Partida Rol por web

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La puerta del apartamento del fondo se abrió, con Arthur saliendo a través de ella con una maleta.

Al fondo del pasillo el ascensor abierto tenía a dos personas dentro​​​​​​, que distraídamente esperaban al cierre de las puertas, mientras escuchaban el soniquete típico de música relajante para un trayecto incómodo en elevador. Un hombre y una mujer. 

Entonces, el hombre colocó una mano en el sensor, evitando su cierre, cuando Arthur se fijó que no eran otros que Giacomo y Samantha. 

Otra  ruido de una cerradura intuye la apertura de otro apartamento, a mitad del pasillo. 

Saliendo del piso íbamos a coger el ascensor, Sam entro primera y cuando lo iba a hacer yo, vi de reojo que otra puerta se abría en esa planta cuando vi a nuestro amigo Arthur..

"Espera Cielo... (dije mirando entre el pasillo y el interior) ¿bajas Arthur?" Mire a Sam para que supiera porque estaba esperando.

La mujer esperó junto a su prometido, acariciando el pecho, muy cerquita, y cuando vio que paraba la puerta, puso un gesto algo contrariado, luego sonrió, se apartó y esperó al muchacho. 

Vestía unos jeans ajustados y una blusa clara, el pelo algo húmedo y maquillaje ligero, así como unos tacones. 

Traté de recomponerme y ser persona antes de salir de la habitación. En el transcurso de esos escasos metros traté de hacerme a la idea de que todo era por un bien mayor. Y que mejor ahora que dentro de unos años, en fin, las típicas cosas que se decía uno mismo para tratar de animarse.

Arrastré mi maleta por el pasillo hasta el ascensor y pulsé el botón de la planta baja. Suspiré y entonces apareció una mano deteniendo la puerta - Oh... - Ayudé con otra de mis manos a que la puerta no se cerrara. Era... Giacomo y luego apareció Samantha. Esperaba que no se me notaran mucho los ojos enrojecidos. Y lo de la maleta... bueno, eso si que no se podía disimular.

- Si, a la planta baja - Yo mismo decidí salir al paso aclarando un poco las cosas - Mi aventura ha terminado aquí. No... no han salido bien las cosas con Natalie... - Hice una mueca que intentó ser una sonrisa, pero que no se pareció en nada. La situación era un poco embarazosa para mí, pero de todos modos se iban a enterar.

Escuche atentamente a Arthur, vaya no me esperaba eso y menos de ellos dos. Se veían muy unidos y compenetrados.

- Oh mama mía que mal Arthur, lo siento mucho.. ¿y no hay vuelta atrás...? Bueno no digas si no quieres...comprendemos que no es fácil

No había mucho espacio pero le di un abrazo. Era uno de mis preferidos y que menos que un poco de hacerle sentir mejor.

Miraba a Sam cómplice en pensamiento...

Una vez abajo al abrir...

-  Yo se que no es buen momento pero este sábado Sam y yo montaremos una cena, si te apetece venir .. invitaremos a algunos amigos, y yo estaría muy contento que vinieras, como Sam ¿No? - le comenté mientras estábamos en la entrada.

Apoyé el cuerpo contra la barandilla de la cabina del ascensor sujetándome a él con las manos. No tenía muchas ganas de intrusiones, pero al ver el gesto de Arthur y la historia que nos contó, bajé la mirada, algo afectada. No me explicaba como esa pareja que parecía tan compenetrada no había superado el olor a nuevo del apartamento.

- Eh.... Lo siento Arthur - no se me ocurría qué más decir en este caso. Era bastante violento. ¿Le permitiría el programa quedarse?

Miré a mi prometido y asentí de forma queda a su comentario. No me había expresado ninguna intención de hacer una reunión tan pronto, pero puse mi mejor sonrisa y asentí.

- Claro, por supuesto - ni siquiera esperaba que necesitasemos compañía tan pronto, pero sería agradable, ¿no?

