Partida Rol por web

Llorando Pecados

...con olor a muerte

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23/02/2010, 13:18
Director

Cita:

...nada bueno nos espera... tengo miedo.

A un espectador ajeno le habría parecido como si la propia mansión quisiera responder a los malos augurios de Eminé.

Ahogando las últimas palabras del Conde de Moray, un espeluznante crujido resonó en la biblioteca. El sonido resultaba inconfundible para aquel que hubiese escuchado alguna vez el lamento de un árbol bajo el hacha del leñador. La madera de una de las estanterías que cubrían la pared se quebró, se rajó a todo lo largo desde el suelo hasta la parte superior de la tarima del primer piso. Lo hizo además en dos puntos separados entre sí, por lo que una estructura central de la misma de casi tres metros de ancho se desprendió y cayó hacia delante... justo sobre la butaca en la que Margarett había dejado descansar sus afectados huesos.

El estruendo consiguiente fue demoledor, incrementado en duración y efecto por la acústica de la sala. Una nube de polvo se levantó de inmediato adueñándose de la zona. Lo único que Eminé y el Conde de Moray pudieron ver a través de ella fue la parte posterior de la estantería, que se descansaba ahora sobre un invisible sillón y una también desaparecida Margarett.

Notas de juego

Desaparecida a sus ojos, claro está. Tan solo se trata de un forma de expresarlo, la estantería ha caído sobre ellos (sillón y Márgarett) y los tiene aprisionados contra el suelo.

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23/02/2010, 13:41
Melvin MacArthur

-¡Aquella puerta! La del fondo. Por donde mismo hemos salido nosotros. Tienen que buscar la escalera trasera, de madera oscura. Suban por ella y recorran el pasillo superior hasta el extremo opuesto. Allí encontrarán dos grandes puertas que dan al despacho del Conde. - el notario respondió sin pensar.

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23/02/2010, 13:43
Director

Las indicaciones eran claras, dentro de lo previsible. Lo que no resultó serlo tanto fue el rumor que se extendió por la fila de cubos de agua y que logró llegar hasta el patio procedente de las cocinas. Realizaba el camino inverso al del líquido elemento pero a mucha mayor velocidad. De boca en boca. Por el propio aire.

Comenzó tan solo como palabras sueltas... "cuerpo"... "fuego"... "cocinas"...

Fue tomando cuerpo conforme se acercaron para escuchar mejor las palabras de los sirvientes.

"Había una persona en las cocinas"

"Una víctima, un desdichado ha muerto presa de las llamas"

"Amarrado al pilar"

"¡Han matado a alguien!"

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23/02/2010, 18:00
William McDonald

-¿¿QUÉ?? ¿¿Una Víctima??

Amarrado al pilar...

Llegando a la cadena de cubos de agua, William captó lo que decían unos a otros, lo que corría de boca en boca como la pólvora recién encendida.

Amarrado al pilar...

-¿¿QUIEN?? ¿Quién es la víctima...?

Amarrado al pilar...

Apoyándose en el florete aún, renqueando, llegó hasta el sirviente que había dejado caer la frase maldita. "¡Han matado a alguien!". Así que, finalmente, así había sido. Ahora faltaba saber quién era la víctima... y quién el verdugo.

-¡RESPONDE!

Amarrado al pilar... una dura, cruel muerte. Una muerte por venganza, una muerte preparada. ¿La de quién, por quién...?

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24/02/2010, 07:38
Allan Murray

Allan soltó al notario con rapidez cuando oyó su respuesta.

- Gracias - le dijo, demorando incoherentemente en eso cuando todo su cuerpo pedía rapidez a gritos.

Sin embargo, ese segundo de inmovilidad trajo su terrible, fatídica recompensa. Allan estuvo allí para escuchar el cuerpo de las frases que emergían de la cocina, y se abrían paso en medio del humo. Sus pupilas se dilataron, y fue incapaz de decir algo. William gritaba, y Allan se quedó inmóvil, su rostro blanco, sus manos quietas y todo en él suspendido en shock. Lo había imaginado, y su mente lo había repetido un centenar de veces desde su primera idea hasta ese momento, intentando prepararlo: pero no estaba preparado. Jamás podría estar preparado para algo así. Las muñecas empezaron a temblarle, y sus pensamientos se dispararon como cañones en el interior de su ser.

