Partida Rol por web

Lorraine estaba tan sobrecogida como el resto de sus compañeros, ante los acontecimientos que les estaba tocando vivir. Pero no tenía ninguna duda, de que seguiría adelante y trataría de ayudar a sus compañeros de la mansión. Y sabía que con el ritual que habían aprendido del libro, y con la daga ritual, tendría que desempeñar un papel clave en los próximos acontecimientos. Así que se quedó de piedra cuando Willen, decía que se quedaba atrás. Ella no era una niña de la que había que cuidar, sino una mujer decidida a poner fin a esta maldad que se estaba manifestando en la mansión y rescatar a sus dos compañeros.-No me encuentro herida y creo que puedo ser de utilidad en el rescate de nuestros compañeros. Así que no veo motivo en quedarme atrás.-Respondió a las palabras de Willen, mientras se dirigía hacia la mansión. Había guardado su machete en el bolso, tenía claro que iba a necesitar la daga y el ritual, y solo ella y Faulkner lo conocían. Se acerco al profesor y le dijo en voz baja.-Hemos de estar preparados para usar el ritual y la daga en el momento apropiados, ya que solo eso expulsará a lo que sea que está apunto de llegar a la mansión. No creo que vaya a resultar nada fácil, ni nos lo vayan a permitir hacer esas personas que hemos visto ir hacia allí. Así que si queremos tener éxito, debemos permanecer unidos y defendernos hasta que llegue el momento oportuno.-

Se sentía sorprendentemente lleno de confianza y la determinación de la joven arqueologa terminó de llenar de confianza el estado de ánimo del profesor. En voz baja dijo decidido:

- Es el momento de volver allí y destruir toda esa ponzoña. Alea iacta est.

A continuación, cogió al oficial del brazo mientras se apresuraba en dirección a la mansión. Sus cortas y rechonchas piernas se movían con cierta torpeza y rápidamente empezó a estar escaso de aire, por lo que hablaba de forma entrecortada.

No le pareció prudente contarle todos los detalles, y mucho menos mencionar el libro, la daga y el ritual, de forma que optó por contarle sólo parte de la verdad aprovechando que la urgencia no les permitía pararse a hablar detenidamente.

- Hay un siniestro personaje llamado el cardenal, un hombre de edad avanzada, que tiene a sus órdenes al menos dos esbirros. Son dos hombres fornidos y de aspecto peligroso. Por lo que hemos visto en la mansión, están relacionados con un homicidio. Sospecho que pertenecen a algún tipo de secta y estén buscando lo que ellos consideran objetos mágicos. En esa casa suceden cosas extrañas y aterradoras que no estoy seguro de poder explicar. Lo que sí que sé es que si estos individuos encuentran a nuestros dos amigos, el número de cadáveres va a aumentar. ¡Tenemos que apresurarnos y detenerlos cuanto antes! 

Decidís seguir adelante y afrontar el peligro que se cierne cada vez más sobre vosotros. Avanzáis con cautela hacia la luz de múltiples y caóticos colores. Podríais decir que estáis vislumbrando una gama cromática fuera del entendimiento humano y notáis un cosquilleo en la cabeza, como si a vuestra psique le costara asimilarlo. La tierra vibra con fuerza bajo vuestros pies y os dificulta el avance, a la par que embota vuestros sentidos y afecta a vuestro equilibrio. Notáis como las piernas os flaquean mientras camináis hacia el frente, sacando el valor de donde la razón y el sentido se ven cada vez más afectados.

Os encontráis en una sala circular abovedada, labrada en piedra y deducís que se encuentra justo debajo del pozo. La visión es hermosa y aterradora al mismo tiempo, ya que en el centro hay dibujado en las losas un círculo mágico del que emerge este torrente luminoso. En él se encuentra una presencia viscosa y flotante, con formas circulares similares a burbujas, que cada vez se va haciendo más y más grande. Sentís que os abandonan las fuerzas y que eso no debería existir aquí, que eso viene de otro mundo distinto al vuestro y os abrumáis ante la idea de que el universo tiene sorpresas esperando en sus rincones más oscuros…

El agente no daba crédito a las palabras del prof. Faulkner, pero decidió acompañar a aquel extraño grupo a pesar de que teníais la sensación de que le costaba asimilar la verdad con la que estabais lidiando. Vuestra comitiva avanzó hacia la Hacienda Miller de forma lenta, pero segura. El viento se arremolinaba con fuerza contra vuestras espaldas y parecía empujaros en dirección a la columna arcoíris, lo que dificultaba vuestro paso. Tardasteis un tiempo en llegar al portón metálico, que os recibió con vuestros vehículos cubiertos por aquella extraña vegetación rosada, que presentaba un extraño nuevo tono. Os daba la sensación de que todo lo vegetal parecía estarte marchitando a una velocidad vertiginosa y caminasteis hacia la entrada de la mansión mientras esquivabais cadáveres de animales reducidos a huesos.

La puerta sigue abierta, tal y como Ferdinand la había atrancado. Oís pasos en el interior. La luz surge del pozo. Llueve de forma violenta, y estáis completamente empapados.

