Partida Rol por web

Los últimos romanos (Privada)

Escena II: A bordo de la Danaë

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19/02/2017, 10:31
Magister

La Danaë es un dromón monorreme; cuenta con cincuenta remos, en bancadas de veinticinco. La tripulación regular del navío, contando soldados y marineros, pero sin contar remeros, es de unas cincuenta almas. Todas ellas son comandadas por su capitán, Calístrato de Mileto.

En la Danaë también está Jenócrates de Tenedos, embajador del Imperio Romano en las tierras de los lazes, y cinco guardaespaldas, a las órdenes del capitán Antonio Tulio. En ella se encuentran también dos sacerdotes, uno latino y otro persa. Son Gaius Tertius y Ormuz.

Tulio es un personaje curioso. Él mismo os lo cuenta. Su padre, Marco Tulio, sirvió a Julio Nepote en Dalmacia, cuando Roma cayó, en 476. Entonces Nepote se coronó a sí mismo emperador del Imperio Romano de Occidente, y fue reconocido por Zenón, el emperador en Constantinopla. Marco Tulio tenía entonces quince años, y sirvió al nuevo emperador durante su corto reinado. En 480, Nepote fue asesinado mientras planeaba reconquistar la península itálica. Al parecer fueron los propios dálmatas, y no los sirvientes de Odoacro, los que lo asesinaron. No querían arriesgarse a una guerra con los nuevos señores de Italia. El Imperio Romano de Occidente fue formalmente abolido por el emperador Zenón.

Pero la historia no acabó allí. Ovida, general romano de origen godo, lideró lo que quedaba de las fuerzas romanas en la provincia en un intento desesperado de evitar que las fuerzas de Odoacro conquistasen Dalmacia. Y Marco Tulio le siguió. El 9 de diciembre de 480, Odoacro al mando de sus hérulos derrota a las fuerzas de Ovida, que pierde la vida. Ovida sería recordado como el último romano de Dalmacia.

Marco Tulio y algunos fieles al Imperio huyen entonces a la parte oriental y le piden ayuda al emperador Zenón. Pero Zenón está demasiado preocupado por su propio imperio, y se emplea a fondo en la reforma militar y financiera. Marco Tulio pasa entonces a formar parte de las fuerzas armadas del Imperio de Oriente (ahora, Imperio a secas). Se casa con una antigua esclava goda, y tienen cuatro hijos. El más pequeño de todos, nacido en 490, es Antonio.

Antonio Tulio pasa su escaso tiempo libre tallando figuras de madera para sus hijos. Lleva el pelo muy corto, y tiene una constitución fuerte. En estos momentos está haciendo eso mismo, con asombrosa maestría.

Cólquida —dice, concentrado—. El último lugar del mundo al que me imaginaba que iría. ¿Qué hay en Cólquida? Leyendas y mitos.

>> Bien visto, tiene todo el sentido que vayamos a Cólquida para luchar contra los persas. Allí fue donde empezó todo.

>> Jasón llegó con su sonrisa aquea y enamoró a la bella Medea, hija del rey Aeëtes. Los griegos venían demandando algo que el rey no podía entregarles, el Vellocino. Pero Medea, pobre Medea, estúpida niña, se dejó encandilar por Jasón y lo ayudó en contra de la voluntad de su padre, el rey. Jasón le había prometido que huirían juntos con el botín. Ella le hizo prometer que salvarían a su hermanito favorito, Apsirto.

>> Finalmente, los aqueos consiguen el Vellocino y huyen con Medea y el chiquillo. Pero el rey Aeëtes los persigue con su flota. Así que Jasón y sus griegos despedazan al niño delante de su hermana y arrojan sus pedazos al mar, para que el rey Aeëtes no pueda seguir, entretenido en buscar los restos de su hijo. Según otras versiones, es la propia Medea quien tiene la idea.

>> Jasón y Medea tuvieron cinco hijos: Alcimenes, Thessalos, Tisandro, Mermeros y Pheres. Pero Jasón era un hijo de puta. Cuando llegaron a Corinto, la repudió y decidió casarse con la hija del rey Creón, Glauce. Medea, enloquecida, envía un regalo de boda envenenado: un manto para la boda de Glauce. Cuando se lo pone, empieza a arder. El manto estaba envenenado.

