Partida Rol por web

Venria empezó a moverse hacía la posición indicada, primero llevando el bolter, dejándolo ya afianzado y después el lanzamisiles y la munición pertinente, una vez estuvo todo listo allí, se quedó acuclillada a cubierto observando el puente mientras comía algo... llevaba demasiado tiempo ya sin comer y su estómago rugía con fuerza

Comencé a dejar parte del equipo que me sobraba por completo, como por ejemplo las cargas de demolición- Sargento, dejo esto aquí para prepararlas luego en el puente si hacen falta -me quedé con diversas cosas que podrían ser útiles y escuché como decían que podían volarle la cabeza a los traidores- ¿La central es segura? No me gustaría encontrarme con una emboscada -Ni con un perro mutante de esos. 

Cuando terminé de vaciar lo que me sobraba y me informaban de la seguridad de la central, le hice un gesto a 943 para que me acompañara. Era la hora de trabajar.

A Grish le tocó inspeccionar la posición antiaérea. El sargento le concedió el rifle largo por si lo necesitaba. Avanzó sobre la presa del Ku-Wai, esquivando barricadas y cadáveres. Era increíble la cantidad de cadáveres que podía haber esparcidos por esa presa. Mirando algunos, parecía que sólo hubieran cerrado los ojos y estuvieran descansando. Sentados en el suelo, con las manos sobre la tripa, evitando que los intestinos se les salieran por un segundo ombligo. Pasados dos tercios de la presa Grish observó el risco sobre el que se suponía que estaba el antiaéreo. Era un zona de reducido tamaño si allí había un arma antiaérea el que hubiera permanecido allí los últimos días debía de tener un curioso y limitado suministro de agua y comida. La forma de la roca impedía disparar a la cima, aunque era fácil treparla, mientras no le dispararan...

Flavion entró en el piso inferior de la oficina. Le llegó el familiar olor de los heridos, aunque sin mezclar con el de hospital. Como médico civil había tratado pacientes toda su vida en ambientes controlados. No en el sucio suelo cubierto de sangre y heces de una casucha alejada de cualquier ciudad. Había siete heridos muy graves, aunque estaban de una pieza, lo cual era mucho decir. Todos eran de Tipo Duro, con esos collares explosivos al cuello. Uno de ellos tenía un tajo en la garganta, muy cerca de los sensores del collar...

Firro dejó a los humanos y se internó en el hogar de las máquinas. La central eléctrica había sufrido mucho daño y las venas eléctricas habían sido maltratados por los mutantes y el hombre. Antes de revivir el espíritu máquina lo mejor sería apaciguar aquel lugar y darle de tranquilidad. Iba a necesitar mucho incienso.

Mientras tanto Venria se afianzaba en la posición que le iba a tocar defender, junto con el bolter, que Sanaia le ayudaba a afianzar y uno de los lanzamisiles. Aquella posición iba cubrir de mierda a los enemigos.

¿Qué hacemos con el otro lanzamisiles? ¿Cómo repartimos las municiones?

     Grish se puso manos a la obra para cumplir las órdenes del sargento. Primero ordenó su equipo perfectamente y lo dejó, listo para salir a la carrera dado el caso. Con todo a buen recaudo en el improvisado barracon que ofrecía la oficina se sentía mucho mas ligero. Se ciñó bien al cinto el cuchillo de combate, ajustó bien la funda de la pistola y se echó el rifle largo al hombro. Aparte de eso solo llevaba los magnoculares y las granadas... solo por si acaso. Era mejor ir ligero y aumentar su movilidad que cargarse con equipo que seguramente no sería necesario para aquella tarea. Comprobando el buen funcionamiento del microcomunicador comenzó a moverse en dirección al emplazamiento antiaéreo. Primero lo reconocería, después... quien sabe.

Sigo aguardando órdenes del Capitán mientras veo lo que andan haciendo mis hombres.

Le doy a mi camarada Silon la mochila con las cosas que no voy a necesitar de inmediato, para que la lleve a las oficinas, donde nos vamos a instalar.

Les deseo suerte con un gesto a Grish y a su camarada Mark.

Cuando llegué a la central eléctrica me di cuenta de lo mal que estaba. Tendría más trabajo allí, pues no creía que las circunstáncias hubieran afectado a los espíritus máquina- Son como niños, utilizan las cosas sin comprender lo que hacen -me quejaba mientras dejaba todo lo que no me fuera a ser de utilidad junto a uno de los generadores, dejándome solo la carabina colgando, pues aunque me incomodaba estaba en una zona de conflicto- 943, vigila la entrada -le indiqué.

