Partida Rol por web

- No sé nada de ninguna muerte... Aquí me ha llevado solo la suerte. Aunque Velen es famosa por sus fantasmas vengativos... en realidad no se nada. Permitidme que vuelva al puerto con mis amigas. Son de noble linaje y pueden ayudaros en vuestra investigació.

- Allí está la zorra ladrona!- una voz ronca interrumpe vuestro parlamento, pero más que las palabras lo hace un pistoletazo que suena como un trueno. El disparo rompe una teja bajo los pies de Kyresha y cae del tejado al suelo, quedando aturdida. Media docena de hombres, a la orden del pistolero, corren para abalanzarse sobre ella.
El tipo se acerca a Zook. Es de mediana edad, barba grisacea y rostro afeado por varias cicatrices. Sus ropas son las de un mercader rico.

- ¿Vos sois de la guardia, maese gnomo? Creo haberos visto antes. Arrestad a esa ramera. La llevaremos al calabozo y mañana hablaré con mi amigo el burgomaestrepara que la ahorquen como merece.

Otro vendaval de sedientos colmillos y malévolas garras buscan vuestras gargantas y corazones... Aunque algun dios os vela y vuestra carne queda a salvo. Pero hasta cuando?

-¡No podemos hacerle daño!- gritó Rebás, haciendo una floritura con su espada y cubriéndose con el escudo -¡Hay algunos que ni la plata les hace daño!-

Poniendo especial cuidado en no ser alcanzado por las garras ni los colmillos de la criatura, el joven envainó la espada y agarró nuevamente la daga iluminada mágicamente. No iba a dejar esa reliquia allí...

Haciendo una finta con el escudo e encandilando los ojos del licántropo que hizo que se cubriera los ojos, Rebás saltó hacia atrás y se alejó en dirección a Wymar.

Su brutal ataque parecía no haber dejado marcas en la abominación, o ésta conseguía regenerarse con suficiente velocidad... Observaba a su lado como los demás comenzaban a alejarse y temer, junto con las palabras de Rebas que parecían dejar con pocas opciones al grupo. Normalmente, no soltaría su espada tan fácil, mas sus ojos parecían no engañarle, y el sabio le había demostrado anteriormente no decir tales cosas en vano...

- Aún así, no podemos dejar libre a esta aberración. - Entonó con firmeza, mientras levantaba con fuerza su enorme espadón para calzarlo por encima de su hombro, y sostenerlo con una mano, dejando la otra libre. La derecha, para ser precisos, cuyo puño levanto y enseñó de frente al Licántropo. Sobre su guantelete, se encontraba grabado el ojo de Helm, símbolo que lentamente comenzaba a resplandecer.

- Pro Helm, iubeo deditionem, tu beluam!! - Recitó con intensidad en el idioma divino de los dioses, mientras su puño se apretaba con cada vez más firmeza, buscando subyugar a su presa en una forma que iba mucho más allá de la física.

Con el resonar del disparo la temple de Destro cambia por completo. Por una parte siente cierto temor, pero un torrente de ira fruto de la violencia gratuita y el peligro innecesario en el cual ha puesto a Kyresha está por dominarlo, pero logra contenerse. 

-No se preocupe, la chica está bajo mi embrujo, como les prometí no estaba en la casa, y cuando intentó entrar a ésta la capturé. - Dice Destro girándose en la dirección desde la que viene la voz. El bardo habla con una severidad y seriedad bastante impropia de él, debido a la ira contenida.

-Tanto el maese como yo estamos con la guardia, la chica detenida y puesta en un calabozo, recibirá el castigo que merece. Dicho ésto, ¿Sabe usted donde podría reclamarse la recompensa por la chica? A pesar de que ya estaba bajo mi control una vez dio usted el pistoletazo no soy tacaño, podemos repartirla. -Destro tenía intenciones de reclamar la recompensa, pero no para su propio beneficio, consideraba que si la pobre chica tenía que haber pasado por toda esta escena, incluso siendo disparada, bien merecía el dinero.

-Blarc, salgamos de aquí. De nada sirve morir en este lugar-El detective trataba de hacer entrar en razón al paladín mientras se mantenía al lado de la puerta para tratar de encerrar al licántropo si todos salían

Rebas desencandena el poder del dios Helm sobre la criatura, que vacila unos instantes pero pronto sacude la cabeza, gruñe y corre tras vosotros... Pero ya habéis aprovechado el momento para iros.

Al salir al muelle la luna parece brillar con más fuerza que nunca, con un brillo cadavérico que refulge en los cascos y los chuzos de una patrulla de guardias que trota hasta el almacén.

- ¿Qué está pasando aquí?- grita un oficial. En ese momento un rugido brota de la puerta del almacén y un hocico bestial brota de la oscuridad brevemente. - ¡Dioses! ¡Tirad contra esa cosa!

Dos arcabuzazos resuenan en la noche, que se llena de un acre hedor a pólvora. Las dos balas se incrustan en la pared del almacén, una de ellas haciendo un agujero en la capa de Rebas. Pero consiguen ahuyentar a la criatura, que se mete otra vez dentro.

- ¿Qué demonios está pasando aquí? ¡Wymar!- grita el oficial.

- Muy bien, vamos juntos con ella al calabozo.

