Partida Rol por web

Willem busca con la mirada a su amigo el revolucionario. El Dr. Tyler es un hombre que no acaba de encajar mucho en el claustro de la universidad y se ha granjeado algún enemigo por sus ideas. Sin embargo, ahí se encontraba, aunque estaba apartado en un rincón, pues muchas veces peca de demasiado discreto y frío en su trato, pero una vez que lo conoces es leal y afectivo como cualquiera. 

- Veo que ha aceptado la invitación -te responde, mientras estrecha tu mano de forma suave y rápida, como si no le gustase el contacto humano. Continúa hablando en voz baja-. Me congratula ver por aquí a alguien que busca la verdad de forma realista y no idealista. Seguro que su aportación al grupo será de lo más interesante.

Ves que se queda callado y pensativo, luego añade:

- ¿Cómo le va? ¿Todo bien?

Veis como Willem busca a uno de los invitados a la reunión. Un tipo de aspecto serio, con gafas y traje barato, y modales un poco rígidos y fríos le saluda. Ambos se estrechan la mano y conversan de forma animada pero en privado. Los que habéis estado por aquí trabajando y estudiando, creéis que se trata del Dr. Tyler M. Freeborn, profesor asistente de Antropología. No goza de mucha popularidad en el campus, pero sus trabajos son bastante interesantes.

Sonrió y saludó a Tyler, siempre respetando la incomodidad de este ante el contacto. - Mi camarrada! - lo saludó imitando el acento ruso. - Tengo que agradecerte por haberme facilitado esta oportunidad, creo que es lo que estaba necesitando para despejar la cabeza -

Después de eso empezó a buscar con la cabeza - Sabes, normalmente en nuestros encuentros... hay mas alcohol a disposición. - Luego lo observó mas seriamente - Dime, por qué estás aquí aislado de todos? Deberías estar dando lecciones a varios de estos vejestorios con tus conocimientos - esto último lo dijo en voz baja.

Faulkner saludó con un gesto y una sonrisa a Graves, hizo  una inclinación de cabeza hacia Armitage y tomó asiento en una de las butacas. Le agradaba la gran sala en la que se encontraban y el ambiente misterioso de la reunión. Por algún motivo no sentía ningún temor y sí una gran curiosidad por saber cuál sería el motivo de Armitage para haber convocado a un grupo tan variopinto. 

Apoyó los codos sobre la mesa, entrecruzó los dedos y se dispuso a escuchar.  

Victor sigue a Llanfer mirando con curiosidad y nostalgia cómo ha cambiado la universidad. En realidad, bien poco, lo que hace particularmente interesante buscar los pequeños detalles. 

Cuando finalmente llegan a la sala, saluda a Henry Armitadge; primero con la mirada y cuando le llega el turno, con un afectuoso apretón de manos. En ese intervalo de tiempo, aprovechó saluda a otros conocidos, incluído el señor Graves. 

-¿Señor Graves? Victor Lafayette-dijo con tono cordial-No, yo no tenía su asignatura, pero guardo un buen recuerdo de usted.

-¿Qué tal Henry? Hacía tiempo ya que no te veía ¿seis meses, quizá?¿Qué tal la familia?-dijo cuando por fin pudo acercarse a Armitadge-.

El viaje desde Inglaterra había dejado a Jayden bastante cansado. Y el tiempo que le habían dejado fuera esperando a las puertas de la universidad habían dejado agotado su cuerpo. Estaba educadamente esperando que le ofrecieran asiento en la mesa, pero tampoco quería interrumpir las conversaciones.
Tras ver al profesor Ferdinand coger una silla, decidió participar.
-¿Le importa si me siento aquí?- Dijo a Ferdinand mientras señalaba la silla a su derecha.

Tyler se muestra complacido por tus halagos y te dedica una fina sonrisa.

- Hoy se trata de un asunto serio, Willem -te dice hablando en bajo-, así que no habrá alcohol, ¡hay que tener la mente abierta y despejada! Por otro lado, en esta gente confío e incluso a algunos los admiro. Me gusta escucharles hablar y respeto sus opiniones. Muchos no coinciden conmigo, pero saben combatir en un buen debate.

Ves que te señala un asiento y te invita a sentarte, parece que en breves el Dr. Armitage va a hablar.