El ruido de una cerradura, precede a la apertura de una puerta, por la que se ve salir de espaldas a una jovencita corpulenta y bajita. Lleva un vestido color rosa, de gasa, a media rodilla, con vuelo y suelto. El pelo rubio, lo lleva algo desordenado en pequeñas ondas y las sandalias, apenas hacen ruido al moverse contra el piso de baldosas.

Parece, de perfil, tener un gesto de fastidio.

- Pues no entiendo porque no puedo ir - murmuré algo molesta, tratando de no dejarlo entrever en la voz. Suspire, con un bufido, para quitarme un mechón de pelo que estaba cayendome por los ojos, mientras cruzaba los brazos bajo el pecho, chasqueando la lengua - Más te vale que puedas compensarme por esto. Y no.... no vas a conseguir nada con el chocolate - terminé claudicando juguetona. No me serviría de nada insistir y si se había empeñado en ... váyase usted a saber qué idea peregrina, era mejor, terminar yendo a comprar huevos y harina.

Preparar una de las recetas de tortitas sanas de Alma, me mantendría ocupada un buen rato, mientras Apolo se iba a visitar algún rincón del Olimpo.

Un suspiro, los ojos en blanco y una frase casi arrancada.

- Te veo luego - cerrando la puerta, con suavidad.

Luego miré hacia el ascensor, distraída. Subrepticiamente, había cogido mi móvil, sin activarle los datos, solo la red. Siete llamadas de mamá. Mierda. Quince de papá. No pintaba bien. No quería ni abrir las "redes sociales"

Tan distraída escrutaba ese elemento del demonio que ataba a una conectividad, que siendo sinceros, ahora mismo no deseaba, tropecé con mi propia sandalia, sin llegar a caer, por sujetarme a la pared. Que vergonzoso.

Parpadeé algo azorada y sentí el pavor al ridículo que me había acompañado toda la vida. Nadie había visto mi pérdida de compostura, cuando reparé en el ascensor y deseé que ese perfecto suelo cerámico me tragase. No había opción de escapar por las escaleras y deseaba que no se hubieran percatado.

Si las casualidades eran casualidades, en ese instante congeniaron, por el otro lado del pasillo, nos llego Daphne, que no se había dado cuenta que estábamos ahí a punto de bajar si no fuera por su sandalia voladora y se nos topase de frente.

"Hola Daphne, buenas... nos pillaste bajando..  ¿vienes?"

Le dije mientras mantenía la puerta abierta, hasta con el típico empujón de la puerta al sobrepasar el tiempo de espera, me pegue mas para que el sensor se conectara. Miraba a Sam con una ligera sonrisa por la situación.

Asentí con la cabeza en forma de agradecimiento a las palabras de Giacomo. Aunque en mi interior parecía ser que lo peor había pasado, o de eso intentaba convencerme. 

El abrazo me pilló por sorpresa, pero no me lo tomé a mal, sabía que había buena voluntad y quizá en su país fuese una tradición - Gracias. De todos modos... me temo que voy a rechazar la propuesta porque... todos con pareja y yo... - No creo que me resultara una situación muy cómoda. Al menos sin acompañante, aunque fuese una simple amiga.

Samantha también mostró su pesar - Gracias, no os preocupéis, ya pasará la tormenta - Dije tratando de convencerme también a mí mismo.

Y... al ascensor parecía seguir llegando gente. Como un castigo divino y mi penitencia fuera pasar la máxima vergüenza posible. Ahora... Daphne. 

Traté de mantener la calma y esbozar una sonrisa con dificultad. No por nadie en concreto, sino por sentirme un poco abrumado. 

Estaba encendida como la grana. Lo notaba por el calor que desprendían mis orejas y por la sensación aplastante de que el aire a mi alrededor, podía convertirse en vapor de agua al contacto con mi piel. No era la primera vez que me pasaba, no sería la última y por desgracia, lo habían visto todos los miembros y lo verían en el futuro todos los espectadores (incluidos mis padres, Genial Daphne). La humillación de la más pánfila del instituto, con dos pies izquierdos. Otra vez no. Un suspiro totalmente justificado, me hizo pararme a mitad del pasillo

Puse un mechón por detrás de la oreja, casi como un gesto de azorada defensa, mientras cabizbaja y haciendo como que no había pasado lo que había sucedido, volvía a emprender el rumbo hacia la única ruta aceptable para salir del edificio, porque las escaleras de una planta 15 con sandalias de cuero, no se me antojaban como ninguna buena decisión.

