Partida Rol por web

Llorando Pecados

...con olor a muerte

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08/04/2010, 16:17
Alexander Duff
Sólo para el director

Alexander se marchó cojeando con la máxima celeridad para ver que había ocurrido con su buena amiga Margarett. Primero para intentar ayudarla en lo que pudiera y segundo para ponerla al corriente de los sucesos que habían ocurrido. Debía de saber con exactitud quienes habían estado con ella y Lady Leary en aquel momento, debían descartar posibles culpables del asesinato de su tío.

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12/04/2010, 19:15
Eminé Leary

La mujer se detuvo y alzó la vista hacia el techo. Se pellizcó de forma delicada el labio inferior intentando hacer memoria. Mucho había pasado desde la última vez que vivió en aquella mansión. Tardó unos segundos, pero tras ello consiguió ubicarla.

- Si la memoria no me falla... El despacho se encuentra en la primera planta. Sí, al fondo de la escalera. A la izquierda... No, no. A la derecha, y se atraviesan unas puertas dobles. Ahí está el despacho si no lo ha cambiado en este tiempo. Era un hombre de tradiciones. Supongo que seguirá siéndolo... -admitió con tristeza-. Ahí posiblemente guardará los papeles o documentos más relevantes. Si hay algo de información he de suponer que será ahí.

Cruzó las manos frente a ella. Sabía que lo que estaban haciendo no era lo correcto. Que por ello podía buscarse más problemas. Problemas de los que siempre ha intentado huir y esconderse. Y sin embargo necesitaba hacerlo.

- ¿Qué tal se encuentra su brazo?

 

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31/05/2010, 13:22
Director

La puerta de la biblioteca se abrió súbitamente. Cierto es que no hubo brusquedad en su movimiento giratorio, pero era tal el estado de tensión en el que se encontraban las dos mujeres que el simple quejido de la madera al desplazarse fue suficiente para que ambas dieran un respingo.

Se giraron esperando ver al Conde de Moray, quien ya debería estar de regreso, pero en su lugar apareció el joven Alexander. Su rostro no presagiaba nada bueno.

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31/05/2010, 13:26
Director

Alexander observó a las dos mujeres. Algo extraño sucedía. Antaño rivales, en aquel momento las sorprendió bastante juntas, más de lo que nunca habría imaginado el noble.

Eminé ayudaba a Margarett a mantenerse en pie. Ésta se mostraba bastante afectada por el incidente, aún se veían sobre sus ropajes restos de astillas y polvo. Con su mano izquierda se aferraba con fuerza el brazo opuesto.

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31/05/2010, 13:28
Baird Mackenzie

-¡AARGGHH!... - es gesto de dolor del doctor le acompañó en su giro mientras Allan lo volteaba.

Tardó aún unos segundos pero finalmente sus ojos se abrieron. Automáticamente se llevó la mano a la parte posterior de la cabeza.

-¡Mierda! ¡Cómo duele!... no se... no se muy bien qué pasó... - se tomó un tiempo para observar a su alrededor y poder identificar donde se encontraba -. Acababa de subir por las escaleras... me crucé con el señor Notario y con el señor Buchanan... nos saludamos... me dirigía hacia el despacho del Conde, para ver qué tal se encontraba... cuando algo me golpeó por detrás en la cabeza.

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31/05/2010, 13:34
Duncan

Cita:

-¿A dónde... lleva este pasillo...?

Duncan mantuvo la mirada fija en los ojos de William durante unos segundos. Intensa, ardiente. Jamás podría el contable adivinar lo que pasaba por la mente del mercenario.

-Conduce a las habitaciones del servicio, aunque esta mansión, como ya han podido comprobar, es de planta rectangular y las cuatro alas se comunican entre sí, por lo que cualquiera podría haber utilizado la ruta trasera para llegar hasta este pasillo y las cocinas. Lo que me pregunto es qué estaría haciendo Bruce Keenan en esta sección de la casa.