Miró a la abertura por la que el humo no cesaba de salir, donde el movimiento era una ola, donde las voces anunciaban la muerte. Luego miró hacia atrás, febrilmente, hacia la puerta que le había señalado el notario. Una vez más a la puerta del pasillo, luego a la otra en el extremo opuesto. Las imágenes iban tomando cuerpo, iban entrando a su mente, iban desarrollándose, superponiéndose, azuzadas por la adrenalina, templadas por el miedo, la sangre, lo quemado y el olor... Allan jadeó, mientras el tiempo se le escurría y no atinaba a hacer nada más que estar allí. Había un muerto, y él no se movía, no hacía nada, apenas respiraba, apenas estaba, apenas...

Y entonces, una certeza tomó cuerpo en su interior. Alexander lo vio perder el último color que le quedaba.

- Quédese aquí - atinó a decir hacia el otro hombre - Quédese y no se separe de McDonald y Rosston.

Allan dio media vuelta y salió corriendo como alma lleva el diablo en dirección a la puerta del fondo.

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26/02/2010, 09:55
Alexander Duff

Alexander asintió como un autómata a Allan al que apenas escuchaba, no por descortesía ni por desdén. Aquellas frases sobre un muerto le habían calado hondo. No se imaginaba a Bruce como un verdugo, pero sí como una víctima.

Bruce... Dijo en tono triste negando con la cabeza. Oprimió el pañuelo empapado contra su rostro y empezó a caminar hacia la cocina cojeando. Tenía que verlo con sus propios ojos aunque sabía que cuando eso ocurriera su sospecha se convertiría en certeza, pero tenía que cersiorarse.

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26/02/2010, 12:35
Director

El sirviente dudó unos instantes, aún con el último cubo en la mano, antes de acercarse hasta la peligrosa posición que ocupaba Aengus.

-Yo... yo... no se... estaba sirviendo la mesa... ¿Quién es? ¿De quien se trata?... volvía por el pasillo y me encontré de frente con las cocineras que salían... me dijeron que no podía entrar, me dijeron que el Conde las había echado de la cocina... ¡Oh, Dios mío! ¡Es el señor! ¡EL CONDE! - al reconocer al noble atado al pilar cualquier resto de compostura del camarero desapareció igual que el agua arrojada a las llamas.

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26/02/2010, 13:11
Director

El camarero miró a William con gesto de impotencia.

-¡No lo se!... ¡Es lo que están gritando!... ¡Hay alguien en las cocinas! ¡Un cadáver atrapado en el fuego! ¡Amarrado al pilar! - respondió con la mirada baja, ocupado en la tarea de pasar cubos de agua y sin ningún tipo de interés visible en ir por sí mismo a comprobar la veracidad de la información.

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26/02/2010, 13:32
William McDonald

Pero William sí que deseaba comprobarla. De modo que, cuando Alexander llegó a su lado, siguieron ambos a la serpiente humana en dirección a las cocinas, el economista sudando, temblando. Y cómo Lord Duff, cojeando y con el pañuelo sobre su boca...

Notas de juego

Supongo que hay que desmarcar a Allan.

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28/02/2010, 23:35
Eminé Leary

- Es difícil hacer frente a ese hombre. Quizá el honor y la moral queden ocultas bajo una montaña de dinero... -añadió Leary a colación de los comentarios referidos a ambos testamentos.

Torció el gesto, aún temblorosa, y solo le dio tiempo a emitir un suspiro cuando la estantería se partió y cayó con violencia contra el sofrá próxima a ella atrapando bajo su peso a la otra mujer. Aterrada, Eminé no se dio cuenta de la situación durante los primeros instantes. Los ojos abiertos completamente acompañados de su pequeña boca.

- ¡Margarett! ¡Margarett! -gritó asustada instando a su compañera de habitación. Se puso en pie rápidamente y se aproximó temblorosa mirando aterrada la escena. Giró su cabeza con el rostro desencajado apremiando al hombre que allí ocupaba el último lugar-. ¡Haga algo por el amor de Dios! ¡Sáquela de ahí! ¡Margarett!