Víctor acabó la cura y se mantuvo en un segundo y discreto plano mientras el profesor explicaba a los agentes lo sucedido asintiendo a cada poco para dar apoyo a su versión de los hechos.

La vuelta a la casa le resultó sobrecogedora. No creía que estuviesen volviendo por propia voluntad al lugar del cual hace tan solo unas horas habían escapado aterrados. Pero así lo exigía la situación.

-Sabemos que nuestros compañeros estaban en el subterráneo. Suponiendo que sigan allí deberíamos intentar ayudarlos. 

Se dispuso a bajar esperando que los agentes se lo impidiesen para tomar ellos la delantera. Lo cierto es que les convenía perderles de vista para actuar con libertad.

Se lo pensó dos veces antes de mencionar la daga en su presencia. 

Llegaron a la mansión totalmente empapados, aun no se había repuesto de las experiencias alli vividas, y allí estaban de nuevo. No tenían otro remedio, si querían ayudar a sus compañeros. Y además parecía que algo terrible estaba a punto de ocurrir, y ellos tendrían que tratar de evitarlo. Por la joven, no tenía muy claro como. Ella y el profesor, habían memorizado un ritual, y estaba claro que la daga iba a tener algún papel importante. Pero de momento, eran muchas más las dudas y las preguntas, que las pocas respuestas que hasta el momento habían podido reunir. Se sacudió la cabeza, para tratar de asentar sus pensamientos, y fue a lo más urgente.-Lo primero es localizar a nuestros compañeros, estos bajaron al sótano, así que podemos comenzar mirando allí. Pero sin bajar la guardia, ya que hemos visto a esos tres personajes dirigirse a este lugar, y no sabemos, si puede haber mas.-Y con cautela, se acerco a la mansión, tratando de ver o escuchar, donde podrían estar sus compañeros, o aquellos siniestros personajes. Tuvo que reunir todo su valor, ya que el instinto le decía que tenía que alejarse cuanto antes de aquel lugar. 

Definitivamente, algo raro pasaba en el interior del pozo. Pensó por un momento en dirigirse hacia él y asomarse a su interior, pero descartó la idea. Lo más apremiante era encontrar a sus compañeros. El profesor se acercó a la puerta abierta. En cuanto estuvo a cubierto de la lluvia, protegido por el tejadillo, pasó apresuradamente la manga de su camisa por las gafas, secándolas, o al menos quitando la mayor parte de las gotas de lluvia que se habían depositado sobre las lentes. Agarrando con firmeza la pata de la silla que llevaba a modo de arma, entró en el terrible edificio.

Los agentes comienzan a peinar la zona exterior siguiendo las indicaciones de Victor, que sugirió descender a la parte inferior de la mansión. Al poco encontraron la puerta de doble hoja que conducía al interior de un almacén. Había unas huellas en el barro húmedo que parecía indicar que alguien había entrado por ahí.

- Sr. Lafayette, ¡mire aquí! -gritó uno de los agentes al político a la par que le indicaba con la mano para que bajara. Parecía que habían encontrado algo.

Mientras tanto, Lorraine y Ferdinand se cobijaron en el vestíbulo de la mansión. Una vez se secaron un poco como pudieron, escudriñaron el ambiente para darse de bruces con una terrible realidad: el agente muerto en el suelo se estaba levantando y se arrastraba a duras penas hacia ellos, mirándolos con unos ojos mortecinos y un rostro desencajado, cubierto de sangre.

Gordon no puede asimilar lo que ven sus ojos, realmente no estaba alucinando?, solo todo lo que habían vivido por el momento, le hacían sentir admiración , curiosidad y a la misma vez, terror y miedo, creyendo lo que ven sus ojos, lo que sea estaba flotando ahí, parecía ejercer una especie de vértigo, mareos, entre otras cosas.

Mira la escena, para ver si algo parece la fuente de esa cosa, para lo que sea evitar que entre en este mundo, pero a la misma vez, le encantaría preguntar tantas cosas, si esa cosa pudiera hablar de manera que entendiese el.

Pero la seguridad de su compañero, la suya y de toda la humanidad, dependían de evitar que esa cosa entrara en este mundo, pero, como hacerlo?

No se si ahora me parece tan buena idea , haber llegado hasta aqui.. - dice con un claro temblor en su voz, a su compañero.

Oís un inoportuno chasquido de gatillo a vuestra espalda. Sentís cómo os encañonan dos armas. Oís una voz ronca de anciano, con tono severo y tranquilo.

- Caballeros -os saluda desde detrás de vosotros, mientras se van aproximando a vuestra posición-, me temo que ustedes se encuentran en el momento correcto pero no en el bando adecuado. Permanezcan quietos y no hagan tonterías mientras todo esto acaba, ¿de acuerdo?

