Partida Rol por web

Los confines de la galaxia

El Cuervo

Cargando editor
30/04/2019, 01:08
Billy “Nueve Manos” Dee

Claude era todo un hombre; había perdido el sentido y amablemente les había dejado todo el peso de la operación a ellos. Echo se ocuparía de él de la forma más eficiente, eso estaba claro. Su cerebro artificial seguramente podía analizar millones de opciones por segundo, cotejarlas y encontrar la manera más óptima de salir de allí. Por eso era el jefe. Y por eso se había alejado del tiroteo.
Suponía que James era tan tonto como él, ya que se había quedado en medio del tiroteo. Y no solo eso. No necesitaba un chip en el cerebro para saber que la mejor opción era quedarse detrás del parapeto y esperar a la caballería, pero, bueno, a él nunca se le había dado bien pensar. Y el tipo de la exoarmadura parecía necesitar ayuda. Necesitaban su potencia de fuego. Y estaba de su parte. ¿Quién da más? Sonrió mientras los disparos volaban a su alrededor.
—Realmente somos un puñado de suicidas prescindibles, Dunn —masculló mientras apretaba los dientes, esos cabrones de la URI habían elegido bien a sus soldaditos.
Lo curioso de los tiroteos es que no todo ocurre como en las películas baratas y antiguas que él solía visionar. No había cámara lenta, ni disparos medidos, ni la sangre palpitando en el corazón del protagonista. Sobrevivir a un tiroteo era más bien suerte. Y probabilidad. Echo estaría encantando con esa afirmación, seguro. Lo cierto era que cualquiera podía descerrajarte un tiro por la espalda. Así que había que cubrirse lo mejor posible e intentar no fallar los disparos. El resto era una mesa de juego con un tapiz verde ofensivo esperando a que lanzase unos dados del color de la sangre. Suerte.
Lo único bueno de los tiroteos es que, una vez estás metido en uno de ellos, acaban muy rápido.
Un parpadeo y todo había terminado. Habían apoyado al capitán de la RAL y él había hecho lo mismo. Dunn se había portado. Y él, bueno, seguía vivo aunque por poco había perdido el sombrero. Y eso habría sido una pérdida irreparable, nada le quedaba tan bien como ese viejo sombrero.
—Se ha ido —le dijo a su compañero a pesar de no entender exactamente lo que le estaba diciendo. Así funciona el universo, puedes sentirle, pero no puedes entenderle. Igual que una mujer —. Ya no habrá más disparos. El marionetista se ha ido.
Entrecerró los ojos y contempló la escena; la batalla, los heridos. Los muertos.
—Es un trabajo profesional. O bien esa cosa aprendió de la mente de los soldados, o bien tiene conocimientos de estrategia, táctica. No sé a qué coño nos hemos enfrentado.
Le sorprendió la petición del capitán Sanders.
—Mi gente solía decir que no se le niega un trago de agua a un hombre sediento. Y yo no niego un cigarrillo a nadie —encendió uno con el que tenía en la boca y se lo tendió —. Ojalá supiera lo que acaba de ocurrir. “Algo” entró dentro de sus hombres, capitán, tomó el control y los utilizó. Marionetas, robots por control remoto, soldados en un videojuego. ¿Me entiende? Si jefe está muerto, ya no tiene nadie que le page la nómina —esbozó una sonrisa triste —. Estábamos haciendo unas preguntas sobre un geólogo perdido de la URI. Llegó aquí hace poco, los mineros encontraron unas ruinas en uno de los túneles. Solo queríamos saber. Y entonces, pum, todo explotó —y su jefe también.
No había abierto tanto el pico por error. Primero, si el capitán sabía de lo que le estaba hablando quizás se mostrase colaborativo y compartiese algo de información. Y sino, puede que quisiera ayudarles a llegar al fondo de ese feo asunto. En cualquier caso, no había dicho nada confidencial aunque la verdad, desconocía el protocolo de la URI en estos casos.
—¿Sabe algo de lo que le he dicho? La RAL encontró algo. Unas ruinas. E intuyo que dentro había algo vivo. Todo está relacionado, pero no sé cómo.
Claude sabrá, pensó. Mientras, conversar con el capitán y acabarse el cigarrillo era su única preocupación.

Cargando editor
03/05/2019, 21:53
James Dunn

El combate, si es que podía llamarsele así a una balacera donde no hay enemigos a la vista, al menos no de los que puedes matar y todo eso, había terminado sin tantos muertos como hubiese pensado en un principio. Eso era bueno.

El capitán Sanders no parecía estar al tanto de lo que había ocurrido, y no tenía pinta de que los que hasta hacía unos momentos habían querido liquidarlos se acordaran de el por qué de esas oscuras intanciones. Eso era malo.

En contraste a aquella situación, Jim comenzó a percibir que su compañero no era sólo el pistolero despreocupado que aparentaba. Había asegurado con bastante naturalidad y firmeza sobre cuando había soldados "poseídos" y cuando no. Eso no era bueno ni malo de por sí, pero no estaría de mas estar atento. Sin embargo, era bueno saber que estaban del mismo lado y en la misma sintonía. Un puñado de suicidas prescindibles.

- Amén -se mostró de acuerdo con el concepto.

El balance era que el jefe de la Roal estaba muerto, pero Claude seguramente tendría algo de información para darles. "El tipo ese" al que habían hecho mención antes no parecía interesado en que supieran dónde estaba metiendo sus narices, por lo que lo menos recomendable y lo que seguramente se iban a lanzar de cabeza a hacer, era precisamente averiguar eso.

No agregó nada a la contestación que le había dado Billy al capitán, tampoco es que supiera mas.

De repente recordó algo y se sobresaltó. Comenzó a mirar su campera con mucho detenimiento. Mucho. Finalmente, luego de un minucioso examen, exhaló con alivio. Seguía intacta.

Aguardó a ver que tenía para contar el capitán Sanders, era de esperar algo de agradecimiento ya que le habían salvado la vida. Y luego ya le propondría a Billy regresar a la nave. Que seguramente todos estaban muertos de preocupación por ellos.

