Partida Rol por web

En respuesta a lo dicho por Oni Negro, Aswad se queda pensativo y empieza a hablar Lo siento mucho por todos, pero este no es mi lugar, lo he sentido desde que desperté esta mañana aquí en el lago, Hiroaki me habló de que mi hermano mellizo era quien debía ser el trueno Unicornio pero que debido a la falta de fe de Valkai, yo cumpliría la labor que a él debía encomendarse. Todo esto lo dice con la cabeza gacha. Entonces sube la cabeza y mira al horizonte mientras dice ¿hermano?

Veis aparecer los dos dirigiéndose hacia vosotros a un bushi Unicornio con rasgos parecidos a los de Aswad y montado en un caballo gaijin.

El viaje había sido largo. Desde la punta más al norte de Rokugan, había cabalgado casi sin descanso.

Hacía tiempo que no sentía esta energía, de hecho dudaba de su nunca antes la había sentido en su vida.

Todo cobraba sentido, su destino le había sido revelado y no podía negarlo por más tiempo.

Kaminari había hecho un gran esfuerzo, Valkai se cuidaba de darle los merecidos descansados y que comiera en abundancia.

Por fin llegaron a su destino, en las Tierras de la Avispa.

No tardó en dar con él; era como si de algún modo “supiera” dónde estaba.

Su hermano Aswad se encontraba junto a otro Samurai que por sus colores y mon identificó como a un Cangrejo.

Desmontó y se acercó a ellos, sin mediar palabra abrazó a su hermano.

Seguramente a los rokuganeses “puros” (o como se quisieran llamar) aquel gesto de afecto y contacto físico en público seguramente era mal visto.

Pero no le importaba; eran diez años sin ver a su gemelo, con el que había compartido vientre y hasta su gempuku era como su sombra.

Aswad había cambiado, no sólo su perilla y su piel más tostada de lo que recordaba le hacían parecer más duro y exótico, si no que su mirada hablaba de cosas que habían estado atormentandolo.

Valkai había estado demasiado tiempo anclado en su pasado, sin ser consciente del enorme peso que estaba cargando sobre los hombros de su hermano.

Aswad siempre había sido más astuto y decidido, pero ahora Valkai se percataba de que su hermano también era más vulnerable, su voluntad más inestable.

Lo siento Aniki (Hermano)... he tardado demasiado...

Se excusó, separándose de él.

Durante demasiado tiempo has estado llevando una carga que no deberías haber cargado jamás. Ahora es el momento de que yo retome lo que tú has comenzado. 

Dijo solemnemente.

Por fin su mirada se dirigió al desconocido Cangrejo.

Le dedicó una profunda reverencia, quizás algo exagerada considerando que posiblemente tenían una posición similar.

Mis saludos, Cangrejo-sama. Soy Moto Valkai, Barukai si os es más fácil pronunciar... mi hermano Aswad ha estado cargando con el peso de una tarea que era destinada a mi, pero... no tuve la suficiente determinación para aceptar.

Pero ahora ya ha llegado mi momento. En mi mente solo hay espacio para cumplir con los designios de Hiroaki-sensei.

Explicó solemnemente, inclinándose ligeramente de nuevo.

El cangrejo bajó la mirada antes las palabras de Aswad y su voz se tornó fría como la brisa de los picos escarpados del sur. –“Lamento escuchar esas palabras de vuestra boca Moto-san. Pero como comprenderéis sólo existe un destino para los Truenos y ese es la muerte. No logro comprender los motivos que os puedan llevar a faltar a vuestra palabra, vuestro deber y vuestro honor, pero si contemplo la posibilidad de que seas tú mismo el que te quites la vida mediante en seppuku. Yo me ocuparé de concluir el ritual, tranquilo no te dolerá, no es mi primera vez”.

Los ojos del Cangrejo se tornaron secos y carentes de sentimientos antes de continuar. –“Pero si huir para salvar tu vida fuera tu voluntad, mi deber será darte muerte como el perro en el que te habrás convertido. La misión es lo más importante y sabiendo que nuestro enemigo es el peor de todos, ninguno de nosotros estamos a salvo de sus malas artes”.