Su última frase provocó unos instantes de silencio a su alrededor, dejando que las palabras se asentasen como hojas de té. Miró a uno y otro lado, observó a todos los que le rodeaban.

-Nelson, quédate aquí. Que nadie toque ni mueva el cuerpo. Bothan tú ve a la cocina, reúne allí a todos los miembros del servicio. Avísame en cuanto vuelva ese chico con el doctor McKenzie. El resto nos vamos todos al comedor. ¡YA! Hay mucho sobre lo que hablar, tenemos un asesino entre nosotros y no quiero que nadie más muera esta noche.

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31/05/2010, 16:26
Alexander Duff

Cuando abrió la puerta de la biblioteca Alexander se sorprendió al ver a a su buena amiga Margarett y la señorita Eminé juntas, la segunda ayudando a la primera que mostraba una herida más fea que grave. O eso quería esperar.

Señoritas Sir Bartley me dijo lo ocurrido y vine rápidamente a verlas, tengo aquí en mi chaqueta mi medicina, le aseguro que si no ha tomado nada le calmará el dolor. Espero que el medico llegue pronto y le quite las astillas.  Era lo poco que podía ofrecerle porque cojo como estaba, no sería capaz de ayudarla a caminar. Aún así por desgracia no es la única razón por la que he venido. La primera era si sabéis algo del señor Keenan que ha desaparecido y la segunda noticia es cogió aire y las miró a los ojos, su pelo salvaje tapaba parte de su rostro, su expresión era como un animal salvaje, cambiante. Como si no supiese exactamente que sentía ante la noticia que iba a darles que mi tío el conde de Fife ha muerto. El incendio de las cocinas tuvo como foco el propio cuerpo ardiente de mi tio. Alguien lo asesinó mientras los demás comíamos, o quizás aprobechó el incendio para atarlo allí y que ardiera, no lo sabemos. Lo único cierto es que ha fallecido... y de una manera horrible.

Quizás era la idea de una mente desquiciada pues a Alexander le hubiese parecido justo que su tío -tras probocarle tanto sufrimiento- muriese a sus manos de una muerte limpia. En estos momentos no sabía si se sentía mal porque su tío habia muerto... o porque no había sido él quien había puesto fin a su vida.

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31/05/2010, 17:08
William McDonald

 Si bien en el primer segundo William sintió el impulso de negarse, de contravenir ese autoritario ¡YA! emitido por un individuo que sostenía su poder en un arma, su estado de ánimo no se lo permitió.

Abatido, agotado no sólo físicamente, también reseca su mente, su alma vacía, extenuada, cedió. Y cedieron sus hombros, que se bajaron, se encorvó un poco más su cuerpo, sus piernas dolieron de pronto, sobre todo la mala. El florete sobre el que se apoyaba se arqueó bajo su peso, y tembló.

-Sí... está bien. Supongo que tiene razón. 

Él hubiera querido seguir adelante por ese pasillo, ver a dónde conducía, buscar una respuesta a la macabra situación. Pero, ¿iba realmente a encontrarla allí...? No. Pensó para sí. Si hay una respuesta, está tan encastada entre los muros de estas paredes que sólo buscando entre ellos no la encontraría jamás. Sólo la hallaría, si alguna vez lo hacía, en la mente perversa de alguno de los que esos muros encerraban...

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31/05/2010, 23:14
Margarett Heisell

- Es más incómodo que doloroso y palpita desagradablemente. Posiblemente se me inflame y tome un horrible color negruzco, pero sobreviviré, Eminé - dijo a modo de respuesta Margarett Heisell, quien reflexionaba sobre la información acerca de la ubicación del despacho del Conde de Fife -. Además, el cabestrillo lo hace más llevadero.

Cualquier acción que ambas damas fueran a llevar a cabo en los siguientes minutos, se agotó incluso antes de haberse inciado con la súbita irrupción de Alexander Duff que las hizo respingar inopinadamente.