El temor por la muerte de la mujer se apoderó de ella súbitamente. El peso de la estantería parecía suficiente como para aplastar el cuerpo de cualquier persona, más aún si se trataba de una mujer de cierta edad. Horas antes había deseado que aquella mujer desapareciese en la estación de tren. Ahora temía por la vida de esta. Y también por la suya, pues sin duda aún no se encontraba a salvo.

Olvidando su propio bienestar por una vez y presa del temor y el miedo a encontrarse sola, Eminé se agachó e intentó ayudar a la mujer, quizá apartando unos libros, unas maderas, o bien auxiliándola a respirar de algún modo si es que aún quedaba con vida.

Malditas sean esas tierras. Maldito sea el Conde.

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01/03/2010, 23:51
Aengus Rosston
Sólo para el director

Esa no era la respuesta que Aengus esperaba, ¿el propio conde ordenó que todos abandonaran la cocina? Tardó unos momentos en digerir la información antes de darse cuenta de que el hombre estaba completamente fuera de control.

-Tranquilícese...ya nada podemos hacer por él... –le dijo mientras que con su enorme mano lo agarraba del brazo y lo obligaba a mirarlo –me escucha, ya nada podemos hacer por él, pero hay que salvar la mansión. Vuelva a la fila...!APAGUEMOS EL FUEGO! –terminó sin mucho animo.

Nada le resultaba lógico en todo aquello. Pero él no estaba allí para pensar, lo necesitaban por otra cosa, ya se ocuparían los grandes nobles de buscar al culpable. Se levantó y, empujando al hombre del servicio, lo acompañó hasta la fila, donde lo dejó para acercarse al Vizconde.

-Señor...creo que tiene que saber quien es el que esta atado al pilar central....es el Conde....!NUESTRO CONDE! –dijo elevando la voz al tiempo que miraba al techo de la cocina, negro como el carbón, negro como sus pensamientos.

Aengus vino a la mansión para pasar unos dias agradables y se encontró con la supuesta muerte del conde, después el conde apareció vivo, tal y como el sabía que estaba, pero parecía que la mitad de los invitados a la lectura del testamento no, pero intentaron matarlo y ahora, sin saber como ni por qué, aparecía muerto en la cocina....y atado. Todo esto le suponía a Aengus una fuerte emoción porque el Conde siempre lo había tratado bien, siempre había tenido en consideración sus pinturas, era de las pocas personas que lo trataban como lo que el se sentía, como un pintor que sabía hacer su trabajo bien. No se merecía ese final... Aengus no entendia nada.

Miró al Vizconde y a la cocina –No..no entiendo como el Conde...!AUN NO ME LO PUEDO CREER!

La mirada de Aengus recorrió la cocina, mitad quemada y ennegrecida, aún humeante en muchas partes, la otra mitad, aun ardiendo con llamas más o menos grandes, pero que, poco a poco, iban perdiendo terreno al ataque del agua. Buscaba respuestas. Respuestas a no sabía que. Pero quería ver algo que le contase que había pasado desde que las cocineras salieron de la estancia, desde que el Conde se quedó solo...hasta ahora.

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02/03/2010, 13:12
Director

Allan dejó tras de sí el frescor y la imaginada libertad del patio interior de la mansión y se sumergió en sus pasillos. Siguiendo las indicaciones del señor notario tomó la puerta del fondo y avanzó hasta localizar la escalera trasera, de madera oscura. Resultaba ominosa, como todo allí, hasta tal punto que empequeñecía al hombre. Ascendió al piso superior acompañado por el crujir de unos escalones ya en su edad anciana. Arriba, un amplio pasillo recorría el ala oeste dejando en su desarrollo a ambos lados estancias y otros corredores secundarios. Avanzó hasta el fondo y tomó el camino de la derecha, pues a la izquierda otra escalera descendía de nuevo.

Al girar casi tropezó con algo que le obligó a detenerse. Miró a sus pies, retrocediendo un paso al percatarse de que se trataba de un cuerpo inerte. Pensó en Bruce, pero al instante se dio cuenta de que, tanto por las ropas como por la envergadura no podía tratarse del joven. ¡Era el doctor! ¡Baird McKenzie!

