Partida Rol por web

-¿Huellas sin ningún origen? –Musitó Shiroi, analizando las opciones. Siempre cabía la posibilidad, claro está, de que hubiera sido un error del Unicornio, pero lo cierto es que tenía confianza en sus habilidades. La explicación debía ser otra. –Los heimin dicen que el espíritu camina sobre el lago por la noche. Sin embargo, no conozco muchos espíritus capaces de caminar sobre las aguas pero dejar huellas de hombre sobre el barro. Pero sí conozco shugenjas capaces de hacer que los kami los eleven del suelo. Me resisto a creer que nuestra presa surja de ninguna parte. Si hay unas huellas de entrada… debería haber unas de salida, ¿no? Y si se trata de un hechicero de sangre... Ha tenido que surgir de alguna parte. Haríamos bien en saber si alguien ha desaparecido o se comporta extraño desde hace un tiempo. Ya sea aquí... o en la Corte Avispa.

-Y no, Tameiki, no he presenciado nunca rituales de Maho, aunque he leído al respecto. Sólo sé que requieren grandes cantidades de sangre... Me cuesta creer que haya podido ser discreto. -Respondió a la ronin más joven. -Pero creo que habrán de ser Oni-san y Togashi-san quienes nos aconsejen a ese respecto.

El antiguo Akodo siguió al grupo allí donde el pescador los guiaba, y al llegar al hogar de este, simplemente se dispuso a encontrar un lugar donde recostarse. Llevaba días sin poder echarse una cabezadita sin sobresaltos, y la aldea se le antojó un lugar lo suficientemente tranquilo como para intentar ponerse al día con el sueño atrasado.

De nada servía continuar avanzando a trompicones y con la mente embotada. Pues de seguro tendrían todavía un largo camino por delante... que muy probablemente se volvería más duro a cada paso.

Amanece, poco a poco os vais despertando. Sin embargo, os da la impresión de que Shiroi, Tameiki y Moto Aswad llevan ya despiertos un tiempo. Al despertar el aldeano que os cedió la casa os prepara un frugal desayuno y cuando estéis preparados os lleva ante el Yoriki de la aldea. Es un hombre mayor que os recibe muy cordialmente y con respeto Saludos, mi nombre es Korenaga, ¿en qué puedo ayudaros?

Por otro lado, el lago permanece limpio, cristalino y tranquilo a vuestros ojos.

Cuando el alba alcanzó la aldea y el resto de miembros del grupo comenzaron a despertar, las dos ronin y el Unicornio se encontraban ya despiertos, hablando en la entrada de la casa. Después de dar cuenta del ligero desayuno que les ofreció el heimin, éste les condujo hacia el dirigente de la aldea.

-Saludos, Korenaga. –Respondió casi de inmediato Shiroi con amabilidad. A pesar de que el rostro de la samurái mostraba algunos signos de cansancio, su expresión parecía mucho más relajada que en los días anteriores. –Mi nombre es Shiroi. Mis compañeros y yo hemos llegado hasta vuestra aldea siguiendo los extraños rumores acerca del lago, y vamos a investigarlos para devolveros vuestra paz y vuestra pesca. Pero para ello, necesitaremos que respondáis a nuestras preguntas.

-En primer lugar, necesitamos saber si hubo algo fuera de lo común en algún momento anterior o justo cuando comenzaron los incidentes. Tal vez algún recién llegado, o alguna desaparición. O tal vez, la muerte de alguien. O algún presagio. Cualquier cosa.

-En segundo lugar, si en estas tierras tenéis alguna leyenda relativa a este lago o al espíritu que parece poblarlo. Viejas historias, o tal vez algún templo en el que se guarde algo de información.

-Por último… -Hizo una pausa, y su voz se volvió ligeramente más autoritaria. -¿Se sabe de algo inusual que haya tenido lugar en Kyuden Ashinagabachi? ¿Han intervenido vuestros señores en el Lago?

-"Nunca antes había visto un ritual de sangre. He enfrentado criaturas del reino oscuro, pues los Moto solemos adentrarnos en las Tierras Sombrías bara enfrentar nuestros brimos berdidos, bero en aquellas tierras los usuarios de maho no suelen encontrarse."- El Moto no sabía gran cosa del Maho, lo que conocía de las tierras sombrías era acerca de las criaturas que en ella vivían. Sabía evitar zonas peligrosas, así como no adentrarse demasiado para evitar caer eternamente, como hicieran sus hermanos. Recordaba las historias de sus antepasados, como habían deambulado por las Tierras Sombrías en busca de su camino de retorno al Imperio, cuando volvieron como el Unicornio, habiendo partido como el Ki-Rin. -"Rastro de sangre no encontré, bero como dije han basado ya varios días, y bodrían haberse eliminado los rastros de sangre. Solo se que abarecen las huellas de la nada, y solo bodrían abarecer del cielo, bues quien dejaría huellas justo antes de adentrarse desbués de evitar dejarlas?-

El Moto iba a continuar su hilo de pensamiento cuando vio aparecer al resto del grupo y se quedó en silencio. 

