Partida Rol por web

Zedamath corre tras sus creaciones, internándose en las galerías de las montañas. Lo que ocurre más allá de tu vista te resulta ignoto. Estos cuerpos mortales tenían límites mortales. 

Poco después Zedamath sale con uno de los Galiant a cuestas, y repite el proceso 4 veces más hasta que una vez tendidos en la arena los cubre con hojas, como si de un manto se tratase.

Observó lo ocurrido, aquel ser de luz parecía confundido casi en pánico , ella  mientras tanto trataba de discernir por que su prole huía de el. Bajo de su silla mientras tomaba varias hojas de la parra que la componía,  fue caminando hasta una fuente de agua dulce cercana. Las hojas se combaron ligeramente como si intuyesen sus intenciones antes de sumergirlas en el agua, era fresca y clara, casi todos los seres necesitaban de ella, así que supuso que estos también. El agua era una buena obra,  no hacia o actuaba,  solo estaba allí para todos y su ausencia significaba la muerte para la mayoría de seres. Portando el agua volvió a acercarse a los exhaustos Galliants- Esto no esta bien...- pensó mientras todo ocurría a su alrededor. Hincó la rodilla al lado de los mortales dándoles agua y despertándol@s.- he cometido un error... las criaturas de un jardín han de ser cuidadas no usadas...are que vuestra amiga vuelva... Esta no es la paz que busco...lo siento... los dioses deberían crear un santuario no jugar como niños, lo arreglare...- 

Los Galiant entran en pánico en el momento en que abren los ojos. Sin fuerzas suficientes para combatir o gritar, se revuelven y gatean intentando alejar se Indri, que se está disolviendo en Niebla y de Zedamath que los observa. Esta era la primera vez que usaban la magia hasta el agotamiento, ahora pagan las consecuencias. El agotamiento y la falta de energía, les castiga al de pocos metros haciéndoles desfallecer.

Escucho como medita Indri y pienso en que no hace falta devolverme al galiant, puedo lidiar con ellos.

después veo como despiertan aterrados las personas a las que saque de la cueva, y les digo:

-Corren muy rápido, pero solo miraron lo que sus ojos y mente quisieron, nunca preguntaron el por que les quitamos, una Galiant.

Recojo las bayas y el agua para ofrecerles.

-Respecto a la pregunta anterior, el porque les dí los conocimientos y las otras cosas, yo dependo de ustedes, así como ustedes dependen de mi, confío en que ustedes comprenderán que yo sacrifico parte de mi esencia para darles estos obsequios, lo mínimo que ustedes pueden hacer es estar agradecidos y creer en que yo no les haré daño.

y sobre el porqué se llevaron a ella, nosotros no la matamos, solo la llevamos a otro lugar, con Indri, la persona que conocieron hace un rato. ella necesita también de personas como ustedes, por eso le obsequié a ella, seguro la cuidará bien.

Veo que están agotados, la misma magia que tengo yo la tienen ustedes, es su cualidad, yo les enseñaré a usar la la luz, les enseñaré a prosperar, les enseñaré como alzarse ante los demás, por que están solos en su mundo, pero hay muchos como ustedes en el mundo y no todos querrán hacer las pases.

Los Galiant te miran horrorizados.

-¿Quién te crees que eres para decidir que puedes usarnos como regalo o moneda de cambio? ¿Qué te da derecho a separar a uno de nosotros de su familia?

Otro de ellos te mira con desprecio.

-No eres un dios, solo eres un monstruo despreciable. No te necesitamos. No vuelvas aquí. 

Veo algo arrepentido a mis galiants.

Me iré, pero volveré para seguir enseñándoles, pero antes de irme les enseñaré quienes son los verdaderos monstruos de los que yo e Indri los protegemos.

​hago un gesto con las manos, la oscuridad abunda en la tierra, pero las bayas de la enredadera brillan.

Con otros movimientos de manos se crea un circulo de una luz violeta, que encierra un circulo amarillo. adentro se crean ilusiones borrosas, que toman formas con el paso del tiempo hasta que se puede ver bien. Es el recuerdo de Adur destripando a Ad´hasuri, para después dirigir la mirada a su hija.

Antes de seguir, con unos gestos disipo los circulos y devuelvo la luz a la tierra. y les digo a los cinco:

recuerden que hay muchos monstruos en el mundo, monstruos que no pararán hasa esclavizar a todas las razas. Yo solo no puedo destruirlos, necesito la ayuda de otros Indri nos ayuda a proteger, ustedes también deben ayudar.

