Partida Rol por web

Los Locos de Villasimplona

2.1 - Villasimplona

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17/02/2015, 14:01
Ruby

Pfff..., dijo finalmente quitándose los últimos pelos de la boca. Observó al grandullón que se mostraba ante ella. No parecía violento. ¿Tigrito ha dicho?, le preguntó curiosa, particular nombre para un... como decirlo sin que ofenda... grandullón como usted.  

Pensó entonces en las sabias palabras de Alamuanda sobre los peligros del bosque, debo seguir el camino si quiero encontrar a la familia Buenvino, pero tal vez otra noche a la intemperie, y más en este lugar, no sea lo más adecuado. Sus manos jugaban sin querer la una con la otra como muestra de nerviosismo. Debía pensar en su supervivencia. Pero tampoco podía fiarse de cualquiera. Volvió a mirar a Tigrito. Los brillantes ojos de su interlocutor le recordaban la llama de la chimenea de su hogar. Sin quererlo, sintió paz. 

Sonrió de repente. Con los ojos entrecerrados, podía oir las voces de sus hermanos forcejeando a ver quien se llevaba el pedazo de pan más grande. ¡Está bien! ...Y no peleeis más por el pan, añadió sin querer. Perdón, quería decir que aceptaré su invitación de buen grado. Volvieron a resonar sus tripas. Si, y será un placer cenar con usted.

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17/02/2015, 14:44
Director

Era casi mediodía cuando los dos viajeros se encontraron, y fué la hora de la siesta en la que llegaron a casa de Tigrito. Nada ni nadie les molestó en su camino, Tigrito condujo a Ruby entre árboles que parecían secos y caídos pero que de su base crecía un musgo sano y verde, multitud de helechos y setas de no muy buena pinta. No se adentraron mucho en el cenagal que ya se veía la pequeña casita de Tigrito recibiéndoles entre musgos mustios. No había verde alrededor, solo aquel musgo mustio mezclado con el barro.... hacía falta un buen jardinero por aquí

La entrada era algo pequeña para Tigrito en un árbol gigantesco, tras él, la casa estaba escarbada en la roca de una montaña que sobresalía varias decenas de metros por encima del lodazal. Hubo que embarrarse un poco las botas pero al final pudo oírse el rechinar de la puerta cuando el peludo ser abrió la puerta a Ruby invitándola al interior.

El suelo era tierra revuelta, una mesa partida en dos recibía a los invitados a una pequeña sala de estar en la que apenas cabrían los dos, una chimenea pequeña y dos puertas que según indicó Tigrito iban a la cocina y a los dormitorios, la luz se filtraba por agujeros que hacían las veces de ventanas, pero estaban medio-cubiertos por plumas, aún así no se veía mal y habían velas por si se querían encender.

- Tiradas (1)
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17/02/2015, 17:42
Tigrito

Tigrito quitó un trapo manchado de encima de la mesa - Bienvenida a mi humilde morada -dijo sonriendo de oreja a oreja mostrando sus afilados dientes - No suelo tener muchas visitas y no esperaba la tuya, disculpa el desorden y ponte cómoda pequeña... ¿Cómo habías dicho que te llamas? La historia de mi nombre no es graciosa ni divertida y es larga de explicar, si se aburre y quiere pasar aquí la noche se la contaré.

Metió dos de los pesados troncos en la chimenea y los prendió. No era una casa muy grande, pero sin una buena lumbre cerca haría frío para alguien que no estuviese acostumbrado. Se giró y encendió la candela proporcionando a la estancia una luminosidad rojiza bastante tétrica en contraste con el mohoso mobiliario.

