Partida Rol por web

Los gatos en una encrucijada se vuelven agresivos y sus reacción se tornas potencialmente ilógicas o no razonables. Se dejan llevar, en definitiva, por el instinto desesperado de supervivencia. Cuando me estaba acordando yo de este instinto en los últimos minutos ¿o quizá horas?, quizá esa sea mi noción del tiempo. De horas de pesadilla.

Abro los ojos como plato cuando me encuentro con la carnicería. Ahogo un gemido de horror llevándome una mano a la boca y simplemente dejo que mi cuerpo actúe según el mismo instinto felino. Si aún tengo mi arma, la saco para disparar a las sombras que están torturando.

Yo por mi parte estaba en una encerrona. Me venian por atrás, no podía seguir adelante. 

Abrir la sencilla puerta de la habitación fue permitir a los sonidos (y aromas) del exterior el ingreso sin reparos.

Rick pudo saborear los condimentados perfumes del sudor, la mugre, el polvo y los rezagos del sexo que tan a menudo florecían en aquel sitio de amores de alquiler donde ahora se encontraba.

También escucho el murmullo cercano de algunas voces y la musiquilla de un piano desafinado.

La puerta de su habitación daba a un corredor – en similares condiciones al cuarto donde se encontraba -, y en el cual pudo observar otras varias puertas cerradas y mas allá, el comienzo de una escalera que descendía.

Por el momento, al parecer, no había mas nadie al alcance de su vista.

Thomas se mantuvo sentado en el mismo sitio y sin cambiar las facciones de su rostro sereno.

Imperturbable como una estatua escucho a Archer mientras este le insultaba de tan ingeniosa forma:

—Tu padre se follaba a las cabras y luego le hacía que tu madre se la chupara, ella decía "¡Sabe a cabra!". Y a tu padre, a pesar de su evidente tara hipercromosoica, no le castraron como debían y naciste tú. Y tu padre se puso muy feliz por haber tenido un hijo, tío y nieto a la vez. ¿Que cómo? Tu abuela tuvo un hijo, tu padre, que se la folló después de a las cabras, tuvo una hija con él, tu madre, y también se la folló y naciste tú. Por tanto eres su hijo, su nieto y su sobrino. Retrasado triple. 

Nada hizo cuando Archer cogió la llave, abrió la celda donde estaba encerrado y luego camino los pasos que le separaban del teléfono.

Me acerqué al teléfono, el teléfono que no sonaba. Arranqué el cable. 

—Voy a tener que matarte otra vez para poder dormir, ¿verdad? ¡Pero voy aprendiendo! Voy a ahogarte con este cable, y tú vas a sufrir hasta morir otra vez. Y no lo hago de otra manera POR NO MANCHARME —grité y me tiré a por él con instinto asesino. 

Thomas no se giro para mirarle, - siquiera -, mientras el otro arrancaba el cable, volvía a insultarle y luego, tal y como haría un frio asesino, se lanzaba sobre él para ahorcarle.

Allí se quedo, sentado, impasible, tranquilo como si estuviera disfrutando de un picnic en un bonito día de campo. Y mientras, Archer pudo sujetar sin oposición alguna el cuello de aquel hombre con el cable del teléfono y a continuación apretar, apretar y apretar hasta sentir los chasquidos y crujidos de los huesos de Thomas hasta que este murió – por segunda vez – frente a sus ojos.

Y fue, en ese momento, cuando el cuerpo laxo del maquinista caía al suelo vacio de vida cuando Archer despertó de aquel sueño.

Seguía en la celda, todas sus cosas estaban como las había dejado, sin dudas se había dormido con mucha ira apenas contenida y, claro, pasaba lo que luego pasaba, pesadilla delirante y esas mierdas.

Pero le ardía el cuello –MUCHO- y no pasaría mucho tiempo para que pudiera descubrir, tras mirarse en alguna superficie reflectante, que sobre la piel llevaba marcada una delgada línea rojo sangre como si alguien le hubiera intentado ahorcar con una soga muy fina o un cable…uno justamente igual al del teléfono que ahora tenía tan cerca.

El arma tiene peso, potencia y está diseñada para matar efectivamente.

Ruby debe sujetarla con las dos manos pues las “coces” de mula que son potentes y aturden.

Una nube de pólvora la rodea, puede olfatear el perfume que le hace picar las fosas nasales pero se siente bien, pues no está indefensa ante lo que la rodea.

