Partida Rol por web

Los Pozos de Bendal Dolum

03. En el hotel

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23/08/2012, 21:43
Director

Desde luego, aquel hotel no era desagradable del todo. Evidentemente, comparado con cualquier hotel de Arkham o ciudades similares, parecía un cuchitril, pero pese a la pobreza del edificio y de sus servicios, aquel lugar poseía cierto encanto. Parecía irreal, el escenario de una película. Las estancias, aunque amplias, evidenciaban falta de cuidados: paredes con manchas de humedad, vajilla algo más sucia de lo que debiera, sirvientes cuyo uniforme distaba de parecer impecable... Pero aún así, aquel antro tenía cierto encanto cuya procedencia no habrías podido definir.

Tu habitación era bastante hogareña, aunque tenía algo de polvo y olía a humedad. Una inmensa cama, un armario, un escritorio y una mesilla componían todo el lote, y no poseía baño. Los muebles, sorprendentemente, eran bastante bonitos, muy sencillos pero escogidos con cierto gusto.

Puede que en ello radicase el encanto del lugar: pese a la pobreza del establecimiento y a la escasez de limpieza, toda su decoración había sido seleccionada con sorprendente buen gusto. No eran muebles caros, pero sí bonitos. Ayudaban a crear cierto aspecto de familiaridad, como si uno no se hallase en un hotel rodeado de gente desconocida, sino hospedada en la casa de un amigo, pobre como una rata, pero en un hogar. ¡Eso era! El encanto del lugar residía en que no parecía impersonal, que no costaba nada hacerse con el entorno y adaptarse a la vida en aquella inmensa casa.

El servicio sí que era bastante bueno, en contra de lo que inicialmente pudiera parecer. Buena comida casera, y unos camareros y botones permanentemente sonrientes y agradables.

Si tan solo no hubiese tantos mosquitos... Era harto frecuente presenciar a los sirvientes pulverizando una solución casera de matabichos de los cuales uno de los componentes era güisqui... ¡Alcohol! Sí, allí no imperaba la Ley Seca. ¡Bendita Honduras! Tomarse una copa en la barra del bar del hotelucho era tan legal como comerse una manzana de postre o una tostada en el desayuno.

Y precisamente desayunando era donde te encontrabas, sentado en una de las mesas, mientras untabas mantequilla en tu gruesísima rebanada de pan horneada. Emanaba un aroma sensacional, al igual que el burbujeante café aún hirviendo.

En la sala había algunas personas más. Había un hombre de inmenso tamaño y aire de "chico para todo" tomando un apoteósico desayuno en compañía de otro hombre, éste insignificante, bastante mayor que él y con cierto aire distraído. Formaban una extrañísima pareja.

Al cabo de un rato entró otro hombre de cierta edad, de tez morena y cabello ya blanquecino. También emanaba un aura de sabiduría considerable. Otro erudito, posiblemente. El camarero lo situó en la mesa contigua a la tuya. Te saludó cordialmente antes de sentarse, y ordenó su desayuno.

 

Notas de juego

Empezamos suave mientras terminan los demás sus escenas :)

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28/08/2012, 08:13
Director

 Desde luego, aquel hotel no era desagradable del todo. Evidentemente, comparado con cualquier hotel de Arkham o ciudades similares, parecía un cuchitril, pero pese a la pobreza del edificio y de sus servicios, aquel lugar poseía cierto encanto. Parecía irreal, el escenario de una película. Las estancias, aunque amplias, evidenciaban falta de cuidados: paredes con manchas de humedad, vajilla algo más sucia de lo que debiera, sirvientes cuyo uniforme distaba de parecer impecable... Pero aún así, aquel antro tenía cierto encanto cuya procedencia no habrías podido definir.

Tu habitación era bastante hogareña, aunque tenía algo de polvo y olía a humedad. Una inmensa cama, un armario, un escritorio y una mesilla componían todo el lote, y no poseía baño. Los muebles, sorprendentemente, eran bastante bonitos, muy sencillos pero escogidos con cierto gusto.