- Oh, Lord Duff. Me ha asustado - dijo llevándose la mano libre al pecho -. Pero estoy bien. Es más aparatoso que otra cosa. Agradezco su oferta, y tal vez la acepte más adelante pero, por el momento, puedo soportarlo. Es más, me recuerda que estoy viva - señaló recordando el accidente sufrido hacía escasos minutos y que bien podía haber supuesto su muerte.

Los siguientes segundos se desgranaron lentamente. Muy lentamente.

La supuesta desaparición del bastardo de James Duff, relatada por su sobrino, no provocó que su rostro variara siquiera un ápice. Recordaba cómo el joven había abandonado el comedor y su actual destino no la preocupaba ni inquietaba. Siendo sincera consigo misma, su presencia le había resultado incómoda desde un inicio y no había existido ni un solo acercamiento entre ambos o un cruce de palabras. Posiblemente, aquel advenedizo pretendiente a la herencia del condado de Fife, estuviera ahora en su habitación o vagando por la mansión. De hecho, hablar de desaparición cuando su ausencia de la cena era cosa de unos minutos, antes de que estallara el fuego en las cocinas, incluso le resultaba apresurado. Aunque en el actual estado de cosas, y con todo lo vivido entendía que todo, incluso una nimiedad como aquella, se magnificara.

Pero, entonces, las palabras finales de Alexander Duff la alcanzaron. Y el horror cobró forma. Margarett sintió que la sangre abandonaba su rostro y una súbita debilidad en sus piernas, le hizo saber que estaba próxima a sufrir un desvanecimiento.

- N-no, n-no... - alcanzó a gemir inarticuladamente antes de sentarse en la butaca más próxima. Su rostro parecía haber avejentado en unos instantes y su mirada estaba fija en algún punto indeterminado del suelo, al tiempo que su mente se agitaba bajo el caos de las emociones que la azotaban. James Duff había muerto. Asesinado. Y de forma ignominiosa, su cuerpo había sido quemado. La consciencia de que todo aquello había ocurrido a escasos metros de ella, cuando degustaba la cena, la asaltó súbitamente y le provocó un estado de vértigo. Margarett cerró los ojos, reclinándose en la butaca, al tiempo que una solitaria y furtiva lágrima se deslizaba por su mejilla a modo de duelo. Su pecho apenas se agitaba -. Lord Duff - musitó -, ¿está seguro de cuanto afirma? ¿No hay duda de que... el cuerpo es el de James?

 

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01/06/2010, 00:25
Aengus Rosston

Lejos, muy lejos, Aengus escuchaba las palabras de Duncan. Sus ojos, fijos en el cadáver del joven Keenan, sin parpadear siquiera, esperando que por arte de algún tipo de magia oculta y poderosa, toda aquella escena desapareciera de sus ojos, se difuminara en diferentes tonos de gris, negro, rojo y marrón oscuro y compusieran la imagen de un pasillo limpio, inmaculado y libre de cualquier señal de maldad. Y de muerte. Era tan joven, tan joven. No tenía que haber terminado tan pronto de disfrutar la vida.

La voz de Duncan volvió a resonar y la gente a moverse a su alrededor. Alguien pasó junto a él, chocando contra su brazo en su caminar apresurado de vuelta por el camino que terminaban de recorrer. Ese toque, aunque insuficiente siquiera para mover al enorme cuerpo de Aengus, hizo que este prestara atención a su alrededor, cosa fácil cuando junto a él, resonó fuerte y airada la voz de Duncan

¡YA!

-¿Morir alguien más esta noche? –Aengus miró horrorizado a Duncan- ¡NO LO PUEDE ESTAR DICIENDO EN SERIO! ¡TIENE QUE IMPEDIRLO! Movilice a sus hombres, que vigilen las puertas, que nadie intente.... –sus manos señalaron el cadáver sobre el suelo- que nadie vuelva a..... –su voz se quebró allí al ver la mirada de Duncan- Sé que lo hará bien.

