Partida Rol por web

A pesar de mis esfuerzos, no lograba superar la guardia de mi enemigo. Por suerte, el pequeño Blebn apareció por sorpresa, hiriendo a la criatura por sorpresa.

Viendo mi oportunidad, lancé un ataque directo a su cabeza.

El ataque de Robert consiguió cortar la cabeza de cuajo de la criatura, que calló sobre sus rodillas. Blebn apoyó su pie derecho sobre la espalda del piel verde y lo empujó para sacar su pequeña lanza de su cuerpo, haciendo que cayera al suelo. Inmediatamente después, Blebn comienza a vomitar con fuerza. 

Me sentía mareado. Aturdido. Aquél ataque que había realizado Robert delante mía, decapitando a la criatura había pasado todos los límites que había visto. La sangre de aquella criatura me había manchado, la adrenalina del combate había desaparecido, y el miedo y el terror volvió en mi tan rápido y tan fuerte que no pude contener las ganas de vomitar lo poco que había comido hace unas horas. Dejé caer mi lanza y me dejé caer sobre mis rodillas. No me encontraba bien.

Llegas corriendo por el claro, y puedes ver que justo delante tuya se encuentra Cotlan, asustada y con lágrimas en los ojos. Encima del carruaje se encuentra Rabert, observando al resto. También, junto a la entrada del carruaje se encuentra Atirl, observando paralizada la escena.

En medio del claro, pisoteando el dibujo que habían logrado hacer, se encontraba Robert, con la espada ensangrentada. Blebn se encuentra delante de él, apoyado sobre sus rodillas y vomitando con virulencia. Su pequeña lanza está a su lado, y también muestra señales de sangre. En el suelo, entre ellos dos, se encuentra un piel verde decapitado y sangrando por el costado. 

Corro hacia mi marido en cuanto veo que a acabado con la criatura. Llorando como una desesperada. Asustado y agradecida por su valentía. ¡Oh! Si no llega a ser por él, ahora estaría muerta. Cuando llego a su altura, me fundo en un abrazo con él. Estamos vivos.

Al llegar al claro, me quedo paralizado. Allí había más gente. Y un carruaje junto a una tienda de campaña. Parecía una comunidad pequeña de supervivientes. Suelto el venado en el suelo y corro hacia el centro. ¿Estaba aquí Dragu o Sohi. ¡No los veía! Por una estúpida razón, albergaba la idea de que podían estar vivos y que podría encontrarlos aquí. Al ver que no estaban, y sin preguntar. Pues a veces, el miedo, la incomprensión de la situación, el estrés debido al trauma y muchas más cosas, nos hace hacer cosas estúpidas. Crearnos falsas ilusiones. Promesas que nos dan fuerzas para continuar. Pero todo aquello estaba terminado. Mi esperando de encontrarlos con vida se habían terminado. Tenía que asumirlo. El peso de mi cuerpo venció a mi cabeza, y me arrodillé. Y cuando acordé, estaba llorando, sujetando mi cabeza sobre mis manos. No tenía sentido.

Saliendo de entre las ramas me acerco al piel verde. 

-Nosotros también hemos encontrado un piel verde rondando por el bosque -digo. -¿No os parece raro que estén andando solos por aquí?

Mientras hablo me acerco al piel verde y lo registro en busca de flechas. 

-El que encontramos estaba comiéndose un ciervo...

Cuando todo ha pasado, guardo nuevamente mi arco y la flecha. La acción heroica producida por Blebn me hizo sonreír. Aquel mediano tenía huevos. Si señor. Nunca le había visto luchar antes, pero se defendía bien, si señor. Aunque algo me decía que no le había hecho falta matar a ningún piel verde para entrar y salir de la ciudad. Ese Blebn cada día me sorprende más.

Cuando aparece Loraina y Bedwyr desde el bosque, me quedo asombrado. Llegan con otro hombre, que se arrodilla a llorar en el claro. Quizás sea un chalado. La buena noticia es que había comida. Un ciervo. La mala, es que también se habían topado con un piel verde. Eso podría decir que los que se fueron por el lago también se han podido encontrar con alguno. Inmediatamente me giro sobre mis pies, y observo el sendero que baja al lago. Y allí veo a Caros abrazada a su hija. Y Wolf a su lado. Parece ser que no corren peligro, y que están muy cerca. De lo contrario no podría verlos desde aquí.