- Sr. Lafayette -menciona Graves mientras te estrecha la mano enérgicamente-, recuerdo verlo por los pasillos del campus, sí. He leído alguna vez su programa electoral. No recuerdo si le voté o no.

Adam se ríe y carraspea un poco. Tantos años fumando le van a pasar factura. Se disculpa por ello y te da una palmada en la espalda mientras busca una silla donde sentarse. No recuerdas que antes llevara bastón, pero tiene una cojera bastante severa. Henry Armitage te mira extrañado y distraído, luego se sorprende y te habla levemente avergonzado:

- ¡Uy, uy, uy! ¿Dónde está mi cabeza? Si no la llevara pegada al cuerpo por el cuello, le aseguro que me la dejaría por ahí -se ríe de su propio chiste, se le cae algún papel de los que manejaba al suelo, que corre a recoger-. Sí, sí, desde el 4 de julio, ¿no? La familia bien, la verdad, preocupándose por mí -añade en bajo-: alguno cree que ya empiezo a estar senil, jajaja -ya ha recogido lo que ha tirado y te pregunta-: ¿qué tal su mujer y Steven, Stephan... Steward?

Normalmente es un hombre de gran lucidez, pero hoy lo notas bastante distraído. Luego se levanta y...

Por supuesto que no me importa, señor Garret. - respondió Faulkner pausadamente, separanndo las manos y haciendo ademán con una de ellas de señalar el asiento libre - por favor, siéntese. 

Henry Armitage se levanta despacio, fruto de la edad, y con un gesto pide a todo el mundo que se siente y le preste atención:

- Buenas noches, damas -mira a Lorraine y a otra mujer de porte distinguido-, y caballeros. Los he reunido aquí porque tengo una propuesta de importancia científica, humanística y social. Según mis investigaciones -comienza a hablar mientras da vueltas alrededor de la enorme mesa, andando con lentitud-, todos los aquí presentes, incluido yo mismo, hemos tenido contacto o sido testigos de fenómenos que no somos capaces de entender o que hemos asimilado de mala manera y a veces pueblan nuestras peores pesadillas.

Veis que todos asienten, algunos miran hacia abajo, otros se llevan la mano a alguna parte del cuerpo, alguno respira de forma más profunda.

- Aún recuerdo cuando el Dr. Rice, el Dr. Morgan y yo... -se detiene un poco, y se lleva la mano derecha a la cabeza. Luego, recupera un poco la compostura y limpia sus gafas- Recuperamos el infame Necronomicón de las impías garras de los Whateley*.

Al Dr. Rice, el mayor de los dos mencionados, se le ensombrece el rostro. En cambio, Morgan, poco mayor que vosotros, mantiene mejor el porte.

- Bueno -prosigue hablando y caminando-, ya hemos hablado mucho de eso, y no pretendo aburrirles. Hemos pensado en reunir a un equipo de gente joven, con energía y potencial, para que investigue extraños casos y nos ayude a descubrir la verdad más allá de nuestro entendimiento. Iríamos algunos de nosotros, pero muchos de nosotros somos viejos o débiles, ¡necesitamos sangre nueva! ¡Gente con agallas y ansias por descubrir la verdad! -veis que se emociona al hablar-. Con nuestros conocimientos y sus habilidades, ¡podremos arrojar luz sobre los misterios del universo! ¿Qué me dicen, muchachos? ¿Se apuntan? Obviamente nuestro grupo de estudio cubrirá alguna de sus necesidades... económicas... si su trabajo se viera comprometido...

El discurso va perdiendo fuelle a medida que su entusiasmo se torna realismo. Aún así, os mira con un extraño brillo en los ojos, esperando vuestra respuesta.

Victor Lafayette se sonrió cuando escuchó el discurso, casi un arenga, de su viejo colega. En especial cuando se sintió incluido en eso de "sangre nueva".

Miró disimuladamente para el resto de los congregados, intentando averiguar cómo calaban sus palabras en ellos.