Puede que en ello radicase el encanto del lugar: pese a la pobreza del establecimiento y a la escasez de limpieza, toda su decoración había sido seleccionada con sorprendente buen gusto. No eran muebles caros, pero sí bonitos. Ayudaban a crear cierto aspecto de familiaridad, como si uno no se hallase en un hotel rodeado de gente desconocida, sino hospedada en la casa de un amigo, pobre como una rata, pero en un hogar. ¡Eso era! El encanto del lugar residía en que no parecía impersonal, que no costaba nada hacerse con el entorno y adaptarse a la vida en aquella inmensa casa.

El servicio sí que era bastante bueno, en contra de lo que inicialmente pudiera parecer. Buena comida casera, y unos camareros y botones permanentemente sonrientes y agradables.

Si tan solo no hubiese tantos mosquitos... Era harto frecuente presenciar a los sirvientes pulverizando una solución casera de matabichos de los cuales uno de los componentes era güisqui... ¡Alcohol! Sí, allí no imperaba la Ley Seca. ¡Bendita Honduras! Tomarse una copa en la barra del bar del hotelucho era tan legal como comerse una manzana de postre o una tostada en el desayuno.

Y precisamente desayunando era donde te encontrabas, sentado en una de las mesas, mientras untabas mantequilla en tu gruesísima rebanada de pan horneada. Emanaba un aroma sensacional, al igual que el burbujeante café aún hirviendo.

En la sala había algunas personas más. Había un hombre de inmenso tamaño y aire de "chico para todo" tomando un apoteósico desayuno en compañía de otro hombre, éste insignificante, bastante mayor que él y con cierto aire distraído. Formaban una extrañísima pareja.

En la mesa contigua a la tuya había un hombre joven y fornido, untando una rebanada de pan. También parecía estar observando a los dos dispares hombres que conversaban un par de mesas más allá.

Notas de juego

Empezamos suave mientras terminan los otros sus escenas :)

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28/08/2012, 08:15
Director

Notas de juego

Ya podéis postear en abierto. Estáis sentados en mesas contiguas :)

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28/08/2012, 21:51
Allan Quarter

El cazador miraba a su alrededor, y noto que la persona que tenia olía a erudito. Y le apetecía algo de conversación, así que no se corto.

Me parece sobremanera extraordinario ver a alguien tan sobradamente letrado en un lugar tan alejado de las universidades y las bibliotecas.

Me llamo Allan Quarter.

Me permite que le pregunte que le ha llevado a este lugar.

Allan casi había acabado de comer, bueno, no había empezado, pero a la velocidad a la que ingeriría aquella tostada, poco importaba. El café sin embargo lo degustaría lentamente mientras se iba enfriando.
No tenía prisa, pues la cita que tenia aun no era, y suponía que lo mandarían buscar cuando se requiriera su presencia.

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04/09/2012, 19:06
Omar Heket

Apoyé la tostada en el plato y me limpié los labios antes de responder:

Es un placer, señor Quarter. Me llamo Omar Heket. Está usted en lo cierto, es la primera vez que visito un lugar como este. Supongo que estará al tanto de la expedición desaparecida. Recibí una carta de la Universidad de Miskatonic que solicitaba mi colaboración para una expedición de rescate. Hace tiempo que esperaba la oportunidad de cambiar de aires, de modo que acepté sin dudarlo.

Y a usted, ¿qué le ha traído hasta aquí?

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04/09/2012, 21:18
Allan Quarter

A mí, bueno, digamos que una representación de la dama fortuna.

Dijo de manera algo misteriosa. Como si quisiera causar algo de confusión.

Vera, estoy en medio de un negocio muy lucrativo. Que sin duda me permitirá realizar mis sueños.
Pero no se equivoque el dinero no es mi sueño, mis sueños no son otros que dormir entre fieras.

Sonrió después de aquel comentario. Aquel hombre no sabía con quien estaba hablando, y aunque le explicara que en según que círculos él era un experto en su campo, poca importancia tendría.

Respetaba tanto a los hombres letrados como lo hacía con las mujeres fáciles. Estaban bien para pasar un momento puntual. Nada más.