Más tranquilo, me vuelvo a sentar en mi silla, encima del carruaje. Apoyo mis codos sobre mis rodillas, volcando el cuerpo hacia adelante.

- Si que es raro, Loraina. En los días que Blebn y yo hemos estado aquí solos, no hemos sido atacados por ninguno. Quizás estemos haciendo mucho ruido. O los pieles verdes se están desplazando hacia el bosque. 

Tras ver la cabeza del orco rodar por el fango, una gran mezcla de emociones llegaron de golpe. No dudaba de haber obrado con coherencia, pero hacía años que había prometido no volver a empuñar un arma...

Bueno, al final sabía que mis actos habían sido los correctos. Prefería haber roto mi palabra a ver como esas bestias me arrebataban a lo más querido para mi. Había luchado por defender a los míos, y no había atacado por ser egoísta. Además, mi espada probablemente fuese a ser necesaria en los próximos días. En fin, tendría que reflexionar sobre el asunto.

El valiente mediano estaba vomitando, su acto le honraba, y sus consecuencias le delataban, era la primera vez que participaba en una lucha a vida o muerte. Pero tenía lo necesario para luchar, eso era indudable.

Estaba pensando en ello mientras limpiaba mi espada antes de volver a envainarla,  cuando un hombre llegó al claro y se puso a llorar. Bueno, de momento necesitaba abrazar a mi mujer, por suerte los demás podrían ocuparse de ese asunto.

Una vez la espada limpia y envainada, me apresuro hacia mi mujer, y comienzo a abrazarla y consolarla.

Cuando veo que todo ha pasado, vuelvo a entrar en la caravana. Aquello le importaba una mierda. Había visto llegar a Loraina y estaba viva. Eso era lo importante. La presencia del piel verde no me asustó. Pero no era una guerrera y poco podía hacer ante él. Antes de girar y cerrar la puerta de la caravana, observo como Loraina, coge cinco flechas del cuerpo sin vida del piel verde. Sonrío. Era una guerrera, de eso no había duda. Era mi amiga, mi mejor amiga, pero desconocía tanto de su vida que me dio miedo. Negué con la cabeza. Quizás el estrés de todo lo que está pasando en estos días me esté volviendo loca. 

Cierro la puerta y desaparezco dentro de la caravana.

Cuando mi marido me abraza y me consuela, apoyando mi cabeza sobre su hombro, le pregunto.

- ¿Como estás? ¿te ha herido esa criatura?

Y de repente, mis ojos se abrieron de par en par. 

- ¿Y Donor? ¿Y Bedwyr?

No recordaba donde estaba cada uno de mis hijos. ¿Y si les había pasado algo? Lorania había aparecido sola y se fue con él. ¿Que había pasado? Los miedos más terribles me asolaron.

- ¡Mis hijos! Robert, ¡Mis hijos!

La escena que contemplan los recién llegados del camino de lago es amenazadora, pero a la vez tranquilizadora. En lo alto del carruaje, se encontraba Rabert, vigilando. En el centro del claro, cerca del dibujo del mapa, estaba el cuerpo de un piel verde decapitado, registrando el inerte cuerpo estaba Lorania. Cerca de él, de rodillas y limpiando su boca con la manga de su camisa, estaba Blebn. Los restos de comida sobre el suelo, cerca de él, demostraban que había vomitado. Delante de él, al otro lado del Piel Verde, se encontraba Cotlan abrazando a Robert.  Cerca de ellos, tirando hacia el bosque, se encontraba un hombre desconocido, llorando a lágrima viva. Y por donde comienza el bosque, estaba Bedwyr, con un ciervo muerto.

-No sé qué es lo que está pasando con los Pieles Verdes...Es extraño porque nos los hemos encontrado vagabundeando separados...Pero coincido contigo en una cosa, Rabert, estamos haciendo demasiado ruido -miro a mi alrededor mientras me aparto del cuerpo del Piel Verde.

