Partida Rol por web

Quizás sea esta la fortaleza en que Lady Bowesley quiera interrogar a Bainbridge: Una antigua fortaleza, hasta hace bien poco reconvertida en cárcel... parece el lugar ideal en el que atormentar la existencia de alguien como el Primogénito Tremere.

Busco un resquicio, una brecha en sus sólidos muros, un lugar, en definitiva, en la que internarme en las defensas que protegen la Torre de Londres.

Te basta para descubrir que entrar por un lugar que no sea la puerta principal esta fuera de tu alcance, o mejor dicho, del alcance de tu tullida pierna. Entre el foso y el muro, tienes poca o ninguna posibilidad de conseguirlo.

Oculto en la penumbra, pacientemente, espero a que haya un cambio de guardia o semejante ocasión de colarme en la Torre sin ser detectado: Debo entrar y averiguar qué se esconde entre sus Muros!

Consigues colarte por una puerta en un cambio de guardia. Estuvieron a punto de descubrirte, pero los humanos son muy fáciles de engañar. Una vez dentro, había infinidad de pasillos que recorrer, que normalmente estaban abiertos al público. La piedra te rodea, majestuosa.

Recuerdas haber visitado la Torre en vida. Tiene bastantes partes cerradas al público, y en especial, accesos subterráneos cerrados. No sería fácil acceder a ellos, como tampoco sería fácil acceder a la cámara de la colección de joyas de la Casa Real. En realidad, la parte abierta al público es muy pequeña, pero guiándote por la planta del edificio, crees saber cuál sería la puerta que debieras abrir.

Al llegar a ella, por supuesto, esta cerrada. Ni un alma se mueve en esos pasillos, tan solo el sonido del viento en el exterior.

La puerta se resiste un buen rato, durante el cual te temes que pudiera venir alguien. Tras más de una hora, consigues forzarla. Hubieras tardado mucho menos con las herramientas adecuadas, pero no disponías de tales enseres en aquel momento.

La puerta da a unas escaleras que se internan en la tierra, muchos metros. Abajo, la oscuridad es tan impenetrable que no ves nada.

Sumido en la oscuridad, pegado a la escalera, bajo cuidadosamente la escalera: No sé qué será lo que me aguarde al final de la misma, en lo más hondo de la Tierra!

Notas la humedad, los escalones bien pulidos en piedra, con siglos de antigüedad, el sonido del agua cayendo en alguna parte, gota a gota. Pero sigues sin ver nada. Nada de nada. Al seguir bajando, un poco de aire fresco te da en la cara, indicándote que llegabas a una zona algo más abierta.

Con sumo cuidado, me aproximo a la bocanada de aire: Imagino que debe abrirse un espacio ante mi, veremos qué sorpresas depara!!!

Todo está demasiado oscuro. ¿No habrá un interruptor o algo por aquí?

Mi mano descarnada recorre prudentemente la húmeda pared hasta dar... con qué??? Acaso sea una suerte de interruptor que dé luz a la oscuridad imperante??? Me asusta activarlo así que estudio el ángulo sobre el que la presunta luz fuera a incidir de manera que, al accionarlo, quede oculto bajo el manto de sombras y, si hay alguien acechando en el interior, le resulte complicado adivinar mi presencia...

Con la mano aferrando el interruptor, creo encontrar el ángulo muerto que ansío... evocando mi época mortal, aspiro profundamente el aire viciado que invade mis podridos pulmones y, ACCIONO EL SUPUESTO INTERRUPTOR... Hoc est opus Dei ut...
 

Encuentras algo que parece un interruptor, y una tenue luz comienza a iluminar la sala, poco a poco, mientras la bombilla consigue calentarse.

No das crédito a lo que ven tus ojos. Estás en un pasillo, repleto de celdas de barrotes de acero a los lados. El sitio esta bastante sucio, y las celdas llenas de cosas variopintas, aunque hay un detalle que te asalta de una gran mayoría de ellas: montoncitos de cenizas, junto con trozos de ropa semi-enterrados entre ellas. En otras, ves seres languidecidos, de toda clase de etnia y raza, que ni siquiera reparan en tu presencia. Cierran los ojos y parecen rezar algunos, así que te imaginas que cuando la luz se enciende, no suele ser un buen presagio para los moradores de las celdas.

Recorro el pasillo buscando reconocer a alguno de los Condenados... Alguien que me ofrezca información al respecto de qué ocurre aquí...

No eres capaz de discernirlo bien, pero hay varios muy demacrados, casi zombies, que de seguro eran vástagos con un alto índice de malnutrición.

En concreto, uno de ellos aún conserva algo de dignidad, y te mira desafiante. No sabrías decir si es un nosferatu o no, pero esta tan maltratado y mutilado que bien lo podría ser. El rostro esta surcado de quemaduras, el pelo, inexistente, y en su lugar, una amplia superficie de piel en carne viva. Además, puedes observar que le falta un brazo y varios dedos de los pies.

Evidentemente ha sido torturado... quizás ese acabe siendo mi cruel destino... bonita manera de ponerlo ante mis narices! Intento ser lo más empático que mi atormentada figura permite:

- ¿Qué... - alzo la mano, tranquilizadora pero cuidando mucho que no quede a su alcance - ¿Porqué estás aquí? ¿¿¿Qué ha pasado???

Imagino que los Condenados vayan a decirme pestes de Mithras, Lady Anne y todo su legado... sea como fuere quizás saque alguna información que me sirva de algo. 

Entre él y tu, se encontraba la cómoda seguridad de unos barrotes de acero que no hubiera podido torcer ni el más avezado usuario del poder de la sangre de Potencia. Además, portaba grilletes en los pies, que lo aferraban a la pared. Él ni siquiera se inmutó ante tu sorpresa.

- Vaya tú que cosa... tenemos a un turista infiltrado. Te recomiendo, amigo, que salgas de aquí cuanto antes, si en algo aprecias tu vida. No hay esperanza para nosotros... - dijo, con una voz seca, amarga, carente de emoción o esperanza. El sujeto estaba completamente roto, y su voluntad, doblegada. Estaba claro que temía más el castigo si les cogían tratando de huir, que la libertad misma.