No era el mejor momento, pero la cara de Arthur, me dijo que lo mismo mi instante, no tenía tanto protagonismo como pensaba, así que aceleré el paso, introduciéndome en la cabina, truecando el bochorno por una acelerada verborrea mental.

- Eh.... si... voy - manifesté, poniendo cuidado en la pisada. Caerme dos veces no era plato de buen gusto - Hola Gio, Sam ¿todo bien? ¿Os habeis fijado que pasada de baños tienen los apartamentos? - me giré luego al joven escocés, casi mi paisano - Hola Arthur ¿vosotros también vais a buscar huevos? No se pueden hacer tortitas en condiciones, sin huevos. Y tengo hambre  - casi con excusada vergüenza - Es que a mi, eso del champán, como que no me gusta nada y menos por la mañana, con el estómago vacío. Y ¿qué es un desayuno americano sin tortitas? Mi madre diría algo, sobre lo de los desayunos americanos ¿sabeis? Es escocesa y eso de empezar el día con dulce y no con porridge, la saca de quicio. Pensándolo bien, no son nada sanos tomar harina y sirope de arce... pero son taaaaan deliciosos - reconocí de forma algo ensoñadora como si pudiese oler un ligero perfume acaramelado en el ambiente.

Elevé una ceja al ver, cómo debíamos esperar a alguien más. El ascensor comenzaba a estar sobrepoblado, pero no diría nada. Si era necesario, me acercaría a mi prometido para dejar un espacio, que parecía necesario  

Aún teníamos las puertas abiertas, cuando, de camino, tropezó e instintivamente, esbocé una sonrisa que enseguida retiré, casi como un acto reflejo, al ver el rubor en sus mejillas. 

Reconocia que no todos podían tener la misma forma física y al entrar en el ascensor, un gesto compasivo, le dió la bienvenida. 

- Creo que podrías venir - a Arthur -​​​​​​Te vendrá bien. ¿Tienes algo mejor que hacer?  

GIré el rostro a Daphne, pero a su perorata sobre el exceso de hidratos de carbono, no respondí 

La cosa se estaba poniendo un poco subrealista pero a cada segundo y a cada comentario era un escalón hacia otro y quería saber hasta donde podíamos llegar. Mi rostro tiene una sonrisa como siempre, como mi mama me enseño.

Ella decía que a veces era mejor una sonrisa a medias que una gran sonrisa, y no se porque, me salió del alma esa sonrisa, de mejor que o avanzamos o esto parece una escena de los hermanos Marx.

"Si nos acomodamos podemos ir  todos, que hay espacio hasta para dos mas... yo sujeto  la puerta ¿si?" mirando a Daphne que era la ultima en llegar y los demás ya estaban dentro.

"No es ya muy tarde para desayunar no crees... bueno cada uno tiene su propio estilo, siempre vienen bien una tortitas antes o despues de ..."

No seguí porque no me había dado cuenta de a donde iba a llegar y me fije en Arthur...

"Si claro Arthur, son unos amigos que vendrán y te entretienes, sabes como es esto que los amigos están por saber quien es quien, venga anímate"  digo mientras  ojeando que todos ya entren en el ascensor y que nadie mas lo llame.

Samantha y Giacomo insistieron. Eran un pedazo de soles. Me hicieron dudar. 

Eché un paso atrás y me quedé al fondo del ascensor para dejar paso a todo el mundo. Miré al techo, pero no como disimulo, sino como método de reflexión, como si eso ayudara a pensar mejor.