Llegando de la inspección en el lago, junto a Wolf y a mi madre, trato de entender los acontecimientos del claro. -Wow- exclamo al ver al piel verde decapitado en medio del claro, mientras me tapo la boca por la sorpresa. -¿Qué... qué ha pasado aquí?-

Me incorporo, intentando recuperar la compostura. Limpio mi boca con la camisa e intento escupir el sabor amargo de tengo en la boca. El desagradable sabor amargo. Cuando Impo pregunta, me siento con fuerzas como para hablar. Así que le contesto.

- Un piel verde ha llegado por sorpresa y le hemos podido derrotar Robert y yo. Ha sido, emocionante. - Digo con una sonrisa asustada en la comisura de mi boca. - ¿Que habéis encontrado vosotros en el lago?

-Woah...- exclamo nuevamente. -Buen trabajo- digo mirando a Blebn y a Robert. -Deberíamos de poner trampas o algo, o movernos a algún lugar más seguro. No sé si alguien sabrá hacer algo de eso.- pienso, cómo podemos protegernos más. Ahora ha venido uno... ¿y si nos atacan de a varios?

-Ah, sobre el lago...- echo una mirada a Wolf con cierta decepción -... nos volvimos cuando oímos un grito, así que mucho no hemos visto. Aunque no parecía haber nada importante, no hemos podido inspeccionar a fondo-. Me quedo mirando a Wolf, por si tiene algo que agregar.

Abrazando a mi esposa, intento tranquilizarla.

-Tranquila, mi amor, yo estoy bien, y nuestros hijos también lo están,  mírales, allí se encuentran sanos y fuertes, como siempre...

Una vez deja de temblar, me separo de ella y, dirigiéndome a los demás, les digo:

-Ahora mismo nuestras vidas dependen del trabajo en equipo. Si nos separamos y vamos cada uno por nuestra cuenta, moriremos por separado antes o después. Como grupo somos más fuertes. Tomemos decisiones juntos y veamos que podemos hacer, porque no creo que ese orco esté solo. Es probable que nos encontremos a más batidores como ese.

Limpio mis últimos sollozos con la manga de mi sucia camisa. Me incorporo y con resignación, me dirijo hacia Robert, que parece el que maneja a todo este grupo. Me planto delante de él y le extiendo la mano.

- Soy Will, Will Tampsey. 

Espero a que me salude.

- ¿No habréis visto a una mujer morena, delgada y de mediana estatura? Es mi mujer.

En mis palabras no había esperanza. Más bien era saber que alguien le había visto muerta. Desde que abandoné la ciudad, no he podido encontrarla. Pero se que se marchó. Sus pertenencias no estaban.

Le doy la mano al joven Impo y le revuelvo el pelo.

-Espero que tengas una vida larga- es del único que se despide, se da la vuelta y se larga hacia el lago.

No he sobrevivido para hacer de niñera de unas familias que sólo saben gritar y hacer aspavientos. Nadie le ha hecho caso cuando dijo de explorar los alrededores, algunos prefirieron hacer memeces. Encima los pieles verdes están cerca, no piensa jugarse el cuello por ellos, ni por las niñatas elfas. Saludo con la mano a Rabert encima del carro.

-Mucha suerte amigo, sigo mi camino- me llevo dos dedos a la frente a modo de saludo militar.

No era nadie para parar a Wolf. Parecía un buen tipo. Pero no podía detener a nadie del grupo. Además, eran todos unos desconocidos. Devuelvo el saludo y veo como desaparece por el camino que lleva al claro.

- Suerte.

Fue mi comentario. Casi en voz baja. Sabía que iba a apañarselas bien sólo. Parecía un tipo duro. Cuando mi vista ya no lo ve, me giro hacia la gente del claro.

- Está anocheciendo. Deberíamos de asar la carne que habéis traído, cenar y descansar. Mañana será otro día. ¡Ah! Y durante la cena, organizarnos para ver nuestro propósito para mañana.