No se olviden de que volveré, compartan lo que vieron con los demas.

y en un poderoso haz de luz me disipo dejando atrás un aura lumínica que dura unos segundos.

Io descubre un mundo bañado por una luz dorada, que parece bañarlo todo y no procede de ningún sitio en particular.  Indri se encuentra en una playa enorme, frente a ella se extienden campas de verde intenso y al un poco más allá se alzan una montañas de roca marrón cubiertas por una enredadera de tallos gruesos y frutos luminiscentes. A su lado se encuentra un ser alto, de cabello rubio y fino, su piel está bronceada y sus ojos son del color del cielo. Esta cubierta de piel, sin plumas, solo un fino vello apenas perceptible, exceptuando axilas y pubis. Y la cabellera, claro.  La mujer parece preocupada mirando a su alrededor.

En la montaña se aprecian túneles. Por lo demás no se aprecia más señal de vida que huellas que se adentran en ellos.

Io saludo a Indri con un gesto y se acercó a ella. Mientras se acercaba se fijó en la muchacha, probablemente preocupada porque los suyos no estaban ahí. - Veo que habéis llegado aquí sanas y salvas, me alegro. - Después de lo que le había pasado con la niebla temía que al trasladar a la muchacha aquí podría haberle pasado algo. - Creo que los tuyos están escondidos en las cuevas. - Dijo Io señalando las huellas en aquella dirección. - Hubo un malentendido y ahora creen que los dioses somos monstruos y viven aterrorizados, yo he venido aquí a hablar con ellos y explicarles lo que ha sucedido para que puedan vivir tranquilos. ¿Vienes conmigo a buscarlos? - Dijo Io mientras le tendía la mano a la muchacha. Luego miró a Indri. - Creo que es mejor que no te vean hasta que no estén convencidos de que no eres un monstruo. 

creo que tienes razón, adoptare una forma etérea y os acompañare sin ser vista, después de todo no sabemos que mas podría haber en esas cuevas- dejo que su cuerpo físico se desvaneciera por ahora, pero mantuvo su esencia y consciencia allí, siguiendo a ambas hacia la cueva , intranquila por como estarían aquellos seres dependientes de la luz bajo la montaña.- una vez estén calmados volveré a materializarme para disculparme.

Al ver que Indri y tu os conocéis la Galiant coge la mano del Avatar de la Libertad con timidez. 

Avanzáis por los túneles, donde un mineral que parecen cristales emite una luz tenue. Al estar expuesta a los cristales el pelo de la Galiant reluce, y podéis percibir la energía que capta. 

Sin embargo los túneles están vacíos. No hay ecos de voces ni pisadas más que las vuestras. Pero las paredes están escritas, con letras blancas, otras son verdes, algunas relucen. La galiant os traduce. 

- Es el idioma de mi pueblo. Dice que la playa es nuestro lugar de origen y a donde llegan los monstruos. Los túneles se abrieron en la roca para dejarnos pasar. Así que el ser de luz debía estar en lo cierto, debe haber al otro lado, un Dios que nos protege y se preocupa por nosotros. 

Os adentráis en la roca, tras horas de paseo salís por el otro extremo, adentrandoós en un desierto. En la distancia se observa una mancha sobre el horizonte.

- Creo... creo que es mi tribu.- alzando las manos surgen chispas de luz de ellas, pero no tienen el poder suficiente para llamar la atención de sus miembros de tribu.- Nos vamos a tener que acercar más.

Está bien, no tenemos prisa. Caminemos allí. - Le dijo a la chica, que empezó a caminar hacia los suyos mientras Io flotaba grácilmente a su lado. - Como ya sabes voy a explicarles lo sucedido a los tuyos, ¿tenéis alguna forma preferida de contar historias? - Preguntó Io, con mas intención de empezar una conversación que de obtener información. Quería que la muchacha estuviese relajada y conversando con ella cuando los viesen.

Estuvieron un rato paseando, para cuando se acercaron al resto de los Galiant la conversación había cambiado de tema e Io estaba hablándole sobre sus hijos, la historia de como sus hijos decidieron usar su oferta de cambiar de color sus plumas para dibujar bellos y coloridos patrones en sus cuerpos era su favorita y había empezado a contarla casi sin darse cuenta.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca la muchacha reconoció algunas caras familiares. - Ya vuelves a estar en casa. - Le dijo Io. - Ve con los tuyos, seguro que te han echado en falta. - Les dejó unos momentos para abrazarse y disfrutar del reencuentro. Se posó en el suelo a una distancia razonable de ellos y empezó a hablarles.