La figura que os hablaba avanza hacia el haz de luz. Va acompañada por dos tipos vestidos con una gabardina oscura. No podéis vislumbrar sus rasgos, pero notáis que no deberíais hacer movimientos bruscos u os cubrirán de plomo. Vuestros atacantes os instan a seguir a su jefe, que camina con aire ceremonial hacia el centro de la bóveda. Va vestido de rojo, os recuerda a un cardenal, tiene la piel muy arrugada, como un pergamino viejo y su rostro es malévolo con ápices de santidad. Extiende los brazos y comienza a entonar un salmo. Las extrañas palabras que surgen de su boca se os antojan indescifrables.

En aquel momento Jayden se dio cuenta que su vida estaba en peligro y realmente no sabía qué hacer o decir más que obedecer aquellas ordenes.
Así que comienzo a seguir a su jefe sin decir ninguna palabra salvo por una pregunta.
-¿Cómo sabe a qué bando pertenecemos?- Realmente Jayden no sabía a qué se quería referir aquella persona con pertenecer a un bando, así que trató de sonsacar alguna información que pudiera resultar ser útil.

Lafayette se acercó a mirar donde el agente le indicaba. 

-Efectivamente, parecen las huellas que podrían haber dejado mis compañeros. Deberíamos seguirlas. 

Pensó que de ese modo, además, conseguiría la distracción suficiente para que sus compañeros hiciesen lo que debía hacerse con esa daga, fuese lo que fuese. Claro que ellos, tenían sus propios problemas. 
 

Por despiste, se habían separado del resto, y se habían quedado solos ella y el profesor Faulkner. Esto podía resultar muy peligroso, ya que ellos tendrían que realizar el ritual, y seguro que serían atacados. Necesitaban la ayuda de sus compañeros. Pero el espanto la saco muy rápido de sus pensamientos, el agente muerto del porche, se movía hacia ellos intentando atraparles. A duras penas se sobrepone al enorme horror que le produce la escena, y trata de alertar a su compañero.-¡Cuidado Faulkner! Aquí hasta los muertos son una amenaza. Creo que es mejor que no nos separemos del resto, o podemos tener serios problemas.-Y se aparta del agente muerto, ayudando al profesor, si es que este lo necesita. 

Duró poco la autoconfianza del profesor. La visión del muerto que se arrastraba hacia ellos fue demasiado para él. Horrorizado, retrocedió hacia el exterior con la ayuda de Lorraine.

-  Vayamos con los otros, por favor. Esto es demasiado para mi. 

            - Tan solo quería proteger su integridad ante el peligro al que nos enfrentaremos señorita Scott, pero supongo que en este momento usted esta en mejores condiciones que yo mismo, así que será mejor que nos acompañe pero con mucho cuidado! -     Responde Willen a Lorraine explicando la caballerosidad y gallardía lógicos de un caballero de su tiempo antes de seguir al resto armado con la pistola junto con los oficiales, así que cuando encontraron las huellas se acercó a revisarla sin alterarlas para la investigación policiaca, tratando de reconocer la cantidad de pares de huellas diferentes que pasaron por allí para poder determinar si podrían ser sus amigo, el cardenal y sus hombre o los 5 en su conjunto para poder avisarles al resto su recogida de pruebas.

           - ¿Esta bien Lorraine y Ferdinand?   Que pasa de aquél lado? -    Se pronuncia el reportero con curiosidad e interés tras haber recogido pruebas y solo viendo la reacción de la pareja ira a ayudarles tras decirles a los oficiales y Víctor lo que indagó

La verdad que no entiendo mucho que pasa, puede contarnos o explicarnos algo? - dice intentando sacar algo de información.

Dice que somos del bando equivocado, a que se refiere? - pregunta con un tono tranquilo, pero con seguridad.

Gordon se fija en aquel hombre de la túnica roja, además de analizar la situación. Y si usara sus conocimientos de psicología para distraer a los hombres y ese extraño hombre de cara arrugada, para sacar información, o aprovechar para evitar que sea lo que sea , este haciendo aquel hombre, llegara a su cénit.

Con cierta sangre fría para no alarmar a los policías dijo:

- mejor será que permanezcamos juntos y vayamos al sótano a por nuestros amigos.

A continuación, le susurró a Wilen lo que habían visto 

Uno de los hombres del cardenal se ríe, tiene una voz oscura y gutural, como muy ronca. Parece como si hablara una bestia y no una persona. El hombre de fe sigue canturreando, pero oís su voz en vuestras cabezas:

- Intentan enfrentarse a fuerzas que desconocen, jovencitos. No pueden detener lo que lleva planeado eones por voluntades más poderosas que ustedes y yo. ¿Ven el haz de luz? El Guardián lleva tiempo creciendo y ya está preparado para partir hacia el cosmos. Yo simplemente lo estoy ayudando a irse. Una era de oscuridad y caos está próxima, y yo he decidido servir a los que moran más allá de las estrellas.

Todo esto no tiene sentido para vosotros, que se os antoja una pantomima de un hombre enfermo, pero Gordon descubre que realmente no os están prestando demasiada atención. Es como si os dieran la última oportunidad de salir corriendo de ese lugar y dejar atrás este milagro venido de mundos más allá de vuestro entendimiento.