Estoy hambriento y por el rugido de su estómago parace que no soy el único - rio a carcajada haciendo retumbar las paredes. Señaló a un pequeño estante tras una cortina de cuadros, era una especia de alacena y le indicó dónde estaba la cocina - Si quiere comer algo de mientras sírvase usted misma. Yo necesito primero un buen baño - se avergonzó de cómo se había podido poner tan perdido de barro. Otra cosa no, pero le gustaba comer bien aseado y más teniendo una jovencita como aquella en su casa - No soy buen cocinero, pero me las apaño bastante bien, intentaré hacer lo que pueda para que sea de su agrado - Era mentira. No es que no fuera buen cocinero, era un pésimo cocinero; en cambio algo que se le daba tremendamente bien era comer - No tardaré mucho en asearme - se alejó por una de las puertas que había al lado de la cocina, quitándose un par de rastrojos que tenía enganchados en el pelaje del muslo y el trasero.

 

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17/02/2015, 20:06
Ruby

Cuando era pequeña le hablaban de lugares como ese. Ciénagas llenas de espectros dónde una jovencita como yo no debía meterse. Miró a Tigrito dudosa de poner un pie ahi dentro. Su compañero ni se percató. Es cierto, me estoy acobardando, pero..., dudó por un instante, ¿qué diablos?, si tienen que venir, que vengan. Esta vez ya sabía lo que debía hacer.

Mientras se perdía en sus pensamientos entró en la cueva de Tiguito. Se nota que le falta un toque femenino, pensó con una sonrisita dibujada en los labios. Disculpeme usted por mi falta de modales. Se puso recta y con la mirada fijada en él, extendió el brazo torpemente con la intención de darle la mano. Mi nombre es Ruby, Ruby Dale y mi deseo es llegar hasta el pueblo más allá del bosque.

La idea de dormir junto al fuego la tentaba. Tigrito no parece un ladrón, puedo fiarme de él. Además, su historia parece interesante. Apreciaré mucho el quedarme, pero déjame cocinar a mi, le dijo sonriente, mientras se asea. Soy una ¡gran cocinera!, finalizó elevando el tono en señal de orgullo.

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19/02/2015, 10:27
Director
Sólo para el director
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19/02/2015, 11:08
Tigrito

La cocina no era muy grande y lo que más destacaba en ella era el gran horno de hierro oxidado y abollado que abarcaba buena parte de la estancia. Era un horno de carbón o eso se podía saber por los sacos que había recostados a la derecha de este. Eran unos sacos enormes, de unas 2 arrobas cada uno, para moverlos se necesitaría fuerza. Para Tigrito ese no era problema, algo de ese peso y tamaño no era nada para él, de hecho, en múltiples ocasiones había comido más de una presa con ese tamaño y no le había costado nada. El suelo de la cocina no era de piedra, era de madera, robusta y sin astillaje, seguramente que el que pudiese haber ya había sido amortiguado por los pies del grandullón. En el suelo podía verse algún que otro plato roto y manchas oscuras que se dejaban intuir sobre el color de la madera. Estaba claro, que aunque fuese una casa espaciosa, dentro de lo que se podía esperar para una cueva arbórea, a Tigrito se le quedaba pequeña, y era fácil que hubiera rastros de su torpeza y poca disciplina.

Tigrito estaba deseando darse un baño, y nada más salir a la parte trasera de su casa se zambulló en la balsa que llenaba el agua del río. Por el contrario al agua de la parte delantera, esta no era verde y pantanosa, y se podía dar uno un buen chapuzón o baño, y eso fue lo que hizo, pero no se estuvo mucho rato, el concepto de estar aseado seguro que era muy distinto que el de la señorita Dale.

Salió del agua y tal y como haría un perro, un perro de casi tres metros, al salir de ella se sacudió de un lado a otro para quitarse la máxima cantidad de agua de encima, parecía un aspersor, y entró de nuevo a la casa.