Hijos de la luz, he venido a vosotros por dos motivos, uno es acompañar a vuestra hermana para que llegara aquí sana y salvo. El otro es contaros historias, historias que son en parte mi historia y también vuestra historia, - Intentó que su voz se escuchase alto y claro, pero no amenazante; sonaba como un titiritero hablando a una sala llena niños, intentando acaparar su atención. - aquellos que estén interesados, que se acerquen para escuchar... - Dijo mientras tapaba su mano derecha con su mano izquierda. - y ver - Añadió revelando una pluma por encima de su brazo, en el patrón de colores de la pluma se podía reconocer la figura de Io. - la historia que os quiero contar. - Continuó contando la historia, usando plumas para representar a los diferentes protagonistas de la historia.

Voy a empezar por contaros una historia corta, es una historia sobre Zedamath, el dios joven, el ser de luz, aquel al que llamáis monstruo. Se que creéis que los dioses son monstruos, que el ser de luz es malvado, pero en realidad solo es joven e inexperto. Es un dios recién nacido, como un dios bebe. - Añadió señalando a uno de los Galiant mas jóvenes. - Y ha cometido muchos errores, pero su labor es protegeros. Igual que vuestro protector, vosotros sois una raza joven, así que Indri, la diosa de la vida, la niña blanca, se preocupó por vuestra salud. "Necesito que uno de ellos venga conmigo a mi jardín" - Dijo el muñeco de Indri. - "Así podré asegurarme de que son fuertes y sanos." Pues es el deseo de la diosa de la vida que todos los seres tengan buena salud. El problema, es que Zedamath debía explicaros que esto iba a suceder, pero como es un dios joven e inexperto se olvidó de hacerlo. Y cuando Indri llegó aquí se puso nervioso porque no había hecho lo que tenía que hacer e hizo cosas estúpidas. Por eso la diosa de la vida me pidió que viniera a explicaros que ella solo os desea bien, y que ha sido todo un mal entendido. Los dioses no somos monstruos, de hecho nuestro trabajo es protegeros. El ser de luz es vuestro guardián y el principal encargado de protegeros, pero si falla en protegeros la diosa de la vida y yo os protegeremos. - Io guardó todas las plumas. - Veo que algunos ya os habéis dado cuenta de mi naturaleza, pero creo que ha llegado el momento de presentarme. Yo, soy Io, diosa de la libertad y la comunicación, heraldo de los dioses.

Si todavía creéis que los dioses somos monstruos, me iré, pues no quiero incomodaros con mi presencia. Pero si queréis puedo seguir contándoos la historia de este mundo. Sois libres. Libres de elegir, si queréis escucharme o no, ese es mi regalo a todos los seres, también es mi regalo para vosotros, hijos de la luz.

Cuando apareces frente a ellos, los Galiants te miran con temor. No sabían si huyendo habían hecho bien o mal o si iban a ser castigados. Sin embargo, tu historia les fascina, y te pierden el miedo. De hecho, pareces ganarte un hueco entre ellos. Pues se asientan a tu alrededor.

La galiant que se dirige a su pueblo.

-Indri, la Diosa blanca, no me ha hecho ningún daño. Yo me enfrente a sus hijos y aunque maté a varios de ellos, cuando mi magia se volvió en mi contra me sanó las heridas y me prometió devolverme. Existen mundos fascinantes ahí fuera y razas para nosotros desconocidas.

Uno de los miembros de la tribu se adelanta.

-Amable Io, comprendemos tu historia y perdonamos los errores de Zedamath. Pero... ha introducido miedo en nuestros corazones, permítenos mostrarte lo que nos enseñó. Tu nos has contado una historia, es nuestro deber pagarte el favor.

Vistiéndose con hojas de Daevid uno de los hombres más grandes de la tribu se pone una especie de coraza, con un palo y otra hoja que cuelga de la punta le da la forma de un Hacha. Mientras tanto dos de las mujeres se cubren los cuerpos de hojas, y detrás de las orejas se colocan otras dos apuntando para arriba.

Habla el hombre:

-Soy Adur, el destructor de Dioses, Devorador de la Niebla.

