Partida Rol por web

Al ver a los magos reunidos allí varias cosas pasaron por mi mente, me pasaban varias cosas por la cabeza, sobretodo al momento de no ver al consejero y su alumno, pero sí estaba Karos.

-La verdad es que no me esperaba esto- le respondí a Karos - te pagaron por ello o simplemente te unes a la causa de los más necesitados?- pregunté ya que lo había visto en el barrio más pobre.

Miré a todos, los magos los sacerdotes y los caballeros, no era el de más rango para hablar, la decisión debía de ser de Ordinem, pero quién encabezaba al bando contrario me había hablado a mi.

-Si vamos a una batalla campal, solo tienen la ventaja del número, nada más...creo que podemos resolver esto de otro modo, sabes que realmente no estamos detrás de ti ni de esta gente-

Miré de reojo a Ordinem y susurré.

-Frey no está aquí...-

Como no, otra vez el dichoso Liones y más caballeros que parecían querer problemas. El caballero dijo algo sobre que los magos tenían superioridad numérica y nada más... Pero estaba muy equivocado, tenían la razón, la esperanza y la magia de su parte. 

No eran unos asesinos ni buscaban guerra, querían igualdad, irse de ahí y dejar todo atrás. El albino trató de hablar con Liones, pero no habría otro camino. Lucifer abrió su libro y extendió la mano sobre una página. De ella comenzaron a aparecer unas llamas que lamian la palma de la mano. Había que hacer uso de la magia para que les dejaran marchar, si hacia falta usaría el fuego. 

No quería matar, pero si tenía que dañar a alguien... Lo haria. Una bola de fuego de gran tamaño comenzo a crecer en su mano y no dudó en lanzar la contra el capitán enemigo y Liones. Si los dejaba K.O ganarían una gran ventaja y podrían huir. 

 -Bueno, supongo que si hay algún beneficio monetario de por medio, pero realmente lo hago por la causa -respondió Karos a la pregunta de Liones, escuchando entonces como esté asegura que ni él ni las personas presentes eran el objetivo de la iglesia y la corona. -. Vaya… Honestamente pensé que eras un poco más listo -comentó soltando una leve carcajada. -. Tal vez tú no estés aquí por nosotros, pero ninguno de esos caballeros y sacerdotes que te acompañan dejarán que pongamos otro pie en la ciudad sin intentar atraparnos. Así es como funciona: sin importar que tan buenos momentos hubiésemos tenido, todo lo habrán olvidado ya…

 Pero durante la conversación del cazador de demonios y el chico rubio, el otro albino que acompañaba a los brujos llegaría a la conclusión de que las palabras no eran opción cuando se trataba de las personas que tenía en frente, siendo que abriría su libro y empezaría a conjurar una esfera de llamas en su mano, provocando que todos los caballeros y sacerdotes se pusiesen en guardia.

 Aquella bola de fuego crecería y crecería y luego volaría velozmente en dirección a los líderes de su equipo enemigo, siendo que aunque Liones seguramente tendría oportunidad de evitarlo Ordinem se adelantaría bloqueando la esfera con su gran escudo, desviándola hacia el cielo donde se desvanecería poco luego de haber chocado contra su bloqueo.

 -Uhmm… Es imposible tomar a ese por sorpresa -concluyó Karos con cierta decepción.

 -Es suficiente… ¡Rindanse, y revelen escondite del consejero y su aprendiz! -ordenó Ordinem como última advertencia.

 El grupo de “criminales” ciertamente no se rendiría, y es que teniendo a aquel albino con el libro acompañándoles les llenaba de confianza y determinación a continuar con su cometido, al punto de que algunos no darían oportunidad a más palabras, conjurando hechizos que empezaría a volar por encima de la multitud hacia el otro grupo.

 Los soldados y sacerdotes se alarmaron, y por acto de reflejo correrían en dirección a los magos para enfrentarse directamente a ello. Nadie se habría molestado en preguntar quién empezó, ahora todos querían ser quienes terminasen con el problema…

 -Lucifer, deberías dejarme al enano a mi -comentó Karos a su acompañante mientras hacía unos estiramientos de brazos, quedándose atrás mientras varios magos se adelantaban para encarar a los caballeros y proteger a los que se quedaban atrás. -. Tú aprovecha para retroceder lo más que puedas, ese paladín no tardará en darse cuenta de la importancia que tienes para esta gente...