Cargando editor
06/05/2019, 01:30
Director

Jack había hecho su parte. Según a quien le preguntase, había hecho incluso bastante más. Decidió entonces que la mejor parte del valor es la prudencia y, tras escuchar la palabra “granadas”, se dio la vuelta para alejarse tan rápidamente como pudiese. Garret le miró perplejo durante una décima de segundo, entonces siguió su ejemplo y también se dio la vuelta. Los dos tenían algo en común, eran supervivientes. Ambos habían ingresado obligatoriamente en la URI, así que ninguno podía considerarse precisamente un idealista. En el caso de Garret, ayudar a sus nuevos compañeros estaba bien, parecía razonable si quería ganarse la libertad que les habían prometido a la larga, pero para ser un hombre libre es imprescindible seguir con vida.

Rod agudizó el oído. Si iba a actuar, ese era su momento. Un segundo de silencio, tan solo uno. No necesitaba más. La puerta de la habitación apenas había empezado a abrirse cuando el agente de la URI asomó arma en mano. Sus pisadas no hacían ruido y se movía a una velocidad claramente sobrehumana. Apuntó al primer pirata mientras este echaba mano a la primera granada. El proyectil perforó su cabeza desde atrás, salpicando borbotones de sangre, cráneo, y los contenidos de este. Rod aún veía la sangre en el aire cuando movió la mano hacia el siguiente, apretando el gatillo una segunda vez mientras su desdichada víctima aún estaba sorprendido por la repentina explosión rojiza a su lado. La cabeza del segundo pirata también acabó convertida en una piñata de sesos recién abierta. Mientras los dos cadáveres comenzaban a desplomarse, los otros dos piratas comenzaron a girarse hacia la nueva amenaza. Rod ya estaba apuntando al tercero, abriendo fuego antes de permitir ningún tipo de agresión contra su persona. El cuarto apuntó su rifle contra aquel condenado intruso que en tan solo un instante había acabado con todos sus compañeros. Llegó a dirigr el cañón hacia él, pero recibió un disparo entre ambos ojos justo antes de apretar el gatillo. Llegó a hacerlo, solo que ya estaba muerto, cayendo hacia atrás, causando que su última ráfaga se estrellase contra el techo.

Tras el esfuerzo, Rod sintió que la cabeza le iba a estallar. Había necesitado acelerarse más de lo normal mientras mantenía su audición mejorada. Los alrededores le daban vueltas y no tuvo más remedio que hincar una rodilla en el suelo para evitar caerse.
Un par de pisos más abajo, Garret miró a Jack. Ya no se escuchaban disparos.
-Esa última ráfaga no ha sido del mismo tipo de arma… voy a ver-
El grandullón asomó por las escaleras. Nada, ni un solo disparo más. Miró a Jack, se encogió de hombros, y comenzó a ascender despacio al piso superior.
Las bombas se activaron. De pronto todo el edificio pareció sacudirse, haciéndoles a todos caer al suelo. Era como si alguien hubiese metido el hotel en un cohete que intentase despegar. La estructura se tambaleó mientras todas las vigas crujían. Luego sonó una explosión seguida de un segundo tambaleo. La calma llegó tan solo unos segundos después. Quienes todavía no habían salido del hotel se apresuraron a hacerlo. Jack entre ellos. Llegó rápidamente a la calle donde encontró un gran cúmulo de gente. Greeny estaba entre ellos. Había descendido por la pared justo a tiempo, lo cual era bastante conveniente porque al hotel le faltaba todo el piso superior. La estructura estaba seriamente dañada, sin duda habría que derribarla, pero no parecía presentar un peligro inmediato.
Rod aún estaba medio aturdido. La sacudida no le había ayudado demasiado. Cuando estaba intentando incorporarse, miró hacia arriba para ver el cielo estrellado. Parecía un milagro que la implosión no se hubiese llevado también el piso en el que estaba. Garret asomó en ese momento. Miró los cadáveres de los piratas primero, luego a Rod, y finalmente a los cadáveres de nuevo.
-¿Cómo coño…?-
Volvió a mirar a Rod. El hombretón camino hacia su compañero, le ayudó a levantarse, y juntos se dirigieron hacia las escaleras.
Cuando Garret y Rod salieron a la calle, ya había un gentío considerable en los alrededores. Por suerte Greeny era fácil de ver, así que se reunieron con sus dos compañeros. Ocurriese lo que ocurriese con el resto de la misión, al menos habían conseguido salvar a los inquilinos del hotel. ¿Cual era el siguiente paso?

Cargando editor
06/05/2019, 01:30
Director

Sin oposición, no resultó demasiado difícil para Echo llegar hasta la Pegasus. Claude aún no estaba consciente, pero podía dejarlo encerrado en uno de los camarotes libres. Las puertas no se abrirían ante nadie que no estuviese registrado en la URI, así que servirían tanto como para darle algo de reposo al pobre diablo, como para impedir que se escapase si es que tenía algo así en mente.

Mientras tanto, Sanders inspiró con el cigarro en la boca como si quisiese acabarlo en una sola calada.
-Joder- dijo mientras miraba alrededor. -Dejé la flota para no verme en una de estas nunca más-.
Se giró hacia uno de sus hombres. El médico de la instalación había sido evacuado junto al resto de civiles, así que ordenó a un par de afortunados aún ilesos, ir a buscar al doctor de inmediato. No podían mover tantos heridos, ni creía que fuese buena idea hacerlo. Luego indicó a James y Billy que le siguieran al interior de lo que quedaba de la mansión.
-Hace un par de meses encontraron algo en las minas, es cierto. Según escuché eran solo ruinas. Ya sabéis, columnas, edificios medio derruidos… lo típico. No es raro cuando se hacen prospecciones en planetas habitables, incluso los que ha hecho falta terraformar. Dos semanas y medias después llegaron los vuestros, los de la URI y entonces… me fui de vacaciones. Llegué ayer por la tarde, esta mañana era mi primer día de trabajo desde entonces.- Sanders usó su tarjeta de autorización para entrar en el área restringida al personal de seguridad. Recorrieron un par de pasillos hasta llegar a la zona de control. -No me han informado de ningún incidente durante ese tiempo, pero tenemos cámaras de seguridad en cada esquina del edificio principal-.