>> El rey Creón intenta salvar a su hija arrojándose hacia ella, pero muere también. Los corintios, como venganza, deciden asesinar a Mermeros y Pheres, que han ayudado a su madre a preparar la venganza. Medea, fuera de sí, mata a Tisandro y a Alcimenes, a sus propios hijos, para herir a Jasón.

>> A partir de aquí la historia de Medea se pierde entre las innumerables voces de la historia. Medea huye a Tebas y cura a Heracles (él mismo un argonauta) de la maldición de Hera, pero no puede quedarse en la ciudad porque los tebanos no la desean. Huye entonces a Atenas, donde se casa con Egeo, el padre de Teseo. Entre los dos tienen un hijo: Medus (aunque Hesíodo dice que Medes es hijo de Jasón). Cuando Teseo vuelve, Medea y su hijo deben huir.

>> Según Heródoto, Medea y Medus huyen hasta el desierto iranio y viven entre los arios. Ellos escogen a Medus como rey, al que llaman Medes.

>> Es el origen de los medas, los persas, enemigos encarnizados de los griegos por la ofensa causada por Jasón a Medea, por Medea a Jasón. Los romanos tenían su propio mito, relacionando la enemistad existente entre ellos y Cartago al amor no correspondido de Dido a Eneas. Después de todo, Troya ardió por culpa de una mujer.

>> Por todo el mundo, los hombres culpan a las mujeres (aunque sean mujeres mitológicas) de los problemas que ellos mismos han causado.

Antonio deja de tallar. Ha acabado.

En sus manos sostiene un carnero.

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19/02/2017, 11:24
Magister

Por supuesto la situación geopolítica del Oriente Próximo a principios del siglo VI es más compleja. Esto es lo que sabéis:

Lázica es un país pobre, pero su enorme importancia se debe al lugar que ocupa, guardando Anatolia de las estepas del norte del Cáucaso, donde habitan los hunos, y guardándola asimismo de los íberos y los persas. A principios de siglo, Lázica, aunque cristiana, mantiene una prudente distancia con Constantinopla, por miedo a las maniobras de Cabades.

En 522 el rey de Lázica muere, y su hijo, Tzathio, va a Constantinopla asustado por las maniobras persas. En efecto, Cabades, el rey de Persia, que mantiene Iberia como su satrapía, quiere introducir el zoroastrismo en la región. El emperador Justino I se prepara, y romanos y persas se arman de valor para la confrontación. Pero esta nunca llega: debido a una serie de misivas entre ambos, la guerra no sólo es evitada, sino que Cabades y Justino parecen más amigos que nunca.

Tanto es así, que Cabades, temiendo las intrigas en su propia corte, le pide a Justino que apadrine a su hijo Cosroes para que, a la muerte de Cabades, Cosroes (que no es el mayor) tenga poder para reclamar el trono. No era la primera vez: Arcadio había encomendado a su hijo Teodosio II a Yezdegerd I para protegerlo contra las intrigas de la corte imperial. Ahora Cabades escribe a Justino para pedir que haga otro tanto con su hijo.

Y Justino quiere acceder, encantado. Sin embargo, Proclo, uno de estos funcionarios paranoicos y cortos de miras (y Jenócrates conoce a unos cuantos) lo desaconseja con vehemencia. Justino se convence de que es una trampa, y decide declinar la oferta. La paz queda rota.

En 526, los íberos estallan en una rebelión contra los persas y se proclaman cristianos, esperando que Justino los ayude. Pero Justino se está muriendo, y falla en atender a sus aliados los íberos. Para 527 (el año en el que os encontráis), Cabades ha suprimido la rebelión a sangre y fuego.

Esa es la razón por la que los lazes están preocupados, y por eso debéis ir a Lázica para convencerlos de que sigan siendo aliados de Roma. El nuevo emperador, Justiniano, ha enviado dos ejércitos a Lázica para el futuro conflicto con los persas. Estarán allí en otoño.

La humillación de los romanos tiene seriamente preocupado al joven emperador. Menos mal, piensa, que no todo está perdido. En el sur, entre Siria y Mesopotamia, un joven general de origen eslavo está sembrando estragos entre los ejércitos persas.

