El día ameneció lluvioso también. Las gotas de agua que la lluvía arojaba con fuerza replicaban contra el cirstal de la ventana. El día estaba oscuro como si todavía fuera de noche, y pese a ello se notaba actividad en la Posada del Dunael.
Un caluroso aire ascendía entre las rendijas de los tablones de madera del suelo, y un leve calor les llevaba a la piel. Habían encendido la chimenea de la posada, pese a ser primavera. No obstante, se agradecía aquel ligero calorcillo.
Cuando bajaron al comedor había algún que otro huesped ya desayunando. Tom servía a uno de ellos cuando les vió en el quicio de la puerta que daba a las escaleras y les hizo un gesto para que se sentaran en una mesa. Poco después acudió a atenderles.
Cuando el posadero se acercó ante ellos Dwarin le saludó amigablemente. - Buenos días amigo, ¿nos traerías algo algo para almorzar?, quizás algo de pan y mantequilla, leche y algo de queso... -, enumeraba el enano mientras miraba a su compañero en búsqueda de una señal de aprovación.
En seguida. Dijo tomando buena nota de lo que el enano solicitaba. Dio media vuelta y volvió al cabo con el pedido.
La última cabezada de Dordaggan se acabó en el momento en el que las gotas comenzaron a replicar con más fuerzas contra los cristales de la ventana. Se levantó con el sobreesfuerzo por no haber dormido lo suficiente.
Después, junto a su compañero bajo al salón comunal para tomar el desayuno.- Buenos días.- Saludó al posadero. El enano fue asintiendo a cada alimento que fue mencionando Dwarin, haciendo hincapié de que quería algo de bacon.
Tras echar un vistazo al salón el enano comentó a su compañero, - Bueno Dorn, ¿le preguntamos al posadero dónde adquirir nuestro encargo, para hacerlo cuanto antes? -. El enano volvió a echar un vistazo a aquella estancia mientras esperaba la contestación.
¿Vemos algo fuera de lo normal en la taberna? ¿alguien que desentone o llame la atención?
- Si mal no recuerdo, el jefe dijo que debíamos dirigirnos a un herborista del distrito Norte.- Contesto Dorndaggan, solucionando ya el problema de a donde deberían dirigirse.
Dwarin echó un vistazo alrededor, todos eran dunlendinos, como ocurrió la primera vez que visitaron la taberna no había extranjeros en aquel lugar.
Los clientes se agrupaban en pequeños grupos de dos o más personas y conversaban con esa forma atropellada y rápida que tenían los dunlendinos para hablar. Entonces Dwarin se percató en un hombre alto y grande, de espaldas anchas y espesa barba, tenía mucho pelo por los brazos y vestía ropas lanosas. No se parecía a ninguno de los otros dunlendinos pero tampoco supo situar si se trataba de otra raza o se trataba de un dunlendino diferente al resto.
Comía solo y en silencio, con gesto de pocos amigos. No parecía estar invitando a nadie a sentarse a hablar con él precisamente.
Dorndaggan se fijo en que su compañero mantuvo la mirada posada más tiempo sobre un hombre que sobre el resto, por lo que adelantándosele.- Perdone. Ese hombre, ¿quién es?- Preguntó susurrándole al posadero, cuando fue a llevarles el desayuno, y señalando a la persona en cuestión únicamente con la mirada.
El posadero miró hacía donde Dorndaggan sutilmente le señalaba y se fijo en el extraño.
Ah si, es un extranjero que vino anoche. Antes que vosotros, cuando aún serviamos cenas y esto estaba animado. Dijo en voz baja para no llamar la atención del referido.
- Um!, ya veo. Gracias.- Dijo en voz baja tanto por la información brindada por el posadero, como por el desayuno que este mismo les había servido.
- Llama la atención, ¿no crees amigo? -. Dijo Dwarin sin dejar de quitar la disimulada mirada del sujeto. - Bueno, cuanto antes pasemos por el herborista mejor... -.
Tom se acercó a ellos y recogió los platos vacios de los que los enanos habían dado buena cuenta.
¿Deseais algo más? Preguntó sonriendo como habituaba.
Vosotros dos podeis continuar, ya que estais los dos.
- No amigo, dinos lo que te debemos que tenemos cosas que hacer esta mañana -. Dijo el enano sin dejar de mirar de reojo al extraño de la otra mesa.
Dorndaggan asintió con la cabeza como respuesta a la pregunta que le había lanzado Dwarin con relación al extraño, si se podía definir como tal, pues en una ciudad edain más raro era ver a dos enanos.
También estuvo de acuerdo con su compañero en que debían de dejar la posada para ir cuanto antes al herborista, pensamiento que se vio reflejado al levantarse e ir a echar mano al saquito de cuero que colgaba de su cinto para pagar su parte.
Dwarin siguió a su amigo con los mismos gestos y abonó su parte. - Bueno, vamos a ver a ese herborista -, dijo medio susurrando para si mismo, mientras se disponía a ir hacia la puerta.
Tom recogió el dinero y los platos y agradecio la visita a los enanos.
Recordad que siempre sereis bien recibidos en esta posada. Les dijo con su sempiterna sonrisa. Entonces Dwarin comentó lo que iban a hacer.
Hoy no es un buen día para ir a comprar... Comentó mientras colocaba habilmente los platos sobre el brazo izquierdo, donde ya portaba más platos como si de un malabarista se tratara. Va a estar todo el mundo en la plaza. Yo mismo voy a asistir mientras mis hijos cuidan el negocio, aunque seguramente los clientes también vayan, jeje.
El enano miró a su amigo fugazmente y se dirigió de nuevo al posadero, - ¿Que queréis decir amigo? -. A Dwarin le daba en la nariz que se trataba de esos déspotas que tenían por gobernantes...
Dordaggan espero a que el posadero contestará para salir hacia el herborista sin importar lo que les dijera ahora o lo que ya les había mencionado sobre su escepticismo de que encontraran al comerciante, pues si mal no recordaba el jefe les había hablado de que ya le había avisado de su visita incluyendo las hierbas que debían pasar a recoger.
¿No os habeis enterado? Parecía asombrado, como si aquella noticia fuera tan impactante que incluso las nubes debían comentar acerca de ella.
Una patrulla de soldados llegó ayer a la tarde, habían capturado a una jinete cabeza de paja del sur, ella y su grupo de malhechores habían atacado a la patrulla y, según dicen, habían hecho algún que otro mal por la región. Desde entonces esta esposada en la plaza, a la intemperie. Así aprenderá...
Hoy el Jefe Dunlen saldrá a la plaza a leer su condena. Añadió. Por eso van todos a la plaza.
El enano con cara de sorpresa miró a su compañero y juntos fruncieron el ceño.- ¿Jinetes del sur?..., gracias amigo - dijo dirigiéndose al posadero. Cuando este se despidió con un leve movimiento de cabeza, Dwarin se dirigió hacia su compañero. - ¿Jinetes del sur atacando estas gentes?, ¿no te parece un poco extraño Dorn? -.