-“Nos conoces y sabes de nuestros objetivos y cometido, por lo que es tu decisión acabar como un samurái o como un perro, estoy listo para cumplir con mi deber…” La mano derecha del Cangrejo se deslizó lentamente hacia la empuñadura de su tetsubo mientras le mantenía la mirada al Unicornio sin dejar de ver por el rabillo del ojo al nuevo jinete que se acercaba con gran celeridad.

                                                                              -O-

Al llegar el nuevo samurái Unicornio esperó a las presentaciones con una reverencia seca pero cortés. –“Oni Negro es mi nombre”. Dijo quedamente pasando su mirada se un Unicornio al otro.

Al devolver su mirada a Aswad. –“El tiempo se acaba Aswad-san, no nos lo hagas más difícil. Acepta tu destino honorablemente".

Mientras avanzaban abandonando las tierras de la Avispa en dirección a tierras Yogo, Tameiki se acercó al nuevo integrante del grupo. Una vez avanzó hasta ponerse a su par en la larga caminata, le hizo un leve gesto para que enlenteciera sus pasos y así poder volver al lugar final de la comitiva, el que siempre ocupaba. Allí, alejados unos metros del resto, tomó la palabra.

-Habéis luchado con valentía y honor, Moto-san, sois un auténtico hijo del Ki-rin -dijo suavemente- Es una suerte teneros de nuestro lado, vuestras capacidades harán nuestra labor más sencilla -agregó.

Valkai se sorprendió ligeramente cuando Tameiki le hizo un gesto para que se acercara. Aunque apenas hacía un día o dos que la conocía, le había dado la impresión de ser una Samurai-ko reservada. Retrasó el paso para situarse a su lado, sonriendo ligeramente ante su halagador comentario.

No es necesario que me dediquéis tales comentarios... simplemente hice lo que pude. Seguramente podría haber hecho más, si hubiera analizado mejor la situación. Pero... gracias.

Dijo, mirando ligeramente a Tameiki, sin poder evitarlo sus ojos se posaron en aquella misteriosa cabellera cobriza.

No había visto antes a ninguna persona con los cabellos de ese color... ni siquiera entre las filas de mi Clan.

Dijo, sin llegar a formular una pregunta, si bien su curiosa mirada dejaba a entender que le agradaría una respuesta.

Sonrió de medio lado ante el comentario de Valkai y ladeó el rostro al tiempo que ahogaba una leve risa y asentía con la cabeza.

-Admito que mi cabello es distinto al resto... nunca he sido una bushi corriente... ni siquiera lo era cuando ayudaba a mi clan, pero desde que tomé mi propio camino, diría que lo soy menos -expuso- Diría que tenemos en común más de lo que pueda parecer a simple vista -añadió, sonriendo y mirándole a los ojos.

Siguió caminando en silencio sin saber muy bien como seguir a continuación.

-Antes de tu llegada... Aswad-san y yo tuvimos una leve disputa -comentó- Ambos llegamos a proferir amenazas, y sólo... quería decir que lamentó su final y que en ningún momento he pretendido poner en entredicho su honor, ni el de su familia -aclaró.

Tameiki sonrió ante su comentario, pero no le aclaró el motivo de ese peculiar color. O no lo sabía ni ella misma o quizás aún no confiaba en él lo suficiente. Sea como fuera Valkai asintió, dándose por satisfecho, aunque no terminaba de entender aquello de que tenían bastante en común.

No tardó en mencionar a su hermano Aswad... según decía ambos habían tenido sus más y sus menos, incluso con amenazas de por medio.

El Moto suspiró, mirando al infinito ante el recuerdo de su hermano.

Finalmente habló, con su mirada perdida.

Aunque ambos compartimos el vientre de nuestra madre, estuvimos muchos años lejos el uno del otro. Aunque aún así lo conocía perfectamente. Aswad fue enviado junto a la Guardia Blanca de los Moto, patrullando las Tierras Sombrías para vengar el honor de los Moto que cayeron allí generaciones atrás y que como no muertos, siguen deshonrando nuestro nombre.

Durante algunas semanas estuve allí de patrulla y no es una experiencia muy agradable que digamos...

Posiblemente esa experiencia tan dura volvió áspero su carácter. Desconfiado y orgulloso. Pero era una buena persona. Sí, él reclamó el sitio entre la Guardia Blanca para protegerme, enviándome a la frontera del norte, donde esperábamos a un enemigo desde las Arenas Ardiendo que nunca llegó.