A simple vista se podía observar una herida en la cabeza que sangraba levemente. Estaba boca abajo, al parecer inconsciente.

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02/03/2010, 13:27
Director

Avanzaron por el pasillo acompañados en su premura por el cambio de manos de los cubos de agua, los cuales dejaban caer inevitablemente parte de su preciada carga en cada intercambio. Junto a ellos iba también el notario, Melvin McArthur, con gesto preocupado. Un poco por delante, a grandes zancadas, el abogado del Conde de Fife.

Al llegar a la intersección se cruzaron con tres hombres que llegaban por el pasillo que conducía al salón comedor. Eran Duncan y dos de sus pistoleros. Y parecían enfadados.

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02/03/2010, 13:33
Duncan

-¿QUÉ DEMONIOS ESTÁ OCURRIENDO? ¿QUÉ SE QUEMA? - no se detuvo a permitir respuesta alguna, les adelantó y se dirigió hacia las cocinas.

Sin embargo, quedó paralizado en seco cuando el eco de los murmullos de quienes formaban la cadena de cubos trajo hasta ellos nuevos rumores.

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02/03/2010, 13:35
Director

... está muerto...

... ¡¡Es el Conde!!... ¡¡El Señor!!...

... amarrado al pilar central... encadenado...

... le han asesinado...

La información les envolvió conforme avanzaban, enroscándose en torno a ellos como la espuma de una ola.

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02/03/2010, 13:41
William McDonald

... está muerto...

... ¡¡Es el Conde!!... ¡¡El Señor!!...

... amarrado al pilar central... encadenado...

... le han asesinado...

La noticia, aunque en cierto modo esperada, sacudió a William como un latigazo. El Conde podía haber sido verdugo... pero él esperaba que hubiera sido la víctima. Y así había sido. Una arcada subió desde su estómago fatigado, la asfixia y la emoción lo convulsionó.

Años de odio, años de padecimiento. Buscando la venganza, la redención. Íntimos sentimientos de los que me avergonzaba y de los que, sin embargo, bebía, con los que podía soportar sobrevivir. Con los que tenía la fuerza para luchar por mi familia, por mi querida esposa y mis hijas...

¡MUERTO! ¡AHORA SÍ!

Y vació el contenido del estómago a los pies de Duncan, sin poderlo evitar. Un rastro de sopa de setas mezclado con la bilis acumulada durante años...

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03/03/2010, 07:53
Sir Bartley Longstaff, Excelentísimo Conde de Moray

-¡SANTO CIELO! ¡QUE HORROR! ¡¡MARGARETT!! ¡¡MARGARETT!! ¿PUEDE USTED OÍRME? ¡¡MARGARETT!! - el noble se abalanzó sobre la estantería que se había tragado a la mujer. En primera instancia apartó a un lado, con frenéticos movimientos, los libros que tapaban la visión de lo que quedaba por debajo -. ¡Ayúdeme! ¡Trate de quitar los libros! - pidió a Eminé.

A los pocos segundos uno de los largueros de la estantería quedó libre y a través de él pudieron observar el sillón y el cuerpo de Margarett.

-Voy a tratar de levantar la estantería. No se si seré capaz. ¡Si lo consigo, sáquela usted de ahí debajo, por Dios! - con un gran esfuerzo, sobre todo para alguien no acostumbrado a aquellas lides, el Conde de Moray levantó una sección de la estantería, de forma que inclinó ésta sobre su punto de apoyo en el lado opuesto.

Así, Eminé pudo ver el sillón, o al menos parte de él, y delante del mismo a Margarett que se removía dolorida. Estaba viva.

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03/03/2010, 08:02
Director

El golpe había sido muy fuerte, incluso para alguien más joven que ella. Estaba aturdida y un gran peso la presionaba con fuerza contra el suelo. Le dolían la cabeza y los hombros, así como la parte superior de la espalda, pero lo pero estaba en el brazo derecho. Lo había levantado en un acto reflejo al sentir que la estantería se le venía encima, solo un instante antes. Por suerte, el sillón sobre el que estaba sentada era recio, muy sólido. El respaldo había aguantado la mayor parte del impacto, con lo que ella recibió un golpe seco que la lanzó hacia delante, pero no quedó sepultada del todo.

