Partida Rol por web

Andre se acercó al cuadro del caballo, parándose cerca de la señorita Stuart, sin interrumpir la conversación que estaban teniendo. Su esposa miraba la con la intensidad de alguien que disfruta del arte en todas sus formas, mientras esperaba a que él le presentase a esa mujer de la que le había hablado.

En un momento de silencio dio un paso hacia Martha y le dijo - Me temo que la conozco, su rostro es inconfundible, tuve el agrado de escucharla tocar el violín, mi nombre es Andre y ella es mi esposa Anne. Déjeme decirle que su talento es increíble, he disfrutado de su música y debe saber que es una experiencia inolvidable. Como escuché decir a esta dama - mira en ese momento a Jennet - nos encantaría oírla tocar nuevamente. Es más, si esta interesada, mi esposa y yo podríamos organizar un evento en el que pueda deleitarnos a todos una de estas noches -

Antes de poder contestar a la pregunta o a cualquiera de ellos la voz del nuevo integrante de la conversación se hizo presente y correspondió el saludo dejando hacer al joven de la barbita y luego estrechando la mano de la pareja

- Un placer conocerles caballeros, señora. Contesto sonriente Me alegra que le haya gustado la demostración señor André. Como estaba a punto de decirle a Jennet, suelo actuar en el teatro a menudo y hago algunas en clubs y sitios por el estilo. Por otra parte, si organiza algún evento que necesite de algún toque musical siempre será recibido con brazos abiertos, en ese caso necesitaría de fechas concretas para poder organizarme.

Al final no había sido tan mala idea pasarse por la exposición a distraerse un poco, tendía a olvidar que en este tipo de sitios se podía llegar a cerrar muy buenos negocios y para un artista eso siempre era importante y la base de sus sustento.

Le sonrió a Isaac, halagada por la especial atención. Le agradaba representar un misterio para un hombre que parecía disfrutar descubrirlos. 

No debe disculparse, yo pensaba lo mismo sobre usted. Que alegría haberlo encontrado ahora, eso si. De otra manera, ¡Quizás cuándo podríamos empezar a recuperar el tiempo desperdiciado! Suerte que tuve que salir hoy y me encontré con esto, porque en general no voy a muchos eventos sociales. Así que ya sabe, puede culparme por no facilitar nuestro encuentro. -bromeó

Es un gusto conocerlos. - saludó a los Collingwood cuando llegaron. Se veía que no estaban muy interesados en ella, así que no les quitaría más tiempo que eso. 

Al parecer no era la única sorprendida por el talento de la srta Stuart. Bien merecido se lo tenía. Era realmente buena... Y por lo que contaba no le iba nada mal. Si algún día conseguía dinero, haría una fiesta y le pediría a ella que tocara. Sería una fiesta preciosa.

Con semblante cortés saludo a los recién llegados, especialmente alegre por el hecho de que dejarán toda para mi a la señorita Jourdemayne. Sonrío, con agasajo, ante su interés rebuscado. - ¿No entran en su capricho los eventos sociales? Pues debería. Mi doctrina de vida apunta a ellos. A su esencia. A lo gregario del humano. - Menciono al aire, como si filosofara de gustos apasionados. - Tal vez. No, tal vez no. Insistiría en que asistiera a uno en mi compañía. Si no conoce el ámbito teatral de mi mano, realmente no lo conoce. - Digo, agraciado, aunque con cierta bufa escondida.

Oh, no es que no me interesen, es que he perdido el contacto con quienes solía asistir a ellos. Pero ya que usted insiste en que lo acompañe, no me queda más opción que salir de mi rutina habitual. 

Respondió sin darse muchas vueltas. La manera en que él hablaba le parecía sublime y prefería mil veces escucharlo que seguir interrumpiendo con palabras de más que solo entorpecían su disfrute.

¿Tiene algún evento en particular en mente?

- En breve el partido patrocinará un concierto en un teatro de renombre, haré lo que esté a mi alcance para lograr que usted lo protagonice, - si logro salir con vida de los túneles - me pondré en contacto con usted apenas tenga una novedad. De más está decir que sus admiradores estarán todos invitados - dice dedicando una especial mirada a Jennet, que parecía compartir la devoción por la artista, y al hombre que hablaba con ella, el cual creía reconocer del juicio frente a la reina, pero con el cual nunca había interactuado.

Anne lo tomó del brazo y siguieron viendo algunas obras, menos llamativas pero no por eso menos interesantes. No quedaba mucho tiempo para el amanecer, pero debía dejarla satisfecha después de haber interrumpido su descanso innecesariamente.

Sonrío, con sana malicia y gesto divertido. - No cabría dar tiempo a la espera. Conozco un lugar. Hoy mismo. La eternidad no es excusa, ¿verdad? Y usted sería una excelente compañía. La envidia de la velada. - Con estas palabras me acerco, armónico, a la señorita. La tomo suavemente del coro, alejándola unos pasos, sin forcejear, con naturalidad, esperando su respuesta afirmativa a mi embrujo. - Pero demando conocerla más. - Bromeando con encanto. - Y este parece un lugar perfecto. Sereno, encantador. Acabado para la reflexión sobre personalidad llamativas. - La dirijo, diligente, hacia un pequeño banquillo, en medio de la sala, para acomodarnos.