Y bien, ¿qué vas a preparar para la cena Ruby? – preguntó con ansia y curiosidad. Revoloteó un poco a su alrededor curioseando para ver qué alimentos había escogido para preparar mientras él se daba el baño. Estaba excitado. Nunca había tenido una gran cocinera en su casa y quería probar ese tipo de comida. Tigrito para apaciguar su hambre se le ocurrió un juego para pasar el rato de mientras – Se me acaba de ocurrir una idea. ¡Juguemos a los acertijos! – Se puso pensativo unos segundos y sin esperar la respuesta de Ruby gritó levemente – ¡Empiezo yo!

En la mesa de una casa hay 9 velas encendidas. La ventana de la casa está abierta y el viento apaga un tercio de ellas. Luego se apaga otra más. Al final del día, ¿Cuántas velas hay?

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20/02/2015, 11:03
Ruby

Esperó sonriente a que Tigrito saliera de la habitación. Ahora es cuestión de saber que hay por aquíse decía mientras abría armarios y hurgaba en estantes en busca de algo que cocinar. No puede ser. No me lo creo. Pensó con amargura. No encontró nada comestible salvo unas ranas en un frasco. Ruby, no es momento de venirse abajo. Si hay ranas, haremos ancas de rana, pensó. 

Anteriormente ya las había preparado, con lo que esperaba que le salieran bien. Había encontrado también unas hiervas en los armarios que creía podrian aderezarlas. Empezaba a oler bien en la cocina. Ahora solo falta que ponga la mesa y Tigrito se llevará una alegría.

Oía de fondo a su nuevo amigo sacudiéndose y se dió prisa. Cogió un pedazo de tela a cuadros que encontró en un rincón y lo puso sobre la mesa a modo de mantel. Sobre él, una gran cazuela desprendía un olor delicioso. Puso también, dos vasos y cubiertos. Dudo mucho que Tigrito vaya a usar cubiertos, pensaba.

La cena ya está lista, Tigrito: ¡Ancas de rana a las finas hiervas!, le respondió orgullosa. Aunque podemos jugar a los acertijos mientras cenamos. Dijo mientras acercaba los taburetes a la mesa a la espera de que su nuevo amigo se sentara con ella.

Nueve, menos tres y... menos uno son..., ¡Cinco!, grita con entusiasmo al descifrar el acertijo. Sientate a comer que el plato se enfría. Yo te cantaré una canción de mi pueblo.

Cuenta la historia de un viejo anciano,

que andaba por la senda de un camino aciago.
Se encontró entonces a una dama en apuros,
y con su vara peleó contra unos caballeros oscuros.

La dama y el anciano se enamoraron de repente,
sintiendo ambos que ese encuentro no era por accidente.
Se casaron, entonces, y vivieron felices,
la alegría se respiraba en ese hogar y se comían perdices.

Llegó entonces el destino cruel,
se llevo al anciano de los brazos de su mujer.
La pena la llevó a quitarse la vida,
pues sin su amado a su lado, seguir viviendo ya no queria.

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25/02/2015, 12:23
Tigrito

El olor del guiso le gustaba y le hizo abrir aún más el apetito. Sacó su lengua y con dificultad entre tantos dientes y tan grandes se relamió el hocico dejando el suave pelo bien mojadito.

Para Tigrito, que era bastante tosco, los detalles carecían de importancia y no era algo que apreciara. Pero sí que notó algo diferente en la mesa, tenía como más vida, más color. Y eso animaba a cualquiera. La impaciencia y emoción por saber lo que habría allí dentro era como una bomba a punto de estallar.

Ruby destapó el puchero y el aroma inundó el salón. Grrr… No dudó ni un segundo y metió su zarpa en la cazuela sirviéndose en el plato que tenía delante. El vaho hacía sospechar que la comida acababa de ser retirada del fuego, pero para Tigrito, que tenía unos dedos gordos y una piel gruesa y áspera como el esparto, aquello no era nada y no se quemó al tocar el contenido.