En la sala de control había infinidad de monitores conectados a sendas cámaras que, tal como había dicho Sanders, cubrían la totalidad del edificio principal. Por supuesto no les interesaba lo que estuviesen grabando en ese momento. Necesitaban las grabaciones anteriores. Sanders ordenó al ordenador principal buscar fragmentos de vídeo con visitantes que no hubiesen estado en el recinto anteriormente, acotando la búsqueda al periodo de tiempo en que había estado de vacaciones. No necesitaron esperar mucho. La pantalla principal cobró vida, mostrando un grupo de nueve personas. Siete de ellos eran soldados con uniformes de la Flota de la Unión. Seis debían ser soldados rasos mientras que uno llevaba galones de capitán. James se percató inmediatamente de algo. Los uniformes eran reales, nada de imitaciones baratas, pero había un detalle realmente importante, también eran uniformes viejos. Para ser precisos, eran de la época de la guerra, justo antes de la creación de la URI. Puede que fuesen muy similares a los actuales, pero James estaba lo bastante acostumbrado a verlos como para poder diferenciarlos. Llevaban en los hombros un parche con la insignia de la unidad. Un cuervo negro sobre un fondo amarillo. James no había visto esa insignia en su vida.
El oficial del grupo debía rondar los cincuenta años. Tenía el pelo corto, al estilo militar y lleno de canas. También tenía una cicatriz muy grande en el lado izquierdo del rostro, atravesando el ojo. No era un hombre demasiado alto ni demasiado robusto, pero sí de porte orgulloso. El clásico soldado que se alistó antes de probar el alcohol por primera vez, y nunca se había retirado desde entonces.
Frente a los soldados caminaban otras dos personas. La primera era una mujer, una Oleana. Los Oleanos eran una de las primeras razas con las que había tenido contacto la humanidad al abandonar el sistema solar. La mayor parte de ellos tenía poderes mentales, aunque generalmente los llamaban “impulso”. Generalmente las capacidades psíquicas de la especie eran limitadas, con unos cuantos telekinéticos de talento, aunque destacaban más en cuanto a telépatas. Actualmente, los Oleanos eran genéticamente compatibles con los humanos y con otras especies, así que había muchos mestizos a lo largo de la galaxia. Aquella mujer parecía sin duda uno de esos mestizos humanos. Tenía la piel de color verde, los ojos completamente morados, y una larga cabellera de color rojo fuego. Debía ser de altura media aunque de figura realmente atractiva, al menos para quien le gustasen las mujeres con curvas. No vestía uniforme militar. En lugar de eso llevaba una camisa con escote más bien generoso, pantalones bastante ceñidos, y botas de tacón. Billy casi podía apostar que el titiritero eran en realidad ella. Tendría sentido.
La tercera figura era un misterio. Ninguna de las cámaras la captaba bien. En todas aparecía una especie de borrón, una mancha desenfocada que bien podía ser un hombre, una mujer, o un elefante bípedo. Quien fuese, estaba al mando. En todos los ángulos podía verse que los guardias hacían su mejor esfuerzo por no mirarle, aunque si les preguntaban ninguno sabría responder por qué. Claro, algunos miraban a la chica, después de todo era mucho más agradable a la vista, pero eso les dejaba con una descripción vaga del hombre. Alto, con el pelo negro, bien vestido excepto porque llevaba una gabardina marrón vieja y desgastada. Nada más. Por supuesto el sistema de seguridad tenía otras medidas telemétricas de vigilancia. Ninguna había captado nada útil. Los sensores de calor habían captado frío intenso, calor extremo, frío otra vez. A cada instante marcaban una temperatura distinta. Los sensores de movimiento no sabían determinar si allí había alguien o no.

Las cámaras habían registrado la reunión con Vic y con Claude, pero el sonido estaba igual de distorsionado que la imagen. Claude había salido a mitad de reunión. Vic había negociado durante casi media hora hasta al final ofrecer su mano para estrechar la de la figura borrosa. Ese fue el único momento que el audio captó con nitidez.
-Tenemos un trato- dijo la voz de la figura distorsionada.
Era una voz grave, casi demasiado grave, masculina e inquietante. Ni Sanders ni los agentes de la URI habían estado allí en el momento del trato y aún así sintieron escalofríos al escucharla.
En el mismo momento que se había cerrado el trato, todas las cámaras habían percibido distorsiones, todas en algunos guardias al azar. O quizás no tan al azar. Si lo comprobaban meticulosamente, todos los guardias en los que las cámaras habían mostrado esa breve distorsión, eran los que progresivamente se habían ido revelando contra sus propios compañeros.

Finalmente, las cámaras mostraban al grupo marcharse. Se metieron en un pequeño transporte militar bastante viejo, quizás incluso anterior a la guerra, y desaparecieron en el horizonte. Sanders no había sacado mucho en claro tras ver aquello, pero había estado buscando las coordenadas de la mina dónde se habían encontrado las ruinas. No eran las que les había dado Vic antes de morir.