Sus compañeros, al norte del Danubio, lo apodan el Príncipe Blanco. En la lengua de los eslavos, "béla" quiere decir "blanco", y "tsar", que viene de nuestra palabra "césar", quiere decir príncipe. Así que ellos, sus compañeros eslavos, lo llaman Béli Tsar.

Los romanos lo llamamos Belisario. Tiene 22 años, y acaba de entrar en la Historia.

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19/02/2017, 21:13
Calístrato de Mileto

-¿Quién te ha dicho que vamos a luchar contra los persas, Antonio? Mi única misión es dejar al viejo borracho en su destino. -Le comento a Antonio mientras apunto hacia el viejo.

-¡Viejo! -le llamo para que se acerque- Te lo recuerdo para que lo tengas en mente. Tenemos un viaje de 8 días hasta Heraclea Póntica. De ahí partimos hasta Amastris, puerto al que llegaremos al día siguiente. A mitad del 10º día repostaremos en Karambis desde donde navegaremos 3 días en alta mar hasta Phasis, antigua colonia de Mileto. Finalmente zarpamos hasta nuestro destino, al que llegaremos dentro de 14 largos días. ¿Estás concienciado de lo que implica compartir tan poco espacio con esta escoria? -le señalo a la tripulación. Algunos de mis marineros, que me conocen por mi carácter tan especial, ríen, pues saben que mis bromas son el único método que tengo de expresar mi cariño.

Notas de juego

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19/02/2017, 23:19
Jenócrates de Tenedos

-Orina humana, -le digo a Calístrato mientras le lanzo un pequeño cubo de madera, que, por fortuna, está vacío- necesitaré un par de cubos como este llenos de orina humana. Si Procopio piensa que me voy a pasar 14 días metido en este cascarón mano sobre mano, lo lleva claro. Tengo un par de ideas bastante interesantes para cierto compuesto y el hidrargiro, el oropimente y la sal de Amón me los puedo procurar. El pis no, al menos no en las cantidades en las que lo necesito. -digo mientras me paseo por cubierta, examinando la cubierta y a los hombres de la Dánae.

-Y puesto que mi sobrino Antemio se queda en tierra, necesitaré un ayudante, quizás uno de tus hombres. Me basta con que tenga la más mínima idea de pesos y medidas y que no tenga miedo a perder las cejas -prosigo entre risas. -Tranquilo, no pienso quemarte el barco, no demasiado. 

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20/02/2017, 15:01
Ormuz

El mar se abre ante ellos. Ormuz contempla, sin embargo, cómo el viejo ofrece su cubo a varios marineros. Sonríe y se acerca a Cayo.
-Poco viaje para tanta locura.-Dice señalando con la cabeza al anciano que habla con el capitán. Trata de parecer cercano y abierto. Se apoya en la baranda del barco mientras cruza los brazos y mira a su alrededor.
-Tienes una dura tarea en nuestro destino, joven. ¿Estás preparado?

Ormuz sabe bien que lo está. Marco no es un inconsciente, pero el chico es demasiado reservado. Los negocios, sean del tipo que sean, necesitan de gente expresiva.

Aguarda un largo viaje y quiere conocer bien a sus compañeros, asiente para sí. La llama arde y le espera, pero todo a su tiempo, tiene paciencia, pero le cuesta ocultar la emoción del viaje.

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20/02/2017, 19:35
Gaius Tertius

Me giro hacia Ormuz, saliendo de mi ensimismamiento. 

-Espero estarlo, Ormuz. Aunque debo admitirlo... La diplomacia no es mi punto fuerte.

respiro profundamente, disfrutando con el olor del mar.

-Me ayudará, ¿verdad?-Añado, con cara de corderito degollado. 

Me giro de nuevo hacia el mar, contemplando los rayos de sol sobre las olas.

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21/02/2017, 09:50
Calístrato de Mileto

Me echo a reir. Desde luego este viejo no va a dejar de sorprenderme. 

¿Qué quieres meado? Si me pidieras una columna del templo de Artemisa te diría que lo tendríamos más complicado, pero ¿meado? Eso es lo que nunca falta en un barco. La mitad de estos cabrones son tan borrachos como tú o como yo. -pongo los dedos índice y corazón de ambas manos en la boca y silvo lo más fuerte que puedo.- ¡Panda de perros! Cuando os saquéis la chorra para mear, hacedlo donde este hombre os diga. -señalo al viejo.