Tigrito cogió una de las ancas y la observó con curiosidad. Nunca había comido algo así. Le dio un mordisquito y la soltó de golpe al oír la respuesta, incorrecta cabe decir, de la muchacha a su acertijo – Bueno, bueno, bueno, me parece que te precipitaste en la respuesta señorita Dale. ¿Quieres volver a intentarlo? Hay que pensar bien antes de responder y tener paciencia – La vida le había enseñado a que hay que tener paciencia. Los pescadores la tenían cuando salían a pescar a su presa y él había aprendido a tenerla también. Pensó en decirle si quería  una pista, pero entonces sería demasiado fácil, así pues, con sus acciones se la daría.

Mientras dejaba a un lado las ancas cocinadas, se bebió el caldo que hacía de guiso al son de la canción de Ruby. La melodía era bonita pero la historia triste. El grandullón se intentó contener las emociones, pero no pudo evitar pensar en la muerte de su esposa y en si él debería haberse suicidado después también. Se levantó de golpe y de un zarpazo retiró de la mesa la vela que ya se había consumido por completo – Ya hay una menos – dijo mirando pensativo por la ventana. Sus ojos se reflejaban como faroles rojos en los cristales y pronto la noche empezaría a dibujarse a través de las ventanas.
 

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25/02/2015, 12:39
Director

Atardecer en el bosque, deben ser ya las cuatro o las cinco de la tarde, en un par de horas debería oscurecer.

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10/03/2015, 01:29
Ruby

Ruby quedó cautivada por la mirada de Tigrito. La profundidad de esos ojos le recordaban a los de su padre y, al igual que Tigrito, también se entristeció. No, Ruby, no es momento de ponerse triste. Eres su invitada, debes animarle, se dijo a su misma secándose con la manga la lagrimita que quería descender por sus mejillas. Por favor señor Tigrito, no se entristezca. Lamento si mi canción no ha sido la más apropiada. Tal vez debiera haberle cantado la de los mineros de Faërun, pensó. ¿Prefiere usted otra canción? Sé muchas, y muy alegres, le dijo con una sonrisa forzada. O sino comamos, que las ancas se enfrían, le recordó.

Se sirvió un plato y, orgullosa de su trabajo, empezó a comer. Las de mi mamá estaban más ricas, pensó recordando el caldero con ancas que despendía un olor a orégano y albahaca que llegaba hasta su habitación. Están ricas, ¿verdad?, mintió para cambiar de tema. Siguió comiendo en silencio a la espera de la respuesta de su nuevo amigo cuando de repente se le ocurrió, no queda ninguna vela. Al abrir la ventana se han apagado todas, ¿me equivoco?, preguntó insegura de haber dado con la respuesta acertada.

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10/03/2015, 13:51
Tigrito

Siii, cánteme otra canción - sonrió Tigrito mostrando sus enormes colmillos - Y que sea alegre. No me gustan los finales no felices.

Las ancas estaban demasiado cocinadas para su gusto y las dejó a un lado del plato, pero se echó otro par de cazos del puchero en el plato. No quería ser descortés con su invitada, así que evadió la respuesta a su pregunta diciéndole otra verdad, pues el plato era un buen tentempié - El caldo está delicioso y calentito, a estas horas viene de perlas para entrar en calor.

El grandullón se emocionó al pensar que esta vez si que daría la respuesta correcta a su acertijo, pero otra vez se equivocaba. Alzó la cabeza dejando de mirar al plato y contemplando con firmeza la cara de la muchacha, decepcionado le respondió - Te equivocaste - Pensaba que el acertijo que le había preparado era muy fácil. No creía que fuera tan difícil saber que si una vela se apaga no se consume y si una vela se consume, esta ya desaparece. Pensaba que su anterior pista la ayudaría a dar con la respuesta - Hmmm... - Mururó pensativo. Quizás Ruby no había entendido la pregunta o quizás era solo que él era muy listo. Sí debía ser eso, Tigrito era muy listo.

Te doy una última oportunidad. Si no la acierta... le propongo que en vez de cantar usted o explicar una historia, me ponga un acertijo.