Cargando editor
06/05/2019, 03:51
Billy “Nueve Manos” Dee

—¿En serio se fue de vacaciones? —preguntó Billy, sorprendido —.Es la peor excusa que he escuhado en toda mi vida. Se alegrará de no estar en el ejército de la URI, porque le iba a caer un buen paquete amigo. Pero trabajar para la RAL. Vale, si ellos lo aceptan yo lo acepto, pero, joder... ¿En serio estaba de vacaciones?—Así era la vida; contrata un buen tipo que trabaja en seguridad, lo bastante bueno como para poner orden en mitad de una batalla campal, y mándalo de vacaciones, claro que si. Seguro que había estado en algún subplaneta tropical.
—Eh, a mi nunca me han mandado de vacaciones. De hecho, lo más parecido que he tenido a unas vacaciones en años ha sido este viaje. ¿Buscan gente en RAL? —había que matar el tiempo mientras caminaban a la sala de seguridad, y Billy no era de los callados.
Sanders puso el video. Un monton de gente anodinada en un planeta anodino.
—Para que luego digan que los mineros no saben pasarlo bien —masculló al observar las monótonos videos de los días anteriores.
Sanders filtró las grabaciones por fecha y por personas. Algo que, por lo visto, se podía hacer con esos cacharros. Puede que para los demás aquello fuese evidente pero para él, los avances de la tecnología nunca dejaban de sorprenderle.
—Eso está mucho mejor. ¿Qué tenemos aquí?—Había muchos detalles que ver y muchas cosas que memorizar —. Debería haber traído palomitas.
El video consiguió lo que muy pocos habían logrado; Billy se había callado. Era un documento esclaredor e inquietante.
—Vamos a necesitar una copia de eso, capitán—dijo con voz grave; aquello no tenía mala pinta.
El tipo de la cicatriz y los soldados, los uniformes viejos y el cuervo como insignia. Vale, podían lidiar con eso. También con la telépata. Pero el otro tipo era otro cantar. Los sensores no le había detectado. El video no le había grabado bien. Sus propios hombres no parecían verle. O puede que no quisieran mirarle directamente. Y esa voz. Era algo malo. Jodidamente malo. Billy no era muy listo, la verdad, pero sabía reconocer las raices de un mal antiguo, de un poder en el otro platillo de la balanza.
—Tenemos que buscar información. El tipo de la cicatriz, esos uniformes, el emblema del cuervo. La URI debe tener informes sobre ellos, casi seguro. También podemos investigar la nave. ¿De qué época es? A mí todos esos cacharros me parecen iguales. También habrá que investigar a la telépata, puede que tengamos algún informe de ella. Perdón, ¿Puede hacer zoom en ell Sanders? Si, su rostro. Vale, genial, acérquese. Ahora baje un poco. Si, así está bien. Eso si es un buen par, ¿Eh amigos?—sonrió, palmeando la dura espalda del capitán, no se movió ni un palmo —.Conmigo no necesita usar sus poderes. Puede pedirme lo que quiera a cambio de la promesa de desabrocharse un botón más.
Había que rebajar la tensión, claro. La chica era atractiva. Se lamentó.
—Las más calientes son siempre las más malas. Vamos a tener problemas—ahora si, pidió que enfocase al tipo de la gabardina —. ¿Cómo lo hace? ¿Frío, calor, frío? Es como si no estuviera allí, o como si estuviera saltando de una fase a otra. Y su voz—arrugó el rostro, esa voz hacia que todo su ser se estremeciera igual que los antigüos se habían estremecido al escuchar los truenos en su mundo primordial.
Toqueteó la ebilla de su cinturón, se rascó la barba de varios días y luego se ajustó el sombrero.
—Es evidente que están en las ruinas. O que querían algo de ellas. Debemos ir allí. Pero puede que sea una ratonera, una encerrena. Hablemos antes con Claude, que nos cuente lo que querían esos tipos, y busquemos información. Luego pensaremos un plan. Y debe ser un buen plan. Sanders ¿Contamos con usted y sus hombres?—Apartó los ojos de la imagen borrosa, aquel tipo no podía ser captado de forma convencional. "Quizás yo pueda verlo". Quizás no quisiera verlo. Ya tenía demasiados recuerdos dolorosos, demasiada mierda en la cabeza como para añadir algo que le estaba vetado al resto de los seres vivos y máquinas.
—¿Qué opinas Dunn? ¿Cómo de jodidos estamos?

Cargando editor
06/05/2019, 11:25
Rod Grazemann

Me dejo caer en el suelo en el primer jardín que veo. Miro el cielo con las piernas y brazos abiertos.

-Dadme un minutito.

La cabeza me da vueltas pero se me recoloca poco a poco. El cigarro me tiembla en la mano antes de encenderlo. Cada calada me relaja más. A medio cigarro estoy incorporado. 

-He cogido algunos papeles de las habitaciones. No creo que sea mucho pero lo mismo la tostadora puede sacar algo... por cierto ¿Cómo están los demás? ¿Han dicho algo?

Las ultimas palabras las digo incorporándome y pisando el cigarro

Cargando editor
06/05/2019, 19:25
James Dunn

En contraste con la locuacidad de su compañero, James se mantenía en silencio mientras avanzaban acompañados del capitán Sanders. Era muy cierto que el tema de las vacaciones era muy muy justo, pero él le creía. Era un romántico incurable.

Cuando comenzaron a ver las cintas de vigilancia (¿por qué demonios les decían "cintas"? era algo difícil de saber) comentó en voz alta lo que se había percatado acerca de los uniformes. La pregunta que se hizo internamente era si aquel grupo era un rezago del pasado o unos impostores que habían encontrado unos uniformes viejos. Y también, ¿qué demonios era aquel cuervo?

Ver a la oleana despejó sus dudas acerca de si los soldados habían sido controlados, y de que forma. Otra duda despejada era si aquellos eran los del "trato" del que había hablado Claude. Lo que despertaba interrogantes en James eran sobre la figura misteriosa que las cámaras trataban con tanto respeto. 

Evidentemente todos los caminos llevaban al mismo lugar. ¿Qué tenían esas ruinas de interesante? ¿Tecnología, minerales, algo alienígena?  A James le daba igual, sólo había que ver quien la estaba liando y detenerlo. Y por mas que hubiese telépatas con curvas, hombres misteriosos y soldados poseídos, siempre todo se reducía a uno que tenía la sartén por el mango. Había que llegar a ese y todo terminaba. Cortar la cabeza de la serpiente solía terminar con los problemas. Su científico perdido no debía estar lejos de ella.

Perdido en sus reflexiones, su compañero le preguntaba cuanto pensaba que estaban de jodidos.

- ¿De uno a diez?

Reevaluó la situación con los datos que tenían. Una empresa minera descubre "algo". Envían un científico que desaparece en una última transmisión poco prometedora para sus esperanzas de vida. Descubren que la companía minera, o al menos uno de sus directivos, hizo un trato con un grupo militar fantasma capaz de poseer soldados e influir cámaras de seguridad. Bueno, bien bien las cosas no pintaban.

- Yo diría que 14, pero eso porque soy un optimista nato -contestó a Billy sin dejar de mirar el monitor.

Sacó un cable de su campera.

- Capitán, ¿me permite? 

Si lo dejaba, intentaría entrar en el sistema de vigilancia para "perseguir" la imágen del escurridizo acompañante del grupete en cuestión. Se le daban con bastante facilidad los unos y los ceros. De hecho mas o menos así veía las cosas cuando pilotaba, tenía lo que se podía llamar una mente esquemática, estructural. Su racionalidad lo hacía quitar de en medio todas las florituras, los anexos, lo accesorio, y dejar el esqueleto. Allí había una imagen. Si se había distorsionado era porque había algo que estaba interviniendo, pero siempre era posible saltarse esa interferencia, lo difícil era el cómo. 

