Partida Rol por web

La frondosidad de esta selva tenía una aire que podría ser considerado primigenio, incluso oscuro... De alguna manera Leroy se sentía incluso menos seguro que en la playa. De pronto, mezclado en los sonidos de esta selva atisbó a oír lo que parecían golpe secos.

-Amigos, creo que no estamos sólos. Pero no me siento seguro. Creo que deberíamos movernos en busca de algún tipo de civilización. - Si existe.- Pensó para sí mismo el arqueólogo.

Lo cierto es que la idea de algún tipo de pueblo perdido en esa selva lo atraía, pero estaba herido y, pese a todo, quería satisfacer unas necesidades básicas antes.

- Veo una huellas, parecen de un cuadrúpedo. No alcanzo a discernir si herbívoro o carnívoro. - dijo al grupo. - Propongo seguirlas. Si es herbívoro nos llevará a alimente, y si no; quizá encontremos algún abrevadero. -

Y se agachó y buscó un buen palo en el suelo, por si se tenía que defender de algo o de alguien.

También como pudo recogió un poco de agua de rocío entre sus manos, a ver si con eso podía paliar algo su sed. - Qué raro. - pensó Leroy. - Es como si algo no funcionase bien desde hace un rato... Es como si la gravedad estuviese de alguna manera siendo violada. -

Tus dotes en Supervivencia empiezan a funcionar y se te ocurren al menos tres maneras de obtener agua:

• Buscar una zona con vegetación más densa y excavar en ella en busca de agua. Sería trabajoso y como mucho, produciría una cantidad moderada de agua, pero requeriría entrar un poco más en la jungla.
• Buscar zonas de vegetación exuberante en una pared rocosa que indique la presencia de un manantial. Sabes que es poco probable encontrar con un tesoro así, y requeriría caminar por la isla bastantes horas sin rumbo fijo, pero la cantidad de agua sería mayor, y de manera continua.
• Crear un recipiente con la corteza de árboles cercanos en el que capturar el rocío y la posible lluvia. Se requiere poco esfuerzo y tiempo, pero es la opción que menos agua proporciona.

Respecto al alimento, te crees capaz de construir arpones con las cañas de bambú para pescar, así como limpiar el pescado. También piensas que podríais buscar arbustos comestibles haciendo práctica de los principios básicos de la ingestión de plantas salvajes: evitando las plantas rojas, las hojas lechosas o con mucha savia y cualquier cosa que huela a melocotones o almendras. Si algo está marchito, no te lo metas a la boca. Al probar una planta, que sólo lo haga una persona, y dejar de comer cualquier cosa que queme al tocarla. Recolectar plantas y subsistir del forrajeo no os mantendrá con vida una gran cantidad de días, pero es una solución interesante a corto plazo.

Las aves también sirven de alimento, aunque piensas que capturar una puede ser complicado ahora mismo, y las huellas que acabas de ver en el suelo, fijándote un poco más... parecen de cerdos salvajes.

Por lo demás, hacer fuego te resulta fácil, aunque encontrar materiales secos para ello es complicado (parece que los días previos no ha dejado de llover). Necesitarías al menos tres horas hasta tener un pequeño fuego, y crear un refugio también te llevará varias horas, aunque tendrás que dedicar algo de tiempo los días siguientes a ir reforzando el refugio poco a poco.

Historia te hace llegar a la conclusión que de nunca has leído (o te han hablado) acerca de una isla en este lugar. No conoces la historia de este lugar.

Tu Sentir el peligro te hace sentirte observado. Algo antiguo e irracional conoce tu estancia en la isla y se siente dueño de tu destino. Del de todos, en realidad. Pero... ¿qué destino es ése?

Ya fuera del alcance de los rayos solares, el profesor busca algún árbol que pueda proveerle de agua. La ilusión que había visto en la jungla lo puso de un humor terrible y solo deseaba refrescarse para poder sacarse esa sensación de encima.

-No veo rastros de fauna.- Observó.- Y estos árboles se ven muy poco evolucionados. Es posible que estemos en un lugar donde ningún hombre ha puesto pié.-

El Profesor Ezekiel Brush mira a su alrededor mientras chasquea con nerviosismo los dedos. Parece estar pensando algo, pero no acaba de darle forma.

-Necesito conseguir algo con que recoger agua- Le dice por fin a su compañía. -Buscad algún recipiente o trozo de madera ahuecado y creo que podré proveernos de agua potable.-

Leroy arranca dferentes cortezas de árbol para recoger agua de rocio y restos de lluvia.
-Creo que esto servirá por el momento. También debemos buscar algunas plantas salvajes. Evitad las plantas rojas, las hojas lechosas o con mucha savia y cualquier cosa que huela a melocotones o almendras. Si algo está marchito, no se lo metan a la boca. Al probar una planta, que sólo lo haga una persona.
Decía esto mientras cogía ramas de bambú y rocas par crear arpones.
-Amigos, hagan lo mismo. Estos arpones nos servíran tanto para defendernos, como para cazar y pescar. Y propongo que una vez nos ayamos abastecido, sigamos el rastro. Parecen pezuñas de cerdo. Movamonos, siento que estamos siendo boservados.