Así que supongo que vuestras diferencias se debieron a que no supo entender vuestro punto de vista o fue demasiado orgulloso para aceptarlo.

Pero no debéis preocuparos, Aswad descansa ahora y puedo ver que sois una persona honorable y respetuosa.

Explicó, mirándola finalmente a los ojos con una sonrisa algo forzada, como melancólica.

Ah, por cierto. ¿Es una tradición de este grupo ponerse un seudónimo?

Suspiro... curioso nombre... 

Murmuró, con humor renovado.

¿Qué sucedió con vuestro nombre? Ah bueno, supongo que no debí preguntar...

Añadió algo avergonzado, volviendo su mirada al camino.

Escuchó atentamente el relato sobre el pasado de Aswad y el del propio Valkai. Era realmente honorable si podía hablar de aquellas cosas sin que se le quebrara el espíritu. Pensó en su propia vida pasada, ¿estaría dispuesta a hablar de ella? Posiblemente, ni siquiera con otros Truenos. Fue entonces cuando dijo aquello; en un principio Tameiki giró el rostro y arqueó una ceja, como si le pareciera un comentario de mal gusto, pero entonces hizo aquel otro comentario...

-Es cierto que los hijos de Ki-rin sois curiosos, entonces -dijo en respuesta a su cuestión posterior, aunque no pudo evitar sonreír de medio lado y mirar con sus ojos castaños a las propias pupilas del unicornio- Tameiki es como me llamaban -explicó- Era el sobre nombre que me daban, aunque la mayoría no sabían que era mi propio estilo de esgrima, el Shinu ito no Tameiki... no soy una ronin común, a decir verdad... -agregó, cerrando los ojos y pasando una mano descuidada por su melena, revolviéndosela en un gesto incómodo, como sin saber muy bien como continuar- Ya no puedo decir mi nombre familiar, pero mi propio nombre era Chugo. Y debo decir que no falté a mi nombre en ningún momento -comentó, volviendo a abrirlos y mirando a Valkai de nuevo- Yo no elegí ser un hombre-ola, tampoco se me dio elección -farfulló, sin saber bien como continuar.

Valkai escuchaba las explicaciones de Tameiki, mirándola de vez en cuando, observando sus rasgos casi juveniles, que indicaban que su gempuku había sido no hace mucho.

Su altura tampoco distaba mucho de la de una jovencita.

Al lado del corpulento Moto, parecía aún más pequeña. Hasta el punto de que Valkai dudaba de si realmente estaba preparada para llevar aquella enorme responsabilidad con su edad... 

Una duda, que por otra parte, no tenía mucho sentido ya que todos habían sido elegidos por sus capacidades.

Cuando terminó de hablar, volvió a tomar la palabra.

Entiendo... vuestro camino hasta aquí ha debido de ser muy duro... haber desarrollado vuestro propio estilo de esgrima es impresionante a vuestra edad... Alguna vez me gustaría verlo.

Dijo, observando la katana de la joven.

Chugo... Deber y lealtad. Hermoso nombre. ¿Os enfadaríais mucho si os llamara así de ahora en adelante? 

Sonrió de forma algo juguetona. No es que fuera nada realmente importante, pero sería una manera de saber cuanto atrás quería dejar Tameiki su pasado.

Se encogió de hombros al tiempo que negaba con la cabeza mirando el suelo frente a sí.

-Simplemente tuve un gran maestro -explicó, como haciéndole ver que su propio estilo no era sino una variación del otro. Después, cuando el unicornio hizo aquel otro comentario, Tameiki volvió a mirarle arqueando una ceja, pero con el rostro serio- No me llamo Chugo, ¿por qué ibas a llamarme así? -dijo quedamente.

Se quedó quieta, sin avanzar ni un paso, mirándole seria.

Quizás Valkai no había entendido bien las palabras de Tameiki, pero juraría que había dicho que su nombre original era Chugo.

Pero hace un momento... bueno, da igual Tameiki-san. Perdonad mi indiscreción...

Se disculpó algo ruborizado, volviendo la vista al frente.