Siempre pasaba lo mismo, un hombre culto tenía por costumbre creerse más listo, entender mejor el mundo y saber distinguir lo que realmente era importante de lo que carecía de interés.

Así era como había desarrollado cierta antipatía por estos. Pero normalmente dejaba que ellos mismos se colgaran con dicha cuerda. Así que le dio algo de margen.

Soy cazador de grandes piezas. Por trabajo, no mato bestias por placer. Normalmente suelen ser más humanas que mucha gente que conozco. Pero de algo hay que vivir.

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08/09/2012, 13:33
Director

Desde luego, aquel hotel no era desagradable del todo. Evidentemente, comparado con cualquier hotel de Arkham o ciudades similares, parecía un cuchitril, pero pese a la pobreza del edificio y de sus servicios, aquel lugar poseía cierto encanto. Parecía irreal, el escenario de una película. Las estancias, aunque amplias, evidenciaban falta de cuidados: paredes con manchas de humedad, vajilla algo más sucia de lo que debiera, sirvientes cuyo uniforme distaba de parecer impecable... Pero aún así, aquel antro tenía cierto encanto cuya procedencia no habrías podido definir.

Tu habitación era bastante hogareña, aunque tenía algo de polvo y olía a humedad. Una inmensa cama, un armario, un escritorio y una mesilla componían todo el lote, y no poseía baño. Los muebles, sorprendentemente, eran bastante bonitos, muy sencillos pero escogidos con cierto gusto.

Puede que en ello radicase el encanto del lugar: pese a la pobreza del establecimiento y a la escasez de limpieza, toda su decoración había sido seleccionada con sorprendente buen gusto. No eran muebles caros, pero sí bonitos. Ayudaban a crear cierto aspecto de familiaridad, como si uno no se hallase en un hotel rodeado de gente desconocida, sino hospedada en la casa de un amigo, pobre como una rata, pero en un hogar. ¡Eso era! El encanto del lugar residía en que no parecía impersonal, que no costaba nada hacerse con el entorno y adaptarse a la vida en aquella inmensa casa.

El servicio sí que era bastante bueno, en contra de lo que inicialmente pudiera parecer. Buena comida casera, y unos camareros y botones permanentemente sonrientes y agradables.

Si tan solo no hubiese tantos mosquitos... Era harto frecuente presenciar a los sirvientes pulverizando una solución casera de matabichos de los cuales uno de los componentes era güisqui... ¡Alcohol! Sí, allí no imperaba la Ley Seca. ¡Bendita Honduras! Tomarse una copa en la barra del bar del hotelucho era tan legal como comerse una manzana de postre o una tostada en el desayuno.

Y precisamente hacia la sala del desayuno era hacia donde te dirigías. Denise te pidió que te adelantaras unos segundos, mientras hablaba con el gerente del hotel sobre el precio de que guardasen vuestras pertenencias hasta vuestro regreso de la expedición. Se reuniría contigo unos minutos después para desayunar contigo y presentarte al resto de los miembros de la expedición.

Entraste en el comedor. Varias personas se encontraban en él. Había un hombre de inmenso tamaño y aire de "chico para todo" tomando un apoteósico desayuno en compañía de otro hombre, éste insignificante, bastante mayor que él y con cierto aire distraído. Formaban una extrañísima pareja.

Cerca de la entrada había un hombre joven y fornido, untando una rebanada de gruesísimo pan. Conversaba con el caballero que se encontraba en la mesa contigua, sentado ante una humeante taza de café hirviendo. El hombre del café era unos cuantos años mayor que él, bajito y de pelo canoso. Por el tono de su piel se podía descartar que fuese americano.

No había nadie más.

El camarero te sentó en la mesa siguiente a la del hombre egipcio. Los cuatro hombres te miraron al pasar, llenos de curiosidad.

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08/09/2012, 13:39
Director

Mientras conversabais, entró en la estancia una joven que parecía bastante bonita. Tenía una cicatriz en la cara que desvirtuaba un, por otra parte, agradable aspecto. Parecía europea, americana como mucho, pero por su piel, su aspecto, y su forma de vestir, no parecía Hondureña.

