Partida Rol por web

Tras haber recuperado la energía andando más despacio los niños descubrieron que podían trotar con mayor facilidad. El descanso les había sentado muy bien y no tardaron en llegar a la cueva de la Anjana, donde estaban sus tres amigos agachados y haciendo ruidos raros a tres bichos en el suelo. Sin lugar a dudas debían ser las garduñas.

Lucía se alegró al saber que iban a tener ayuda y salió detrás de Guillermo para darle las gracias a la garduña, aunque volvió al dar un paso atrás al ver cómo se enfadaba un poquito con ellos.

- No, no, nosotros también vamos a buscar.

Pensó unos instantes en lo que acababa de decirles, parecía lógico pensar que los huevos pudieran estar protegidos dentro de una cueva.

- Podemos mirar mejor en la cueva de los gitanos. Pero... ¿cómo vamos a poder ver dentro si no tenemos ninguna luz?

Se volvió de nuevo a la garduña y poniendo cara de niña buena -no es que ella fuera mala ni nada de eso, sólo que no quería que se volviera a enfadar-, le hizo una nueva petición.

- Perdone señora, pero ¿cómo podríamos ver en el interior oscuro de una cueva?

No había terminado Lucia de hablar cuando de pronto, una tenue luz iluminó sus pies. Al seguir el rastro de la luz vio que se trataban de los dos chicos que se habían quedado rezagados.

La niña miro con desaprobación a su compañera, no creo que estén en la cueva de los gitanos…. Ese bicho puede que sea tonto pero no creo que vaya a poner sus huevos en la cueva donde viven sus peores enemigos, seria de muy, muy tontos. Aunque por lo que había dicho mama garduña el bichejo no es que fuera un lumbreras al seguir utilizando como zona de cría una zona con tantos ríos. ¿Podrías indicarnos donde hay más cuevas?, nosotros no conocemos bien el bosque y seguro que tardaríamos mucho en encontrar otra cueva, pero si nos indicas puede que lleguemos a ella rápidamente.

Cuando vio la luz por el camino sonrió levemente. Sus compañeros había legado y con ellos la luz. Ya tenemos linterna de nuevo.

- Tienes razón Alicia, hay que buscar en otras cuevas.

Y cuando notó la luz acercándose por el camino, Guillermo añadió:

- Y aquí tenemos la luz que nos hacía falta. Puedes quedar tranquila, garduña, nosotros buscaremos por toda cueva que encontremos.

Comenzó a hacer señas y a chistar a los que llegaban no fuera a ser que se asustaran en la oscuridad.

- Eh, eh, estamos aquí.

Cuando vio la luz aparecer, Lucía pegó un bote pensando que aquello era cosa de magia pero, para su decepción, se dio cuenta que sólo eran sus amigos que los habían alcanzado y la luz era de la linterna de Uzo.

- Ya nos podemos poner en camino entonces. Señora garduña, muchas gracias por todo, y si alguien de su familia o... amigos encuentra algo ¿podrían avisarnos?

Veía a Guillermo hacernos señas no muy lejos. Aún el pequeño Uzo no comprendía cómo habían llegado tan rápidamente a lugar (¿acaso ese veneno ahora en su cuerpo también les había dado superpoderes?). Dudándolo (y mucho) Uzo se descolgó enseguida la mochila, y se sentó en una piedra para descansar.

Chicos... -dijo descansando el chaval-. Hemos visto... hemos visto a la Anjana... Uff... ¡Pero no puede ayudarnos...! Tan sólo...

¿Qué hay que buscar por las cuevas?- Dijo panes al llegar. No sabía por qué, pero al descansar un poco se le había ido el dolor en el pecho y había podido continuar más deprisa y ahora se encontraba con más energía.- ¿Donde hay que ir? ¿Qué os ha contado esos animales? ¿Sabéis ya donde buscar?

¿Es que no te acuerdas, Panes? -dijo el pequeño Uzo- ¡las Garduñas!

Entonces se levantó del asiento de piedra y se dirigió a sus otros compañeros.

Panes y yo vimos a una anjana mientras veníamos. Tocaba una bonita música, y al ir hacia ella, la vimos. ¿Pues sabéis que? Nos dijo que cerca de su casa, osea, esta cueva, vive una familia de Garduñas. No sé lo que és, pero seguramente es algo conocido de esa Anjana. Otro ser de la tierra y el agua, tal vez... ¿Porqué no las buscamos? -propuso-.

José se quedó mirando sorprendido a Uzo.- Pero ¿De qué está hablando?- Uzo, ¿Te encuentras bien?

Claro que habían visto a una Anjana, pero lo habían hecho todos juntos y era en ese momento cuando les había dicho lo de buscar a las garduñas que seguro eran los animales con los que sus compañeros acababan de hablar.