Las imágenes también eran unos y ceros. De hecho, eran imágenes estáticas que al reproducirse a una cierta velocidad daban la percepción de movimiento. Lo que había que hacer en este caso era, por un lado, determinar cual era el elemento disruptor y eliminarlo, y por otro, armar el rompecabezas con las piezas sanas. No sabía si iba a poder lograrlo, pero que por intentar no quedara.

Cargando editor
09/05/2019, 16:17
Jack

- Nada que yo sepa – respondí a Rod mientras me acababa de sacudir el polvo de la ropa – lo último es que se iban a la nave con “nosequién” – comenté sin darle mucha importancia y comprobaba que la chaqueta no tuviese ningún arañazo. – Supongo que deberíamos ir, aquí no queda mucho más para hacer y solo conseguiremos llamar la atención si nos quedamos. – aclaré mientras ponía las manos en los bolsillos y empezaba a dirigirme hacía la Pegasus.

Dudé por un instante si contarles la reunión con Oguru y mis sospechas de que todo aquello había sido orquestado por él, pero si algo había aprendido durante los últimos años es que la información es un bien muy preciado y quien sabe si en un futuro cercano me sería de utilidad. Aunque por ahora, seguían faltándome piezas del rompecabezas.

- Por cierto Jefa, debo un par de rondas en el bar!

Cargando editor
10/05/2019, 07:15
Greeny
Sólo para el director

Notas de juego

Master, dos preguntas: estoy herida tras la explosión o alcancé a bajar? los cuerpos de los piratas muertos están disponibles?

Cargando editor
10/05/2019, 08:30
Echo

A pesar de que la situación hostil parecía que había terminado por el momento, Echo era consciente de que la probabilidad de que eso fuese una simple estratagema para que bajasen la guardia y poder acabar con Claude en un nuevo ataque sorpresa, por lo que en lugar de volver a reunirse con Billy y James, siguió con el plan y llevó a Claude a la Pegasus, donde, aún inconsciente, lo dejó encerrado en uno de los camarotes. Allí, las probabilidades de que acabasen con él, eran ínfimas en comparación con haberlo llevado de vuelta a la base de la Roal.

Civil asegurado en la Pegasus, regreso con el resto del equipo- informó Echo por el comunicador -Repito solicitud de estado actual del resto de miembros- añadió mientras regresaba donde estaban Billy y James.

Cuando llegó, ambos se encontraban junto al capitán en la sala de control observando varias grabaciones, las cuales, según dedujo Echo, tenían un 83.79% de probabilidad de pertenecer al grupo que habían venido a buscar o que de algún modo estuviese relacionado con la situación actual.

Claude ha sido puesto a salvo- informó conforme entraba -Solicito un informe de situación- añadió.

Cargando editor
10/05/2019, 08:31
Echo

Civil asegurado en la Pegasus, regreso con el resto del equipo- informó Echo por el comunicador -Repito solicitud de estado actual del resto de miembros- añadió.

Cargando editor
10/05/2019, 18:08
Rod Grazemann

-Equipo 2 a salv... enteros. A no ser que la capitana diga lo contrario vamos para allá...

Notas de juego

Si ya está yo necesito descansar en la nave un ratete... así que si no me paran tiro para el bicho

Cargando editor
10/05/2019, 19:08
Director

Greeny no ha resultado herida en la explosión. Como buena enredadera, había bajado a tiempo.

Los cuerpos de los piratas siguen estando disponibles.

Cargando editor
10/05/2019, 23:31
Rod Grazemann

De camino a donde nos dirigimos me acerco a Jack por detrás de manera discreta.

-Eh... gracias por subir... Le has echado huevos. 

Y alargo el brazo ofreciendo un cigarro.

Cargando editor
11/05/2019, 06:52
Billy “Nueve Manos” Dee

—Pues si vais a venir por aquí no vengáis con las manos vacías—dijo Billy por el comunicador, nunca se había acostumbrado a ese chisme y en verdad no sabía si estaba retransmitiendo algo o hablando al aire —. Necesitamos cerveza, algo más fuerte para mí y unas cuantas tiritas, casi nos caemos sobre un montón de balas.

Cargando editor
13/05/2019, 15:25
Jack

- No ha sido nada - respondí mientras echaba una calada y reflexionaba para mis adentros - ¿Tampoco he echo tanto, no?¿O quizás es que mi intervención era lo que necesitaban para salir de la situación?¿Jack el Héroe de la Uri? No me gusta mucho como suena, pero es un buen comienzo para que los de arriba me quiten la marca -.

Me acabé el cigarrillo durante el monólogo interior, a tiempo de escuchar la petición de Billy Dee y aunque debíamos estar cerca de nuestro destino, acerqué la mano al comunicador para responder.

Cargando editor
13/05/2019, 15:33
Jack

- Negativo vaquero, unos cabrones casi han volado la única taberna de la zona - respondí a Billy - tendremos que esperar un poco hasta que abran de nuevo... con un poco de suerte, ese encanto me dejó su número en la chaqueta y nos pueda decir algún otro sitio- comenté aludiendo a la camarera del bar y revisando los bolsillos para ver si había algo.

Cargando editor
14/05/2019, 00:07
Director

El capitán Sanders asintió ante la petición de una copia de las grabaciones. A diferencia de Vic, Sanders sabía que la URI tenía autoridad para solicitar cualquier cosa, y siendo un soldado no estaba especialmente inclinado a saltarse las reglas. Tampoco parecía tener demasiados motivos para hacerlo. Quizás por eso permitió a James conectarse a sus ordenadores sin poner una sola pega. Mientras tanto volvió a responder a Billy.

