Llegas a un claro en el bosque, tras atravesar durante dos horas, la espesa arboleda que hay entre Igroe y Tnalt. Tu decisión de abandonar los peligrosos caminos que tanto han proliferado en los últimos años, y atravesar el bosque, ha sido quizás lo que te ha mantenido con vida. Desorientado, perdido, aturdido, sin comprender que estaba sucediendo y ni por donde sucedía. Solo. Te han llevado tus pasos a este lugar. Miras asombrado, hacía mucho que no veías a ningún humano vivo, en tu cabeza se había creado la idea de que todos habían muerto. Y allí, en medio del claro, había un hombre gordo, de gran tamaño, de pie, subido al techo de un gran carruaje, que por sus dimensiones, apostarías a que entran perfectamente 20 personas en dos compartimentos, a parte de todo el equipaje que pudieran trasportar para un largo viaje.
Aquél hombre, ataviado con un traje de cuero, casco incluido, sostenía un arco cargado, apuntando hacia el techo del carruaje, en dirección a sus pies. En su espalda, asoma una espada enfundada en su vaina. Te mira desafiando. En su mirada se veía que no era la primera vez que ha causado la muerte a alguien.
Miras a tu alrededor, ves que desde esa posición, aquel hombre, subido al techo del carruaje, podía controlar todo lo que se acercara a 60 pasos del claro. Un claro donde podrían entrar 20 carruajes como aquél. Delante del carruaje, se podía ver una hoguera apagada, y a su izquierda, una tienda militar de lona. Similar si no igual a los que usan los ejércitos cuando asedian un castillo.
A pocos metros del bosque que rodea la parte trasera del carruaje, parecía que los árboles terminaban en un interminable y profundo lago. Un sendero salía en su busca, descendiendo el precipicio que se podía encontrar al final de los árboles.
Veo que el hombre, al cual le estaba siguiendo con la vista desde hace un rato, se acerca al claro que controlamos. Cargo el arco con una flecha, pero apunto al techo del carruaje, a mis pies. Cuando está dentro del claro y su vista abarca todo, decido hablar.
- ¡¿Quien va?!
El cazador mira a su interlocutor, un gordo subido a un carro. Pero es humano, nunca me había alegrado tanto de ver a un gordo. Mira por detrás y ve un lago, entonces toda la sed que lleva acumulada desde que huyó de su aldea le viene de golpe. Levanta las manos mientras sigue avanzando con naturalidad. Está viviendo de prestado, todos a los que conocías han muerto. Un arquero gordo es algo que no intimida demasiado, o puede que me de igual morir.
Mi aspecto es bastante deprimente, suciedad propia y sangre ajena se reparte por igual en mi ropa.
-Hola amigo, pretendo meterme en ese lago, todavía no he decidido hasta que profundidad- por un momento fantaseo en meterme entero y dejarme arrastrar al fondo, pero sería muy injusto para mi sentido de supervivencia que ya me ha traído hasta aquí- Así, que a menos que seas el dueño del lago, todo va bien.
No levanto el arco hacia él, pero tampoco aflojo el tenso hilo que sujeta la flecha. No me fiaba, en estos últimos días, los asaltantes han sido numerosos, como si no hubiera bastante con los orcos. No tenía pinta de querer nada de lo que ahí teníamos, pero la desconfianza me había mantenido con vida. Asiento con la cabeza mientras le sigo con la vista.
- Está bien. Pero no hagas ninguna estupidez.
Para llegar al lago debía pasar cerca de mi carruaje y la tienda de lona, o al menos acudir en nuestra dirección, para perderse a mi espalda, atravesar unos pocos de metros de árboles y descender por el sendero del precipicio. Desde mi altura, podía ver hasta el límite de aquellos árboles, e incluso el lago, pero no podía ver el sendero y mucho menos, la orilla del agua. Aún así, si decidía desaparecer por el sendero y aparecer de nuevo, lo tendría a la vista el suficiente tiempo como para disparar un par de flechas.