El camarero la sentó en la mesa contigua a la de Heket. Parecía estar aguardando a alguien, pues miraba hacia la puerta sin disimulo.

 

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08/09/2012, 13:43
Director

Desde luego, aquel hotel no era desagradable del todo. Evidentemente, comparado con cualquier hotel de Arkham o ciudades similares, parecía un cuchitril, pero pese a la pobreza del edificio y de sus servicios, aquel lugar poseía cierto encanto. Parecía irreal, el escenario de una película. Las estancias, aunque amplias, evidenciaban falta de cuidados: paredes con manchas de humedad, vajilla algo más sucia de lo que debiera, sirvientes cuyo uniforme distaba de parecer impecable... Pero aún así, aquel antro tenía cierto encanto cuya procedencia no habrías podido definir.

Tu habitación era bastante hogareña, aunque tenía algo de polvo y olía a humedad. Una inmensa cama, un armario, un escritorio y una mesilla componían todo el lote, y no poseía baño. Los muebles, sorprendentemente, eran bastante bonitos, muy sencillos pero escogidos con cierto gusto.

Puede que en ello radicase el encanto del lugar: pese a la pobreza del establecimiento y a la escasez de limpieza, toda su decoración había sido seleccionada con sorprendente buen gusto. No eran muebles caros, pero sí bonitos. Ayudaban a crear cierto aspecto de familiaridad, como si uno no se hallase en un hotel rodeado de gente desconocida, sino hospedada en la casa de un amigo, pobre como una rata, pero en un hogar. ¡Eso era! El encanto del lugar residía en que no parecía impersonal, que no costaba nada hacerse con el entorno y adaptarse a la vida en aquella inmensa casa.

El servicio sí que era bastante bueno, en contra de lo que inicialmente pudiera parecer. Buena comida casera, y unos camareros y botones permanentemente sonrientes y agradables.

Si tan solo no hubiese tantos mosquitos... Era harto frecuente presenciar a los sirvientes pulverizando una solución casera de matabichos de los cuales uno de los componentes era güisqui... ¡Alcohol! Sí, allí no imperaba la Ley Seca. ¡Bendita Honduras! Tomarse una copa en la barra del bar del hotelucho era tan legal como comerse una manzana de postre o una tostada en el desayuno.

Y precisamente hacia la sala del desayuno era hacia donde te dirigías. Habías llegado al anochecer, y no te había dado tiempo a buscar al resto de los integrantes de la expedición, así que pretendías ponerte manos a la obra justo tras un buen desayuno.

Entraste en el comedor. Varias personas se encontraban en él. Había un hombre de inmenso tamaño y aire de "chico para todo" tomando un apoteósico desayuno en compañía de otro hombre, éste insignificante, bastante mayor que él y con cierto aire distraído. Formaban una extrañísima pareja.

Cerca de la entrada había un hombre joven y fornido, untando una rebanada de gruesísimo pan. Conversaba con el caballero que se encontraba en la mesa contigua, sentado ante una humeante taza de café hirviendo. El hombre del café era unos cuantos años mayor que él, bajito y de pelo canoso. Por el tono de su piel se podía descartar que fuese americano.

Cuando entraste, el camarero se encontraba acomodando a una joven morena, bastante bonita pero con una cicatriz en el rostro que desvirtuaba su belleza, justo en la mesa contigua a la del hombre canoso.

No había nadie más.

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08/09/2012, 13:47
Director

Cuando el camarero se encontraba acomodando a la joven, otro hombre entrado en años hizo su aparición en escena. Parecía un erudito, y parecía europeo o americano. De buen aspecto, bien conservado, con cierto gusto arcaico en el vestir, uno de esos hombres inteligentes y algo distraídos. O al menos, esa era la impresión que daba.

 

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08/09/2012, 13:49
Director

Notas de juego

Postead todos en abierto, que estéis o no en la misma conversación, la sala no es muy grande, y todo lo que digáis se oye, salvo que os pongáis a susurrar.

