Partida Rol por web

¡Oh no! ¡estan ahi! ¿que haremos? ¡son demasiados! dice Flora aterrorizada ante el ingente numero de engendros que se aproximan a por su carne.

La selva viene a por mi. La selva... El libro... La voz... La voz... La radio. Voy a molerla a palos.

Charlie mira inexpresivo a su alrededor. Lo que estuvo imaginando durante todo su turno de guardia, se hace realidad.

¿Doctor? ¿Doctor? ¿QUE QUIERE DE NOSOTROS?

De pronto, comienza a reir. Primero es una risa casi imperceptible, para si mismo. Pero pronto se convierte en unas extrañas carcajadas fuera de lugar.

¿Será tan malo?

Intenta recordar si el Doctor parecía sufrir cuando se les apareció la noche anterior. ¿Qué más da? Parece inevitable. La ayuda, si llega, nunca lo hará a tiempo. La trampa se cierra. La mosca se agita impotente en una tela de araña trenzada con hojas y ramas.

Los brazos del viejo descienden con languidez. El palo y el cuchillo ya no amenazan. Solo espera que sea algo rápido. Quizá no sea un final, sino un nuevo principio. Los delirios provocados por al alcohol pasarán a ser delirios provocados por los cánticos extraños que surgen de ninguna parte y de todas a la vez.

Pero escucha algo que le hace echar la vista atrás, al mundo donde todo tiene explicación. Es ella. Es su voz cargada de miedo. Flora. La frágil y maternal Flora. No puede ser tan egoista. Resignarse es vender a los demás.

Que yo viva o muera no marcará la diferencia. Y no les debo nada. Estoy cansado. Viejo y cansado.

Nota un nudo en la garganta y una desagradable sensación en el estómago. En realidad, no quiere rendirse. No puede. Siempre ha sido ese perro pulgoso que ladra a los trenes a los que no puede subirse. Este, parece que va a pasar sobre él. Pero le ladrará hasta el último momento.

-¡ATRAS, HIJOS DE MIL PUTAS! ¡ATRAS! - se pone de nuevo en guardia y retrocede despacio hacia el avión. - ¡FELIX! - le llama por fin por su nombre - ¡NO HAGA TONTERIAS Y VUELVA! ¡POR FAVOR! - grita con todas sus fuerzas, rasgada la voz.

Irina observaba con total extasismo la escena... un grupo de hombres y mujeres encapuchados llevando algunas ofrendas para situarlas sobre una larga mesa de madera.

Vino, frutas, algo de carne y muchas velas de diferentes colores adornaron la extraña velada que estaba dando comienzo. Las ventanas cubiertas por largas cortinas color rojo daban una sensacion de ahogo y profundo misterio. Y por un momento el silencio se apodero de los pasos de los encapuchados, que parecian flotar por el salon.

Un sujeto de gran porte y ataviado de finas vestiduras aparece de repente al costado de la mesa y las luces parecen titilar como si la energia estuviera sufriendo algun tipo de desperfecto... hasta que finalmente ceden y solo las velas iluminan el recinto no dejando lugar a la visual mas alla de unos pocos metros.

La figura, ya ahora un poco encorvada, eleva sus brazos al techo y con un lenguaje extraño y arcaico esgrime unas letanias muy oscuras, que parecen recibir respuesta desde la parte superior, como si hubiera un incesante eco que taladraba la mente de cada uno de los espectadores. Irina se quejaba por lo bajo, el dolor de cabeza era muy intenso y quiso comprobar si no era la unica que se sentia mal. Dio un pequeño giro hacia sus costados esperando ver algunos de sus ocasionales compañeros... pero la soledad hizo mella con dureza y un extenso abismo de oscuridad la rodeaba. Extendio sus brazos como esperando romper esa barrera y despertar quizas... pero nada ocurrio. Nada. Solo una fuerte vibracion en su mente y algo inteligible que le hablaba y la atraia. Sin poder hacer nada para evitarlo, la habitacion parecia desaparecer engullida en las fauces de la negredad del ritual.