Al ver que aquel sujeto creaba una enorme bola de fuego luego de abrir un libro y esto desembocaba en el combate que pretendía evitar.

Rápidamente le dije a Ordinem:

-Ese es el libro que llevaba Ethan, estoy seguro pues lo intentó utilizar en la sala del trono y esa vez falló, no sé que se traerá ese sujeto pero estoy seguro de que es el mismo libro- y tras decir esto me lancé contra aquel sujeto, sacando mi espada corta, no le iba a dar tiempo a retroceder como quería Karos.

-No podemos dejar que escape, los brujos empezaron a atacar tras verlo a él hacer lo mismo! Encargate de Karos!- le dije al mandamiento a mi lado mientras lanzaba mi ataque

La bola de fuego falló, como era de esperarse…a fin de cuentas eran guardias de la iglesia, los tiranos que ejercían aquella malsana opresión en los magos. Lucifer volvió a abrir el libro  posó la mano sobre el y de repente empezaron a emanar bolas de energía del susodicho, siendo en su mayoría de fuego, excepto una de hielo y otra de electricidad. En total tres bolas de ardiente fuego y dos de diferente elemento, cinco brillantes bolas mágicas que sobrevolaban la cabeza del hechicero.

El mago solo tuvo que hacer un gesto con la mano en dirección a Liones, se lo quitaría de en medio más rápido que Karos, a fin de cuentas cinco ataques eran más rápidos que uno solo.

Con que solo cayera uno de ellos los magos se inspirarían y lucharían más ferozmente, a fin de cuentas les ganaban en número. Entonces alzó un brazo enguantado y bramó.-¡Por la libertad y la magia!

 -El Necronomicón, un libro con una lista casi infinita de bendiciones y brujería... Si derrotaron al aprendiz en el castillo los caballeros debieron haberse hecho cargo del libro, desconozco como lo habrá conseguido él... -Ordinem no quería ponerse a pensar ahora en la falta de seguridad que tenía la corona: después de todo, ya se había visto como de un momento a otro los brujos habían sido capaces de asesinar al rey públicamente. -. Si él es quién lidera a los brujos, debemos enfocarnos completamente en él, el otro es solo un ladrón... -aseguró el caballero antes de que Liones se lanzase a por Lucifer.

 Liones se lanzaría como un veloz proyectil contra su objetivo, demostrando que no era un humano cualquiera en niveles de fuerza, más sabiendo hacia donde se dirigía varios de los brujos se interpondrían en su camino obligando a que se detuviese, ganando así a Lucifer el tiempo suficiente para conjurar uno de sus más poderosos hechizos: Esferas de Hyish.

 -¡HAAAAA! -gritaron los magos como respuesta a Lucifer, motivados por su líder qué, luego de agotado sus energías, aprovecharía la lejanía con sus enemigos para conjurar otro hechizo prohibido: Full mana, recubriéndose por un aura azulada momentáneamente mientras sentía como sus energías se recuperaban por completo.

 -¡Liones! -pensando que el rubio podría hacerse cargo de las esferas que iban hacia él, Ordinem priorizaría evitar que Lucifer pudiese seguir conjurando hechizos libremente, por lo que se lanzaría hacia él apartando a todas las personas en su camino con el fin de alcanzar al líder de los brujos, pero una vez lo tuviese delante a este le bastaría con rodar hacia un lado para esquivar el ataque de su espada, y a continuación los magos se las arreglarían para retener al agresor, dándole la oportunidad a Lucifer para apartarse nuevamente y continuar atacando.

 Por parte de Liones, se hubiese defendido o no de las esferas arrojadas en su dirección, de entre la multitud de brujos saltaría Karos a por él, lanzando una serie de veloces puñetazos al chico, con una fuerza abrumadora comparable con las de algún arma.

 -Lo siento, enano, pero no puedo dejar que te acerques a Lucifer. Esa habilidad tuya es muy peligrosa para los magos, ¿sabes? -le fue hablando mientras seguía atacando, intentando siempre seguir a Liones.