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10/09/2012, 23:58
Gianna Stasi

Gianna se sentó en la mesa que le indicó el camarero. Una vez este se aseguró de que estaba cómoda le ofreció un exquisito desayuno que se basaba, prácticamente, en fruta fresca y productos naturales.-Todo de la tierra.- Dijo el joven con una gran sonrisa. Y aunque todo pintaba delicioso, al final Gianna se decantó por un zumo de mango y unas tostadas con mermelada de plátano, todo casero. 

Una vez hubo llenado el estomago y disfrutaba de un buen café, empezó a fijarse en los hombres que la rodeaban, ¿Serían parte de la expedición? También empezó a preguntarse por Denise, no la había visto desde que llegaran el día anterior al hotel... Bueno, seguro que no tardaría en aparecer.

Sin saber porqué, Gianna, de repente se descubrió pensando en sus padres, en Giulia, en Roma, en todo lo que había dejado atrás, en su vida acomodada, sus fiestas y caprichos, en su huida, en su dolor aún latente en su pecho...  También tuvo tiempo de pensar en Lou, en Thomas... ¿Qué dirían cuando supieran que se había marchado? A Lou le envió una carta, en un intentó de hacerle creer que le hacía participe de su decisión y no sólo que pretendía salvar el pellejo, pero no había tenido tiempo para Thomas y eso la hacía sentir bastante mal, procuraría enviarle unas palabras antes de salir del hotel. Continuó perdida en sus pensamientos un buen rato más y como seguía sin tener nada más que hacer, decidió tomarse otro café...

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11/09/2012, 09:18
Director

Desde luego, aquel hotel no era desagradable del todo. Evidentemente, comparado con cualquier hotel de Arkham o ciudades similares, parecía un cuchitril, pero pese a la pobreza del edificio y de sus servicios, aquel lugar poseía cierto encanto. Parecía irreal, el escenario de una película. Las estancias, aunque amplias, evidenciaban falta de cuidados: paredes con manchas de humedad, vajilla algo más sucia de lo que debiera, sirvientes cuyo uniforme distaba de parecer impecable... Pero aún así, aquel antro tenía cierto encanto cuya procedencia no habrías podido definir.

Tu habitación era bastante hogareña, aunque tenía algo de polvo y olía a humedad. Una inmensa cama, un armario, un escritorio y una mesilla componían todo el lote, y no poseía baño. Los muebles, sorprendentemente, eran bastante bonitos, muy sencillos pero escogidos con cierto gusto.

Puede que en ello radicase el encanto del lugar: pese a la pobreza del establecimiento y a la escasez de limpieza, toda su decoración había sido seleccionada con sorprendente buen gusto. No eran muebles caros, pero sí bonitos. Ayudaban a crear cierto aspecto de familiaridad, como si uno no se hallase en un hotel rodeado de gente desconocida, sino hospedada en la casa de un amigo, pobre como una rata, pero en un hogar. ¡Eso era! El encanto del lugar residía en que no parecía impersonal, que no costaba nada hacerse con el entorno y adaptarse a la vida en aquella inmensa casa.

El servicio sí que era bastante bueno, en contra de lo que inicialmente pudiera parecer. Buena comida casera, y unos camareros y botones permanentemente sonrientes y agradables.

Si tan solo no hubiese tantos mosquitos... Era harto frecuente presenciar a los sirvientes pulverizando una solución casera de matabichos de los cuales uno de los componentes era güisqui... ¡Alcohol! Sí, allí no imperaba la Ley Seca. ¡Bendita Honduras! Tomarse una copa en la barra del bar del hotelucho era tan legal como comerse una manzana de postre o una tostada en el desayuno.

Y precisamente hacia la sala del desayuno era hacia donde te dirigías. Habías llegado al anochecer, y no te había dado tiempo a buscar al resto de los integrantes de la expedición, así que pretendías ponerte manos a la obra justo tras un buen desayuno.