Aswad había permanecido fuera sin su armadura puesta, y así había desayunado. El equipo se encontraba en las bolsas de Khulan, al que visitó por la mañana para asegurarse que también había desayunado, así como los demás caballos. Cuando volvió de los establos, aun se encontraba sin la armadura, pues no sabían si sería necesaria. Lo había pensado, pero no quería revelarse ante el Tsuruchi como una amenaza, y si en algún momento tenían que entrar al lago, era mejor hacerlo sin algo que le hundiese. 

Cuando son llevados ante el jefe del pueblo, el Unicornio permanece en silencio y observando, escuchando casualmente mientras más bien observa sus alrededores para evitar problemas y para ver si hay cambio alguno en el lago. A su lado se encuentra su fiable sable, y a su espalda lleva su arco y flechas.

Cuando el resto del grupo se despertó, se encontraron a los tres bushi conversando en la entrada de la casa. La melena de Tameiki caía alrededor de su rostro por encima de sus hombros, y todavía permanecía con los brazos dentro del kimono, sin que aparentemente ningún signo de cansancio perturbara su postura, gestos o rostro. Entró a la casa con el resto para disfrutar del desayuno, aunque apenas habló, sino que únicamente miraba al resto de compañeros, en especial a Shiroi y, esta vez, a Kyoshiro. Sus ojos almendrados estudiaban los gestos, la respiración... pero Tameiki parecía calmada; pensativa y silenciosa, pero calmada.

Tenía prácticamente todas sus cosas junto al caballo que había recibido en la capital, a excepción de su daisho (que ya llevaba consigo), su bokken (que había dejado dentro de la casa y acababa de tomar) y sus sandalias, que estaban a la entrada de la casa, como era habitual. Dejó el caballo y el equipaje en casa del heimin mientras permanecieran en el poblado, pero siguió al grupo a visitar al líder de la aldea.

Como era habitual en ella, permaneció en la parte de atrás del grupo, como vigilando o protegiendo a todos, y escuchó atentamente las palabras de Shiroi y la respuesta del anciano.

Korenaga se quedó pensativo para luego responder a las preguntas no hubo nada extraño antes de que comenzaran los incidentes. 

Por otro lado, en  Kyuden Ashinagabachi no ha ocurrido nada inusual diferente a lo que respecta al lago. Nuestro Daimyo mandó emisarios pidiendo ayuda pero no hemos recibido aún, al menos que yo sepa, respuesta.

Si Shiroi se sintió decepcionada por la respuesta de Korenaga, desde luego no dejó que eso se reflejara en su tranquilo rostro. Escuchó las negativas del heimin con un ligero asentimiento de cabeza, como si fuera eso exactamente lo que esperaba.

Sin embargo, en su interior la ronin no pudo evitar sentirse ligeramente frustrada. Un lago maldito… unas huellas… y aparentemente, nada que hubiera sucedido en la aldea o en el palacio. Era cierto que no le extrañaba que nadie hubiera respondido a la llamada de los samuráis Tsuruchi. Con el Escorpión desbandado, y el León hostigando a la Grulla bajo el estandarte de los Matsu, no había nadie cercano para responder. Tan sólo las legiones Imperiales...

Ese pensamiento hizo que un brusco escalofrío recorriera su espalda. Los Tsuruchi podrían haber alertado al Emperador… y no haría falta demasiado para que, si en verdad éste era la encarnación mortal de Fu-Leng, dedujera que un Pergamino Negro se escondía en el Lago. Tal vez dispusieran de menos tiempo del que creían.

-Gracias por tus respuestas, Korenaga. –Respondió al heimin con voz suave, antes de dirigirse hacia sus compañeros para insinuarles sus sospechas. –Los Tsuruchi han pedido ayuda. El Escorpión ya no existe. La Grulla y el León estarán demasiado ocupados desgarrándose el uno al otro. Supongo que la ayuda llegará en forma de Legiones Imperiales.

Suspiró, antes de añadir con una voz ligeramente distinta.

-No quisiera que el Hijo del Cielo o las fuerzas bajo su mando tuvieran que intervenir en este asunto tan trivial. Creo que será mejor para todos que nos ocupemos nosotros en solucionarlo antes de que lleguen. ¿No lo creéis así?