Escuché a Ordinem pero la verdad es que ya no me extrañaba, después de todo el aprendiz de consejero tenía ese libro antes de que pasara todo lo que pasara, pero si era de preocuparse como un demonio había sido consejero todo este tiempo y actuó libremente.

Me preparé para encargarme de las bolas de magia y así lo hice.

-FULL COUNTER!- dije dando un espadazo para devolverle todas las esferas a su creador.

Karos se lanzó contra mi y al ver como lanzaba una sucesión de ataques, hice lo mismo, pasando a la ofensiva total y sin importar si me impactaban algunos de sus golpes, aproveché el que tuviera las manos desnudas para poner mi espada corta contra ella y que así de lastimara al tiempo que yo lanzaba mis golpes también.

-Lo sé perfectamente! Un mago no duraría ni un buen ataque mío!- dije mientras con el último ataque empujaba para ganar espacio.

-USEN TODAS SUS HABILIDADES! ELLOS QUISIERON ESTO, NO SE CONTENGAN!- grité a todos los caballeros y clérigos de la iglesia que nos seguían, ahora ya no había vuelta atrás - veo que tu también atacas con todo, así que tampoco me contendré- le dije a Karos.

Las esferas volvieron en dirección a Lucifer, el cual chasqueó la lengua con cierta resignación a la vez que alzaba su libro por una página y de repente un aura azulada le rodeó y protegió de todo el impacto.

El peliblanco se dio un par de golpecitos en el hombro a modo de quitarse el polvo provocado por la explosión de las cinco esferas de encima y cambió nuevamente de página.

El libro comenzó a vibrar violentamente durante unos segundos y de el empezó a surgir una pequeña esfera de agua, del tamaño de una pompa de jabón…luego fue ganando tamaño y más tamaño y más tamaño hasta que finalmente se precipitó en dirección al enano rubio buscando atraparle.

Lucifer entonces hizo un gesto definitivo a Karos, ya había apalizado al enano, ahora era el momento de rematarlo. Por otra parte...había un enemigo a tiro, Ordinem. El hechicero no dudó en voltear su libro en dirección al enemigo y mostrarle una bola de fuego que comenzó a crecer de tamaño y tamaño hasta que se lanzó a gran velocidad contra él y por ende los que estuvieran a su alrededor. Una gran explosión ocurriría...si no la bloqueaba o la detenía, claro. 

 Luego de que Liones reflejase el hechizo de Lucifer, y esté se las arreglase para protegerse y salir sin un solo rasguño, el rubio llevaría a cabo un feroz intercambio de ataques con Karos resultando en ambos considerablemente heridos, en especial hablando del albino que, con los puños llenos de sangre y el torso cortado, acabaría aceptando la patada de Liones para apartarse y poder tomarse un respiro.

 -Brgh.. Bagh... -tras haber recibido aquella cantidad de ataques, Karos fue incapaz de contener la sangre que saldría expulsada por su boca, limpiándose con el brazo antes de ir recuperando el aliento. -. Nada mal, enano…

 Tal como el grito de Lucifer sirvió para despertar el espíritu de lucha de los magos, aquel grito de Liones motivaría a los caballeros y clérigos de darlo todo por su reino y su Dios.

 Mientras tanto, después de haber conjurado una burbuja de agua que volaría en dirección a Liones el brujo albino conjuraría velozmente un hechizo llameante que volaría hacia Ordinem como una nova ardiente. Arrodillándose y clavando su espada en el suelo, el caballero usaría su descomunal fuerza para protegerse del ataque y, a su vez, proteger a algunos caballeros que habían detrás de él, aunque eso no salvaría a los que estuviesen cerca de la explosión resultante que, inevitablemente, le haría arrastrarse un poco hacia atrás.

 -Uhm… -y aunque no fuese a decir nada al respecto mientras se incorporaba, Ordinem se habría percatado de que Lucifer habría gastado energías en evitar que sus aliados salieran heridos, demostrando que de realmente se preocupaba por ellos.