Los marineros me miran con cara de no entender muy bien lo que está pasando.

-No me miréis así, supongo que lo va a utilizar para hacer oro. ¿Eh, viejo? ¿Para que carajo quieres nuestro meado?

 

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21/02/2017, 23:17
Jenócrates de Tenedos

-Si te lo dijera, chafaría la sorpresa, ¿no crees? Basta que te diga que el mismísimo Trismegisto estaría orgulloso del resultado. De momento, son algunas ideas en mi cabeza, algunos retazos de cosas que mi maestro Saúl dejó sin acabar... -comento con cierta emoción. Hacía tiempo que no pensaba en mi viejo maestro. La conversación que mantienen Gaius y Ormuz reaviva viejos recuerdos y me reconozco a mí mismo en la posición del joven latino, inexperto, temeroso de un futuro incierto. Las cosas, en realidad, no han cambiado demasiado. De nuevo, me encuentro a mí mismo con un futuro dudoso, camino de una tierra extraña. Decido alejar estos pensamientos oscuros de mi mente y tratar de aprovechar el viaje. Extraer algo positivo de todo aquello, esa era la clave. 

-Di a tus hombres que con dos cubos tengo más que suficiente para todo el viaje y que cualquier tipo de broma que se les pueda ocurrir, yo ya la conozco -concluyo. Mi maestro era un hombre con un sentido del humor extraño.

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22/02/2017, 14:51
Magister

El barco avanza bajo la bóveda de las estrellas fijas como un cuchillo entre mantequilla durante los primeros tres días. Durante ese tiempo no perdéis de vista la costa del antiguo reino del Ponto, con sus colinas de un verde tan intenso que duele. Anatolia, el Asia Menor, se extiende a estribor (el sur). De vez en cuando divisáis algún poblado cuyo nombre no aparece en las cartas náuticas. Ellos también os divisan a vosotros.

El tiempo es bueno y durante ese tiempo los marineros que no están vigilando a los remeros ni atendiendo a las velas o al timón están tirados en la cubierta o llevando de un lado a otro los cubos de meado.

Llenarlos no había supuesto un problema, teniendo en cuenta las aproximadamente cien personas de la embarcación. El proceso había durado apenas unas horas. Qué hacer con ellos una vez llenos, mientras no se llegaba a ningún puerto, era otra cosa.

La primera medida sensata había sido sellar los cubos. Esto tenía dos funciones diferentes, aunque relacionadas. La primera era evitar que el contenido se saliese del continente porque, como los menos dados al mar de entre vosotros descubristeis pronto, un barco no es una plataforma estable. La segunda era evitar que el sol oxidase la orina, algo que quizá era útil para los propósitos del viejo pero que, visto fríamente, no podía conseguirse sin desencadenar algún tipo de motín por parte de los marineros que, aún acostumbrados a convivir con malos olores de efluvios corporales, no compartían el afán protocientífico del funcionario imperial.

Pero eso no solucionaba completamente el problema. Aquel verano estaba siendo excepcionalmente caluroso, y el olor a orina estancada se filtraba por la madera. Era por eso que los marineros no se ponían de acuerdo en dónde colocar los cubos.

La primera opción, en el contexto cultural del siglo VI después de Cristo, fue dejar los cubos con los remeros. Eso pareció solucionar el problema durante un día y medio, pero pronto el barco empezó a perder velocidad: los remeros se habían negado a seguir remando mientras los cubos siguiesen allí. Dos de ellos se habían desmayado. Ahora bien; normalmente no hubiese habido demasiados miramientos en reprimir a los remeros con el látigo por su insolencia, y esa fue sin duda la orden de los superiores. El problema consistía en que nadie en su sano juicio quería bajar hacia las bancadas de los remeros, ni para castigarlos ni para aliviarlos llevándose el cubo.

Al final se decidió que Juan, un veterano que había luchado contra los piratas en el Egeo y había perdido el olfato, el oído y gran parte de la vista en un episodio relacionado con la mala suerte y un caldero lleno de fuego griego, bajase hasta la línea de flotación, evaluase la situación, y decidiese si los remeros debían ser o no ser castigados.