Era difícil no seguir mirándoles y escuchando como el joven la cubría en halagos y piropos, pero su atención debía centrarse en la conversación con la otra pareja. 

- Esta bien ver que los políticos se molestan por promover la cultura. Si no es mucho preguntar ¿cual es el motivo de que se hayan decidido a organizar uno? 

Que mi reina este a gusto, Martha era la gran ganadora de esa noche, la preferida de su majestad, no podía imaginarse que no haría por ella. Claro que eso no podía decirlo, y el partido siempre apoyaba ideas que sumaran potenciales seguidores, así que procesó la respuesta adecuada

- El partido conservador apoyó sistemáticamente el talento y el arte bien entendido, y más en ésta época en que Londres esta levantándose del traspié de la guerra. Es parte del compromiso para enaltecer a la corona - hizo una breve pausa al pronunciar la útima palabra - No será dificil incluirla en los grandes eventos programados para estos meses, a lo sumo deberé pedirle que haga una demostración frente al comité organizador, pero no mas que eso - 

Sonrío avergonzada por sus halagos y lo siguió hasta donde la llevaba, encantada por el simple hecho de que la llevara a algún lugar. Luego volvería a hablar con la violinista, que esperaba no se enojara por abandonarla.

Si es de su agrado, entonces es perfecto. 

Se sienta, cuidando de no cometer alguna torpeza que la hiciera perder los piropos que el galán le regalaba por montones. Sinceramente, no le molestaría que eso siguiera así por siglos y siglos.

Pues dígame, ¿Que le gustaría saber?

Con una rápida maniobra, me aposento, corriendo mis ropas elegantemente y con soltura. - Expláyese cuanto gusta sobre lo que desee, señorita Jourdemayne. Nadie la conoce mejor que usted misma, y lo que crea de envergadura, a fin de cuentas, es lo trascendente de su día a día, ¿o me equivoco? - Digo, sosteniendo febrilmente sus finos dedos con mis manos. - Por favor, confíe su alma eterna a mis oídos. - Finalizo, con cierta gracia sobrenatural. La sonrisa confesada, gestos deleitables y ojos apacibles daban espacio suficiente para el embeleso de Jennet.

Embobada por los gestos delicados y las dulces palabras de su interlocutor, Jennet se tomó un par de segundos mientras se perdía en sus ojos antes de responder.

Pues, a decir verdad, ni yo me conozco mucho a mi misma... - respondió sonriendo avergonzada, incluso un poco incómoda - Nada que sea digno de ser tema de conversación con usted, definitivamente. 

Miró las manos que sostenían las suyas.

¿Por qué no me cuenta algo sobre usted, mejor? Ya a simple vista se ve como alguien interesante, no puedo imaginar las cosas que tiene por decir.

El aire se vuelve ligeramente desabrido, áspero. La mirada muta. El gesto cambia. Los modos se volatilizan. La miro atribulado, para rápidamente bajar el rostro. Inconcebible. Busco en mis más profundo fuero, pero no logro comprender el porqué. Chasqueo los labios y vuelvo a dirigirme directamente a sus ojos. - Soy actor. Al teatro me dedico. Es la síntesis de mi abstracciones, preocupaciones y reflexiones. - Una lánguida sonrisa crece, insípida, y le es entregada inexpresivamente a la señorita Jourdemayne. - Puede encontrarme en teatros a la bohemia, como se suele decir. No son mi tipo, pero tienen lo suyo. Que es muy diferente a todo esto. - Digo con un amplio ademán, abarcando a la grandilocuente exposición.

Pero todo era mentira. Inconcebible que un individuo, único, especial como un copo de nieve, con la inmortalidad por delante, no se comprenda a sí mismo, lo suficiente como para explicitar sus cavilaciones, ocurrencias y pormenores.

Lo escucha con atención, pero no puede evitar notar el repentino desinterés que había provocado en el caballero. Lo piensa un segundo, quizás haya alguna forma de volver a atraer su atención siendo sincera.

Me encantaría ir a verlo actuar alguna vez. La verdad es que siento una atracción fatal por el teatro. Verá, anhelo con todo mi corazón ver todas y cada una de las obras jamás actuadas, pero cada vez que piso siquiera un lugar cercano al escenario, me entran una nostalgia horrible y unas espantosas ganas de llorar.

Tomó otra pausa, dubitativa.

Siento haberlo decepcionado... Tengo problemas de memoria, y por consiguiente, lo que sé de mi son meras pistas que dejan como rastros sentimientos extraños o imágenes borrosas. Cuando mucho recuerdo lo que ha pasado este año, y no sé si eso es suficiente para definirme como persona.