-La seguridad de las minas es nuestra responsabilidad. Pueden contar con nosotros. Roal nos despediría a todos. Quizás lo hagan en cuanto se enteren del follón que tenemos montado.- En realidad hablaba con la tranquilidad de quien sabe que la responsabilidad era de otros. -Pero necesitaremos al menos un par de horas para que mis hombres se recuperen. Mientras tanto intentaré reparar una de las dos exo armaduras, aunque en los túneles más estrechos no suelen ser demasiado útiles-

Fue en ese momento cuando Echo llegó de vuelta. Sanders tardó unos segundos en comprender que el androide era el oficial al mando. Tal vez le sorprendiese, pero no mostró ninguna clase de rechazo. Quizás le daba igual o quizás era lo bastante disciplinado para guardarse sus opiniones. Procedió a explicarle lo mismo de nuevo, a mostrarle la misma grabación. No era mucho, pero era todo lo que tenían hasta el momento.
James había aprovechado esos momentos para tratar las imágenes. Sus algoritmos consiguieron algo. Justo en la imagen en la que el desconocido estrechaba la mano de Vic, y solo tras aplicar todas sus herramientas, la imagen se volvió algo más nítida. El cuerpo parecía el de un hombre alto y de complexión atlética, pero no musculoso. En eso coincidía con las vagas descripciones que les habían dado. Podían distinguirse pantalones negros caros, elegantes, al igual que unos zapatos del mismo color. Llevaba una camisa blanca que también tenía aspecto de ser realmente cara, de esas que podrías vender para alimentar a una familia durante un par de semanas. En contraste llevaba puesta una gabardina vieja, marrón aunque descolorida por los bordes, desgastada por el tiempo. James se dio cuenta que era la clase de gabardina que solían usar los capitanes de naves de mercancías en el pasado, mucho antes de la guerra, antes de existir una flota unificada que patrullase todos los sectores. No podían distinguir nada más. Cualquier lugar donde debería haber piel seguía completamente distorsionado. Tanto el propio James como Echo llegaron a la conclusión de que las propias cámaras habían captado así de mal todas las imágenes. La distorsión parecía proceder de algún tipo de energía, tal vez radiación, especialmente potente. Lo curioso es que la distorsión era más fuerte en la mano derecha que en el rostro, quizás indicando que la provocaba desde el propio brazo.

Notas de juego

Aún podéis buscar o preguntar lo que queráis antes de que los personajes vuelvan a la nave. En cualquier caso sigo adelante, pero podéis incluirlo sin ningún problema

Cargando editor
14/05/2019, 00:08
Director

Todos volvieron a la Pegasus. En la nave había novedades para ambos grupos. En primer lugar, el grupo de Echo había subido abordo a un pasajero que se encontraba confinado en uno de los camarotes sin asignar. El hombre respondía al nombre de Claude. Un tipo alto, delgado y desgarbado, que tenía un puesto administrativo en la ROAL. Claro que el invitado no era la única noticia esperando abordo.

James y Billy habían solicitado cierta información a la base de datos de la URI, datos que en aquel momento figuraban en las pantallas de la sala de reuniones.

En primer lugar aparecía la ficha militar de un capitán de la flota de la Unión llamado Miles Lang. Era un soldado de carrera, y las fotos que acompañaban a la ficha eran lo que cabría esperar de un hombre así. Pelo canoso , gesto serio, una fea cicatriz en el rostro, al lado del ojo, mirada seria y autoritaria. Aquel hombre se había alistado en el ejército en cuanto había cumplido los dieciocho años. Durante su instrucción no había ni un solo incidente negativo, ni una sola mota en su historial. Uno de los mejores tiradores de su promoción, experto en tácticas y en combate cuerpo a cuerpo, propuesto para oficial en un tiempo récord. Leyendo los elogios que sus instructores le habían dedicado durante sus primeros años, uno esperaría encontrarse con el historial de poco menos que un héroe de guerra. Así había sido. Lang había tomado parte en las primeras batallas de la flota Humana contra el imperio Yondu. Había combatido en tierra mientras protegían a los civiles que intentaban evacuar desesperadamente. A pesar de cosechar varias derrotas, porque en los primeros compases de la guerra los humanos, como tantos otros, no habían conocido la victoria, se había ganado varias condecoraciones. Cuando las diversas especies decidieron aliarse creando lo que luego se convertiría en la Unión, habían decidido iniciar ofensivas en puntos específicos. La unidad de Lang había sido de las primeras en tomar tierra en varias de esas misiones. En el planeta helado Yafm, habían estado aislados durante más de un mes, consiguiendo tomar la base enemiga aprovechando una tormenta de hielo que había durado casi una semana.
Un año después la unidad de Lang había caído en una emboscada. La batalla fue cruenta y solo pudo ganarse con la llegada de refuerzos Khaali. Casi todos los hombres de Lang murieron antes de ser rescatados. Durante la primera noche de calma, Lang ejecutó a todos los prisioneros Yondu, o al menos él lo había llamado ejecución, pero dado que no tenía órdenes de nada similar, los mandos lo habían llamado asesinato a sangre fría. Un consejo de guerra lo había condenado a prisión.
Tras dos años entre rejas, cuando la guerra volvía a recrudecerse ante una contra ofensiva sin precedentes del imperio Yondu, la flota había ofrecido a Lang la oportunidad de perdonar su condena si se unía a una nueva unidad de operaciones especiales. El historial mostraba la negativa inicial de Lang, pero había cambiado de opinión tras una reunión en persona con el comandante de la nueva unidad, número de serie ZF172, apodada “Los cuervos” por el personal de inteligencia.
Los cuervos estaban compuestos totalmente por presidiarios, y no solo soldados. Asesinos, violadores, contrabandistas, esclavistas. Lo peor de lo peor de toda la Unión. Gente de la que a nadie le importaría prescindir si las cosas iban mal. Sus misiones siempre habían sido tras las líneas enemigas. Sabotaje, espionaje, habían hecho un poco de todo, pero principalmente se encargaban de formar grupos de resistencia en planetas ya invadidos, e incluso en algunos planetas del territorio Yondu. Tras acabar la guerra casi ninguno de Los cuervos había regresado a la flota de la Unión. Se suponía que la unidad había sido aniquilada en una de las últimas batallas. El expediente acababa mencionando que tan solo se conocía el paradero de un miembro de Los Cuervos. Una soldado que, dos años después de la guerra, se había entregado a las autoridades tras cometer un asesinato múltiple. Actualmente aún cumplía condena.