Juan, que ya era una persona vieja en años naturales pero cuya experiencia vital parecía acumular aún más los años en su semblante, no pudo distinguir demasiado de lo que los esclavos le dijeron. Siendo justos, su mala audición sólo era parte del problema, ya que la mitad de esos desgraciados habían sido paridos por una burra en alguno de los lugares que los romanos saqueaban de vez en cuando. Sólo se encontró con gente señalando sus estómagos con una mano y tapándose la nariz con la otra. Al parecer hacía doce horas que nadie les daba nada de comer.

Se resolvió que los cubos serían llevados a la cubierta, y los remeros serían desencadenados por turnos (otra vez, para evitar el cada vez más comentado motín) y llevados a la cubierta, lejos de los malhadados cubos, a respirar el aire. Esto los retrasó en total un día.

Nadie quería sentarse al lado de ellos, así que gran parte del tiempo destinado al reposo se convirtió en llevar los recipientes del orín de los hermanos (como habían empezado a referirse a ellos) de un lado a otro, intentando molestar al menor número de personas. Esto dio lugar a cierto número de problemas matemáticos y cábalas por parte de los marineros.

Finalmente, una noche, alguien tuvo una idea: ¿por qué no colgar los cubos de uno de los palos de la embarcación? Dos valientes fueron comisionados para tal efecto. Uno de ellos era un cristiano armenio cuya familia había sido quemada delante de sus narices por los soldados persas y que por tanto se suponía que tenía tolerancia a los malos olores; el otro, un árabe mudo cuya opinión podía y debía descartarse.

Eso pareció haber solucionado el problema. Hoy, en la madrugada del cuarto día, el barco está en calma. Sin embargo, la mañana promete ser soleada y calurosa, y nadie tiene muy claro lo que eso puede implicar.

Los marineros miran al viejo con desconfianza e ira contenida.

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24/02/2017, 12:23
Calístrato de Mileto

Salgo a cubierta. Estiro los brazos y pego un grito mezclado con un bostezo. El sol ya brilla en el horizonte. 

-¡Buenos días panda de perros! - grito a los cuatro vientos.

La sensación general es que mis compañeros no están de tan buen humor como yo. Levanto la mirada y veo los cubos de meado colgando. Eso es suficiente para cambiar también mi buen humor matinal. Como diablos hemos acabado con meado colgando de la nave. Me cago en el viejo y en sus artimañas.

-Viejo, ¿vas a decirnos ya para que pretendes morir acuchillado por 20 hombres? ¿O es que simplemente te has vuelto senil? Yo quiero creer lo que dice la gente de que no hay mal que por bien no venga. Pero no se muy bien que será lo bueno de verte flotar...

 

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24/02/2017, 18:20
Jenócrates de Tenedos

Hacía meses que no me sentía tan exultante. La brisa marina, el sol pero, especialmente, la absoluta libertad para dedicarme a mis propios asuntos me tenían de un humor magnífico. Todos estos cabezas de chorlito me miran con desprecio, pero ¡qué sabrán ellos! ¡No se hizo la miel para los labios del asno! De nuevo, el capitán vuelve a importunarme, pero esta vez sus chanzas me parecen hasta divertidas. Igual sí que me estoy quedando senil.

-Ah, querido amigo Calístrato. Ya he terminado de preparar los minerales. -le digo mostrándole varios frasquitos de vidrio y otro de cerámica. Esta gente no podía ni imaginarse la dificultad de preparar aquello en tierra, como para haberlo hecho en un barco en tres días. -Dame un día más, dos a lo sumo, y habré terminado. Luego podéis apuñalarme entre todos, si queréis provocar un conflicto diplomático y entregarle Lázica a los persas en bandeja de plata, claro. -comento con sarcasmo.

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26/02/2017, 01:52
Calístrato de Mileto

-La verdad es que sí me dieras a elegir entre en entragarle Lázica en bandeja a los persas o que mi cabeza acabe una bandeja por casi matar a mi tripulación por el olor a meado, la verdad no sabría cuál elegir. Eso sí, si tuviera que apostar por cuál de las dos historias perduraria más en el tiempo y por ende sería la que más vergüenza aportaría a mi familia, elegiría la segunda. No quisiera pasar a la historia por una tontería como esta.Es mi deber como capitán velar por mi tripulación, por lo que me veré obligado a entregarte y que hagan lo que les convenga contigo. Asi que si mañana no nos muestras a que viene todo esto, ve practicando tu oratoria para enfrentarte a 30 marineros enfadados.