Al poco comenzó a volver en sí, a orientarse. Escuchaba las voces de Eminé y del Conde de Moray. Quitaron los libros y la luz le llegó. Levantaron la estantería... ya casi estaba fuera.

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03/03/2010, 10:15
Allan Murray
Sólo para el director

Allan sintió una punzada de horror, que apenas se desvaneció al comprobar que no se trataba de Bruce. La idea que se había formado en su cabeza latía con extraordinaria fuerza, pero necesitaba atar más cabos de los que su espíritu le permitía hacer a nivel teórico. Había creído que era Bruce quien había iniciado el fuego en las cocinas: había creído que sería una distracción que derivara toda la atención de los asistentes hacia el accidente mientras él subía hacia las habitaciones de quien no iba a poder moverse para defenderse con claridad. Aún tenía la irracional esperanza que fuera así, ¡esa agridulce esperanza de preferirlo asesino a preferirlo muerto!, y aquel hombre caído podía ser una de las confirmaciones. Porque si luego no confirmaba el resto, no le quedaba más que una simple idea, la de que el hombre muerto de las cocinas era un Bruce atado a los postes por el último comensal que había llegado a la cena...

Se agachó rápidamente y con una rapidez lejana a su yo sedentario, burocrático inglés, deslizó los dedos hacia el cuello del doctor. Sus ojos abiertos al máximo miraban hacia todos lados, su corazón amenazaba con ser vomitado con violencia. Comprobó que se encontraba solo inconsciente, y un vistazo a la herida le bastó para intentar saber si había sido reciente. Esperaba tanto que lo fuera que hasta estaba convencido de ello, incluso al punto de ver parcialmente afectado su juicio para evaluar la prueba. Miró a su alrededor intentando buscar la fuente de aquella herida. Trató de escuchar, agachado, lo que sucedía a su alrededor. Cabía la posibilidad de que Bruce le hubiera herido en su intento de llegar al Conde, que entonces estuviera cargando el arma en su mano. Pero, ¿estaría Duncan con el fuego o con su amo?

La perspectiva obligó a Allan a actuar. El estado del doctor podía esperar un poco... lo otro no. Se levantó, mirando a su alrededor para ver si podía tomar algo que pudiera usar para defenderse, pero siguió su camino. Rápido, alarmado y a la defensiva, internamente con los pelos de punta, pero llevado por la irracional decisión que imponen la moral y el pánico. Estaba aún más convencido que antes de la necesidad de llegar a aquel despacho que había dejado sólo una media hora atrás.

Notas de juego

Si comprueba que está muerto, de todas formas seguirá su camino hacia el despacho del Conde. Si se le antoja que morirá sin ayuda de algún tipo, cambiará su accionar para asistirlo.

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03/03/2010, 11:51
Aengus Rosston

Aengus miró las llamas rojas y violentas aún, con ganas de seguir devorando la cocina si le daban la posibilidad. Se encogió de hombros y sacudió la cabeza, tal vez intentando apartar sus pensamientos, sus sentimientos ante el descubrimiento del Conde allí, en aquella estancia. Mientras que no acabaran con el fuego y el humo no podrían ver si había en la cocina algo que les contara que le había sucedido al Conde. Ahora, todo quedaba cubierto por la confusión, el humo y las cenizas. La cocina aún era peligrosa, si no extinguían las llamas del todo y recobraban fuerza, podía ser fatal. Para todos.

-Terminemos con esto Vizconde, apaguemos las llamas, !UN ULTIMO ESFUERZO!

Se volvió hacia su fila y allí, el primero, estaba el sirviente. Su cara aún demudada por la sorpresa y el horror. Aengus le cogió el cubo con agua que estaba en sus manos.

-Ánimo. Terminemos y descansemos, sé que puede hacerlo -terminó poniéndole su mano sobre el hombro, en un pequeño gesto de aliento que rápidamente sustituyó por un enorme grito al resto de la fila- ¿DONDE ESTAN ESOS CUBOS? !!!MAS AGUA!!!

Y sin mediar más palabras, sin pensar en nada más que en terminar con aquel infierno, metió sus manos en un cubo de agua clara y fría para refrescárselas y volvió a plantarle cara a las llamas.