Partida Rol por web

- Adelante -, añadió Dwarin y procedió a soltar el cabo que mantenía la lona al carro sujeta. Tras soltarlo miró al guardia y asintió con la cabeza a modo de invitación. Después, con discreción, se fijó en el resto de los guardias uno por uno, su aspecto, las armas que portaban, etc. Y volvió a mirar al guardia que procedía a ver el interior de la carreta.

El guardia miró bajo la lona y comprobó que era cierto lo que los enanos decían, hizo una señal al otro guardia y este comenzó a empujar la pesada puerta de madera.

Lamento esto, pero no podemos arriesgarnos a que se cuele alguien escondido. Por cierto, sean bienvenidos. Su voz y su gesto cambiaron del tono hosco y duro de antes a algo más agradable y simpático. Les aconsejo pasar la noche en la Posada del Dunael. Es la mejor de la ciudad.

Después el guardia se apartó del camino y dejo que los enanos pasaran con su carreta para después volver a cerrar la puerta. La ciudad de los dunlendinos se abría ante ellos. Una enorme calle principal partía desde la puerta, ensanchando incluso el camino. A ambos lados se levantaban casas pequeñas, de madera, muy rusticas y nada expectaculares. La calle se alargaba durante bastantes metros, recta hasta que al final podían ver el pie de las montañas que se extendía hasta allí.

Cillian-o-Cilstrem estaba construida en un saliente de las montañas y aprovechaba un codo de las montañas a modo de muro natural.

- Gracias -, y acompañó esta palabra con un ligero movimiento de brazo. - No se preocupe, entiendo esta precaución. Con todas esas criaturas endiabladas rondando por estas montañas… -. Cuando las puertas comenzáron a abrirse y los enanos comenzaron a entrar, Dwarin preguntó, - ¿Nos indicarían dónde encontrarnos con su Jefe? -.

Las palabras del enano provocaron una sonrisa en la cara de los dos guardias. Dwarin se sintió incomodo por un instante, pero después uno de los guardias contestó:

Esta ciudad esta regida por Bele Dunlen y sus cuatro hermanos. Pero no atienden visitas a estas horas de la noche... La risa volvió a asomar en los labios de ambos guardias. Os podrán atender mañana por la mañana a primera hora.

Una vez hubieron llegado con la carreta al exterior de la posada de Dunael, Dorndaggan pensó que había un problema con que los dos enanos se hospedaran por lo que se lo expusó a Dwarin para saber su opinión.- Si los dos dormimos dentro de la posada, ¿quién vigilará la carreta con su contenido?- hizó una ligera pausa, y prosiguió en voz baja.- no me fio de estos hombres, si la dejamos sin vigilancia quizás cojan sin más lar armas y después no cumplan el trato, ¿qué hacemos entonces?-

- Bien, no seremos nosotros quien os falte al respeto, mis señores. Además, tenéis razón, será mejor tratar estos asuntos una vez hayamos descansado. Buscaremos la posada del Dunael y mañana por la mañana hablaremos con Bele Dunlen vuestro señor -. Comentó Dwarin con intenciones respetuosas.

Una vez llegaron ante la posada y ante las palabras de Dorndaggan, Dwarin giró la cabeza hacia este y se quedó pensando un rato. - No se me ocurre nada. Podemos pagar un extra a alguien para que le eche un vistazo ¿crees que nos podríamos fiar?, o igual podemos conseguir una habitación cerca de los establos... -

-Yo no me fiaría de estos hombres, por lo que si quieres puedes pedir una habitación para dormir, y yo estare la primera media noche vigilando la carreta y la otra media noche me relevaras tú, ¿qué te parece la idea?-

- Bien, entonces yo haré el segundo turno. Despiertame cuando llegue el momento -. Entonces Dwarin entregó las correas a Dorndaggan, bajó de la carreta y cogió la mochila. - Entraré a hablar con el posadero para coger una habitación y comentarle que precisamos del uso de las cuadras, después te acompaño a las cuadras -.

-Deacuerdo, te esperare a la entrada de las cuadras para saber que te ha dicho el posadero, hastaahora.- dijó Dorndaggan mientras se bajaba de la carreta, ya que no tenía pensado conducirla con las riendas y que se le descontrolará como le había pasado al principio a Dwarin puesto que en una ciudad que no era la suya no sabía si se lo tomarían de la misma buena forma como habían hecho sus congeneres.

Dwarin asintió y se encaminó hacia la puerta de la posada. Empujó la fuerte puerta de madera y esta se entreabrió para mostrar una agitada estampa entre gritos y canciones. Dwarin abrió bien los ojos.

Un alegre hombre se acercó a Dwarin en cuanto este abrió la puerta.

¡Hola, muy buenas noches! Bienvenido a la Posada del Dunael. Mi nombre es Tom, ¿en que puedo ayudarle amable extranjero?