Llegáis a un claro en el bosque, tras atravesar durante dos horas, la espesa arboleda que hay entre Igroe y Tnalt. Tu decisión de abandonar los peligrosos caminos que tanto han proliferado en los últimos años, y atravesar el bosque, ha sido quizás lo que os ha mantenido con vida. Desorientadas, perdidas, aturdidas, sin comprender que estaba sucediendo y ni por donde sucedía. Solas. Os han llevado vuestros pasos a este lugar. Miras asombrada, hacía mucho que no veías a nada vivo que no fuera un orco, en tu cabeza se había creado la idea de que todos habían muerto. Y allí, en medio del claro, había un hombre gordo, de gran tamaño, de pie, subido al techo de un gran carruaje, que por sus dimensiones, apostarías a que entran perfectamente 20 personas en dos compartimentos, a parte de todo el equipaje que pudieran trasportar para un largo viaje.
Aquél hombre, ataviado con un traje de cuero, casco incluido, sostenía un arco cargado, apuntando hacia el techo del carruaje, en dirección a sus pies. En su espalda, asoma una espada enfundada en su vaina. Mira desafiando a otro hombre que está justo delante de ti, a escasos metros, en la entrada al claro. En su mirada se veía que no era la primera vez que ha causado la muerte a alguien.
El hombre que tienes delante, dándote la espalda y por lo que se ve, sin percatarse de vuestra presencia. Es más, apostarías a que ninguno se percató, levanta las manos mientras avanza con naturalidad hacia el otro lado del claro. Su aspecto es bastante deprimiente, suciedad propia y sangre ajena se reparte por igual en su ropa.
Miras a tu alrededor, ves que desde la posición de aquel hombre, subido al techo del carruaje, podía controlar todo lo que se acercara a 60 pasos del claro. Un claro donde podrían entrar 20 carruajes como aquél. Delante del carruaje, se podía ver una hoguera apagada, y a su izquierda, una tienda militar de lona. Similar si no igual a los que usan los ejércitos cuando asedian un castillo.
A pocos metros del bosque que rodea la parte trasera del carruaje, parecía que los árboles terminaban en un interminable y profundo lago. Un sendero salía en su busca, descendiendo el precipicio que se podía encontrar al final de los árboles.
Cuando oigo voces en el claro me acerco tratando de no hacer ruido para observar desde la distancia lo que está pasando. Veo a los hombres y me quedo muy quieta tratando de valorar la situación. Me llevo la mano al cinto en busca de mi cuchillo y espero, paciente, para ver cómo se desarrollan los acontecimientos y rezando a los dioses para que no me descubran.
Tirada oculta
Motivo: Furtivo
Tirada: 2d6
Resultado: 5(+4)=9
Me muevo sigilosa, detrás de los pasos de Lorania. La verdad es que desde que ha pasado lo de la invasión Orca, ha estado más pendiente de mi. Sin ella, no fuese sobrevivido. Estoy asustada, pero segura. A su lado, se que nada me puede pasar. Me mantengo en silencio.
Motivo: Esconderse/Furtivo
Tirada: 3d6
Resultado: 10
Has tirado 2D6+4 en lugar de 4D6+2. Jejeje
Tirada oculta
Motivo: Furtivo
Tirada: 4d6
Resultado: 18(+2)=20
Ay joder, lo siento, ahora lo repito, se me fue la pinza
El viejo trampero se va acercando poco a poco, parece que ya puede bajar los brazos ya que su actitud no es hostil. Mientras va caminando habla con naturalidad con su contertulio, el ir al lago, aunque lo necesita es una excusa para poder ir acercándose poco a poco y poder charlar. Ver otro humano es una alegría, pero siempre es un arma de doble filo.
-Amigo, me he pasado mi vida haciendo estupideces, JE- la risa es casi un carraspeo- ¿Como les han ido las cosas por aquí? ¿hay verdes en las cercanías?
Sigo caminando lentamente hacia el carro, que está en mi trayectoria hacia el lago. Lo hago porque no quiero malos entendidos y por otro lado necesito información de la zona.