Se paso una mano por el pelo para recoger varios mechones tras su oreja y, tras unos momentos de duda, tomó la palabra.

-Valkai-san... ya no soy Chugo, aunque siga siendo el precepto por el que más amor y respeto siento... -se explicó- Ahora soy Tameiki -aclaró- Los hombres-ola... bueno, no se nos debería recordar que pudimos haber sido otra cosa, ya que ya nunca la seremos -zanjó, al tiempo que continuaba la marcha, pensativa.

Valkai asintió ligeramente avergonzado. Desde luego no era el mejor diplomático del mundo.

Entiendo... siento haberos hecho recordarlo... Tameiki-san. Gracias por la charla... 

Se despidió como con una repentina prisa para volver a la cabeza del grupo.

A cada mañana del viaje, como venía siendo habitual desde que se abrió el primer pergamino negro, Oni Negro ofrecía una serie de ejercicios para tratar de unir las voluntades de los miembros del grupo con su pureza interior mediante el esfuerzo físico trasmitido de generación en generación a través de las enseñanzas de su Sensei.

El Cangrejo se colocó en el centro de un círculo formado por sus camaradas y comenzó la rutina de ejercicios. Para su sorpresa Valkai no se encontraba entre los Truenos asistentes, por lo que se disculpó un instante pidiendo que le esperasen.

Oni Negro se acercó al Unicornio y contempló su gesto sombrío. -"Es una carga pesada, ¿verdad Moto-san?" Dijo alargándole un dedo de jade brillante con su mano enguantada al Unicornio. -"Sin embargo, no es una carga que debamos llevar en solitario". Continuó posando su otra mano en la hombrera de la armadura de su interlocutor. -"Toma el jade que te ofrezco, colócalo al cuello cual colgante más valioso del mundo y acompáñanos en los ejercicios matinales. Verás cómo en unos días la carga se atenuará por la fuerza unida de todos los Truenos". La voz del Cangrejo era suave y conciliadora como la de una Sensei ofreciéndole cobijo a un alumno.

Mientras Valkai se preparaba para seguir el camino, cargando su equipo en su corcel y dándole de comer, Oni vino a buscarle para pedirle que le acompañara en sus ejercicios matinales.
El Unicornio no supo muy bien cómo contestar al principio, pues le daba cierta vergüenza practicar delante de otros ajenos a su Clan.
Además de que no estaba de muy buen humor.
Sin embargo, el Cangrejo le tendió un colgante de Jade, que Valkai observó con una sonrisa, sacándose el suyo del interior de su kimono.
Antes de iniciar este viaje, me advirtieron de lo que tenía por delante... si bien, desde que leí el pergamino, parece como si a cada día que pasa el Jade se ennegrece y pierde brillo... ¿es eso normal? preguntó, suponiendo que el Cangrejo sabría más al respecto.

Gracias Oni-san.... ciertamente el peso de cargar con la Mancha es algo para lo que nunca me entrenaron. Siento como si tratara de adueñarse de mí, de mis pensamientos y sentimientos...
Creo que tenéis razón, aguantar sólo esa carga puede ser muy complicado. y se dirigió con él al círculo donde entrenaban.

De camino preguntó.
¿Cómo es que siempre lleváis esa máscara? preguntó por curiosidad, pues le sonaba más a una tradición del Escorpión y sus Samurai.

El Cangrejo sonrió detrás de su máscara y asintió a la vez que guardaba el pedazo de cristal brillante bajo su gruesa armadura. -"Es normal que el poder del Jingoku trate de apoderarse de la voluntad de los hombres, esa es su maldición y su fin. Sólo manteniendonos puros podremos cumplir con nuestra misión. Tameiki-san es la encargada de velar por nuestras almas con su mirada de fuego, pero todos debemos vigilar al prójimo y a nosotros mismos. Cualquier síntoma de flaqueza deberá ser erradicado sin piedad, pues el Trueno que antes habitaba en el interior del cuerpo habrá dejado de existir, siendo suplantado por la locura. A pocos hermanos conozco que hayan podido mantenerse firmes mientras el mal ganaba terreno en su alma. A esos guerreros se les permite dar su vida en el campo de batalla una última vez. Te aseguro Moto-san, que ver pelear a una bestia de ese calibre es un espectáculo que pocos son capaces de soportar, pues no le tienen miedo a nada. Y cuando digo a nada, es a nada..." Las palabras de Oni Negro se apagan como la llama de un lejano fuego, quizás por el recuerdo de alguien o algo.