-Desde luego, aún eres capaz de hacer un discurso inspirador, amigo mío-dijo cuando el el bibliotecario terminó de hablar- No sé si soy la sangre nueva que necesitas y desconozco cuáles son esos "fenómenos que no somos capaces de entender", a no ser que te refieras a la inexplicable elección del señor Peabody como alcalde de la ciudad, pero puedes contar conmigo para lo que necesites, como siempre. 

yo me apunto, siempre me gusta aprender cosas nuevas, es parte de mi vida.. - dice de forma segura y con energía -

Puede contar conmigo también, me gustan los retos, pero una vez aceptamos este contrato de fausto, puede explicarnos con mejor detalle que tipo de casos investigaremos?, tal vez, algún día cada uno de nosotros, puede contar su extraña experiencia, para compartirla, además de entender un poco mejor a la persona que lo ha contado, incluido yo, claro esta.. - aunque su tono era decidido, se le notaba ese ápice de curiosidad que lo hacía tan reconocible.

El profesor Faulkner se mesó la barbas pensativamente. Desconocía los detalles de los terribles sucesos acontecidos en Dunwich pues Graves y Armitage habían sido siempre tremendamente crípticos con el origen de la información que le había hecho llegar. Recordó aquellos días de frenética actividad, estudiando hasta altas horas de la madrugada en la biblioteca de la universidad en compañía de un equipo variopinto de expertos reunido a toda prisa por Armitage entre las distintas facultades de Miskatonic. Aquellas noches revisaron gruesos volúmenes sobre criptografía medieval, cuya existencia Faulkner desconocía a pesar de ser su campo de especialidad. Los textos a traducir tampoco pudo verlos nunca completos, sólo pequeños fragmentos dispersos. Fue sin duda el proyecto más irregular en el que había participado a lo largo de su carrera.

La cuarta noche, Armitage no estaba, tan sólo recibieron una breve nota de agradecimiento en la que les indicaban que el diario ya era comprensible. - Supongo que el diario sería de alguno de esos Whateley, quien quiera que sean - pensó - ¿quién demonios tendría un diario escrito de forma que hizo falta el trabajo de varios medievalistas para traducir?

Recordó también algunos comentarios de total admiración de Graves hacia Armitage. Algunos que iban mucho más allá de un plano puramente profesional. Si se podían tomar sus palabras por ciertas, Armitage habría mostrado un valor rozando lo sobrehumano y la no sólo la población de Arkham, sino la humanidad en su conjunto, estaría en una deuda inconcebiblemente grande hacia él. Ferdinand nunca había entendido por qué Graves decía tales cosas que sonaban cercanas a la locura. En realidad no habría podido entenderlo, pues no conocía los hechos. No obstante, era evidente que algo se trataba de sucesos de la máxima gravedad y la integridad de Graves la consideraba totalmente segura. 

Todo aquello era muy extraño y sonaba que podría ser muy peligroso. Ferdinand era un hombre conservador y tenía muchas dudas de, llegado el momento, ser capaz de mostrar la fortaleza y el valor que habría mostrado Armitage y que le estaban diciendo que sería necesario. Sentía miedo. Por otro lado, estaba claro que se trataba de una oportunidad única. Hasta ahora había visto fragmentos sueltos de textos como nunca había imaginado, que además estaban ligados a misterios asombrosos y sin embargo reales. Estos no eran cuatro estafadores leyendo las líneas de la mano a crédulos por un dólar. Se trataba de algo distinto: Arrojar luz sobre los misterios del universo, colaborar realmente en que la humanidad diese un paso más allá....  y por otro lado, la posibilidad de dejar por un tiempo de corregir aburridos exámenes para que luego no le aprobasen una simple estancia de investigación en el extranjero ¡por una cosa que pidió en su carrera! 

Respiró hondo, como solía hacer, y soltó el aire muy despacio varias veces mientras reflexionaba sobre todo esto. Finalmente, se decidió:

- Doctor Armitage, acepto su propuesta y le agradezco que hayan pensado en mi para formar parte de este grupo. Espero que estemos a la altura de semejante tarea. 

-Yo me apunto.- Dirigiéndome al Dr Armitage.
Es posible que esta aventura me de el reconocimiento necesario para declararme a Emilie...

Armitage os ha ido escuchando a todos los que os habéis pronunciado y asienta con aprobación. Incluso se ha reído con el chiste político que ha hecho Lafayette. 