 Para entonces, la esfera de agua se habría acercado lo suficiente a su objetivo, pero inesperadamente Karos extendería su mano hacia ella y, tras un pequeño destello de luz, el hechizo de agua se empezaría a deshacer en motas de magia que volarían hacia el hombre para ser absorbidas por su mano.

 -No es mucho, pero servirá… -concluyó Karos mientras cerraba repetidas veces los puños, fijándose en que sus heridas se habían curado mínimamente. -. Hablas de no contenerte, pero realmente no puedes liberar todo tu poder en público, ¿cierto…? -respondió entonces Karos al comentario de Liones con una inusual seriedad. Con aquellas palabras el albino de ojos rojos dejaría en claro a Liones que sabía más de lo que debería saber, más de lo que debía decir, y aún así su tono no sonaba a amenaza: sonaba a decepción y… lastima.

 La batalla estaba llegando a su clímax, con Karos y Liones dispuestos a matarse y Ordinem convencido de que no volvería a fallar contra su objetivo, pero como un rayo caído del cielo las nubes se iluminarían de una radiante luz que, posteriormente, abriría un espacio circular entre ellas bañando el campo de batalla bajo su gracia divina.

 Desde las alturas, distintos hombres y mujeres ataviados con mantos blancos y holgados, así como ornamentos dorados que decoraban sus ropajes, todos de rasgos humanos pero cabello blanco y una particular belleza natural sin necesidad de ser elfos. Contraria a las creencias, ninguno poseía halos, más sí que compartían un par de emplumadas alas blancas.

 -Detened este combate y escuchadme -resonó la voz de Gabriel, quién descendía en su forma de ángel con el resto de sus compañeros hacia el campo de batalla.

 Aquellos que intentasen aprovechar la ocasión para tomar por sorpresa al enemigo se encontrarían con que los ángeles se moverían rápidamente a impedirlo, sin llegar al extremo de herir a los agresores.

 -El Coloso ha hablado, y ha encontrado innecesario este derramamiento de sangre: Terra más que nunca necesita de Betestal para enfrentar a la amenaza de los demonios, y asesinandose entre ustedes sólo mermarán sus fuerzas y alimentarán el regocijo del Rey Demonio -aseguró Gabriel, manteniéndose a una altura desde la cual todos pudieran verle. -. No os pide que perdonéis a vuestros enemigos, de eso se encarga él después de todo, pero desea que los mortales aprendan a dejar ir y centrarse en sus prioridades, al menos en esta ocasión...

 Poco luego de la aparición de Gabriel, un pequeño zorro de pelaje negro con un curioso diseño rojizo subiría por la espalda de Lucifer hasta posarse en uno de sus hombros.

 -... -como uno de los representantes de la iglesia, Ordinem fue incapaz de contradecir las palabras del coloso mismo, siendo llevadas a él por nada más que el primero de sus arcángeles… -. Se acabó… -concluyó, haciendo un gesto a los caballeros y clérigos cercanos para fuesen retrocediendo. -. Huid ahora, brujos… El Coloso se ha apiadado de vuestras almas…

 Soltando un suspiro de alivio, Karos mostraría una ligera sonrisa a Liones antes de darle la espalda y empezar a caminar hacia el lado de los magos.

 -Tendremos que resolverlo otro día, enano -despidiéndose con un vago movimiento de mano, confiaba en que ni el rubio ni ningún otro estaría tan desesperado por sangre como para intentar matarle luego de ver que los ángeles lo impedirían...

 Ciertamente muchos estaban disgustado con ese resultado, pero los caballeros y clérigos estaban dispuestos a abandonar el combate si así lo ordenaba Ordinem: por otro lado, los magos esperarían la resolución de su líder, Lucifer...

 Durante la llegada de Gabriel y su escuadrón de personas aladas, Jester aparecería de la nada subiendo por tu espalda en su forma de zorro, buscando la comodidad de tu hombro para hablarte nuevamente sin que el resto pudiese entenderlo.