Notas de juego

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26/02/2017, 23:24
Jenócrates de Tenedos

-Pues mañana mismo zanjamos este asunto. Reúne a tus hombres y diles a los demás que estén aquí en cubierta con la puesta de sol. Dudo que el viejo Ormuz quiera perderse nuestras cabezas rodando por la Dánae. -digo con sarcasmo. Ya lo ha conseguido, me levanto reconciliado con el mundo y cinco minutos de conversación con Calístrato bastan para que vuelva a odiar a la humanidad.

-Y manda alguno de los tuyos a bajar el cubo del palo. Ya nos basta con una sola Dánae cubierta de orina. -termino la conversación abruptamente y me vuelvo al interior de la nave a ultimar los preparativos.

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27/02/2017, 08:18
Magister

El cuarto día pasa tranquilamente, siempre a la vista de la costa. En aproximadamente cuatro días llegaréis a la primera parada del camino, Heraclea Pontica, donde podréis repostar. Hasta ese momento, os alimentáis de pan y galletas, queso fresco, frutos secos.

El calor del día es insoportable, el agua que bebéis está caliente y parece que no sacia como debiera. Todo esto contrasta con el paisaje a estribor, en el verde sur de las colinas del Ponto, los puertos enmarcados en árboles. De ellos salen, de vez en cuando, pequeñas flotas de pescadores que se acercan al dromón y lo saludan. Alguno de ellos os ofrecen pescado gratis, como muestra de buena voluntad hacia el Imperio.

Por la noche empieza a refrescar. El frío húmedo de esa parte del mundo cala los huesos, en contraste con el calor de la mañana. Desde la cubierta se pueden ver las estrellas. Calístrato, que es navegante, se conoce prácticamente casi todas esas agrupaciones más o menos arbitrarias de estrellas. Más o menos arbitrarias, sí, pero tremendamente útiles.

En un cielo estrellado se pueden proyectar muchas cosas. Ya antes de aprender a dibujar mapas, proyectamos, en nuestro paganismo, los mitos y arquetipos de antaño. Ahí está Pegaso, con su cuadrado subiendo por el este. A su lado, bajo la bóveda invisible del cielo hay todo un cuadro: Perseo quiere salvar a Andrómeda, a punto de ser devorada por el monstruo, bajo la vista atenta de Casiopea.

Casiopea, la madre de Andrómeda, ofendió a Poseidón al salvar conseguir que Perseo salvase a su hija del sacrificio. Por eso, está situada en los cielos de manera que cuando rota la bóveda, ella queda boca abajo, y este castigo se repite cada noche.

La mayoría de los que están en esa nave no tienen ni idea de quién era Casiopea; pero saben que es útil. Es útil para encontrar el norte. Encuentra Casiopea —no es realmente difícil, es una especie de letra W hecha con estrellas— y la Osa Mayor. Prolonga el lado del carro que no lleva las riendas hasta que corte con una de las bisectrices de Casiopea.

El resultado es Polaris, la Estrella Polar, el centro de la bóveda divina: el único fulcro, el punto fijo del Universo.

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27/02/2017, 08:21
Magister

Notas de juego

Jenócrates, hazme una tirada de alquimia.

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27/02/2017, 19:39
Jenócrates de Tenedos
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

Éxito, por los pelos, pero éxito.

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28/02/2017, 11:59
Jenócrates de Tenedos

Todo griego que se precie es amante del teatro. Todo alquimista digno de tal nombre sabe que la puesta en escena es la mitad del truco. La puesta de sol en el Pontos Euxino era el telón de fondo perfecto. La audiencia, en cambio, dejaba bastante que desear, salvo la honrosa excepción del mercader persa y sus discípulos. Los hombres de la Dánae no son lo que uno llamaría un público respetable, pero si mi vida estaba en sus manos, quién era yo para quejarme. 

Había pasado el día anterior mezclando la parte telúrica con la líquida y resellando el cubo. Confiaba que un día y medio de reposo fuera más que suficiente. 

