Partida Rol por web

Los últimos romanos (Privada)

Escena II: A bordo de la Danaë

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02/03/2017, 20:30
Jenócrates de Tenedos

Me cago en el Trismegisto y la madre que lo parió. Quién me mandaría a mí. He de hacer un esfuerzo serio por no arrancarme el brazo y dárselo de comer a los peces. ¡Joder, cómo pica! He de de hacer un esfuerzo aún mayor por mantener la compostura y no tirar al joven Cayo también por la borda, aunque parece que me he ganado el respeto del persa.

-¿Acaso puedes hacer una vasija sin arcilla o un queso sin leche? Si uno no dispone de los elementos necesarios, no puede producir algo de la nada. A no ser, claro está, que sea un dios. Nosotros, pobres mortales, debemos conformarnos con una simple imitación de sus prodigios. Y aún así, osamos parecernos a los dioses, a tratar de convertir el caos en orden. ¿No os parece fascinante? -hablo, divago, trato de mantener la mente ocupada para no pensar en el intenso picor que me recorre el brazo.

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03/03/2017, 17:20
Magister

Cuatro días más tarde, la nave atraca en el puerto de Heraclea Póntica. El puerto es poco impresionante, sobre todo comparado con los puertos de Constantinopla (pero esa es una comparación injusta).

En cualquier caso, es el lugar idóneo para hacer los últimos preparativos antes de llegar a Phasis.

Notas de juego

That said, tenemos que hablar de inventarios. Escribidme en privado (o por aquí, marcando el botón "Sólo para el director") qué queréis llevar, y negociamos.

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04/03/2017, 21:45
Jenócrates de Tenedos
Sólo para el director

Notas de juego

Realmente, no hay gran cosa que necesite. Ingredientes surtidos para la alquimia, material de escritura, algo de ropa más adecuada para la corte y como embajador. No se qué más podría necesitar. (Supongo que a nivel de dinero en sí, el parné, el efectivo, debería ir bastante cubierto, por lo que pudiera pasar).

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05/03/2017, 15:40
Magister

Notas de juego

Vale, llevarás ropas distintivas,  y un broche imperial que te identifica como embajador. ¿Nada más? ¿Una daga?

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05/03/2017, 21:55
Magister

"Tenemos un viaje de 8 días hasta Heraclea Póntica. De ahí partimos hasta Amastris, puerto al que llegaremos al día siguiente. A mitad del 10º día repostaremos en Karambis desde donde navegaremos 3 días en alta mar hasta Phasis, antigua colonia de Mileto." Esas habían sido las palabras de Calístrato. Salvo por el incidente de la orina, que os tuvo fondeando un día entero, se estaban cumpliendo: tras Heraclea pasasteis a Amastris (un pueblo con un muelle largo) y, al día siguiente, a Karambis. Los habitantes de Karambis os recibieron con calor y un tipo de plato tradicional: una ensalada aderezada con queso de montañés. Llenasteis las provisiones de agua dulce de la nave y finalmente dejasteis la tierra atrás, al caer el sol del undécimo día.

Mientras dejáis el puerto de Karambis a popa, el sol se pone a babor. La figura retórica es tan obvia que no podéis evitar pensarla: el sol se pone sobre el Imperio. Al este se encuentra el Cáucaso, que es donde queréis ir. Está sumido en las tinieblas insondables de la noche (que se presenta sin estrellas), lo que sólo hace que vuestra imaginación vuele y se pregunte qué os esperará allí dentro de tan solo tres días.

Al norte, a proa, el cielo se encuentra dividido, con haces de luz de colores recortando nubes sobre el mar, que empieza a devorar la nave. Sabéis que allí, lejos a unos días de navegación, se encuentra el Lago Meotis. Antes de la llegada de los hunos, en el siglo IV después de Cristo, al lago se entraba por un brazo de mar guardado por las colonias griegas de Panticapeo y Fanagoria. Ahora, sin embargo, esa zona del mundo está gobernada por los bárbaros.

A medida que el sol desaparece por el horizonte occidental, así también desaparece la tierra del horizonte austral. Tardaréis unos días en volver a verla.

Notas de juego

Jenócrates, eres un hombre de secano. Tírame templanza.

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05/03/2017, 23:01
Jenócrates de Tenedos

Tantísimos años inmerso en el bullicio de la Gran Ciudad de Constantino, el ruido, los olores, la gente... Todo aquello no es más que un vago recuerdo ante la inmensidad azul y negra que lo devora todo, arriba y abajo. Noto como mi cuerpo tiembla ante la idea del infinito, pero mi alma se adelanta y me calma con una sensación de maravilla, de asombro ante la Creación, ante la perfecta separación del horizonte de las aguas y los cielos. Todo está en orden, dentro y fuera de mí.

- Tiradas (1)

Notas de juego

350 a.C - Aristóteles rechaza un infinito real.

527 d.C. - Jenócrates sobrevive a uno.

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08/03/2017, 22:42
Magister

Los días pasan con una calma inquietante, casi sin una brizna de viento. Los remeros hacen su trabajo y la nave continúa moviéndose a la velocidad deseada. La vida en el barco va dejando paso a la expectación mal contenida.

De pronto, en mitad de la segunda noche, el viento se levanta al fin. Viene del oeste, y os hace cabalgar sobre las olas (de manera casi literal, porque la Danaë ha alcanzado el máximo de la velocidad que puede llevar). Todos os levantáis para ver el espectáculo: varias toneladas de madera, cuerda, hierro y carne en movimiento. De pie, en la cubierta, tenéis una intuición muy clara de vuestra pequeñez.

Al amanecer el viento empieza a amainar, y es entonces cuando llega la bruma.

Notas de juego

La escena queda cerrada.