direcciones, me hicieran excitarme. Probablemente acabara acostumbrándome, pero no quería hacerlo, se sentía tan bien ir entre esas calles recibiendo miradas lascivas y piropos alabando mi gran pecho por parte de los diablillos que me cruzaba, que hacían de aquella ciudad una ciudad por la que mereciera la pena luchar.

Para cuando llegué a la biblioteca tras recorrer numerosas calles, ya estaba muy mojada y con bastantes ganas de montarmelo con alguna chica que pasase cerca, sin embargo sabía que debía guardar la presencia ante Morgana, y no debía hacerla enfadar en su territorio, traté de serenarme sin embargo cuando llegue a su casa, su elfa doméstica me encantó, aquel ser tan puro, esperando a ser corrompido, no pude evitar hacerle un gesto obsceno con mi lengua, sin llegar a tocarla. Era propiedad de Morgana, y no me atrevería por nada del mundo a enfadarla. Sin embargo no pude evitar mandarle un beso a aquella elfa tras despedirme de ella.

Cuando me adentré en aquella habitación en la que albergaba a morgana tuve realmente que contenerme, pues tanta lujuria estaba haciendo mella en mí. Sabiendo la importancia de mi presentación no pude sino clavar una rodilla en el suelo y añadir:

-A sus pies, Morgana. La todopoderosa señora de la corrupción Mezria me indicó que requería de mi presencia, he llegado lo más rápido que he podido- no me atravía a levantarme del suelo por miedo a mirarla y que desencadenara la misma reacción que tuve al verla.