Motivo: Buscar
Tirada: 4d6
Resultado: 14(+1)=15
Buscar: 15
Dejo que el hombre se acerque al carro para charlar. No parece que sea peligroso, y no es bueno desconfiar de los humanos cuando una horda de orcos ha arrasado la ciudad. Sigo sus pasos con la mirada, a pesar de todo, no debo de confiar.
- No he visto ningún verde por aquí. Es más, es el único lugar seguro que he encontrado en mucho tiempo. Los caminos son peligrosos, y la ciudad, más aún. ¿De donde vienes? Y si no es mucho preguntar, ¿Hacia donde vas?
Motivo: Buscar
Tirada: 2d6
Resultado: 10(+1)=11
Llegáis a un claro en el bosque, tras atravesar durante dos horas, la espesa arboleda que hay entre Igroe y Tnalt. Tu decisión de abandonar los peligrosos caminos que tanto han proliferado en los últimos años, y atravesar el bosque, ha sido quizás lo que os ha mantenido con vida. Desorientados, perdidos, aturdidos, sin comprender que estaba sucediendo y ni por donde sucedía. Solos. Os han llevado vuestros pasos a este lugar. Miras asombrado, hacía mucho que no veías a nada vivo que no fuera un orco, en tu cabeza se había creado la idea de que todos habían muerto. Y allí, en medio del claro, había un hombre gordo, de gran tamaño, de pie, subido al techo de un gran carruaje, que por sus dimensiones, apostarías a que entran perfectamente 20 personas en dos compartimentos, a parte de todo el equipaje que pudieran trasportar para un largo viaje.
Aquél hombre, ataviado con un traje de cuero, casco incluido, sostenía un arco cargado, apuntando hacia el techo del carruaje, en dirección a sus pies. En su espalda, asoma una espada enfundada en su vaina. Mira desafiando a otro hombre que está justo delante de él, a escasos metros del carruaje. En su mirada se veía que no era la primera vez que ha causado la muerte a alguien.
El hombre que tienes delante, dándote la espalda y por lo que se ve, sin percatarse de vuestra presencia. Es más, apostarías a que ninguno se percató, tiene un aspecto es bastante deprimente, suciedad propia y sangre ajena se reparte por igual en su ropa.
Miras a tu alrededor, ves que desde la posición de aquel hombre, subido al techo del carruaje, podía controlar todo lo que se acercara a 60 pasos del claro. Un claro donde podrían entrar 20 carruajes como aquél. Delante del carruaje, se podía ver una hoguera apagada, y a su izquierda, una tienda militar de lona. Similar si no igual a los que usan los ejércitos cuando asedian un castillo.
A pocos metros del bosque que rodea la parte trasera del carruaje, parecía que los árboles terminaban en un interminable y profundo lago. Un sendero salía en su busca, descendiendo el precipicio que se podía encontrar al final de los árboles.
Me quedo agazapada entre los árboles escuchando la conversación y esperando el momento adecuado para salir. Por señas, le indico a Atirl que se quede quieta en donde está y que procure no hacer ruido, necesito saber si esos hombres son amigos o no antes de mostrarnos ante ellos.
Me agazapo detrás de Lorania, con el corazón en un puño. La sangre me bombea a una velocidad que puedo oír mis sangre correr por las venas. Tenía miedo, pero estaba tranquila porque ella estaba allí.
Bueno, en el enorme claro se ve lo que aparenta ser una batalla. Giro la cabeza hacia mi madre, que está más cansada que yo. Dos horas de viaje no es en verdad tanto, pero cuando uno no está acostumbrado...
Vuelvo mi concentración a la batalla. Ninguno de los dos parece ser un orco, así que quizás nos podrían ayudar estas personas. Pero vista la actitud de ambos, lo mejor sería proceder con cautela. Me quedaré un rato mirándolos, a ver qué hacen. Hago una seña a mi madre para que se esconda entre los arbustos, y yo hago lo mismo.