En las pantallas de la sala de reuniones había una segunda ficha. Kiera Gaila. Era una mestiza humana y oleana. Los Oleanos eran una especie de piel verde, de las primeras con las que los humanos habían tenido contacto al abandonar el sistema solar. Se trataba de una sociedad bastante avanzada que había tomado la medida, mediante ingeniería genética y social, de adaptarse durante varias generaciones para ser genéticamente compatibles con la mayoría de especies de la Unión. El noventa y ocho por ciento de su población poseía capacidades psíquicas, casi todos telepáticas, aunque generalmente les servían más para comunicarse que para otro propósito. Por supuesto, con una proporción tan grande de telépatas algunos tenían la capacidad de controlar mentes, lo llamaban “enlace”, y consistía en transferir la consciencia de una persona al cuerpo de otra, tomando el control total del huesped. Sin embargo tal habilidad estaba totalmente prohibida no solo por la ley, también por la religión imperante en la especie.
Kiera, a juzgar por las imágenes, era una mujer bastante atractiva. Pelirroja, con los ojos completamente morados, metro setenta de altura, y una figura espectacular. Tenía apenas veintisiete años. Era hija de una familia bastante adinerada. Entre los Gaila había embajadores, generales, jueces… prácticamente cualquier posición respetable. Kiera sin embargo podía considerarse la oveja negra de la familia. Quizás había contribuido a ello que tenía la capacidad de “enlazar” de forma innata, o quizás era solo su personalidad. Su ficha delictiva empezaba muy pronto. Con menos de quince años había ganado de forma ilícita más de medio millón de créditos en un torneo de cartas. El dinero de su familia le había sacado del problema, pero solo fue el primero de muchos. Robos, usurpación de personalidad, estafa. Su perfil psicológico la describía como una persona caprichosa, con muy poca empatía, y ocasionalmente cruel. Su ficha también decía que tenía un gran potencial psíquico, pero en la práctica sus habilidades eran más bien reducidas, probablemente por falta de disciplina o porque ningún oleano estaría dispuesto a enseñarle a “enalzar” de forma más eficaz.
Tan solo cinco años atrás habían cesado los delitos. Era raro dada su actitud hasta ese momento y su edad, tan solo veintidós años, pero de la noche a la mañana no había ni un solo registro. Tampoco tenía una dirección conocida desde entonces. No había una sola factura a su nombre, un billete para viajar a otro planeta, o un informe en cualquier hospital de la Unión. Como su familia tampoco parecía especialmente interesada en encontrarla, simplemente era como si hubiese desaparecido. Sin más.

Finalmente aparecía una tercera imagen en pantalla, una que había sido obtenida por James. Un hombre alto, en buena forma, bien vestido salvo por una gabardina vieja y algo deshilachada. Era todo lo que podía verse. La imagen estaba extrañamente distorsionada tanto en el rostro como en las manos, impidiendo ver ningún rasgo distintivo.

La Pegasus también había procesado datos obtenidos por el equipo de Greeny. En el hotel habían encontrado uno de los dispositivos de campo de la URI que pertenecía a Eryne, la hija mayor del doctor Nathan. El dispositivo en sí mismo llevaba una especie de diario que Greeny y Rod habían tenido la ocasión de ojear, pero sobre todo indicaba que los datos de los hallazgos de la expedición se encontraban en la Bennu, la nave del equipo de Nathan. Eryne había seguido el protocolo de la URI al pie de la letra, dejando toda la información importante en la nave. Por supuesto la Pegasus había accedido al ordenador de la otra nave, que se encontraba en el puerto espacial de Sima Z3, y con el nivel de autorización de Greeny había podido descargar todo el material relevante.
Principalmente se trataba de videos cortos e imágenes sobre las ruinas que habían encontrado en las minas. A primera vista parecía un templo esculpido en el interior, en otras palabras, en lugar de construir un edificio, la civilización que lo había creado se había dedicado a darle forma a las piedras del interior. No era algo raro. Antes de terraformar, la vida en la superficie de Sima Z3 habría sido demasiado inhóspita, así que cualquier civilización sin duda habría preferido un entorno subterráneo.
En los primeros vídeos todo el grupo de Nathan estaba eufórico, incluido el propio doctor, aunque este tenía más práctica conteniendo la emoción. Había algunas tomas de una muchacha rubia, alta y delgada, intentando leer inscripciones de la pared. Se trataba de la propia Eryne, y aunque no lo hacía nada mal, era evidente que el doctor Nathan ya había traducido mentalmente la mitad del primer texto antes de que ella acabase con las primeras frases. Aún así se le veía orgulloso viendo trabajar a su hija, evitando interrumpirla.
En días posteriores Nathan decía haber identificado a la civilización, de la cual ya había visto asentamientos en otros planetas del sistema. Se trataba de una especie extinta por motivos desconocidos, pero las ruinas más recientes tenían más de treinta mil años. Lo que al principio habían tomado por un templo, había resultado ser también un laboratorio. Según Nathan aquella especie había sido bastante dada a mezclar ciencia y religión, venerando a sus mejores científicos como auténticos lideres espirituales. Aquel laboratorio parecía ser parte de un entramado formado por otros complejos en otros planetas, centrando sus investigaciones en un único campo. El doctor parecía un poco inquieto, llegando a sugerir que había visto un complejo similar hacía mucho tiempo, antes de la guerra.
Según avanzaba el tiempo, Nathan parecía más inquieto. Algunos de los datos que habían encontrado parecían provenir de sondas enviadas a algún punto lejano del espacio. En esos videos podía apreciarse que el resto del grupo estaba preocupado por Nathan. En videos individuales, algunos miembros mencionaban que no era raro sufrir cierta paranoia al encontrar vestigios de civilizaciones anteriores. Les preocupaba que en ocasiones podían desencadenar en una crisis nerviosa, y no confiaban demasiado en los médicos de Sima Z3, ni siquiera en los de Roal. La propia Eryne estaba intentando asumir la mayor parte de las tareas de traducción para darle un descanso a su padre, pero sospechaba que este había traducido mucho más de lo que les daba a entender al resto.
Los videos de días posteriores mostraban un gran hallazgo. Era una especie de rica gigante con una serie de símbolos difíciles de identificar. Ilusionados, llevaron a Nathan ante el nuevo descubrimiento. Tras unos minutos de estupor, este ordenó destruir la roca de inmediato. El estupor reinó al principio, pero cuando Nathan agarró una de las armas, los demás intentaron reducirle. No fue fácil, Nathan había servido en el ejército mientras que los demás eran solo científicos, pero algunos de ellos eran jóvenes y fuertes, y el doctor no quería dañarles, así que consiguieron reducirle mientras gritaba -¡Él también lo ha visto!, tenemos que destruirlo-
En los días siguientes dejaron a Nathan encerrado en su propio camarote, confiando en que algunos sedantes y un poco de tranquilidad le calmase. La moral se resintió bastante, pero intentaron seguir adelante con la tarea. En uno de los últimos vídeos se escuchó un disparo en la entrada de la cueva. Eryne era quien estaba grabando en ese momento, y captó la irrupción de varios soldados con el uniforme de la Unión en la cueva, todos llevaban en el hombro un parche amarillo con un cuervo negro. Los científicos intentaron escapar, refugiándose en el interior. Siguiendo el protocolo a rajatabla, Eryne envió el video a la Bennu. El siguiente y último video procedía del equipo de vigilancia de la excavación. Al recibir el vídeo de su hija, Nathan había conseguido abandonar la Bennu, tomar algunas armas, y volver al campamento principal, justo a la salida de las minas. Los videos eran caóticos, como solían serlo siempre que provenían de una zona de guerra. Podía apreciarse que la mayoría del grupo de investigadores estaba vivo, aunque eran prisioneros. También un par de cadáveres de los soldados atacantes, y a Nathan intentando alcanzar el equipo de comunicaciones de largo alcance. Después uno de los soldados había visto el equipo de grabación, y habían comenzado a disparar contra él.