Los ojos ya cansados y la mente fatigada quizas jugaron una mala pasada en el momento en que la joven pudo discernir una pies descalzos y sucios delante suyo. Ella se encontraba arrodillada, como pidiendo alguna especie de perdon a la presencia que tenia enfrente.  Las manos comenzaron a sangrar de la nada, sin herida aparente... pero la sangre manaba con pasion. Los dedos se mostraban ahora como garras informes y un aliento putrido ahogaba todo intento de grito de auxilio.

Y ese perdon llegó, pero no de la forma esperada.

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¡Malditos engendros, vienen a llevarnos a su Dios! - los gritos de Irina se pierden entre el ruido de la lluvia y los insultos de Charlie - Si asi lo quieren, sufriran la misma ira, pero mi alma no será regalada a cualquiera.

La mujer, sin salir de su lugar en la puerta del avion, comienza a rebuscar algo con que poder hacer frente a esas pesadillas.

El detective seguía alerta, girando sobre su eje vertical a uno y otro lado, atendiendo a sus sentidos alertados por lo que fuera o por quienes fueran.

—Manténgase a la vista y no tendrá nada que temer, amigo Charlie —sonó la voz de Félix a través de la lluvia.

Seguía ahí, en el centro del claro apuntando a cada hoja que movía la lluvia.

—Dar la cara os digo, malditos espías. Salir a la vista desgraciados.

Félix seguía espetando a los que sospechaba que les estaban vigilando. Sus ropas estaban completamente caladas y goteaban a su alrededor. El agua de la lluvia se deslizaba por su frente cayendo bajo las cuencas de los ojos cegando temporalmente su visión. Limpió sus ojos rápidamente dirigiendo la cabeza hacia sus hombros y dirigió el cañón de su pistola rápidamente hacía el nuevo movimiento. Instintivamente apretó el gatillo hacía esa posición y el eco del disparo retumbó en la oscuridad de la noche.

Desde su lugar, resguardado de la lluvia tras el umbral que desde el avión lleva a la selva, Leroy observa con vergüenza ajena lo que considera desvaríos del policia y el mendigo. Hasta que percibe el movimiento entre las plantas. Tras una palmera, en un montón de helechos, cruzando junto a una roca, difuminados por la lluvia y la oscuridad siente más que ve algo moverse. El fuego al agitarse arranca un reflejo escamoso y siniestro de un brazo que aparta la maleza para dejar paso a un rostro hambriento, de ojos impregnados en odio que desaparece fugazmente merced a la torrencial lluvia.

Asustado, Leroy retrocede y viendo como Irina revuelve frenéticamente en busca de cualquier cosa que le permita defenderse, se plantea por donde habría una ruta de escape de la trampa en que se encuentran.

De pronto esas horribles mutilaciones de la vida humana aparecen a vuestro alrededor. Entre la lluvia y su aspecto camaleonico apenas son perceptibles pero sois conscientes de que están cerca, muy cerca vuestra.
Aunque la mayoría reculáis a la posible seguridad de la entrada del avión felix es quien permanece firme en su posición mientras observáis como esas cosas parecen ir directas hacía él arrastrándose, corriendo o simplemente caminando. Dais gracias por no poder verlas del todo bien para que vuestra cordura no sea más dañada por lo que estáis contemplando.

La mirada de Félix recorría todos y cada uno de los rincones del claro hasta que vio aparecer las sombras que emulaban la vida. Sin dudar liberó el gatillo del arma hacía la posición donde intuía a las camaleónicas criaturas.

El rostro del detective se iluminó, parecía incluso hacerle gracia la situación. Volvía a reír de esa forma desquiciada en que lo venía haciendo las últimas horas y giraba sobre si mismo, buscando más de esas criaturas a las que encañonar. Su posición era débil frente a un posterior ataque de los informes pero eso no parecía preocupar al hombre. No parecía importarle mucho su vida pues ya la consideraba perdida... al menos moriría con una sonrisa en la boca.

-¡Felix! ¡Cojones! - grita ya desde la puerta del aparato, donde se ha apostado garrote en mano.

Apenas le vislumbra en la oscuridad, pero sabe que le van a rodear. Presa de la frustración, golpea el fuselaje con rabia. Sus gestos, sus gritos, el pelo y la barba alborotados, el grueso madero que pretende usar para defenderse...Charlie parece un hombre prehistórico.

-Por encima de mi cadáver. Por encima de mi cadáver. Por encima... - empieza a mascullar entre dientes como una especie de mantra.