Las mujeres hablan. 

-Mi nombre es Ad´hasuri.

-Yo soy su hija.

Con los pigmentos para hacer de sangre y la arena y sus poderes sobre la luz a modo de magia, te revelan como Adur asesina a Ad´hasuri para tomar toda su Niebla y volverse más poderoso. La hija, lanza un conjuro sobre su espalda en venganza. Así que Adur la mata también, introduciendo su mano por su vientre y arrancándole el corazón (un fruto de daevid). El hombre que te ha recibido se gira hacia ti aterrado.

-Si esto es cierto, preferimos que ningún Dios se acerque a nosotros.

Después de estas palabras el pueblo te mira en silencio.

Volviendo a adoptar su forma física  lentamente para no sobresaltar a los Galiant- Lamento lo ocurrido...-  paso los dedos por el estéril suelo y una planta de aspecto frágil broto de entre la arena dejando caer 3 semillas de aspecto verdoso. Tomándolas en su mano las  puso en la palma de la Galiant - Te entrego estas semillas  y este nombre, Lea. Si estáis en peligro romped una de ellas y Acudiré.- no dijo nada mas, no se movió ,ni siquiera los miro fijamente, temía romper la calma que Io les había dado.

¿Como se puede ser tan irresponsable? Fue lo primero que se le pasó a Io por la cabeza. Por un instante se había sentido mal por hacer creer a los galiant que Zedamath era un inepto, pero los propios galiant le habían demostrado que así era. Cuando Indri compartió los recuerdos de Adur las sospechas de Io se confirmaron, el ser de luz no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo y actuaba sin pensar.

Si los galiant era capaces de crear cuevas solo con la creencia de que esas cuevas existen, su creencia en la existencia de Adur podría traerlo de vuelta. - Me temo que esa historia no es cierta, creo que Zedamath estaba intentando que tuvierais miedo para que no le rechazárais como vuestro protector. No hay ningun dios llamado Adur ni ninguna diosa llamada Ad'hasuri. - Sabía que lo que les estaba contando no era del todo cierto, pero sería verdad siempre que así lo creyeran. - Mirad mis plumas y mi cuerpo, soy una diosa muy delicada, ¿creéis que si hubiese un devorador de dioses no me habría comido ya?

Io se dirigió a Indri. - Creo que deberíamos hablar con Zedamath, para que deje de contarles mentiras a los hijos de la luz. 

-Así que nuestro Dios es torpe y mentiroso.- Niega con la cabeza.- Pues para que se encargue de nosotros casi preferimos que no. ¿No podéis hacerlo vosotras?

El dios de la luz es joven y ha cometido varios errores; todas cometemos errores y todas somos libres de perdonarlos o no. Si decidís que ya no hay lugar en vuestro corazón para Zedamath nosotras no os vamos a dejar solas y cuidaremos de vosotras. Pero a pesar de sus muchos errores creo que deberíais dejarnos hablar con él y darle una segunda oportunidad. El es vuestro padre, y todo lo que ha hecho, a pesar de ser erróneo, lo ha hecho con la intención de protegeros.

Si decidís darle una segunda oportunidad y os vuelve a decepcionar, siempre podéis llamarnos con una de las semillas de Indri y nos encargaremos de vosotras a partir de entonces...

Es vuestra decisión. 

-Supongo que no tenemos nada que perder.-El resto de Galiants parecían compartir su opinión.

- Además nos ha dado grandes regalos.- Añade otro de ellos.

-Le daremos una segunda oportunidad.- Dice Lea.- Esperemos que no nos traiga la desgracia ser compasivos.

-Si algo no va bien no dudéis en llamarme- con esto su figura se desvaneció en la tierra de vuelta a Eden.

Io asintió. - Está bien, le haré saber a Zedamath vuestra decisión. Me alegra ver que la luz y la compasión es fuerte en vuestros corazones. Volad libres, hijos de la luz. - Dijo haciendo un gesto para despedirse, para después alzar el vuelo hacia el cielo. 

Te manifiestas en la playa que acostumbras. Ves a los Galiant cerca de los túneles, parecen haberse asentado en esa zona.

Una de sus mujeres y dos hombres se acercan a recibirte. Te das cuenta de que la mujer es aquella que Indri se llevó.

- Si quieres hablar con los demás, antes tendrás que hacerlo con nosotros. ¿Qué has venido a hacer esta vez?