Mientras Felix se acercaba al naufrago que le parecía más sensato para adentrarse en la espesura volvió a echar una mirada de pocos a amigos a la mujer al oír eso de "filósofa y autora de Hacia un amanecer hermético". -No me lo puedo creer... ¿Qué nos importará eso ahora?- pensó. Pero prefirió no hacer ningún comentario al respecto.

Al estar ya rodeado de árboles la extraña niebla es lo que más le llama la atención pero opta por pensar que es fruto de la falta de agua y alimento.

Después de escuchas las palabras de su compañero, y sintiendo que la sed es lo que más le aprieta, se pone a buscar el recipiente o trozo de madera ahuecado. -Muy bien compañero.- Mientras busca se va fijando también si hay hojas con restos de rocío para ir bebiendo algo directamente de ahí, aunque sean unas pocas gotas.

Felix Strode y Leroy Currie se alejan varios metros del grupo, repasando los troncos de los árboles de uno en uno, y también entre los arbustos, en busca de un trozo de corteza que sirva de cuenca, tal y como el Profesor Ezekiel Brush les ha aconsejado. El aire académico y serio del profesor inspira confianza al detective y el arqueólogo.

Entre los arbustos apenas hay pequeños trozos de madera, y la corteza que se mantiene en los árboles oscila entre una textura anómala, que se desmenuza fácilmente con las manos, a trozos muy duros que requieren varios tirones y sudores.

Al cabo de un rato, el profesor Ezekiel dispone de un pequeño, pero suficiente recipiente en el que recoger agua. Con cuidado, prepara un poco de agua salada (no se fía de las extrañas formas de algunas hojas impregnadas en rocío y los llamativos colores de algunas flores) y paciente, espera que los rayos del sol evaporen el agua, haciendo que se condense en otra superficie menos caliente, protegida del sol, y que gotee a otro trozo de corteza, que Leroy Currie ha preparado brillantemente para que el agua no se filtre demasiado. Es un sistema muy básico, pero increíblemente delicado el que el profesor y el arqueólogo han montado, denotando unas manos acostumbradas a manejar instrumentos de precisión las del profesor y un carácter práctico el de Leroy. Irina y Felix miran asombrados.

Cuando creéis que ya hace un par de horas que dejasteis atrás vuestra hora habitual de comer, Leroy ha aprovechado para arrancar varias cañas de bambú que ahora tiene apiladas a un metro de distancia, os dais cuenta que la corteza donde estaba el agua salada está ahora seca y cubierta por una arenilla blanca. Sal. La otra corteza contiene ahora... ¡agua! Os sentís exitosos por haber conseguido agua, y por haberlo hecho a tiempo, puesto que ahora parece que el sol había aflojado su intensidad y no hubiera sido suficiente para conseguir hidrataros si hubieseis caído en la cuenta de montar ese rudimentario sistema ahora mismo, metidos de lleno en la tarde.

Bebéis y notáis como vuestra mente se despierta, y os sentís muchísimo mejor, a pesar de la incipiente debilidad que os ronda el estómago. Aún así, no estáis dispuestos a dejar pasar esta impagable sensación de bienestar y os bebéis toda el agua. Cuando dais buena cuenta del último sorbo, exclamáis algún gemido que denota saciedad y dejáis pasar unos segundos en silencio, cuando de pronto, un ruído similar a un crujido mezclado con sonidos metálicos se oyen en la lejanía. Tan alejado, que si hubieseis estado al lado de las olas, éstas habrían tapado ese sonido con el que hacen al romper en la costa. El sonido lejano dura un par de segundos, y acaba con un golpe seco. Un segundo de silencio... y percibís el piar de pájaros alarmados, como ahora os sentís vosotros.

El aterrador crujido metálico paralizó a nuestro arqueólogo, pero aún así una chispa crispó sus nervios.
-Cómo podía sonar un ruido tan metálico en una selva como esa; tan primigenia. ¿Civilización?- De alguna manera lo dudaba.
Buscó la dirección del sonido para así dar con el origen, pues, los arqueólogos son el escorpión del cuento de la rana y el escorpión, no pueden dejar de ser arqueólogos.

Únicamente logras saber que proviene del interior de la vegetación, y por tus conocimientos en Supervivencia, estás seguro que a una distancia de varias horas a pie a través de esta espesa jungla. Las aves, parecen haber tomado el vuelo alteradas por el repentino ruido. Algo normal, en cualquier caso.