Se volvió rápidamente para dirigir sus pasos al comedor cuando su vista se posó en William. El aspecto del hombre dejaba entrever claramente que no estaba en uno de sus mejores momentos. Se acercó a él y le agarró el brazo, firmemente pero sin usar demasiada fuerza –Olvide el florete, utilice mi brazo. Mi brazo no lo dejará caer y dejemos que el florete cumpla solo su función principal y más importante, ¡ADORNAR LA PARED DEL COMEDOR! ¡ADELANTE SEÑOR WILLIAM! EL CAMINO HACIA EL COMEDOR NO ES MUY LARGO.

Poniendo movimiento a su propuesta, Aengus comenzó a tirar de William, no dándole ninguna oportunidad de rechazar su brazo. El hombretón, dejó a un lado a los muertos y se preocupó del vivo que tenía entre manos. Aunque por el color de la cara de William, bien podía haberse encontrado este en el lugar de los primeros.

-Señor William –le comentó bajando su voz para que nadie más pudiera escucharles, aunque....¿era eso posible?- Si ve que no puede llegar al comedor por su propio pie, no me importa llevarlo en volandas cual doncella prometida. No supondrá esfuerzo para mi. Pero quiero que no gaste todas sus fuerzas en el pasillo. Creo que la noche va a ser larga.

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01/06/2010, 06:34
Allan Murray
Sólo para el director

- No haga movimientos bruscos - indicó Allan, sosteniendo al doctor y usando su propia fuerza para mantenerlo erguido, con el cuello recto y la cabeza firme. Su comentario era innecesario, habida cuenta de la profesión de su interlocutor, pero aún así sonaba extremadamente sensato - ¿Puede sujetarse? Necesitamos salir de aquí, doctor. Hay un inicio de incendio en las cocinas. Venía a avisar al Conde y a los demás, pero nadie está en la habitación.

Pasó los brazos alrededor del hombre. Allan era alto y esbelto, a la vez que asmático, y a veces tan frágil como la rama de un árbol en la plenitud de su otoño. Pero cuando se incorporó y levantó con él al doctor, lo hizo como si estuviese arrastrando a una hoja seca. Podía ser que la adrenalina estuviera obrando milagros, o quizás era el terror. Algo estaba saliendo mal allí, terriblemente mal: la situación no tenía pies ni cabeza, y cada vez iba perdiendo más miembros. Un convaleciente hombre mayor apuñalado de pronto ya no estaba en el sitio donde su médico le suponía estar. No había rastro de sangre, de nada, de ninguna arrastrada ni de pasos temblorosos ni tambaleantes en la otra estancia. O alguien le había ayudado a salir... o alguien le había cargado. O quizás ambas cosas. O quizás sí, alguien lo había cargado, lo había sacado, muerto.

- No sé cómo el Conde ha podido salir de allí sin ayuda - dijo Allan, y miró al médico a los ojos - ¿Dónde pudieron haberle trasladado?

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01/06/2010, 09:13
Alexander Duff

Alexander nego con un leve movimiento de cabeza  Ni la más breve, lo vimos con nuestros ojos. No fué una visión agradable, tampoco voy a describirla por puro decoro... pero era mi tío. Esta vez no ha sido un juego.

Quedó en silencio observando a ambas damas. Por el momento en que se marchó del comedor, el joven Bruce es quien tiene más posibilidades de haber visto al asesino dió varios pasos cojeando hacia ellas, haciendo retronar el suelo con su bastón  o incluso haber consumado el mismo el crimen. Era fundamental encontrar a su primo, personalmente Alexander creía en su inocencia, pero demasiado había vivido para saber que las apariencies engañaban y que no se podía confiar en nadie.

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01/06/2010, 11:59
Baird Mackenzie

El doctor aún se mostraba aletargado, adormecidos sus reflejos por el impacto recibido.