- Los casos que resolverán serán de diversa índole, Sr. Peaks -responde pensativo-. Por ejemplo, podría tratarse de alguna leyenda local que mantiene a las buenas gentes alejadas de un siniestro lugar, o la desaparición de un tomo de valor incalculable para realizar extraños rituales de naturaleza esotérica. Todos los eventos místicos -por así decirlo- que hemos vivido muchos de los aquí presentes responden a un mismo origen: -aquí hace una pausa y pone un tono dramático-: lo que desconocemos de nuestro propio mundo. Aunque claro, habrá veces que se trate de una estafa o una superstición sin importancia.

Se ríe con la intención de bajar el tono dramático de la conversación. En ese momento, se levanta la otra dama presente y pide el turno de palabra.

Se trata de una anciana de estilo clásico y conservador. Su piel arrugada y su delgadez pueden engañar al más incauto, pues veis que una mujer de convicciones férreas y con mucha energía. El tipo de señora que hace lo que le parece correcto y ningún hombre tiene el valor de cuestionarle su criterio. Su ropa también os da a entender que goza de una excelente pensión y que el dinero no es un problema para ella. 

- Si mi buen amigo Henry me excusa -dice con una sonrisa. Aquí veis que las normas que se aplican a vosotros no van con ella, pero que deberíais tratarla con el respeto que merece una dama de su categoría-: creo que estos jóvenes preferirán ir un poco al grano. Ya han entendido que les pedimos que investiguen por nosotros. Ellos serán los agentes de campo y contarán con nuestro apoyo, tanto intelectual como financiero en mi caso. Por ello, he decidido proponerles una pequeña prueba para ver cómo funcionan en equipo. 

Abre su bolso y saca una carta con el sello roto. La deja sobre la mesa para que podáis leerla.

- Mi buena amiga y compañera de tés y cotilleos -prosigue mientras se acomoda con el bastón-, Mary Miller, posee una atractiva hacienda en los acantilados cercanos a Lanesville, Massachusetts. El lugar está a una hora en autobús de Gloucester. Solía alquilarlo a ricos turistas que deseaban evadirse del ruido y el ajetreo de Arkham o Boston. Por desgracia, su mansión ha adquirido muy mala reputación últimamente, y eso que es un lugar fantástico para veranear, y muy tranquilo. Su último inquilino, un astrónomo llamado Alvin Carter, apareció en la tienda del pueblo gritando que la casa estaba embrujada y no se ha vuelto a saber de él. El inspector Jenkings cursó una investigación a los pocos días porque también desaparecieron perros, ganado e incluso algún turista incauto. La gente es muy supersticiosa y nadie se ha vuelto a acercar a la Hacienda Miller. Jenkings, al no conseguir cooperación por parte del populacho, ha cerrado la investigación. Ahí entran ustedes, si son tan amables, claro.

Se hará todo lo posible para desvelar ese misterio, yo en primer lugar investigaría las habladurías de la gente , además si de esos desaparecidos a aparecido algún cadáver, un cadáver puede decir mucho, que ocasiono su muerte, cuando , con que, tal vez nos arroje alguna luz en el asunto, aunque se me escapa el tema de conseguir información de primera mano de la policía, pero si podía mirar si Alvin Carter ha estado en algún pabellón psiquiátrico u hospital, puedo hacerme con su historial, y comprobar si esos improperios y palabras de mala reputación, hacia la hacienda de su querida amiga, es solo por que no esta cuerdo, o si hay algo detrás, muchas veces la propia envidia tiende a otras personas a obrar con mala fe y perjudicando a personas -dice mientras cruza sus brazos y empieza analizar la situación.

Las palabras de Armitage calaron profundo en el joven, pero mas que las palabras fueron sus gestos y el miedo en sus ojos al hablar de ciertas cosas. Se pudo ver a si mismo reflejado en esa situación y sintió que estaba en el lugar correcto.

En cuanto juntó fuerzas para hablar, la Sra. Warren Pickman tomó la palabra y empezó a describir la situación, había algo en lo que decía que le resultaba conocido... hasta que por fin lo encontró, eso era! El había escuchado esa noticia y había pedido a su editor para poder cubrir el caso para su columna y no había podido conseguir autorización.

- Cuente conmigo - saltó de la silla un poco apurado, se había perdido en sus pensamientos y no se dió cuenta de que tal vez sonó mas fuerte de lo que le hubiera gustado. - Lo siento... - titubeó - Me ofrezco para poder ayudar -. Dijo esta vez mas tranquilo y tomando asiento.