Partida Rol por web

El posadero apareció por la puerta secundaria apenas unos segundos después de que Leowyn y los demás abandonasen la posada. El rohirrim y el elfo aún estaban subiendo la escalera cuando lo vieron aparecer, escoba en mano, echando espuma por la boca y rayos por los ojos, su tez morena estaba completamente roja de ira y según entró por la puerta fue directo a por el joven muchacho encargado de limpiar y servir entre otras muchas tareas.

¡Maldito bastardo desagradecido! Gritó nada más entrar alzando la escoba hacía el cielo para bajarla con fuerza sobre la espalda del pobre Bledwyn que no pudo hacer otra cosa que protegerse con los brazos la cabeza y tratar de esquivar el golpe sin exito.

¡Te dije que encerraras a esas malditas yeguas! Otro escobazo fue directo contra los riñones del muchacho. ¡Me han despertado por tu culpa!

Alzó una tercera vez la escoba para continuar con la paliza que le estaba dando al muchacho, pero esta vez aguardo un instante con la escoba en el aire para calcular mejor su puntería.

La joven elfa se compadeció de la pobre mujer mientras ella les contaba su historia. Se acercó a ella, y con una compasiva sonrisa le puso una mano en el hombro para reconfortarla.

-Siento lo de tu hombre, Leowyn. La verdad es que si me hubiera pasado a mí algo parecido, recorrería cielo y tierra hasta encontrar a los asesinos y vengarme. ¿Entonces vais a seguir buscándolos cuando os halláis recuperado?

Su sonrisa se volvió fiera.

-Si necesitáis ayuda para atraparlos, no dudéis en pedirla. Si esos hombres son capaces de teder emboscadas y matar a sangre fría a quien no ha hecho nada malo, merecen ser castigados.

Bajo las escaleras y sujeto uno de los brazos del posadero mientras desenvaino mi espada

-Detengase ya, si no quiere ser usted quién reciba los golpes-

Mi voz es adusta, y mis ojos amenazantes

"No dejaré que golpee más al muchacho, por mucho que sea un humano"

pobre muchacho....tal vez le convendria venir con nosotros

El hombre iba a golpear de nuevo al muchacho pero la mano del elfo detuvo su mano. En primera estancia se asombró de ver al elfo, aparte del hecho de que uno de los Primeros Nacidos se encontrara en la posada la gran embergadura del Galanthir sorprendió al posadero. No obstante eso no consiguió amainar su enfado. Quizá por acabarse de levantar o por que fuera demasiado orgulloso y estupido para frenar la paliza que le atizaba al muchacho, el posadero se dirigió al elfo malhumorado y con palabras hostiles.

Callate orejas picudas. A tí nadie te ha dado vela en este entierro. Después señaló al elfo con la escoba y añadió: Además no recuerdo que seas un huesped de esta posada, asíque no puedes subir a las habitaciones.

Bien hija de grandes jinetes. Por lo que dices esto no es mas que pura venganza. Quiero que sepas que la venganza no te va a devolver a tu amado y malo seria que te hiciese sentirte bien. Pues lo que debes hacer es resignarte y seguir tu vida.

Leowyn agradeció las palabras y la comprensión de Miriamele, pero su tranquila tristeza se vio alterada con las palabras de Silwen.

¿Qué?¿Y dejar que el asesino de Argulf campe a sus anchas por el mundo? Mi intención no es encontrarlo y matarlo. Solo quiero que sea juzgado por lo que ha hecho. Quiero honrar la memoria de mi amado. Y me niego a resignarme.

Si tan solo quieres que sea juzgado por sus actos, teniendo derecho él a defenderse, te ayudaré gustosa. Nadie debería tener ligareza a la hora de decidir si alguien debe vivir o morir. Dar vida o muerto es un don que sólo Ilúvatar debería poder usarlo. Ante todo, deseo que no te ofendas con mis palabras, pues se que estos momentos son muy duros para ti, y no es mi intención herir tus sentimientos, sino de que tus actos se rijan por la sabiduría y no por la pasión.

No te preocupes Silwen, he tenido tiempo para meditarlo y aunque en un primer momento desee matarlo con mis propias manos, ahora lo que más me gustaría es ver como se pudre en una carcel, consumiendo su mente por haber matado a Argulf a sangre fría.

Miró de nuevo al resto.

Mi idea es la de partir hacía Rohan y una vez allí averiguar quien es el asesino y apresarle. Cualquier ayuda que podais darme sería bien recibida y recompensada en cuanto tenga algo de valor que daros.

-Entonces cuenta con mi ayuda. Total, no tengo nada mejor que hacer. Mi visita al Mar puede esperar. No necesitas dar nada a cambio, simplemente el saber que se realiza por un acto injusto es suficiente recompensa.

Miriamele saca su espada, y a pesar de su gran tamaño, la blande delante suya con una sola mano.

-Cuenta conmigo, mujer rohirrim. Mi espada está a tu servicio hasta que ese criminal reciba su castigo.