Y las sombras, afectadas de lleno por el mortal ataque, retroceden, se sacuden y tiemblan ante los múltiples impactos hasta caer, de nuevo, en la masa sombría que lo rodea todo.

Es ese el momento cuando múltiples grietas luminosas comienzan a formarse en torno a Ruby y todo el sitio se sacude.

La luz comienza a ganar espacio a la oscuridad y ahora es el brillo potente el que la ciega mientras su cuerpo se sacude por el temblor.

¡DESPIERTA, (allaberinto) DESPIERTA JODER!.

¡DESPIERTA, DESPIERTA JODER!.

Calor.

Mucho.

Ruby abre los ojos al nuevo día.

Cielo límpido de nubes, sol radiante, calcina todo lo que toca.

Declan está muy cerca de ella, la ha tomado de los hombros y la sacude enérgicamente.

Lejos, a espaldas del hombre, hay montañas, algo brilla por un momento en una de las cumbres.

Al fin, ¡demonios dulzura!, dice soltándola, si que has tenido una pesadilla ¿verdad?.

Y así parece, en verdad, pero las piernas le duelen como si “hubiera corrido por horas” y pronto, cuando se lleve las manos a la cara, podrá oler el profundo aroma de la pólvora. Justo el mismo perfume que tendría, de haber disparado recientemente por múltiples veces.

En algún lugar.

Ahora.

Ruidos cercanos...

…- ¿son voces? -…

...lo han despertado.

Pero no reconoce este sitio, - ¿Dónde quedo la cómoda cama, la mujer que le acompaño anoche? -, rustico de paredes sencillas de madera y con un cutre mobiliario.

La ventana cercana con sus sucias cortinas a través de las cuales se filtra la luz y la cama vieja y maloliente donde ahora esta acostado.

Más allá, una puerta de madera cochambrosa y angosta.

Y el ruido que se filtra hacia donde él se encuentra ahora por los resquicios de la puerta.

- ¿son voces? -

Al final el día se arregló un poco. Bueno, bastante. Había mejorado mi liquidez económica en este lugar, me había divertido con la agradable y excéntrica compañía de Jacobi. Y además pude dormir con el agradable cuerpo de una fémina que se encargó de satisfacer mis necesidades más primeras. La bebida y sobretodo mi estado de ánimo, hizo que me olvidase un poco de la naturaleza de esa mujer simplemente me dejara llevar.

Desperté. El lugar era un poco cutre pero… ¿Donde demonios estaba? El saloon era cutre, pero no tanto. En primer lugar palpé por la cama para ver si estaba solo o acompañado, aunque intuí que solo. Oí voces. Lo que me preocupaba es como había venido a parar aquí sin enterarme de nada. hasta se me pasó por la cabeza si habrían cambiado las pareces y el mobiliario.

 Iba a levantarme y escuchar que decían las voces antes de tratar de salir por la puerta

No me lo podía creer, joder. ¿En serio no había una puta ducha en las habitaciones? ¿En qué puto siglo se creía esa gente que vivíamos? Ok, no. No quería saber la respuesta a eso. 

Así que tras pagar por las chicas y las bebidas de la noche anterior me calé bien el sombrero así con pose de tipo duro —porque la actitud lo era todo en la vida y no iba a perder eso por muy sucio que me sintiese—, y salí a la calle en busca de ese hotel del que me había hablado el tabernero. Ni de coña iba a lavarme con un abrevadero o a meterme en un río lleno de barro. 

Al poner un pie fuera aproveché para sacar el reloj del bolsillo de mi chaleco y comprobar la hora que era, pero fuese la que fuese me puse en marcha hacia el hotel. Una buena ducha y un desayuno continental, eso era exactamente lo que necesitaba para reponer fuerzas y seguir descubriendo el parque. Aunque visto lo visto empezaba a temerme que el único desayuno disponible serían unas gachas remojadas en agua, lo más de lo más en el jodido salvaje Oeste.

No tenía un plan detallado. No tenía ningún plan, realmente. Pero todo estaba por construir, esa era su filosofía de vida. Todo estaba por hacer y por ver, y así se había desarrollado su carrera profesional desde lo mínimo hasta aquel momento, en el que lo tenía todo.

Sin duda, lo que nunca funcionaba era quedarse quieto. Ni en los negocios, ni en la vida. Y siempre había preguntas por hacerse y respuestas que conseguir. Sabía algunas cosas: que detrás del escaparate había una estructura. Alguien estaba observando y midiendo lo que ocurría en el maldito parque. Los actores del parque podrían saberlo, o no.