-Un... incendio? ¿Hay heridos?... debo ir... - se balanceó a un lado como consecuencia de un mareo -. No se que trata de decirme. El Conde no podía salir por su propio pie de la habitación. Eso seguro... si usted dice que no está ahí dentro... alguien ha tenido que sacarlo.

Tosió vehementemente. En algún momento durante aquel ataque de tos un hilo de sangre surcó su mandíbula.

-Lléveme abajo, por favor. Quizás alguien necesite mi ayuda.

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01/06/2010, 20:13
Margarett Heisell

Margarett permaneció inmóvil en la butaca. Sus ojos permanecían cerrados mientras Alexander Duff despejaba cualquier duda acerca de la identidad del cadáver y revelaba un dato que daba mayor sentido a la preocupación por el paradero de Keenan. Sin embargo, para Margarett toda aquella pesadilla tenía un toque de locura y sinsentido. Desde su llegada a la mansión, los sucesos se habían desencadenado de forma aparentemente caótica y bajo el marco de una mentira. La muerte de su antiguo amante. ¿Con qué fin? Despertar sus emociones más primitivas, obligándoles a actuar irracionalmente. El buscado aislamiento, la siniestras figuras de aquellas tres parcas, las armas, la puertas cerradas a su paso conforme avanzaban hacia las entrañas de la casa, la teatral aparición de James Duff ante un público exultante por la noticia de su fallecimiento, su propio accidente hacía apenas unos minutos. Solo el ataque de Alexander había escapado a un guión puntillosamente dispuesto. ¿Venganza, diversión, perversión?

Margarett suspiró quedamente y se forzó a incorporarse en la butaca. El color volvía a su rostro y con él, la sensatez y el brío que la caracterizaban. Debía ver el cadáver. Solo en ese momento se convencería de la realidad y certeza de cuanto allí se le había dicho.

- Eminé, querida, me temo que deberemos posponer, momentáneamente, nuestra pequeña excursión. Lord Alexander, ayúdeme a ponerme en pie. Me temo que han sido demasiadas emociones en poco tiempo para estos viejos y cansados huesos. Después, lléveme ante el cuerpo de su tío, Sir James Duff. Solo cuando lo vea, cuando tenga la certeza de su identidad y de la causa de su muerte, le daré el débido pésame. Hasta entonces, permítame esa licencia. Creer que su tío sigue vivo. Pero sea como sea, alguien ha sido asesinado. Y las autoridades deben ser informadas - afirmó con firmeza y autoridad -. Y ocurra lo que ocurra, nunca debemos separarnos. No estamos en territorio amigo y las apuestas han subido. Ha llegado el momento en que debemos dejar de ser víctimas para convertirnos en verdugos. Obremos con presteza y, sobre todo, con inteligencia. Gracias, Lord Alexander - dijo cuando este la ayudó a levantarse -. Bien, vayamos allí - ordenó al tiempo que se erguía y empezaba a caminar en dirección al comedor con la cabeza erguida y un rostro impasible, en el que no podía leerse aboslutamente nada.

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03/06/2010, 04:43
Allan Murray
Sólo para el director

Allan permaneció mirándole un momento, gravemente.

- Sí, exactamente eso es lo que temo.

Sacó un pañuelo de algún sitio, un pañuelo que estaba limpio, y se lo tendió.

- Sujétese con fuerza, intentaremos bajar las escaleras lo más rápido posible - dijo Allan, estrechando al doctor por el torso, para inmovilizarlo contra su propio cuerpo - ¿Hay alguien más en este piso, que usted sepa? ¿Alguien más a quien advertir de lo que está ocurriendo?

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03/06/2010, 11:08
Baird Mackenzie

-No sabría decirle. Lo lógico sería que todos estuviesen abajo, en el salón, cenando - sin añadir nada más, guardó fuerzas para concentrarse en el trayecto que tenían por delante.