Abrí la mochila y comencé a sacar diferentes varitas de incienso, las que quemé mientras expulsaba una serie de códigos binarios. Debía apaciguar las máquinas y me daba igual el tiempo que necesitara. Las cosas se hacían bien o no se hacían.

Sannia, llévales cuatro misiles frag, nos quedamos con la mitad y el krak, ¿de acuerdo? - comentó Venria ante la pregunta que oyó por ahí, a lo lejos, estaba tragando un trozo de cecina y disfrutando de su dureza y sabor tan salado

Vamos a ello Drake. Tomate un estimulante si lo necesitas porque vamos a pasar bastantes horas con los muchachos. ¿Vale? Atento y si necesitas parar, avisa, no quiero cagadas. Todo quedó dispuesto, el material sobre una tela extendido junto a cada paciente, las dosis de morfina y las vendas, el hilo de sutura enhebrado... Para atender mejor a los heridos tomé prestados los flexos de la oficina y los coloqué cerca de los pacientes para tener luz directa y potente.

Nos calamos los guantes, y comenzamos con el trabajo de campo arremangados. Todos los heridos presentaban heridas muy serias, incluso algunos con daños internos que hubo que atender abriendo las heridas y sedando a los pacientes. Aquello no era un quirófano, así que el riesgo de infección era grande, pero eso sería algo a largo plazo y no una muerte inminente. Tomamos todas las precauciones posibles, y paciente tras paciente fuimos atendiéndolos. Todas sus heridas estaban alejadas de sus terribles collares explosivos, y no hubo muchos problemas al atenderlos, pero un paciente en concreto...

Aquello era harina de otro costal. Daños graves en la arteria que cruzaba la clavícula, orificio limpio en el cuello con daño en la yugular, carótida y más puntos importantes, cauterización y cierre de las vías respiratorias... Toda la zona afectada estaba tapada principalmente por el collarín explosivo, que había recibido un impacto también y estaba dañado. Tocarlo era un riesgo elevado, pero había que hacerlo, pues el herido lo requería. Con Drake sujetando suavemente el collarín procedimos durante un par de largas horas a tratar al paciente, que quedó estabilizado y atendido.

Ahí quedaron los pacientes, todos tumbados sobre sus sacos de dormir, con vendas nuevas y bien atendidos. Sus bayonetas fueron caladas en sus fusiles y cada uno fue clavado en el suelo de madera de la oficina, de las culatas de los rifles laser quedaron colgando las bolsas de suero en posición elevadas. Cada catre, con su rifle en posición vertical y su suero particular.

Había sido una dura jornada, y tanto Drake como yo estábamos exhaustos. Metimos todo el material desechado en una bolsa y tras lavarnos las manos, salimos a tomar el aire por primera vez en horas. Bien hecho Drake, bien hecho. Prácticamente no habíamos hablado durante las operaciones.

Nihilus, usted y el sacerdote Karras descansen un par de horas. Yo me encargo de este asunto, después descansarán otros. Deje aquí las cargas por si las necesitáramos.

93 emitió una serie de códigos binarios que sólo un tecnosacerdote podría entender. Ayudó a Firro a purificar el lugar, todo estaba listo para pulsar la sagrada runa ON.

Sanaia llevó el lanzamisiles al tejado de la central eléctrica, el segundo punto de disparo de misiles. Sólo quedaba instalar rifle de fusión.

Flavion pasó gran parte del día atendiendo heridos, logrando que muchos de ellos se recuperaran, loq ue supieron agradecer ofreciendo un poco de lho aliñado al doctor.

Todo había salido a la perfección, empezaba a sentirme cómodo conmigo mismo, pues ya no eran circunstancias de disparar y sobrevivir, eran de reparar cosas y conocimientos tecnológicos, y en eso ninguno de los presentes me ganaba.

Tras terminar todo el rito y preparar todos, procedí a encender el generador de la central eléctrica. Solo podía esperar tener éxito y poder recargar todas las baterías y, con suerte, reparar las defectuosas.

El tecnosacerdote pulsó la sagrada runa ON. El traqueteo que siguió se convirtió en un glorioso canto al Dios Máquina. Las bobinas empezaron a generar la electricidad necesaria para los propósitos de la Guardia Imperial.

Ishmael cobró vida. Las electrolámparas de los edificios volvieron a funcionar, igual que las computadoras, los controles de la presa y las compuertas de la misma. Compuertas que se abrieron para dejar caer un torrente de agua ensordecedor.

En otro lugar de Kulth la energía volvía a una base militar que tanto necesitaba de ella...