Entraste en el comedor. Varias personas se encontraban en él. Había un hombre de inmenso tamaño y aire de "chico para todo" tomando un apoteósico desayuno en compañía de otro hombre, éste insignificante, bastante mayor que él y con cierto aire distraído. Formaban una extrañísima pareja.

Cerca de la entrada había un hombre joven y fornido, untando una rebanada de gruesísimo pan. Conversaba con el caballero que se encontraba en la mesa contigua, sentado ante una humeante taza de café hirviendo. El hombre del café era unos cuantos años mayor que él, bajito y de pelo canoso. Por el tono de su piel se podía descartar que fuese americano.

Cerca de ellos, una joven morena se dedicaba a paladear un suculento desayuno. Era una muchacha bastante bonita pero con una cicatriz en el rostro que desvirtuaba su belleza. Estaba sentada justo en la mesa contigua a la del hombre canoso.

En otra de las mesas había un hombre entrado hombre entrado en años. Parecía un erudito, y parecía europeo o americano. De buen aspecto, bien conservado, con cierto gusto arcaico en el vestir, uno de esos hombres inteligentes y algo distraídos. O al menos, esa era la impresión que daba. Y por cierto, que su rostro te era vagamente familiar. Te llevó unos segundos darte cuenta de que era el sujeto que habías visto saliendo del despacho de Armitage el día que te entrevistaste con él.

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11/09/2012, 09:22
Director

Ahora fue el turno de una bajita mujer de unos treinta y algo años y pinta de sabérselas todas la que entró por la puerta del comedor. Había bastante más gente de la que esperabais en aquel hotelucho, y más de uno comenzó a pensar si no seríais todos aquellos extraños la comitiva integrante de la expedición.

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11/09/2012, 09:23
Director

La mujer que acababa de entrar era la que se entrevistó con Armitage justo después que tú y que no se había percatado de que le habías hablado. Se te quedó mirando con cierto disimulo, como tratando de recordar dónde te había visto antes.

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11/09/2012, 09:24
Director

Notas de juego

¡Et voilà, el grupo al completo! Como ya comenté antes, postead en abierto, no importa a quién os dirijáis. Salvo que susurréis, es casi imposible que no os oigáis unos a otros, en una sala relativamente pequeña y ahora bastante llena de gente.

 

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11/09/2012, 15:26
Allan Quarter

El confirmado erudito le pidió algo de tiempo en la conversación, seguramente las palabras de Allan eran menos interesantes y misteriosas de lo que podía imaginar.

Luego al poco entro una mujer, exótica, sin duda, como pocas había visto antes. Y decidió que si tenía tiempo, le dedicaría unas palabras.

Al tiempo ya había bastante gente en el hotel, un nutrido grupo de personas, y se dijo a sí mismo, que si había quedado aquí con Denise, no debía de faltar mucho para que apareciera, el tiempo era un lujo cuando se buscaba recuperar a personas desaparecidas en la jungla.

Pidió algo de fumar, un capricho que pronto no podría disfrutar, y aunque no le hiciera especial atención, sabía rodearse de esos detalles cuando estaba aun en la civilización.

Se acerco un camarero a recoger su desayuno, y le pregunto si era posible invitar a la joven que había entrado y que estaba tomando café.

Quería sorprenderla. Había algo en ella, algo que reconocía como suyo. Y no sabía muy bien porque. Y el destino siempre le robaba la oportunidad de encontrar a alguien así.

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12/09/2012, 21:47
Gianna Stasi

Cuando el camarero se acercó para decirle que un hombre deseaba invitarla a otro café, Gianna no lo dudo, y contestó secamente "No" sin dignarse a mirar a quien la invitaba.

No quería ser antipática, pero estaba acostumbrada a la noche y sabía que la mejor forma de librarse de un hombre pesado era, simplemente, no dar pie a sus intenciones, y en eso había tenido que aprender rápido. En los últimos años, su cicatriz bastaba para mantenerlos a raya, pensó que tal vez el hombre no se hubiera dado cuenta, puesto que, como siempre llevaba la mayor parte de ésta tapada bajo la ropa y él, desde donde estaba sentado, no podía verla.