Notas de juego

No voy a describir lo que le ha ocurrido a cada grupo. De eso os ocupáis vosotros, que para eso sois compañeros xD En vuestras manos queda poneros al día los unos a los otros.

Cargando editor
20/05/2019, 04:17
Billy “Nueve Manos” Dee

Nadie podía decir de donde había sacado Billy la botella de tequila azul, tonalidad que se consigue introduciendo un buzabbar de Rivel VI en la botella durante dos años, ni los tres vasitos de chupito que traía en la otra mano. Los dejó caer sobre la mesa con cierta elegancia, igual que dados que marcasen siempre la jugada adecuada. Los llenó no con menos gracias. Uno por Rod, otro para Jack y otro para James. Los tres llenados hasta el borde, desafiando los límites de la ciencia y la prudencia. Luego le pegó un trago directamente a la botella, agrió el rostro y se preguntó porque diablos bebía aquella cosa que sabía a desagüe y quemaba como alquitrán. Pensó que podría averiguarlo si le daba otro trago.
—Pues estamos bastante jodidos, brindo por ello —aunque en la URI ya lo sabían, por eso habían enviado a un montón de “prescindibles” a esa misión —. Fuimos a la RAL, a las oficinas —empezó a narrar, no porque le apeteciera sino porque Echo daría el informe y sería un coñazo lleno de pitidos, números y probabilidades —. Estábamos intentando sonsacar a su jefe cuando, Boom, explotó en mil pedazos. Varios soldados intentaron matarnos. A nosotros y a Claude. Claude es el ayudante del jefe, algo sabe. Es el tipo que hemos acomodado dentro de la nave. Bueno, el caso es que hubo un tiroteo —hizo el símbolo de la pistola con sus dedos y empezó a “disparar” a su compañero —. Se mataban entre ellos y de paso, quisieron cazarnos a nosotros. Había algo dentro de la cabeza de algunos de esos soldados. Ahora sabemos que era esa tal Kiera Gaila. Imaginad el caos. Compañeros matando a compañeros. Y si, sé lo que estáis pensando —volvió a poner la imagen de la oleana en pantalla —. ¿Por qué las más guapas son las más malas? Ni idea. Pero casi nos mata. No sé si es capaz de controlar algo más aparte de esos soldados. La tía sabía cómo usarlos, pero no intentó controlarnos a nosotros. Hubiera sido lo fácil, al menos con James —levantó las manos —. No es una ofensa, amigo, es un hecho. Yo soy más duro de mollera.
Se colocó bien en la silla y colocó las gastadas botas sobre la mesa. Otro trago; esa mierda era buena, no iba a compartir más de un chupito con sus compañeros así que se aseguró de llenar se babas la boca de la botella.
—Salimos con vida. Salvamos a Claude. Que buenos somos. Estamos jodidos, amigos, eso es. Un tipo; el capitán de los cuervos, la Oleana y el tipo siniestro, fueron a hablar con el jefe de Claude. Sobre lo que nuestro geólogo había encontrado. Hicieron un trato. Aún no sabemos cuál, salvo que nos vendió a esos cerdos. Que vendió el hallazgo. Y eso es todo. Ah, ¿He dicho ya que estamos jodidos?
Una sonrisa, otro trago, esta vez doble. No le gustaba el tipo al que no podían grabar las cámaras. ¿Qué había dicho James? Que su poder venía de la mano. Menudo cabrón, seguramente era una de esas cosas que provienen del reverso del universo. Pero dentro de poco no importaría porque estaría tan borracho que no tendría que pensar en ello.
—Dos cosas a nuestro favor. Sabemos la localización exacta de las ruinas que encontró el geologo. Y hay un tipo en la RAL, el capitán Sanders. Está de nuestro lado. Seguramente nos apoye con hombres, armas y demás, pero es un riesgo. No sabemos si sus hombres pueden volver a ser controlados. Bueno, ahora escuchad. Lo que yo propongo es…—coged esa preciosidad de nave y salir de aquí corriendo antes de que nos vuelen el trasero—…ir a por ellos. Sabemos dónde están y que están haciendo algo malo. Creo que podría encontrar a la olenana. Si me concentro y no estoy muy borracho. Y eliminarla antes de ir con los soldados. Pero necesitaré ayuda. Echo sería un buen compañero, a él no puede controlarle —se encogió de hombros. ¿Quién se había bebido la mitad de su tequila? Perros. Eran sus compañeros, ¡Pero le robaban! Les miró casi sin verles. Esa mierda pegaba fuerte —. Debemos interrogar a Claude antes de ir. Podría saber cosas…cosas…hic…buenas, o malas. Una cosa es segura. Yo no pienso cargarme al tipo siniestro del abrigo. No amigos, no. Esa es la clase de bastardo que uno ve una sola vez en la vida, cuando te mata...
Fue prudente. Puso el tapón a la botella de tequila. Que rápido se acababa lo bueno, ya solo quedaba una parte de tres de su contenido. Sus compañeros bebían como pozos sin fondo.
—Me siento un poco mareado. Debe ser la adrenalina. Creo que iré a la despensa a buscar algo para rebajar ese dolor de cabeza. Creo que teníamos algo de vodka tiriano por ahí escondido…