-Una última pregunta. –Añadió tras un momento, dirigiéndose de nuevo al jefe del poblado. -¿Cómo se traga exactamente el lago a los que se aventuran en él? ¿Cuándo fue la última vez que ocurrió?

No es que la idea le gustara demasiado… pero en ocasiones, la única forma de cruzar un río era mojándose.

Korenaga muestra algo de preocupación ante la pregunta de Shiroi el lago forma un remolino de agua, como si tuviera un agujero en su fondo y ahoga al que esté en sus aguas, hace una semana que volvió a ocurrir pero desde entonces nos hemos encargado de que nadie vuelva a entrar pues ya son al menos cuatro muertos por esta causa.

Tameiki frunció el ceño ante los comentarios de Korenaga, y estuvo a punto de intervenir cuando Shiroi lo hizo. De nuevo guardó silencio, permaneciendo al final del grupo, observando atentamente la escena. De nuevo volvió a describir los ataques del lago, diciendo cuántas víctimas había habido. Se mordió levemente el labio, observando las espaldas de sus compañeros, como tratando de deducir que estarían pensando simplemente por el mover de sus hombros y cuello. Algo no encajaba, aquello no le gustaba. ¿Cómo un daimyo iba a dejar desprotegidos a los suyos? Si era verdad que hubieran enviado a enviar a alguien, primero deberían haberlo intentado descubrir por sus propios medios, y a buen seguro Korenaga sabría cualquier información adicional que la Avispa hubiera descubierto.

Se dio la vuelta y abandonó la habitación para salir al exterior y apoyarse en la pared, pensativa, al tiempo que observaba su entorno: el pueblo, los habitantes... resultaba curioso como aquellas poblaciones parecían ajenas a todo lo que se estaba viviendo en el resto del Imperio y a escasos kilómetros, como si acaso fueran lugares atemporales. Shiroi tenía razón, como siempre, debían actuar antes de que llegara la Legión Imperial. No sabía por qué lo decía ella, pero estaba claro que había que intentar alejar los pergaminos del resto del Imperio, en concreto de cualquier samurai corrupto.

"Corrupto..." pensó para sí Tameiki, como si acabara de darse cuenta de algo. De pronto, sus ojos se entrecerraron y sacó en un pestañeo su brazo derecho de dentro del kimono, aunque el izquierdo permaneció allí, aparentemente en reposo. Los dedos de su mano derecha acariciaron la saya de su katana al tiempo que seguía observando todo cuanto había a su alrededor. ¿Y si la corrupción del pergamino se hubiera extendido desde el lago? Tal vez fueran partícipes de aquella locura.

-"Bero el lago actúa de manera de manera discriminatoria."- Explicó el Moto interrumpiendo al alcalde de la zona, -"He visto beces, he visto aves, y a ellos el lago no se los traga. Hay algo que domina la voluntad y la intención de este extraño fenónmeno. Bor algún motivo el lago traga a bersonas exclusivamente.·"

El Cangrejo se mantuvo en silencio mientras Shiori tomaba la iniciativa, sin embargo la carencia de información por parte del Yoriki, le empezaba a impacientar, así que se tomó la libertad de preguntar a su manera haciendo un gesto con la mano para llamar la atención del pescador.

La mirada del hombre enmascarado se posó sobre los ojos de Shiori antes de mirar de nuevo al Yoriki. –“Oni Negro es mi nombre, Korenaga-san”. La sequedad en las palabras del Cangrejo denotaban que su paciencia estaba agotándose, pero mantenía una aparente calma mediante los brazos cruzados frente a su negra armadura pesada. –“Decís que el lago se ha tragado a aquellos que estaban sobre sus aguas, ¿Quiénes son aquellos que han desaparecido? ¿Esas desapariciones se han llevado a cabo de día o de noche? ¿cuanto tiempo ha pasado entra cada una de las desapariciones?” La respiración del Cangrejo era pesada y tosca detrás de su máscara mientras esperaba la respuesta del pescador. –“Sabemos que hay una isla a una hora de viaje desde la orilla ¿Qué podéis contarnos de ese lugar? ¿Qué hay allí? O mejor dicho, ¿Quién vive allí?”

Oni Negro dejó unos segundos antes de cortar la respuesta del Yoriki a propósito. –“Sabemos, también; que alguien caminó sobre las aguas del lago en dirección a ese pedazo de tierra aislado, de modo que creo que ha llegado el momento de ofrecernos algo más de información, ¿No os parece, Korenaga-san?”(1)

La mirada del Cangrejo era distante y sombría como una noche sin luna, pero las palabras eran frías y afiladas, como el acero de una katana.