...algunos sí saben qué está pasando...

Por ejemplo, los que le dispararon. Porque podrían estar disfrazados, pero le dispararon, le dejaron inconsciente, y si de verdad estuvieran actuando como bandidos del Far West, le habrían saqueado y dejado a los buitres. Entonces una heliambulancia habría llegado al desierto, le habrían recogido, una amable señorita le habría dado una refrescante bebida, le diría que se acabó la experiencia Westworld y que gracias por venir.

Pero nada de eso. Después de «morir», había vuelto a la línea de salida, sin más. Cómodamente postrado en una cama de un cuchitril, con su dinero en el bolsillo y el arma cargada.

...con balas auténticas...

Es decir, algunos de esos autores eran enlaces entre la «experiencia Westworld» y los organizadores. Le daban vida extra como si fuera un maldito personaje de un videojuego. Un videojuego que NO QUERÍA JUGAR.

...¿por qué?...

Esa pregunta no tenía respuesta todavía. Podría esperar sentado, pero después de lo que había visto la idea no le gustaba ni un pelo. Alguien estaba jugando con él y no jugaba limpiamente. Nada de lo que le habían dicho hasta el momento tenía por qué ser verdad. ¿Y que le habían dicho hasta el momento? Simplemente, solamente, que solo serían dos o tres días. ¿Cuántos habían pasado? No estaba seguro de saberlo. Podría haber dormido demasiado en esa cama.

Podría huir. Volver al desierto, esta vez siendo más precavido, porque estaba claro que le habían engañado. Podría seguir la línea del ferrocarril, por ejemplo. Ya vería qué hacer. De momento, arma en mano, salió a aquel pasillo. Había ruido abajo, la fiesta del Lejano Oeste seguía en marcha, solo que no era su fiesta.

Mi pistola escupe fuego, cargado con la rabia y el desconcierto que reina ahora mismo en mi interior. Con la bala sale todo eso, sintiéndome por momentos descargada. Como si estuviera desfogándome de alguna forma, sobre todo cuando veo a las sombras recular. Pero lo que viene después vuelve a ser inesperado y mi cuerpo, en sintonía con el lugar, comienza a sufrir los espasmos de los temblores que recorren todo. Al tiempo que debo protegerme los ojos con una mano, protegerlos de la luz, a expensas de quedar expuesta al bajar el arma, pero no veo nada. 

Temblores.... Mis ojos contemplando a Declan que me sacude de forma enérgica por los hombros. No puedo evitar, aún con el susto en el cuerpo, sentarme sobre el suelo y apartarlo para coger espacio y respirar y ubicarme. La dentellada de dolor que me recorre las piernas me hace gesticular una mueca de dolor con la cara.

- Joder... - musito para mi, tratando de ponerme de pie y dar unos pasos, por si solo es aturdimiento del sueño - Joder... - instintivamente, tambien palmo mi hombro, donde antes tenia una herida. Y es en ese trayecto cuando el olor a polvora llega  mi pituitaria. Acerco mis manos a mi nariz y el olor me horroriza. ¿Si había sido un jodido sueño, no? Vuelvo oler mis manos, y pese a poder quedar como un puta loca con mi acompañante, cojo y arma para comprobar las balas y al ver lo que hay me siento aun mas loca - He soñado que disparaba y ahora me huelen a polvora las manos... Pero están todas las balas... - niego extrañada, y algo para por el rabillo de mi ojo. Un resplandor a lo lejos, hacía el que me vuelvo - ¿Que ha sido eso?

Sí, como pensaba había sido un sueño, estaba dentro de la celda y todo me dolía, pero menos que ayer. Y allí no estaba el tipo. 

Ojalá pudiera matarlo otra vez. Me tomaría mi tiempo. Le sacaría los ojos.

Me estaba volviendo a calentar. Me levanté y salí de la celda, arreglándome en donde viera un espejo y aliviándome meando en algún puto váter*. ¿Tenía el cuello fatal? Sin duda me había casi ahogado mientras dormía. ¿A mí mismo? No, no podía ser... o si, en el sueño. Tendría que volver al psiquiatra al salir del jodido sitio. 

—Vamos a ver cómo es este puto lugar.

Comprobando el teléfono, que seguro seguía sin sonar (y quedándome con las llaves de la cárcel), bebí un poco de la garrafa. Luego salí fuera. 