     Grish maldijo por lo bajo al ver la disposición del emplazamiento. Estaba colocado de forma que las rocas impedían un disparo directo. La parte buena era que si él no tenía ángulo para ver a sus ocupantes, ellos tampoco para verle a él. De todos modos, decidió perder unos minutos oteando la posición por si alguien se asomaba, notaba movimiento o escuchaba algo. Quizás estuviese abandonado ya y se estaban preocupando sin motivo. Buscó un sitio cómodo y a cubierto para la vigilia y pasó a Mark los prismáticos mientras él intentaba vislumbrar algo a través de la mira del rifle.

- "A la orden, mi Capitán." - Me despido del Capitán Septus con un saludo militar.

Antes de retirarme a la oficina a descansar, recojo las baterías saboteadas de todas las carabinas láser, las mías y las de mis hombres, y se las llevo a Phi-Rho para que realice correctamente los ritos de recarga.

- "Al menos pronto tendremos la munición recargada en condiciones y podremos usar nuestras carabinas." -

Después me retiro a descansar un par de horas.

El Padre Karras terminó de administrar bendiciones a los vivos y extremaunciones a los afortunados. Asintió en reconocimiento a las palabras del oficial.- Ven, Markus, dejemos este lanzallamas pesado cubriendo la segunda línea y descansemos.

Según me llegaban los cargadores comenzaba a enchufarlos para que se recargaran. Según los datos que aparecían en las lentes ópticas que sustituían mis ojos debería de solucionarse el problema de los cargadores defectuosos, pero tendría comprobarlo en cuanto uno estuviera cargado, aunque puede que no fuera lo mejor hacer ruido.

Luego se lo comentaré a los mandos -pensó mientras conectaba las baterías de su carabina en primer lugar.

Cuando llegó Nihilus con los cargadores se lo comentó- Señor, creo que se solucionará el problema de las cargas defectuosas, pero si pudiéramos comprobarlo antes sería muchísimo mejor. Ya no me fío de nada -la voz mecánica y monótona seguía sin transmitir sentimiento alguno, aunque en realidad estaba algo más tranquilo al pensar que podrían hacer frente a toda esa traición y devolvérsela de alguna manera.

     Tras media hora de espera seguía sin discernir movimiento en la posición antiaérea, así que decidió ir un poco mas lejos.  Por señas indicó a Mark que le imitase, se echó el rifle largo al hombro para dejar ambas manos libres y con cuidado comenzó el ascenso, intentando hacer el menor ruido posible. De momento se limitaría a procurar asomarse y tener una visión de la posición y sus ocupantes mas de cerca. 

- "Muy bien, Phi-Rho. Pruebe primero con uno y, si sale bien, ya sigue con el resto. Cuando estén listos los cargadores, los distribuye nuevamente entre todos nosotros.

Una vez hecho esto, el siguiente punto será mejorar las cargas en la presa, para asegurarnos de que pueda ser volada en caso de extrema necesidad, y a ser posible con la potencia suficiente como para reventar a unos cuantos herejes." -

La verdad es que preferiría no llegar a eso, pero si llegado el caso el Imperio no puede conservar Ishmail, tampoco caerá en manos del Archienemigo.

Grish trepó la colina, seguido de Mark, llevaban las armas colgadas de la cinta, incapaces de llevarlas en la mano al trepar. Con relativa seguridad treparon los veinte metros de la pared de roca hasta lograr asomar la cabeza por encima, buscando enemigos. Sólo había uno.

La batería antiaérea era una plataforma de misiles tierra-aire de alcance medio. Estaba controlada por un querubrín subyugado, lo cual explicaba el tema  de los suministros para alimentar a los artilleros, no los necesitaba.

     Aquella situación sorprendió a Grish, que esperaba encontrar un puesto mas defendido que aquel, aunque no iba a dejar pasar la ocasión de solucionar el problema de un plumazo. Con cuidado descolgó el rifle de su hombro y lo llevó a posición de disparo. Hizo un gesto a Mark para que disparase también, así que su compañero preparó su carabina láser reglamentaria. Aunque le hubiese gustado tomarse mas tiempo para apuntar, la escasa distancia y el hecho de que el autómata estaba desprevenido hacían de él un blanco fácil. Perder mas tiempo podría significar que aquella cosa les viera y tomase medidas así que debía ser rápido. A la vez que exhalaba el aire, presionó el gatillo, esperando que ese sencillo hecho pusiera fin a la existencia de aquel ser.

El haz láser del rifle largo atravesó de parte a parte al querubrín, perforando su recubrimiento metálico y sus circuitos internos. Cayó al suelo de un plumazo destrozando sus componentes por el impacto. La salva de MArk se perdió en el aire, demasiado lento para la habilidad de Grish.

¡Joder! ¡De un tiro!