Los que han desaparecido eran pescadores. Los fenómenos sucedieron de día, aunque nadie se ha atrevido a entrar de noche al lago desde entonces. Las veces que actuó el lago para tragarse a los aldeanos fue consecutiva, el primer día se tragó a dos y el segundo a otros dos, desde entonces no hemos vuelto a entrar. Los cuerpos de los fallecidos aparecieron después en la orilla del lago ahogados, seguramente los trajo la poca corriente que hay. El pequeño islote está desierto desde siempre, que yo sepa nadie vive allí. ¿Qué alguien caminó sobre las aguas? dice sorprendido ¿es que habéis visto a alguien? quizás sea el fantasma que habita el lago desde entonces.

El Cangrejo guardó silencio ante las explicaciones del Yoriki. –“Pescadores decís… ¿Sería posible inspeccionar alguno de los cuerpos de los fallecidos?”
El Oni Negro esperó a la respuesta del anciano antes de levantar la mirada hacia él al escuchar que existía un fantasma en el lago. –“¿Un fantasma? Habladnos de él. ¿Cuál es su apariencia? ¿Cada cuánto aparece? ¿Qué suele atraerle para que aparezca? ¿Cuál es su actitud hacia vosotros?”
Eran muchas preguntas y el Cangrejo lo sabía, pero ante la pasividad del resto de Truenos, no le importaba tomar la iniciativa, aunque no fueran las mejores maneras de obtener respuestas.

Al proponer Oni Negro inspeccionar los cuerpos la cara del aldeano cambia de forma repentina sorprendido por la propuesta ¿queréis inspeccionar los cuerpos muertos? después traga saliva el fantasma parece el de un hombre de mediana edad, lleva un kimono de buena calidad, va con un wakizashi en el cinto y su rostro está oculto por una máscara su pelo es de color negro y lo tiene largo pero recogido, se le ve fuerte y de estatura media. Se le ha visto en pocas ocasiones andando sobre el lago, por la noche, como vigilando que nadie se acerque a él.

El Cangrejo miró directamente al Yoriki ante su sorpresa por querer revisar los cuerpos de los difuntos y añadió. -"Si los cuerpos de los fallecidos todavía no han sido incinerados como manda la tradición, será necesario que aviséis a los eta para que nos acompañen y asistan durante la revisión de la a cuerpos".

Ante la descripción del supuesto fantasma Oni Negro asiente y añade. -"Cuando fue visto por última vez y quien fue el que lo avistó? ¿Luce algún tipo de mon en sus vestiduras? Ese kimono de buena calidad de qué color suele ser?" La voz del Cangrejo era seca, sabedor de que si podían saber si el kimono era de buena calidas era porque habían estado lo suficientemente cerca del fantasma. -"La máscara, ¿Como es? ¿Qué representa y de que material es?"

Empezaba a sospechar de algún tipo de shugenja Escorpión, pero era extraño que el sueño de ese lugar lo tuviera Shiroi en lugar de Tameiki.

De acuerdo, llamaré a los eta, hay dos cuerpos que no han sido incinerados.

El fantasma no luce ningún mon, el kimono es de color blanco. La máscara es más bien un antifaz no le cubre el rostro entero, no representa nada que yo sepa y no sé de que material está hecho.

Fui yo mismo el último que lo avistó cuatro noches atrás.

Tras esto os encamina hacia los cuerpos de los fallecidos, tres eta os acompañan. Al llegar los signos de muerte de los fallecidos es por ahogamiento.

El Cangrejo se acercó a los eta y los miro fijamente. -"Traed vuestras herramientas y haced todo lo que os pida". El samurái realizó algunas comprobaciones con los cuerpos ordenando a los eta que hicieran lo propio, dejando a entrever que poseía algunos conocimientos de medicina. Sin duda parecía que habían muerto por ahogamiento, pero eso sólo era lo evidente. Buscó otros signos, más ocultos u oscuros. 

No estaba seguro de si funcionaban así las cosas pero sacó un dedo de jade de los que poseía y lo colocó encima de uno de los cuerpos hasta que rozó la piel del difunto, pero sin soltar la cuerda de su mano enguantada. Esperaba algún tipo de reacción extraña, pero no estaba seguro de que funcionara.

Unos minutos después ordenó a los eta que abrieran a los difuntos para inspeccionarlos por el interior por si había algo interesante.

Al colocar el jade en el cuerpo de los difuntos no ocurre nada. Y al abrir los cuerpos e inspeccionarlos no ves nada extraño. Todo indica que la muerte fue por ahogamiento.