Iba a tener que escapar del lugar, y para eso me harían falta provisiones y armas. Y caballos. Pero quizá lo mejor sería primero conseguir un carro. 

Todos tenemos un plan.

Pensamos.

Que podemos hacer esto o aquello. De esta forma será mejor, nos decimos, si lo hacemos de esta manera tendré el éxito que anhelo.

Ideamos, sobre la marcha a menudo, y sin la certeza firme de que vaya a funcionar.

Anhelamos conseguir aquello que deseamos.

Pero la verdad es que vamos por la vida dando tumbos.

Perdidos.

Como peregrinos en busca de la tierra prometida.

Porque, a fin de cuentas, la vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes.

…

Salir al pasillo es cosa fácil. El ruido que ahora se cuela desde el piso de abajo es lo suficientemente alto para acallar sus propios pasos. Algún ignoto pianista ha decidido tocar su propia versión de “One” en un estilo muy a lo Johny Cash y esto, al parecer, es bien recibido por su público de ahora pues entre las notas musicales se pueden escuchar algunas voces discordantes que cantan.

¿Está mejorando, o (todavía) sientes lo mismo?
¿Será más fácil para ti
ahora que tienes a alguien a quien culpar?

La vieja madera del piso es endeble al igual que la de las paredes. Puertas viejas de pintura desconchada – tres a cada lado -, permiten el acceso a los otros cuartos con las que este piso cuenta.

El edificio está muy venido a menos y hace mucho tiempo ya de sus años de gloria.

Rick puede saborear los resabios del mal alcohol, viejos vómitos y la mezcla de perfumes, orín y sudor sexual que se filtra hacia él desde las diversas habitaciones.

Es como si todo el maldito sitio fuese una esponja que se ha absorbido hasta el último mal olor posible y ahora, ¡vaya su suerte!, quiere obsequiárselo a Rick a modo de tributo a la decadencia.

Y mientras tanto, las voces, dicen:

¿Te decepcioné?
¿O te dejé un mal sabor de boca?
Actúas como si nunca hubieras tenido amor,
y quisieras que yo me fuera sin él.

Bueno, esta noche es demasiado tarde
para sacar a la luz el pasado.
Somos uno, pero no somos iguales,
vinimos a llevarnos el uno al otro,
llevarnos el uno al otro...

Uno.

10:30 de la mañana.

Temprano, para él.

Ardía.

Alto y radiante.

El puto sol en el cielo.

Tanto, que el reseco suelo despedía columnillas de vapor y crujía bajo los pasos que ahora daba.

Este era el momento – si fuese esto una película -, donde el malo de turno tenía que aparecer por la esquina desafiante.

Entonces, la poca gente que por allí andaba sufriendo las inclemencias del clima y que ahora hacían lo posible por escapar de la luz, abrirían las bocas sorprendidos al mismo tiempo en que buscaban cobijo de las balas perdidas que iban a llegar.

Vendria a continuación, entonces, la melodía clásica de duelo y el plano corto a los ojos estilo Morricone y, porque no, la jodida planta rodante cruzando la vacía calle.

…

Sin previo aviso la musiquilla nace a su espalda venida desde el interior del Maripoosa.

Algún ignoto pianista ha decidido tocar su propia versión de “One” en un estilo muy a lo Johny Cash y esto, al parecer, es bien recibido por su público de ahora pues entre las notas musicales se pueden escuchar algunas voces discordantes que cantan.

¿Has venido aquí a por el perdón?
¿Has venido a levantar al muerto?
¿Has venido aquí a jugar a ser Jesús
con los que en tu cabeza son unos leprosos?
¿Te pedí demasiado?
Más que un montón.
Tú me diste nada, ahora es todo lo que tengo.
Somos uno, pero no somos iguales,
Bueno, nos hicimos daño y lo haremos de nuevo.

Uno.

Sin entender muy bien “el porque”, la música le crispa los nervios.

Sus pasos se detienen en seco y ahora siente un frío corriendo por su espalda.

Los ojos se le mueven – casi por voluntad propia -, y se descubre a si mismo mirando hacia la esquina donde ahora,

Un tipo vestido de negro está apareciendo.

Me pides que entre, pero luego haces que me arrastre.

Y no puedo estar aferrándome, a lo que no tienes.

Cuando todo lo que tienes está dañado.