Apoyé la espada contra el rostro del posadero, deslizándola hasta su cuello sin llegar a cortarle

-No permito que un Segundo Nacido se dirija así a mi…si sabes cual es tu lugar mantén la boca cerrada, de lo contrario te enviaré ante Mandos para que te indique cual es tu sitio en la creación-

Mis ojos se clavan en los suyos, relampagueantes.

De una manera muy curiosa el verse con la espada en el cuello bajó los humos del posadero de una manera rápida y eficaz.

Va...vamos hombre, tampoco tiene que tomarselo a la tremenda. Rió nervioso. ¿No quiere una cerveza? Invita la casa.

Aparto al posadero

-Póngale la cerveza al muchacho, yo estoy muy a gusto en su magnífica posada, aun sin beber-

Miro a Bledwyn, fijándome en si esta herido de gravedad.

Otra vez, todo había sucedido demasiado rápido, y no había dado tiempo al joven para reaccionar. Sin embargo, en cuanto pudo recuperar el control de su cuerpo, se interpuso suave y lentamente entre el elfo y su patrón.

- Por favor… está bien… solo ha sido un malentendido. – intentó argumentar entre tartamudeos y frases inacabadas. Ni siquiera podía mirar a los ojos al elfo, pues aquellos ojos acerados parecían atravesarlo de lado a lado como una flecha. - No debéis causar tanto alboroto por alguien como yo… me entretuve demasiado con otras tareas… y bueno… no quisiera causar problemas, lo siento. – concluyó apesadumbrado.

A medida que hablaba, iba recuperando algo de prestancia, y su tono se volvió algo más firme. Sin embargo, seguía dirigiéndose al elfo como si se tratara de un padre, o de un maestro digno de veneración.

- Habéis hecho un largo viaje hasta aquí, y no quisiera que os llevaras una mala impresión de Bree y de sus gentes. Es un honor ser bendecidos con vuestra presencia, y estoy seguro de que mi patrón piensa de igual modo. La mañana nos ha sorprendido a todos, y creo que es la falta de sueño quien habla por nosotros.

- Por favor, volved a vuestro asiento. Permitidme que os convide con algunas de las exquisiteces que nuestro pueblo tiene para ofrecer.

Bueno ya arreglado el malentendido me retiro a mi habitacion, por favor acompañame Galanthir quiero comentarte algo. Cuando termina la frase el rohirrim se da vuelta y se dirije a su habitacion sin esperar respuesta pero a los pocos pasos se da vuelta y le grita a Bledwyn Muchacho traeme una jarra de cerveza a mi habitacion dentro de un rato las cosas se complicaron...no podremos permanecer mucho aqui

Neram queda pensativo ante las palabras de la Rohirrin, le gustaría ayudar a estos hombres en su empresa, pero dar caza a un asesino no estaba dentro de sus planes, si tuviera que acometer una empresa más heroica, algo que beneficiase a la comunidad de Bree, algo que amenazase la zona que defiende...

La cávalas del joven montaraz se alejan mucho de la empresa que le proponen ¿Por qué habría de ayudar a la humana?Son un grupo bastante amplio y es una sola persona la que han de capturar. Por otro lado no puedo dejar mi posición en estas tierras, mis hermanos montaraces no entenderían mi marcha por tamaña vanalidad... Definitivamente esta no es mi empresa.

Haciendo un gesto de condescendencia Neram explica sus raciocinios. Leowyn, te acompaño en el sentimiento de tu pérdida y entiendo el motivo de tu empresa, sin embargo mi labor en estas tierras es importante y mi juramento a la defensa de la antigüa Arnor no puede ser olvidado. Si no tuviera tales deberes la acompañaría sin dudarlo un momento pero estas tierras necesitan de mi labor y la de mis compañeros.

Sigo a Fhengel

-Muchacho, avísame si vuelven a golpearte-

Digo dirigiéndome a Bledwyn, mientras sigo al rohirrim.

Subieron las escaleras sin que el posadero se atreviera a pronunciar palabra, al menos en su presencia. Al llegar a la habitación de los rohirrim abrieron lentamente la puerta. Linsul se encontraba allí atendiendo al herido, sumamente concentrada. Al abrir la puerta perdió la concentración y les miró enfadada haciendoles un gesto con la mano para que se fueran.

El herido parecía delirar, y hablaba en una lengua extraña, o tal vez solo fuera la fiebre.

La frente del posadero estaba colmada de diminutas gotas de sudor, respiraba sofocadamente y miraba con odio a Bledwyn, pero no se atrevió a ponerle la mano encima de momento.

Cuándo el elfo y el rohirrim subieron las escaleras y desaparecieron de su vista, le miró malhumorado apretando los dientes y le dijo:

-Subele la jarra que te ha pedido el pelo paja... Ya hablaremos tú y yo de esto más adelante. Aquella frase ya la había oido antes y siempre terminó con su costado amoratado de golpes. Dicho esto el hombre volvió a salir por la puerta que había entrado.

Miro a Linsul

-El rohirrim ha insistido en que subiera, ¿Cómo está?-

Aunque no quiero demostrarlo, en mis ojos se ve la preocupación, mientras miro al humano delirar o balbucear en un idioma extraño.