 -Muy bien, es hora de finalizar el primer acto. Hemos conseguido lo que queríamos, y es que todas las personas que fueron marginadas en la ciudad se alzaron y se unieron como una sola. Quedarnos por quitar unas vidas es demasiado bruto, eso solo lo hacen los caballeros -aseguró con una amplia sonrisa. -. Vamos, un grupo ha de estar preparando un campamento no muy lejos de aquí: tú mentor debe estarte esperando con ansias -reveló finalmente el paradero de Frey, esperando que fuese suficiente para convencerte de ser la voz que llevase a los magos a tomar la solución pacifica.

Me limpié la sangre de la boca tras el intercambio con Karos, de volver a darnos de ese modo sabía que podría ganar...pero él también sabía lo que pasaría, algo que me preocupaba por lo bien informado que estaba.

-La verdad es que no sé como sabes eso- le respondí al supuesto cazador de demonios - pero te di un regalo que podías usar en  mi contra y no lo hiciste, por lo que considero que tus actos no están solo movidos por el dinero...- aún así me puse en guardia preparado para terminar el combate, sin embargo de repente Gabriel y otros Arcángeles se hicieron presentes.

Pensé que ahora mismo, con ese apoyo podríamos acabar con el enemigo, pero las palabras del Arcángel hablaban de piedad y de posponer este encuentro.

-Vete- dije mirándolo a Karos los ojos y guardando mi espada - resolveremos esto en otra ocasión...y tu- le hablé ahora al que tenía el libro - no sé que relación tengas con Ethan o si ya vendiste tu alma y ahora eres este ser que se hace llamar Lucifer, pero espero que no volvamos a encontrarnos, no siempre habrá alguien que te proteja- y tras decir esto les di la espalda, comenzando a caminar hacía la capital, ya no había nada que hacer allí.

El combate finalizó en el momento en el que el ángel apareció en escena. Era una situación complicada, difícil por decir poco…incluso Jester volvió a aparecer en su forma de zorro para darle a entender que todo aquello, aquella escena no era más que algo planeado por él.

Había conseguido que todos se alzaran y se unieran para seguirle, pero también le pidió que no matara a los caballeros, ya que aquello era demasiado “bruto” para ellos. Ethan o más bien, Lucifer, miró al zorro unos segundos, estaba dispuesto a decirle que aquella gente había intentado asesinarlos, ¿Cómo iban a poder fiarse de ellos?, incluso los demonios debían de ser mejores que esos asesinos y torturadores.

Pero finalmente asintió con suavidad, por una parte quería ver a Frey y por otra quería ayudar a los magos, demostrar que nunca más se someterían a los caballeros y a la iglesia.

Con las piernas que le temblaban, Lucifer asintió nuevamente, de forma más efusiva, era momento de ir al campamento.  

Lucifer miró a Karos y soltó un gruñido.-Es hora de marcharnos, vamos.-Exclamó alzando luego el brazo para que el resto de magos se detuviera y le escucharan.-Marchémonos, ya hemos demostrado de lo que somos capaces los magos, ¡seguidme!.-Exclamó pasando de largo e ignorando aquel enano rubio, ¿Ethan?, ¿y que hacía dirigiéndose a el?.

No era más que un perro de la iglesia, suerte tenían de que los magos no hubieran querido continuar con el ataque, no se cobrarían pocas vidas. Ellos tenían las de ganar.   

Fuera como fuera, el líder comenzó a emprender la marcha. 

 -Ya te lo dije, ¿no? Tengo buen olfato para esas cosas -respondió Karos dándose un par de toques en la nariz para afirmar su explicación. -. Supongo que pude haberlo hecho, pero nuestra intención no es matar a nadie, al menos no a nadie que no se lo merece… -concluyó Karos sobre el motivo por el cual no utilizó el “regalo” que le había dado Liones recientemente.

