Partida Rol por web

No ha sido una mala noche después de todo. Poco a poco me sacudo la somnolencia. Intento ubicarme de nuevo. ¡Qué bien me vendría una taza de café turco, negro y fuerte!

Algo pasa. Mis ojos se posan en Irina que no deja de murmurar como si hubiera perdido el control de sus palabras. Hay algo más. Unos ruidos no dejan de escucharse. Veo que el Profesor Brush está como paralizado observando algo en la distancia.

Me acerco a él. 

¿Qué ocurre?

Al despertarse por el ruido lo primo que hace Felix es echar mano de la improvisada arma que tiene. Se levanta lo más rápido que puede y va junto a Irina para rodearla con el brazo que le queda libre y taparle la boca con la mano para intentar que deje de hacer ruido y que se relaje.

-Cálmate Irina.- le dice con cara de no querer que le contradigan.

Luego presta atención hacia el mismo lado que mira Ezekiel a ver si consigue ver u oír algo más.

De repente, en medio de la pesadilla, noto el contacto real de una mano sobre mi boca, lo cual hace que me despierte definitivamente, con el corazón acelerado y la respiración agitada, desorientada y confusa, sin saber siquiera por un momento dónde estoy. La mano evita que emita un grito, e intento apartarla de forma brusca al no darme cuenta desde el principio de quién es quien me la tapa.

Ver el rostro de Felix me relaja un poco, pero rápidamente me doy cuenta de que algo ocurre al verle tenso. Enseño las palmas de las manos en un gesto de "vale, ya me he dado cuenta" para que la aparte y poder incorporarme.

Mirando a mi alrededor veo a Leroy y Ezequiel juntos, mirando en la misma dirección que Felix, y sigo su mirada con alerta, intentando ver a través de la oscuridad qué es eso que tanto les preocupa.

Cuando todos calláis y observáis, os dais cuenta que lo que pensabais que era silencio era en realidad un silencio infectado por una especie de gutural siseo incomprensible, el cual ha dejado de sonar. Justo en el instante en que deja de sonar os dais cuenta. Al mismo tiempo, la niebla parece haberse despejado un poco en vuestra zona, dándoos una tregua.

A lo lejos, el sol empieza a asomar...

Fuera lo que fuera parece que se ha calmado. 

Aflojo la presión con la que estaba agarrando la lanza de bambú. Hay algo en esta isla que no me acaba de gustar...

Creo que deberíamos ponernos en marcha, no hemos pasado mala noche pero no creo que sea este el mejor sitio para pasar los días en esta isla. ¿Qué opinan ustedes?

Me mantengo alerta durante unos instantes por si acaso aquello sólo era el silencio que precede al ataque de una fiera. Una vez segura de que nada pasaba, atiendo a las palabras de Leroy.

- Sí, estoy de acuerdo. Además, deberíamos dar algo de prioridad a encontrar algo comestible, mientras haya luz que nos facilite la tarea.

Pues, señora y señores, recojan sus pertenencias y pongámonos en marcha. Permanezcan alerta y con las lanzas en la mano. Nos servirán ante posibles peligros y para intentar cazar algo para alimentarnos.

Cavilo durante unos instantes si puedo ingeniar alguna manera de transportar algunas brasas para que luego sea más fácil volver a encender el fuego

Llevar brasas crees que os puede ser útil, aunque laborioso. Se te ocurre que la mejor manera es transportándolas en una especie de "bolsa" hecha con amplias ramas verdes, para que no se sequen.

Creo que se puede intentar.

Trenzo rápidamente unas ramas y hojas verdes que sirvan como bolsa a las brasas. 

Si llegan intactas tendremos un buen fuego esta noche. Si no es así tocará volver a encenderlo.

Con mucho cuidado logro introducir algunas brasas en la improvisada cesta.

Parece que de momento aguantan...

Tras comenzar la marcha, vais notando de nuevo el calor sofocante caer sobre vosotros de manera implacable. Hay momentos en los que os sentís desorientados y dudáis si estáis caminando en círculos. Toda la jungla os parece igual, como salida de perverso patrón infinito donde se remite lo mismo una y otra vez, una y otra vez... Pero no. Tras lo que pensáis que son un par de horas de camino, arribáis a una enorme zanja de unos seis metros de profundidad. Las paredes no parecen muy sólidas, y tampoco tienen muchos puntos de apoyo, así que bajar y subir por el otro lado os va a resultar una tarea complicada. Miráis a izquierda y derecha y os dais cuenta de dos cosas. La primera es que la zanja continúa en ambos sentidos hasta donde se pierde la vista, y la segunda es que, dios mío, ¡parece una maldita historia de aventuras! Hay un tronco lleno de musgo sobre la zanja. Atravesarlo parece posible, aunque un fallo y... la caída puede ser dolorosa.

Os miráis, como debatiendo si merece la pena jugársela para encontrar más jungla. Arriba, un estruendo rompe el cielo. Un trueno ruge a lo lejos, entre unas oscuras nubes que parecen dirigirse a la isla. Quizá aún tarden un poco, pero desde luego, vienen cargadas de tormenta.

Os parece ver, entre los árboles del otro lado de la zanja, una menos densa de árboles, y un leve brillo... Una superficie brillante.

A pesar del calor sofocante y de las dudas, camino con cierto ánimo por la esperanza de encontrar algo útil. Pero al llegar ante la zanja, todo ese ánimo decae hasta desaparecer. Miro la hendidura en la tierra con hastío, y casi con enfado. No me lo puedo creer, otro obstáculo más, y por el momento parece insalvable.

Miro a un lado, a otro, atrás y al otro lado de la zanja. Todo parece igual, selva y más selva.

¿Y qué pasa si no cruzamos?

- Lo que faltaba... ¿qué hacemos? Yo voto por intentar rodearla. 

Miro hacia abajo, para ver la profundidad y si en el fondo hay agua.*

Abajo no hay más que piedras y algún hueso de animales sin identificar.

Yo creo que deberíamos intentar cruzarla. He visto algo al otro lado, es como su hubiera algo brillante en el suelo. 

Me acerco hasta el tronco y pongo un pie sobre él. Parece que aguanta mi peso. Sin pensarlo mucho comienzo a cruzar y aunque se oye algún crujido consigo llegar al otro lado sano y salvo.

Atraviesas con habilidad el tronco, que aunque permanece fijo, el musgo sobre él es muy resbaladizo. Cuando llegas al otro lado, sigues con la mirada el extraño brillo entre los árboles, y percibes una zona con algunos árboles derribados a pocos metros de la zanja que te separa de tus compañeros. No se trata de un claro como el que os ha servido para pasar la noche, es que algo ha impactado en la zona. Algo metálico. Escudriñas un poco más y por fin se muestra ante ti la estructura metálica de un avión estrellado.

Mi naturaleza de investigador me pide que no pierda el tiempo y vaya a escudriñar el nuevo descubrimiento. Pero una luz en mi interior me recuerda que vengo con otros compañeros y que éstos siguen al otro lado de la zanja.

Regreso sobre mis pasos y les animo.

Venga. El tronco resistirá. No os podéis imaginar lo que he encontrado. ¡Los restos de un avión! ¡Vamos!

-Creo que es más rápido por aquí Irina.- le dice a su compañera en tono algo burlón mientras cruza el tronco sin pensarlo dos veces. Luego espera junto a Leroy a que crucen el resto. 

-Desde luego, ese tronco no está ahí por casualidad. Creo que esto confirma que no somos los únicos en la isla...-