Siendo un extraño, revelarle todo eso se le hizo fácil. Con el desinterés que se había ganado de seguro no lo vería de nuevo, e incluso si lo viera no sería tan terrible. El que fuese actor la hacía sentir acogida, de alguna manera.

Que mi reina este a gusto, Martha era la gran ganadora de esa noche, la preferida de su majestad, no podía imaginarse que no haría por ella. Claro que eso no podía decirlo, y el partido siempre apoyaba ideas que sumaran potenciales seguidores, así que procesó la respuesta adecuada

- El partido conservador apoyó sistemáticamente el talento y el arte bien entendido, y más en ésta época en que Londres esta levantándose del traspié de la guerra. Es parte del compromiso para enaltecer a la corona - hizo una breve pausa al pronunciar la útima palabra - No será dificil incluirla en los grandes eventos programados para estos meses, a lo sumo deberé pedirle que haga una demostración frente al comité organizador, pero no mas que eso - 

Levantó una ceja con delicadeza mientras una leve sonrisa algo ladeada asomaba en sus labios. Parecía que a todo el mundo le había dado por organizar cosas, a pesar de que fuera un partido político el que lo hiciera, tanto mejor para ella.

- Eso está muy bien, es agradable ver que los políticos no se olvidan de este tipo de cosas, y en tiempos como estos nada mejor que la música para levantar el ánimo y la moral. Y si el comité quiere una demostración, la tendrá.

Sonrío con curiosidad inusitada. Mis dedos, que no habían soltado la mano de la dama aunque se mostraron tensos, vuelven a una posición armónica. Relejado, muestro sencillez y satisfacción ante la sincera respuesta. Interesante y llamativa. - Este arte permite florecer las potencialidades ocultas de cada individuo, único y maravilloso. - 

Hago tiempo, pensando en como plantear la situación, sin dejar de rozar sus finos dedos. - Me encantaría conocer sus potencialidades. ¿Le gustaría acompañarme a una de esas veladas que le comente? Esta noche. Ahora. Agradecimiento es lo único que podría expresar, y tal vez vea una exposición mía, de ser justo y necesario. - Miro directamente a sus ojos, punzante y arrojado. Un impetuoso deseo era expresado por las ventanas de mi alma. El deseo de arrebatar el aire a vulnerable criatura.

Sintió la actitud del hombre recuperarse, y lo que antes se había transformado en un frío gesto cortés ahora volvía a cómo había sido anteriormente, asimilándose a una cálida caricia. Amaba el que no hubiese preguntado más con respecto a su pequeño defecto, pues no le gustaba el sentimiento que le dejaba siquiera mencionarlo. 

Sonrió al pensar en lo comprensivo que parecía ser con ella, y al sentir los suaves roces en sus dedos. Lo miró a los ojos y vio una mirada pensativa que tan pronto comenzó a hablar se hizo intensa y apasionada, casi embriagadora. Escuchó la invitación atenta, pero dudó. Tanta pasión en tan pocos minutos era cosa sospechosa. Por otra parte, la vida estaba llena de riesgos, y ella sabía cuidarse sola...

Es solo un hombre, que tanto mal podría hacer...

Me encantaría acompañarlo. - contestó sonriendo

Tomó una pausa y continuó, de rostro serio pero mirada alegre.

Con una condición. Debe dejarme ir pronto. Ya es tarde, y no quiero que mi padre se preocupe...

Sonrío con gracia ante la aclaración, pero al momento me alzo con un peculiar movimiento que aún guarda las apariencias. - Pues todo está dicho. Busquemos un taxi y prosigamos con la velada. - Digo, mientras mi brazo se presta para servir de escolta a la intrigante damisela. Cuando comenzamos la salida del lugar, simplemente anonadado por su delicada faz, ignoro al resto de los presentes. - No se preocupe. ¿Acaso no todos debemos volver con el arribo del ocaso? - Un padre. ¿Un verdadero padre? ¡Esplendido giro en la trama!

Se levantó de la banca y buscó con la mirada a la violinista. Se veía ocupada, así que pensó que mejor se disculparía luego por no despedirse, era preferible a interrumpirla y si era amable, estaba segura de que entendería. Aceptó el ofrecimiento de escolta del caballero y entrelazó su brazo con el de él, para luego salir a buscar un taxi, sonriendo ante su respuesta a la condición impuesta.

¿Dónde vamos, exactamente? - preguntó curiosa. 

- El West End será el lugar perfecto para nuestra búsqueda. - Menciono mientras salíamos de la Exposición. - ¿Sabe que se está gestando, con hincapié luego de la lamentable guerra, un hermoso movimiento teatral en esta zona? - Comienzo a caminar, en busca de un taxi disponible, escoltando a la señorita Jourdemayne. - Encontraremos algo, estoy seguro de eso. - Digo con aire venturoso y una sonrisa en los labios, escrutando la fría noche. - Será una velada digna, se lo digo yo. -