 Viendo entonces que incluso el rubio aceptaba el “empate”, Karos se dispondría a unirse a aquel albino entre los magos para acompañarlos en su caminata lejos de la ciudad que tanto daño les había hecho, y a su vez, aquellos que defendieron sus ideales hasta el final regresaron a su hogar esperando poder mantener en pie la ciudad que fue víctima de aquella cacería…

 Luego de una larga caminata que fácilmente podría haberles llevado alrededor de una hora, donde Jester haría lo imposible para evitar darte respuestas a las dudas que pudieses tener, finalmente llegaron a una profunda cueva que perfectamente podría parecer inhabitada, siendo la excepción las antorchas que estaban colocadas para alumbrar el camino a los magos hasta el interior de la cueva, donde esta resultaba ser mucho más grande de lo que parecía por fuera: nada más en aquella sala, ya estaban montadas varias tiendas y fogatas con caldo. Según iban llegando, personas con aquellos antifaz característicos del gremio de ladrones irían recibiendo a los magos malheridos para atender sus heridas, así como el hambre que pudiesen tener: durante el camino ya habrías sentido la presencia de estos observadores silenciosos, pero hasta ahora eran los primeros que se mostraban ante la multitud de manera tan obvia y numerosa. El lugar se sostenía por varios pilares de rocas formados por la propia cueva, y en una de las esquinas se encontraba un pequeño estanque de no más de un metro de profundidad que era llenado constantemente por una cascada que salía de la pared, siendo que el agua se iba entre las paredes manteniéndola limpia constantemente.

-Aquí no puedo montar un base mágica como la de la ciudad, pero un techo es un techo, ¿no? -opinó Jester sobre tu hombro, soltando una leve risa.

 La caminata había sido dura para muchos, y muchas veces llegaste a pensar que varios perderían la paciencia o simplemente no llegarían, pero una vez allí podías ver la felicidad de los magos al encontrarse finalmente en un lugar donde podían sentirse seguros, compartiendo con personas como ellos.

 -Tú mentor ha de estar en esa tienda grande del fondo: recuerda, allí dentro podrás ser Ethan, pero aquí afuera te conocen como Lucifer, y como tal deberías quedarte un poco más para.. -te recordó el hombre zorro antes de que alguien le agarrase sorpresivamente y te lo quitase de encima, provocando en él una reacción similar a los gatos de patalear hacia todas partes mientras sacudía su cuerpo.

 -Vamos, vamos, deja que pueda ser el mismo por un rato -regañó Karos a Jester, abrazándolo contra su cuerpo para que no se pudiese zafar a menos que simplemente desapareciera como siempre lo hacía. -. Vamos, niño, ve con él: te lo mereces -añadió entonces, dedicándote una sonrisa de motivación.

 Con la retirada de los brujos, los caballeros y sacerdotes también emprendieron su regreso a la ciudad, buscando ayudar a las personas que habían sido víctimas de todo el ajetreo para poder ayudarlas y evitar la mayor cantidad de daños posibles, tanto de la ciudad como de sus habitantes. Así mismo, los ángeles recorrerían los cielos buscando personas necesitadas de su ayuda, demostrando lo dispuestos que estaban en colaborar con los Betestal.

 Por las calles corría la voz: el rey había sido asesinado, la catedral atacada, muchos aseguraban que la victoria había sido de los brujos, otros no podían considerar aquello como una victoria para nadie… 

 -Gabriel, ¿qué sucedió? -preguntó Ordinem al arcángel, quién les seguía en su forma angelical.

 -El líder de los magos tenía contactos en el castillo: se aprovechó de una debilidad y creó una ilusión para que el rey se pareciera a uno de los prisioneros que serían ejecutados. Con todo el alboroto, varias personas también atacaron la catedral para expresar su rechazo al coloso, pero no pasó a más -explicó resumidamente el hombre. -. En todo caso, hay que seguir hacia adelante: tienen un heredero que seguramente pronto tomará el trono, y esta situación servirá más que ninguna otra para hacer que se den cuenta de que deben acabar con Nekrodum - aseguró finalmente el arcángel.

 -Claro… -sin darle muchas vueltas, el hombre de armadura voltearía su atención a ti. -. Liones, ve a ver como esta Flora, yo ayudaré un poco por la ciudad y luego me reuniré con ustedes en la catedral. Seguramente la familia real tenga algo que anunciar...

La caminata fue dura y llena de dudas. Ethan no estaba seguro de si estaba bien, si de verdad estaba en el lado correcto…es decir, si, los caballeros eran unos asesinos, unos torturadores y en general lo peor de lo peor, pero Ethan se crío entre ellos, ¿Qué hacía con el lado contrario?, ¿y aquello de los ángeles de pelear contra los demonios?, desde luego la iglesia los había pintado de una forma muy diferente a ellos, pero…¿no era la propia iglesia los que actuaban de una forma extraña y errática?