Un amor, una sangre, una vida,

Tienes que hacer lo que deberías hacer,

Una vida con con el otro,

Hermanas, hermanos,

Una vida,

Pero no somos lo mismo.

Llegamos a llevarnos el uno al otro.

El uno al otro.

Uno.

Y mientras…

Arde.

Alto y radiante.

El puto sol en el cielo.

11:07 de la mañana.

Que jodidamente tarde se ha hecho.

 Iba a levantarme y escuchar que decían las voces antes de tratar de salir por la puerta

¿Está mejorando, o (todavía) sientes lo mismo?
¿Será más fácil para ti
ahora que tienes a alguien a quien culpar?

¿Te decepcioné?
¿O te dejé un mal sabor de boca?
Actúas como si nunca hubieras tenido amor,
y quisieras que yo me fuera sin él.

Bueno, esta noche es demasiado tarde
para sacar a la luz el pasado.
Somos uno, pero no somos iguales,
vinimos a llevarnos el uno al otro,
llevarnos el uno al otro...

Uno.

Cantan.

Las voces cantan y el sonido se filtra desde el piso de abajo pues algún ignoto pianista ha decidido tocar su propia versión de “One” en un estilo muy a lo Johny Cash y esto, al parecer, es bien recibido por su público de ahora pues entre las notas musicales se pueden escuchar algunas voces discordantes.

Y el ruido es lo suficientemente alto para tapar cualquier otro sonido más, Vicente consigue escuchar – bajo aquel barullo -, los pasos de alguien que acaba de pasar justo frente a su puerta en este momento.

Incluso puede verlo, a través de las hendijas de la vieja puerta de madera, es el oriental, quien intenta moverse en silencio mientras camina con su revólver en la mano hacia la escalera que permite descender a la cantina.

Obviamente el teléfono no iba funcionar, se dijo, y como si fuese uno de esos adivinos tan de moda en el pasado.

El puto teléfono no funcionaba.

Es más, ni siquiera hacia esas molestas interferencias de la vez anterior.

Muerto, completa y absolutamente, muerto.

…

Salir afuera es como entrar al infierno.

Si hasta pareciera que alguien ha dejado abiertas todas las puertas de las calderas del averno al mismo tiempo.

Allá arriba, orgulloso, cruel e inmenso el puto sol se divierte achicharrando lo que sus rayos tocan.

Tanto, que el reseco suelo de tierra despide columnillas de vapor y cruje bajo los pasos que ahora da.

Este era el momento – si fuese esto una película -, donde el malo de turno tenía que aparecer por la esquina desafiante.

Entonces, la poca gente que por allí andaba sufriendo las inclemencias del clima y que ahora hacían lo posible por escapar del calor, abrirían las bocas sorprendidos al mismo tiempo en que buscaban cobijo de las balas perdidas que iban a llegar.

Vendría a continuación, entonces, la melodía clásica de duelo y el plano corto a los ojos estilo Morricone y, porque no, la jodida planta rodante cruzando la vacía calle.

…

Sin previo aviso la musiquilla nace a su espalda venida desde el interior del Maripoosa.

Algún ignoto pianista ha decidido tocar su propia versión de “One” en un estilo muy a lo Johny Cash y esto, al parecer, es bien recibido por su público de ahora pues entre las notas musicales se pueden escuchar algunas voces discordantes que cantan.

¿Has venido aquí a por el perdón?
¿Has venido a levantar al muerto?
¿Has venido aquí a jugar a ser Jesús
con los que en tu cabeza son unos leprosos?
¿Te pedí demasiado?
Más que un montón.
Tú me diste nada, ahora es todo lo que tengo.
Somos uno, pero no somos iguales,
Bueno, nos hicimos daño y lo haremos de nuevo.

Uno.

Sin entender muy bien “el porque”, la música le crispa los nervios.

Sus pasos se detienen en seco y ahora siente un frío corriendo por su espalda.

Los ojos se le mueven – casi por voluntad propia -, y se descubre a si mismo mirando hacia la esquina donde ahora,

Un tipo comienza a perfilarse tras el efecto mirage.

Me pides que entre, pero luego haces que me arrastre.

Y no puedo estar aferrándome, a lo que no tienes.

Cuando todo lo que tienes está dañado.

Un amor, una sangre, una vida,

Tienes que hacer lo que deberías hacer,

Una vida con con el otro,

Hermanas, hermanos,

Una vida,

Pero no somos lo mismo.

Llegamos a llevarnos el uno al otro.

El uno al otro.

Uno.