Con el antebrazo se quita el agua que chorrea desde sus mojados cabellos a sus ojos. Parpadea con fuerza dos veces y los horrores surgidos de la selva siguen ahí. No es un sueño.

-No dejaré que pasen. - se gira hacia las damas y trata de animarlas, pese a lo poco creíbles que suenan sus palabras.

No es tormento la muerte, sino fin de tormentos. - se consuela esta vez él, aceptando un desenlace más probable, con una frase que le dijo una vez un viejo y sifilítico mendigo.

El disparo de felix impacta en una de esas criaturas provocando que una bilis oscura salga del orificio que ha creado la bala al impactar.

El disparo de Felix impacta en una de esas criaturas provocando que esta caiga al suelo mientras el resto avanzan hacía él rápidamente. En su ímpetu una de ella choca contra otra de forma que solo dos de esos bichos le alcanzan golpeándole salvajemente.

Desde el interior del avión podéis ver como Félix cae al suelo salvajemente dañado mientras las dos criaturas que tropezaron se vuelven hacía vosotros.

El golpe le había tumbado boca arriba en el suelo. Había visto pasar su vida por delante de sus ojos y se encontraba caminando sobre cuatro patas boca arriba, como un cangrejo. Un tropiezo le llevó a desestabilizarse y desde el suelo volvió a soltar una carga del arma, desesperado.

Su cara había cambiado, ya no se mostraba la desquiciada sonrisa, el rostro de dolor la había sustituido. Tras el disparo miró alrededor buscando al resto del grupo. Miró a Charlie, a Irina, a Leroy y definitivamente a la hermana Godden deteniendo la mirada sobre cada uno de ellos un instante. Sonaba a despedida y es que la vida de Félix estaba más que comprometida.

—Rece por mi alma hermana, es todo lo que deben hacer por mí esta noche —dijo en aras de evitar ninguna locura.

Acabada la frase lanzó la pistola aún humeante en la dirección del avión donde se intentaba resguardar el grupo.

—A ellos les hará más falta que a mi —pensó.

Le cuesta apartar su horrorizada mirada de la brutal escena, pero la lógica se impone y corre con prudencia hasta el lugar donde ha caído el revólver, reculando después hacia la supuesta seguridad del avión.

¿Qué harás con ella, Charlie? ¿Cuántas balas quedan? ¿Cuantas llaves para acceder a una muerte rápida y piadosa? No puedes dejar que ella muera como Félix. Han sonado dos disparos. Si estaba lleno el tambor, quedan cuatro. Las justas. Todo podría acabar en un momento. Uno, dos, tres disparos y el último para ti.

Ignorantes de lo que está pasando por la cabeza de su compañero, le ven girarse hacia ellos con una mirada extraña, de preocupación y algo más.

Vienen a rescatarme, no puedo permitir que el equipo de rescate acabe como la tripulación del avión. Debo prevenirles. Agazapado en el interior del avión Leroy vacila, inquieto. No presenta el aspecto del plácido arqueólogo seguro de sí mismo que le caracterizara incluso durante el naufragio en esta isla perdida y maldita.

Ante sus ojos el enloquecido policía comienza a girar sosteniendo peligrosamente el revolver. En su estado podría disparar en cualquier dirección e incluso herirle. Cubierto tras las paredes del avión, oculto en su esperanza a los ojos de esos fenómenos terribles y hostiles que se acercan hasta ellos, Leroy estudia detenidamente la escena. Charlie grita al detective, las mujeres se apresuran a tomar cualquier objeto entre sus manos que les permita golpear las manos ávidas que acabarán llegando hasta el avión.

Un disparo y los pesados sonidos de cuerpos cayendo unos sobre otros, el húmedo sonido de la sangre derramada por un golpe violento se escucha alcanzando el umbral donde Charlie contempla como despedazan a Félix. Es el momento. Leroy sale corriendo del avión aprovechando que Charlie recoge el revolver y se dirige a la zona donde menos criaturas ha observado. El vagabundo se gira con sombrías intenciones; puede que ahora le sobre una bala con la que llevarlas a cabo.

Flora queda atras, preparada con su cuchillo y busca entre los restos del avion con la mirada algo que arrojar contra los seres malditos ...