Motivo: Esconderse
Tirada: 4d6
Resultado: 6, 4, 5, 3 (Suma: 18)
Motivo: Buscar
Tirada: 4d6
Resultado: 3, 5, 5, 2 (Suma: 15)
Perdón, pero no sé con qué dados son las tiradas. Sé que son 4 tanto para Esconderse como para Buscar, pero ¿4d6? ¿4d10? ¿Los sumo? ¿O es por éxitos? ¿Lo desgloso? ¿Cómo sería la configuración?.
Edit: ahí está xD
Tirada oculta
Motivo: Buscar
Tirada: 4d6
Resultado: 18(+2)=20
Señalo con el dedo hacia detrás, acompañádolo con un movimiento de cabeza.
-Vengo de Igroe, allí todo se ha ido a la mierda- se me oscurecen los ojos, no es momento para revivir todo lo que vi- digamos que esa dirección no es segura, iba a probar en Tnalt, a ver que tal se las habían arreglado.
Llego hasta el carro y me paro para seguir hablando con ese hombre. De momento no hago caso a esa sensación que tengo en la nuca, pero la tengo en cuenta, podrían ser amigos del gordo que me vigilan. Eso en el mejor de los casos. Ahora en el centro del claro es donde más a salvo estoy.
-Mi nombre, bueno...-¿que significa un nombre, si todos aquellos que lo conocían han muerto?- soy Wolf.
Motivo: Buscar
Tirada: 4d6
Resultado: 17(+1)=18
Buscar: 18
Me desplazo detrás de mi hijo. Nunca había salido de casa. Nunca había atravesado una ciudad en llamas, envuelta en una batalla, donde Orcos iban masacrando a todo lo que se encontraban en su camino. Aquella experiencia me había marcado. Apenas había hablado con mi hijo, y tenía una sombra sobre mi mirada muy rara. Me sentía apática, sin fuerzas. Cuando mi hijo se escondió de las dos personas que hablaban en el claro, me situé detrás de él. No sabía el motivo, pero ahora, no tenía fuerzas para tener el control. Impo ya era mayor y sabía lo que hacía.
Motivo: Esconderse/Furtivo
Tirada: 2d6
Resultado: 11(+1)=12
Sigo observando a los dos hombres, en silencio, intentando no solo no mover un músculo, si no a penas respirar. Tenía que permanecer en silencio, quita, no podía fallarle a Lorania. Tenía que ser su sombra, su silenciosa sombra.
De repente, veo que gira la cabeza hacia el bosque. Mis ojos siguen su mirada, y veo a un enano barbudo, ataviado con ropa de minero, casco de cuero y un pico en la espalda. Era evidente que no era un ladrón, asesino o algo peligroso. En apariencia, parecía un simple minero. Junto a él, veo a una mujer humana, alta, delgada, de tez pálida y cabello largo y ruido. Se mueve de forma lenta y tranquila, y parecen que ambos están escondidos. Como nosotras.
Esto se está poniendo feo. No sabemos quienes son, si pertenecen todos al mismo grupo, si son varios grupos que están preparando un ataque. Todo aquello me estaba poniendo nerviosa.
Motivo: Buscar
Tirada: 2d6
Resultado: 8
Comienzo a sonreír. Aquél hombre no era peligroso. Y una charla me vendría bien.
- Tnalt ha sido invadida también. Vengo de allí. Mi nombre es Rabert Oehtara. Mi compañero está actualmente en esa ciudad, buscando víveres y otras cosas necesarias para sobrevivir.
Guardo la flecha y bajo del carruaje con gran esfuerzo. Tranquilo. Y me dirijo hacia mi interlocutor. Cuando llego a su altura, extiendo el brazo.
- Encantado de conocerte Wolf. ¿Sabes algo de arreglar carruajes?
Mientras el enano se presenta, yo sigo escondida, aguantando la respiración y atenta a todo lo que pasa a mi alrededor, esperando el mejor momento para actuar.