El camarero insistió con un acento de lo más gracioso.

El señor Quarter es miembro de la misma expedición en la que está usted, señorita.

Gianna no pudo resistirse a mirar. Se fijo en el tal Quarter... Era un nombre enorme, con la piel curtida por el sol y unas manos enormes, parecía un tipo duro. Salvo por la mirada de cachorrillo triste que tenía y había algo...

Está bien. Deme ese café...

Dijo Gianna al camarero, intentó apartar la vista y distraerse con otra cosa: una cosa era aceptar un café y otra muy distinta pasar a ser indiscreta, entre otras cosas, para evitar que él lo fuera, pero algo hacía que su mirada fuera a parar a la de ese hombre constantemente.

A ver si ahora me voy a volver sensiblona. Una cosa es dejar que se acerque Denise y otra convertirme en una hermanita de la caridad...

El camarero regresó con el café, Gianna cogió la taza con las dos manos y dejó que el delicioso aroma del café la inundara. Antes de empezar a tomarlo, levantó la taza hacia el hombre en señal de agradecimiento. Y ahora si, le cerraría la puerta de su mente para disfrutar del café que le había brindado.

Denise seguía sin aparecer, si seguía asi, con tanto café no podría volver a dormir en varios días. Tampoco es que tuviera mucha prisa por partir. Le gustaba aquel lugar. Le gustaba como le hacía sentirse. Hacía mucho que no sentía en ningún sitio como si todo lo que la rodeaba estuviera impregnado de cariño y atención. Puede que a la vuelta se quedara unos días para disfrutar del pequeño hotel...

Gianna acabo el café y al bajar la taza tras el último sorbo, volvió a sentir como sus ojos se desviaban hacia Quarter.

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16/09/2012, 14:45
Omar Heket

Antes de tener tiempo de contestar a aquel hombre, varias personas hicieron su entrada en la sala. Cada una parecía interesante a su manera, aunque quienes más llamaron mi atención fueron el caballero con aspecto de hombre de gran cultura y la joven mujer. Sentí deseos de entablar conversación con aquel hombre, ya que parecía provenir más de "mi mundo", pero no me parecía de buena educación dejar al otro caballero con la palabra en la boca, de modo que proseguí con nuestra recién iniciada conversación:

Parece un trabajo peligroso el que usted realiza, aunque sin duda le ofrecerá la posibilidad de vivir aventuras fascinantes. Seguro que lleva un sinfín de anécdotas a sus espaldas. Luego proseguí:  Mi trabajo sin embargo a veces puede pecar de aburrido, pues salvo que se logre algún descubrimiento, tan solo me dedico a remover la tierra.

Eché un nuevo vistazo a la gente que acababa de entrar y me fijé en el gesto de Quarter con la joven mujer: ¿Conoce usted a esa señorita? 

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17/09/2012, 16:44
Allan Quarter

Aun no.

Y la frase de respuesta a aquel viejo librero dejo claro que el cazador tenía una presa. En un sentido muy figurativo sin duda.

Ella acepto el café, y se dedico a esperar, lo mismo que hacia Allan.

Era una pena que en breve tuviera que marcharse a buscar quimeras por la selva, porque aquella mujer tenía algo. Algo de interés.

Pero ya era momento de prestar más atención al resto de los personajes que allí había. Otra mujer había entrado en el lugar, y otro hombre, que Quarter no sabía si catalogarlo en la misma estantería que al hombre con el que hablaba, o ponerlo en otra.

Sin duda, parecía tener más tablas, para moverse por un lugar tan alejado de la verdadera civilización. De la que sin duda provenía.

Pero aun así no dejo colgado a su interlocutor. Y volvió a la carga, con esa charla fresca y despreocupada que solo podía tenerse en pequeños momentos, y extraños lugares como aquel.

Así que esa es su tarea aquí. Ha venido a remover la tierra. Sin duda una labor ardua. Sea para quien sea.

Yo por mi parte, lo de las aventuras, hace demasiado que las vengo viviendo, pero seamos francos, no sé hacer otra cosa.