Su profesional sonrisa no se borró ni inclusó mientras hablaba. Lo hacía rápido y atropellaba unas palabras con otras. A Dwarin aconstumbrado al hablar lento de los enanos le costó entenderle al principio, e incluso pensó que le hablaba en otro idioma, pero pronto se dió cuenta de que no.

Vestía un mantel sucio y se limpiaba las manos en él mientras hablaba, era un hombre no muy alto, como la mayoria de los dunlendinos, rondaría el metro setenta. Tenía el pelo negro y los ojos negros también. Era barrigudo y patizambo.

El resto de la posada eran dunlendinos todos ellos, no había ningún extranjero que destacar y si lo había sería un dunlendino de otra ciudad más que alguien de fuera de las Tierras Brunas. Había buen ambiente, la gente brindaba con pintas de cerveza, cantaban canciones en un idioma desconocido y reían sin parar.

Dwarin levantó las cejas en señal de sorpresa y dijo, - Saludos Tom, mi nombre es Dwarin. Un compañero y yo acabamos de llegar tras una larga jornada, y precisaríamos de sus servicios -. Sonriente aunque hablando más lento que el posadero continuó, - necesitamos alojamiento y poder disponer de sus establos, si es posible -. Con la intención de agradar al posadero Dwarin comentó, - Nos habian aconsejado su posada, y ya veo porque. ¡Es un lugar acogedor! -.

Tom se mostró falsamente modesto. Oh, bueno, no es nada, uno solo intenta hacerlo lo mejor que puede... Parecía el tipo de hombre al que le halagan los cumplidos más que la hierba de fumar a un mediano.

¡Claro que podeis disponer de mi alojamiento y mis establos! Se bajo a la altura del enano como si fuera a contarle un secreto. Pero a un modico precio, eh.. Carcajeó y golpeó ligeramente con el codo a Dwarin mientras lo hacía.

Dorndaggan condujó a pie al poney con la carreta hasta llegar a los establos, que se encontraban bordeando el edifició de la posada y en el lado contrario de la puerta.

Era un covertizo de madera, con el techo de paja y un buen candado en la puerta. Dorndaggan no pudo entrar más allá, pero el olor a caballo mezclado con el de paja humeda no dejaba lugar a dudas.

- Jejeje, me alegro amigo. Bien, pues si es tan amable de acompañarnos o de indicarnos dónde están las cuadras para guardar la carreta y asentar al animal..., luego podremos asentarnos nosotros y llenar bien el buche, jejeje -. Dijo sonriente Dwarin.

Dorndaggan tenía el gaznate seco ya que no había bebido a lo largo del viaje, por lo que se dirigió hacia el carro, descargo su mochila de este y saco la cantimplora para luego echar un buen trago de agua.

Después de haber vuelto a dejar las cosas en su sitio, el enano se apoyo estando armado en la puerta del granero a vigilar el carro tranquilamente en una posición de visionado posterior diagonal  al transporte, y a esperar la vuelta con nuevas de Dwarin.

Dwarin guiado por el posadero llegó a los establos donde ya esperaba Dorndaggan, estos se encontraban bordeando el edifició de la posada y en el lado contrario de la puerta.

Eran un covertizo de madera, con el techo de paja y un buen candado en la puerta, el olor a caballo mezclado con el de paja humeda inundaba la fragancia de aquel lugar.

El posadero analizó al otro enano.

Ah, este es tu amigo. Dijo sonriente. Buenos días me llamo Tom. Soy el dueño de este lugar. Dijo inclinando levemente la cabeza hacía Dorndaggan.

Sacó un manojo de llaves y comenzó a buscar la del candado de la puerta del establo.

Como le iba diciendo a su querido compañero, estas cuadras están muy bien vigiladas por las noches aunque solo tengo los caballos de un par de clientes. No obstante, puedo asegurarles que unicamente yo tengo la llave de este lugar y que nadie puede entrar aquí sin mi consentimiento. Mientras hablaba pasó una de las llaves por el ojo de la cerradura y le dió varias vueltas que hicieron sonar los engranajes hasta encajar en la posición perfecta, momento en el cual el candado liberó la cerradura de la puerta y el posadero pudo sacar el candado del pasador.

Dwarin observó como el posadero sacaba las llaves y comenzaba a abrir el candado. Observó la calidad del candado por sopesar la seguridad del establo, y echó un vistazo por si se divisaba alguna otra posible entrada. Después miró a Dorndaggan por ver que cara ponía ante la situación y ante la seguridad que Tom, el posadero, afirmaba de sus establos.

Dorndaggan ante lo dicho por el posadero, asimiló que este no les iba a dejar estar dentro de los establos para vigilar las armas, por lo que un acto reflejo se formó en su cara en forma de mueca de desacuerdo, aunque la intento disimular lo antes posible y no dijó nada hacia el hombre.

Una vez que el posadero se hubiera marchado el enano le contaría su opinión a Dwarin.