- Mientras veníamos no hemos visto absolutamente a nadie, solo escuchamos una música que nos intentó atraer hacía el río.- Razonó.
 

Lucía pensó que el veneno ya estaba haciendo efecto en el pequeño Uzo ya que parecía olvidar que había estado con ellos mientras veían a la Anjana, pero fueron las palabras de Panes la que la sobresaltaron.

- Anda... Habéis escuchado al Musgoso... ¡Qué bien! Pero no podemos seguir su música porque, aunque quiera salvarnos del basilisco llevándonos hasta el río, nosotros tenemos que encontrar los huevos... y estos estarán alejados del agua y metidos en alguna cueva. Eso es lo que nos ha dicho la señora garduña.

La niña levanto las cejas  con cara de asombros. ¿de qué estaba hablando Lucio? Asintió a las sabias palabras de Lucia explicando lo que había que hacer para encontrar los huevos del basilisco. Las garduñas también han dicho que nos iban a ayudar y que otros animales seguramente también nos ayudan, incluidos murciélagos, porque todos quieren acabar con los huevos del basilisco.

- Lo importante es que ya estamos todos reunidos de nuevo y ahora tenemos luz para buscar en la oscuridad los huevos. Las garduñas nos van a ayudar pero tenemos que mover el culo. Adelante.

Guillermo no quiso enfrascarse en debates estériles, tenía respeto por la advertencia de las garduñas y supo que debían ganarse su respeto buscando sin dilación.

Oye má—interrumpió una de las garduñas. ¿Puedo ir con ellos y así no el basilisco no les hará daño?. A mi no me puede quemar...¿Puedo?¿Puedo?¿Puedo?La garduña trepó y se situó en el hombro de Lucía como si se tratase de una rata, animal que no hacía demasiada gracia a la niña. Allí revolvió el pelo de la chiquilla antes de dejarse caer y acercarse a los dos niños nuevos para olisquearlos. La garduña más vieja puso mal gesto y soltó un bufido de disgusto pero asintió vigorosamente por la cabeza antes de desaparecer con el resto de garduñas entre los matorrales.

Se quedó mirando a la cria de garduña*, escuchando la petición que ésta le hacía a su madre. Sin duda que cuanta más ayuda mejor, y más aun teniendo el veneno en el cuerpo. Fuera o no a ayudarles, al menos sería la guía hasta los huevos preciados...
 

A punto estuvo de pegar un grito al ver cómo el bicho aquel se le subía hasta el hombro. Se quedó rígida mientras la joven garduña le revolvía el pelo intentando no pensar en que podía arañarla o, incluso, morderla. Respiró aliviada al ver cómo perdía interés en ella y se iba a olisquear a Panes y a Uzo.

- Qué bien, ya tenemos guía. Guillermo tiene razón, será mejor que nos vayamos ya.

Panes se agachó para permitir que la garduña le olisqueara y aprovechó para acariciarle el cuello.- Vale vamos.- Dijo sin saber por dónde tendrían que empezar a buscar dispuesto a seguir a sus amigos.

Cuando empezaron a andar se acercó a Lucía y le preguntó en voz bajita.- ¿Quién se supone que es el Musgoso ese?

- Pues... El Musgoso es un ser del bosque, alto y delgado como un palo, pero es bueno. Ayuda a la gente que se pierde por aquí y también a los pastores. Los avisa tocando la flauta o silbando cuando alguien va por un sitio peligroso, de esa forma les dice por dónde está el buen camino.

Lucía también le habló a Panes en voz baja, recitando lo que recordaba de aquel hombre que vivía en el bosque.

- Por eso le oísteis cuando os alejasteis del agua, porque el basilisco odia el agua y el Musgoso no quiere que vayamos a buscarlo porque es peligroso. Quiere salvarnos, pero nosotros no podemos hacerle caso.

Había hablado casi de carrerilla y no estaba muy segura de que Panes la hubiera entendido bien.

Osea, que era un "Musgoso" -repitió el pequeño Uzo-. Bueno, tampoco podemos quedarnos parados, diga lo que diga o toque lo que toque ese ser... Cuanto más esperemos -dedujo Uzo-, más malitos nos pondremos... ¿Dónde podríamos encontrar al Basilisco? ¿Aquí?

Guillermo no participó en la conversación, concentrado como estaba en buscar los huevos salió de la cueva en cabeza y giró hacia el lado contrario por donde habían llegado Panes y Uzo. Procuraba no pisar nada raro y sin apartar la mirada del suelo gruñó:

- Alumbrad bien, que no veo ni torta.

Lo último que quería después de esa lamentable excursión era un tobillo torcido o algo peor... una muerte por envenenamiento.