Tras la pregunta del Unicornio el Cangrejo asintió con suavidad. -"Desconozco cual es el uso real que le puede dar el clan Escorpión, pero el uso que le doy yo es más para proteger a los demás que para protegerme a mi mismo. Para protegerme tengo mi entrenamiento en las enseñanzas de Hida-Kamisama. Durante mi gemppukku, peleé; como no podía ser de otra manera para un Cangrejo, pero mi orgullo me tendió un trampa y mi adversario me hirió en el rostro. Esa herida es lo que recuerda que nunca puedo subestimar a ningún adversario, pues allí donde veas debilidad, puede que esté la fuerza suficiente para derrotarte..." La voz de Oni Negro era solemne y seria. Y desapareció en el momento en que estuvieron lo suficientemente cerca del grupo como para que cualquier otro escuchase la conversación.

Las explicaciones de Oni sobre el jade fueron muy ilustrativas.
Sin duda era de gran utilidad tener a alguien entre ellos que supiera sobre el tema.
En cuanto a su máscara dijo que se debía a una herida de hace tiempo, lo cual daba fe de que el Cangrejo habría tenido una vida dura hasta ahora.
El Moto se unió a sus ejercicios y su humor mejoró considerablemente.

La última noche en Kyuuden Isawa, Shiroi retomó junto a Tameiki las sesiones de entrenamiento que se habían visto obligadas a detener por un día después de la batalla. Las heridas de las quemaduras del fuego de Junzo aún se dejaban ver sobre la hermosa piel nacarada de la ronin más veterana, pero al menos parecían estar sanando adecuadamente, y no revestían molestia para la guerrera.

Al término del entrenamiento, Shiroi se sentó junto a su pupila, y extrajo de entre sus ropas una pequeña bolsa de tela. Girándola sobre su mano, dejó que en ella cayeran seis pequeños trozos de jade que aún brillaban con las últimas luces del ocaso.

-Esto es todo el jade que Isawa Kaede-san ha podido entregarme cuando se lo pedí. -Dijo, sin preámbulos. A pesar de que contenía estupendamente sus emociones, Tameiki ya había aprendido lo suficiente sobre su maestra para saber que ésta estaba realmente preocupada por el tema. -Uno de ellos ya está sobre mi piel.... pero la última vez apenas si duró. Quiero que los guardes tú... y me los vayas entregando cuando te los pida. Y... -Su voz tembló, e hizo una pausa que no parecía planeada. Al parecer, algún tipo de conflicto interno estaba teniendo lugar en ella. -Si juzgaras que alguno de los demás realmente lo necesita... dejo en tus manos la decisión de entregárselo también... o simplemente guardarlos para mí. Es una decisión que no puedo tomar yo, o nunca sabré si soy yo o la oscuridad que trata de susurrarme quien la ha tomado. Por eso... son tuyos, Tameiki-san.

Se pasó la mano por el mentón, pensativa, al tiempo que cruzaba el otro brazo, haciendo de base al derecho. Ella era, después de todo, el ancla del grupo, la persona encargada de que todos siguieran perteneciendo a ese mundo y no cayeran en las garras de la oscuridad; aquello podía traducirse por algo tan simple como verdugo, pero también conllevaba cosas tan complejas como aquello que Shiroi le proponía en ese momento. Miró a los ojos a su ahora maestra antes de asentir lentamente y estirar su mano, acercándola a la de la ronin blanca, para tomar el jade.

-Shiroi-sama... -murmuró, pensativa, al tiempo que recogía el jade y la bolsa y lo guardaba todo en el interior de su kimono- ¿Cómo podemos saber que estos entrenamientos no están permitiendo que la oscuridad conozca mi estilo, de manera que tengáis alguna oportunidad llegado el momento? -preguntó, igualmente sin tapujos. Tal y como Shiroi habría podido percibir, el enfrentamiento contra los Maestros Elementales había cambiado de algún modo de Tameiki, haciéndola, en apariencia, más directa... tal vez más madura, o más cansada.