Sintiéndose renovado por la hidratación, Ezekiel se relaja con sus compañeros.

-Mi nombre es Ezekiel Brush, Profesor itinerante.- luego, al oír el extraño sonido añade-Creo que deberíamos investigar ese ruido... mañana. Sin luz podríamos tropezarnos y caer por un acantilado.-

Al sentirse reconfortado bebiendo algo de agua Felix también se relaja un poco. Tras la presentación del profesor añade:
-Yo soy Fel..- Pero aquel sonido le hace detenerse por completo, y girarse hacia donde cree que proviene.
Al escuchar la propuesta de Ezekiel pensó súbitamente-¿Esperar?- Esta no acababa de convencerlo... -Quizás mañana sea tarde para encontrar lo que ha hecho ese ruido, no sabemos lo grande que es esto. Además, aun deben quedar algunas horas de luz. Felix no compartía los mismos temores que el profesor, no sería la primera vez que perseguía algo/alguien en la oscuridad.

Cuando llegaste al instituto de Los Ángeles, tu último caso, recuerdas perfectamente los cuerpos mutilados empapados en sangre, la cual reflejaba la luz de la Luna llena que entraba por las ventanas rotas. No recuerdas fijarte en qué fase estaba la Luna durante las noches en el barco, ya que las pasaste saboreando escoceses en el bar del salón principal, pero atando cabos, supones que en fase decreciente.

Mi idea del riachuelo no me parecía tan mala, sin embargo, seguí a los expertos. Tenía que reconocer que la actuación del Profesor con el proceso de conseguir agua fue admirable. Gracias a él y a Leroy pudimos saciar la sed. Ahora quedaba el hambre, pero ya era un paso.

De repente un ruido extraño nos altera a todos, y el hambre queda en una posición secundaria sobre los problemas. Escucho al resto, sus presentaciones e ideas, antes de intervenir.

- Estoy de acuerdo con Felix. Si lo que ha hecho ese ruido es peligroso para nosotros, puede encontrarnos en la noche y puede que no tengamos un mañana para investigar.

-Esta bien, os seguiré.- accede el profesor, de nada servía que se separen y hasta quizás podría encontrar algo comestible en el camino.

Dicho esto, se pone de pie utilizando la precaria lanza como bastón.

Pues entonces no hay nada más que hablar.

Me pongo de pie y sacudo inútilmente los granos de arena que han quedado adheridos a mis pantalones. 

Debemos saber de dónde viene es ruido. Quizá haya alguien que nos explique dónde estamos y, lo que es más importante, cómo podemos salir de aquí.

¿Estamos listos?. Miro uno a uno a mis compañeros para ver si comenzamos a dirigirnos hacia donde viene el sonido.

Cuando Leroy Currie se pone en pie, todos los demás le siguen, y discretamente, Felix Strode hace una mueca de asentimiento, confortado porque sus palabras en favor de investigar la isla hayan calado en el resto de compañeros. Encabezando la fila, Leroy Currie echa a andar hacia el interior, con un ojo puesto en el frente y otro en el cielo. "Debe quedar poco tiempo de luz", piensa. A continuación, va la señorita Irina Krilov y el Profesor Ezekiel Brush, que camina animadamente a pesar de ayudarse con una caña de bambú. Separado unos metros, va Felix Strode, que instintivamente vigila la retaguardia, a pesar de repetirse en varias ocasiones en su cabeza que "No has venido aquí a trabajar".

Excepto Leroy Currie y Félix Strode, los demás os encontráis sorprendidos de la espesura. Hasta ahora, habíais conocido la jungla a través de los libros y láminas coloreadas, pero jamás la imaginasteis así de densa y manifiestamente ajena a la raza humana. Por el rabillo del ojo, siempre os parece ver cosas moverse cosas que no lográis identificar, aunque lo más probable es que sean hojas e insectos. En los periódicos y programas de radio habéis leído varios testimonios acerca de extrañas especies con venenos letales, y ahora, quién sabe, podéis tener uno de esos exóticos animales a escasos metros.

Vuestro avance es lento puesto que vais separando la maleza como podéis. El camino es una sucesión de arbustos y árboles, de especies que no identificáis, formando una muralla verde allí donde miráis. El camino es complicado, y cuando creéis que lleváis un par de horas de camino, llegáis a una especie de claro. Es pequeño, de unos seis metros de ancho, pero que os hace deteneros y dejar de sentir por unos segundos el agobio que habéis sentido durante todo el camino.

La Luna os regala un poco de luz, tornando en plata las hojas que se agitan suavemente a vuestro alrededor.

Un poco de niebla comienza a aparecer de manera muy suave entre los troncos de los árboles, y notáis en la piel la humedad que trae consigo. Pronto, otra sensación se hace aún más intensa: el hambre.