Con gran ceremonia, abro el cubo rajando la cera con una pequeña daga que he tomado prestada a uno de los marineros. La sustancia de su interior, del color de la luna pálida y la consistencia del azogue, me resulta satisfactoria. El olor, a huevos podridos, no tanto. Mientras hago esto, explico lo siguiente:

-El responsable de educarme en la divina filosofía hermética fue mi maestro Saúl, al que, jamás sabré por qué, llamaban el sirio, a pesar de su clara ascendencia hebrea. Era un hombrecillo excéntrico, pero sabio y, por encima de todo, aborrecía la guerra y la violencia que, según decía, confundía las mentes de los hombres. Por ello, consagró sus últimos años a encontrar una forma de acabar con cualquier combate sin acabar con el combatiente. Ésto de aquí -digo, alzando el cubo- es lo mejor que ha sabido hacer el tonto de su discípulo para resolver el enigma del maestro.

 Con un cucharón de madera, que también he tomado prestado, tomo un poco del líquido y lo aplico sobre la hoja de la daga. Tan pronto entra en contacto, el líquido ennegrece y humea tenuemente. El metal se reblandece y se derrite como si fuera mantequilla caliente. En pocos segundos, tan solo queda un líquido negro y espeso sobre la cubierta de la Dánae. Es un éxito. 

-Yo lo llamo vitriolo de Saúl. Por supuesto, esta sustancia es totalmente inocua para el ser humano.

A algunos de los hombres de la Dánae parece haberles impresionado el número. La mayoría muestran una expresión de aburrimiento. "¿Para esto tanta molestia?" parecen decir. Decido tomar otro cucharada del vitriolo y lo aplico sobre mi brazo desnudo para probar mis palabras. 

Notas de juego

A falta de un término mejor (o menos enrevesado), usaré alquimia para referirme a mis estudios, a pesar de que es un término anacrónico.

No tengo muy claro que debería pasar a continuación, Magíster, si tiene la sabiduría para sacarnos de esta niebla, adelante.

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28/02/2017, 14:53
Magister

No ha sido la mejor de las ideas. El vitriolo de Saúl, aunque no amenace la vida humana, parece que sí genera cierta irritación en la piel. Piensas en cómo sería tirárselo a alguien a la cara, y el contacto con los ojos; está claro que todavía quedan algunas variables que ajustar. No obstante, parece que los marineros están contentos, así que ha merecido la pena. De hecho, ahora evitan acercarse a menos de dos zancadas del viejo, más por temor que por respeto. Lo consideran una suerte de iluminado, siempre dispuesto a lavarte la cara con una mezcla de orín y sales.

Antonio Tulio se levanta y aplaude. Está encantado, él, que ha consagrado su vida a las armas (en particular, al arco compuesto), ve con buenos ojos cualquier innovación militar, incluso si se supone que debe dejarlo en el paro. Pero es realista: sabe que no hay meado suficiente en el mundo como para frenar los deseos expansionistas del emperador.

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01/03/2017, 23:25
Ormuz

Ormuz aplaude con vehemencia tras la exhibición del anciano. La verdad es que le había impresionado, conocía magi de asentamientos colindantes a su aldea que tenían la habilidad de deformar o hacer desaparecer las hojas de metal de las armas, pero esto era algo mas. Esto era algo mas que magia. Se acercó al anciano y le estrechó la mano con una sonrisa en los labios.

El viaje prometía. Al menos seria divertido. Agarró del hombro al discípulo de su amigo.

-Que te parece, ¿Cayo?. ¿Es un milagro cristiano o una superchería barata?- Apretó la mano con sutileza, aguardadno una respuesta del joven, manteniendo la sonrisa.

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02/03/2017, 01:57
Gaius Tertius

-Lo que es un milagro es que todavía conservemos el olfato, Ormuz.

Observo la rojez del brazo de Jenócrates, rogando mentalmente para que no se pudra o empiece a arder.

-Debo admitir que es útil, Jenócrates, pero desde mi ignorancia me veo obligado a preguntar... ¿No sería posible preparar el vitriolo con orina que no lleve varios días al sol?-Añado, con la mirada fija en su brazo y una mezcla de asco mal disimulado y preocupación en el rostro. ¿Se le está quemando el pelo? Cielo santo...