Al llegar al campamento, el muchacho alucinó durante unos segundos, las fogatas, las tiendas de campaña, los magos, la gente del gremio…era casi una pequeña aldea, no es que Ethan hubiera visto muchas pero…

Aún así, al estar ahí Jester no tardó en remarcar que aquello no era una base mágica, pero si un lugar donde resguardarse. Y a pesar de ello, la gente parecía estar bastante feliz a decir verdad. Pero fue entonces que Jester le advirtió respecto a que no podía ser Ethan, aquellos le conocían como Lucifer, el liberador del pueblo…no como Ethan, el enano de biblioteca. Pero antes de que Jester pudiera contarle algo más, Karos le insistió en que fuera a ver a Frey, el cual por lo visto se encontraba en una tienda de campaña al fondo de la cueva.

Ethan se giró para mirar a Karos y a Jester y asintió con suavidad.-Yo…volveré ahora en un rato, no tardaré mucho.-Comentó con cierta timidez. La verdad es que ansiaba ver a su mentor, descubrir porque se convirtió en un demonio, el si la gente del gremio eran de fiar…y los ángeles.

Ethan, o más bien Lucifer, comenzó a emprender la caminata en dirección a la tienda de campaña. Tenía bastantes dudas la verdad, pero suponía que poco a poco todo ello terminaría desapareciendo.

Guardé la espada y me quedé con las manos en los bolsillos mirando como se retiraba Karos y los brujos.

-A algún lugar van a tener que ir a pedir refugio...me preocupa que se unan a Nekrodum y de ese modo si terminen siendo enemigos nuestros de verdad-

Respondí para luego escuchar a Gabriel

-Es un problema que la seguridad real haya sido vulnerada tan fácilmente- le dije a Gabriel - no sé hasta que punto se pueda confiar en el nuevo heredero, quizás habría que crear un cónclave de la iglesia como sus consejeros para guiarlo o directamente que el clero dirija el país- le dije al Arcángel - iré a ver a Flora, como esta y que es lo que piensa de todo esto-

 Tras escuchar tu respuesta, Jester se calmaría y soltaría un ligero suspiro antes de simplemente esfumarse en una nube de humo rojo, siendo que Karos tomaría su camino hacia una de las fogatas mientras tú te habrías paso hacia la tienda del fondo.

 De camino podías ver a las personas reunidas: charlando, comiendo, tratándose las heridas, o incluso rezando y agradeciendo haber llegado hasta allí. Cada tanto no podías evitar pensar en las imágenes que quedaron grabadas en tu memoria de los caballeros y clérigos acabando sin piedad con los magos en su camino, pero ahora estabas allí, y toda tu atención era para quién estaría detrás de aquella lona.

 Al entrar en la tienda, la cual tenía unos 3 metros de altura, te encontrarías un espacio con varias mesas en medio y estanterías al fondo, con libros y pergaminos tirados por todas partes, siendo que el interior de la tienda era iluminado por unas lámparas de aceite colocadas estratégicamente para que nadie las tirase.

 He allí en el fondo, un hombre que ojeaba uno de los libros se voltearía de inmediato poco luego de que entrases, cruzando miradas contigo.

 -¿Ethan…? -te reconoció de inmediato, aunque en tu caso igual habrías tardado en reconocerlo a él, pues aunque su voz era casi idéntica a la de Frey su aspecto ciertamente había cambiado, poseyendo una estatura ligeramente más pequeña y unos rasgos más redondeados en su rostro, así como una hermosa melena blanca que sobresalía de la túnica encapuchada que llevaba. Aunque al principio se mostró sorprendido, como cabría esperar, el hombre no tardó en dedicarte una ligera sonrisa -. Nunca imagine que para hacerte crecer unos centímetros sólo había que encarcelarte -bromeó intentando hacer de aquel encuentro el más agradable y tranquilo posible, convencido de que ya ninguno tenía nada de que preocuparse.