-Me temo que será imposible por el momento. Como le he dicho estamos custodiando la escena de un crimen, no podemos abandonar la posición ni dejar entrar a personal no autorizado.- Destro habla un poco más lento de lo habitual, y en ocasiones con pausas extrañas. No está acostumbrado a hablar como un personal de la guardia, por suerte tiene años de experiencia interpretando ser otras personas, por lo que logra habituarse. Además ha tenido más de un encontronazo con algún guardia que no parecía interesado en la música de éste, así que conoce bien sus registros.

-Ya que la ladrona ya ha sido apresada le propongo que vaya usted a descansar tranquilo, la noche es abierta y la luna campa a sus anchas, debe usted estar cansado. Mañana mismo podrá usted ir a hablar con el burgomaestre para que reciba el castigo que merezca.- Tras éstas palabrasse da la vuelta para entrar en la casa con Kyresha y voltea la cabeza una última vez para decir. -Que tenga usted una plácida noche con la seguridad de que la ladrona ha sido apresada y tanto usted como su mujer están seguros.

Wymar esperó preparado a que Blarc saliera y cerró la puerta del deposito justo en las narices del hombre lobo que se estrelló haciendo un sonido sordo.
El detective se llevó las manos a la cabeza al oír los disparos y luego miró hacia atras para comprobar si el lobo los seguía.
-Corran!!!-Gritó a los guardias-Hombre lobo!!!- fue lo que atinó a decir sin cortar su carrera lo mas lejos posible de aquel galpón.

Rebás se tiró hacia un costado al escuchar los arcabuzazos y gracias a eso sólo su capa salió herida del encuentro con las balas. Ni se preocupó por amonestar a los guardias. No valía la pena en ese momento.

-Wymar, tenemos que seguirlo, se va a tener que destransformar en algún momento-

Sabía que no estaba pidiendo cualquier cosa, pero no sabía qué otra cosa hacer. No podían perder esa línea de búsqueda que habían encontrado.

Rápidamente cerró los ojos un breve momento, intentando traer a su mente lo que había visto momentos antes. ¿Había una puerta trasera?

El Paladín sostenía su puño y mirada con fuerzas, usando el poder de su voluntad y su credo para subyugar a la bestia. Por unos instantes parecía capaz de retenerla, pero inmediatamente rompió las cadenas de su voto y por más resistencia que impuso el guerrero salió despedido, obligándolo a retroceder para no trastabillar.

Fue entonces cuando volvió a blandir su gran espada, que el detective había cerrado con fuerza la puerta que nuevamente lo separaba del Licántropo. Se notaba que pese a todo, él aún estaba dispuesto a pelear, y no se rendiría hasta derramar la última gota de sangre o sudor. Era parte de su juramento. No obstante... Unos segundos de respiro le dieron una imagen más clara de la situación. La batalla aún no había acabado, tal y como afirmaba Turth.

- Debemos rodear las salidas y atrancarlas. No podemos permitir que esa monstruosidad escape. - Ordena recordando que el maldito estaba dentro y existían dos accesos dentro del viejo almacén. Cabía la posibilidad de contenerla hasta que destransformase. Junto con los guardias eran cinco de ellos, sólo bastaba ser rápido para buscar algo lo suficientemente pesado como para bloquear toda posible salida.

-Carajo, carajo, carajo-Blarc tenía razón. Wymar dio la vuelta corriendo al depósito, pidiendo a los guardias que lo acompañen. Al encontrar la puerta, se lanzó contra ella, al mismo tiempo que miraba para todos lados buscando algo para trancarla.

Se bloquea la puerta con ayuda de una biga abandonada en el muelle. Es la única salida del almacén, las otras fachadas están encaradas al agua.
Tras atrapar a la criatura, Wymar da algunas explicaciones rápidas al oficial y pensáis en el siguiente paso. Wymar está en ello cuando oye un ruido dentro del almacén y luego un chapoteo... La criatura ha roto el suelo del almacén y se ha zambullido al agua.

Rebás miró a Wymar y a Blarc con sorpresa. No se esperaba que fuera a romper el piso justamente.

...Mierda...

-¡Abre la puerta!- le dijo a Wymar cruzándola cuando lo hizo, y avanzó hasta donde hubiera hecho el agujero.

Iluminó con la daga para ver hacia dónde había ido, y enunció una simple palabra, pero con la fuerza de un Dios.

-¡Regresa!- gritó mirando al licántropo en el agua.

Luego retrocedió hasta donde estaban los demás.

-Puede que regrese... pero sino tendremos que seguirlo por la orilla- les dijo a los demás -Se tiene que destransformar en algún momento-

La criatura no obedece al mandato sagrado de Rebas. Los que tenéis la vista más aguda podéis ver brevemente una oscura silueta que huye por las sucias aguas del puerto a gran velocidad. No parece siquiera humana. Los guardias disparan un par de arcabuzazos, pero solo consiguen malgastar munición.
Se ha ido...

El oficial se limpia el sudor con un pañuelo.

- Quiero saber qué demonios está pasando aquí. Ahora.

Está bien, guapito. Pero quiero a esa ladrona en el cepo mañana o tú ocuparás su lugar.- su amenaza parece muy verosimil...