- ¿Amigos? - No entendí a qué amigos se refería el italiano ¿Amigos nuevos? ¿O que sería cómo estar entre amigos?

- Quizá... - Bueno, siempre podía marcharme a mitad si no estaba a gusto. Le daría una pensada, pero seguí sin tenerlo claro.

Daphne venía como en otra sintonía - ¿Huevos? No, en realidad estaba a punto de marcharme del programa, hasta que el amigo Gio me hizo dudar.

No sabía que hacer. Quizá me sentara un rato en recepción, necesitaba reflexionar un poco más sobre todo, mi cabeza era un auténtico hervidero.

Con presteza, me introduje en el ascensor, sonriendo a los presentes y fijándome que Samantha llevaba el pelo algo húmedo, con cierta envidia al ver lo bien que le sentaba. 

Eso, unido al comentario de Gio, hizo ruborizarme aún más de lo que estaba ¿Insinuaba que....? Dios, estas cosas seguían siendo, demasiado nuevas para mí. 

Volví a poner el mechón contrario, tras la oreja, observando con un inusitado interes las puntas de mis dedos, en las sandalias. 

- Bueno, las tortitas siempre están ricas - concluí algo avergonzada. Obviamente las quería sólo para desayunar. 

Inspiré, mordiéndome el labio inferior. 

- ¿Van a venir amigos tuyos? - pregunté al italiano - Quizás debería llamar también a alguna amiga, así....- y me callé, era desvelar demasiado, como que me sentía...sola. 

Quizás sería buena idea que encontrase un plan por mi cuenta también. Yo no tenía aquí a mi mejor amiga, pero estaba el tío Joss. A papá le podía sentar como un tiro a traición un toda la corva pero me ayudaría a distraerme. 

Tras ese comentario velado de tristeza por parte del escocés, dirigí una mirada que lejos de ser compasiva, se me antoja a cargada de gula. 

- Los huevos siempre sientan bien. Además nadie puede pensar en condiciones con el estómago vacío. Es lo que me decía siempre mi abuelo y tenía más razón que un santo - esbocé una sonrisa traviesa - Así podrás decidir realmente si quieres ir a una fiesta, sin guiarte por el hambre. A mí ahora mismo se me antoja la mejor idea ir a una fiesta- pensando en una rica barbacoa , como las que papá celebraba por el 4 de julio

Fiesta a la que no le habían invitado, tal como tampoco lo hicieron su prometido y su amiga a la mañana de compras. ¿Qué sería tan urgente y necesario?

El ascensor se cerró, tras retirar Giacomo la mano del sensor fotoeléctrico, dejando ver un panelado de acero inoxidable, mientras un timbre sonaba, comenzando el descenso

Miraba con picardía a mi prometido. La promesa de un almuerzo hecho por alguien y sólo para mí, pasaba por mi mente, aún cargado de cosas prohibitivas que no solía probar. 

- Podrías acompañar a Daphne. Lo mismo necesita ayuda para llevar los huevos - divertida y en cierta parte preocupada por qué se nos fastidiase el paseo - Desde la ventana he visto un sitio que hacen brunch en la esquina con la 18. 

Esperaba que el supermercado estuviera en otra dirección. Aún tenía tantas cosas que ajustar con mi pizzero. 

Una vez todos dentro  deje cerrar la puerta y me pegue a un lado junto a Sam la cual pase la mano por la cintura y le di un beso en la sien. Por el otro lado estaba Arthur el pobre que no sabia donde meterse y Daphne...

Ante el comentario de mi prometida solté una risa picara y cómplice, mirandola.

"Pues estoy de acuerdo con tu abuelo, es mejor tutto con el estomago lleno o eso quello sempre"

El tema de la fiesta claro habí salido cuando también estaba Daphne y no podía ser descortes de a ver invitado a Arthur, y no a ellos.

"Si este sábado íbamos a celebrar una cena con los amigos .. de ambos, los que puedan venir, así una vez eso tendremos mas tiempo de estar juntos si hacemos las dos, las presentaciones, que después incontra i genitore..( quedo cayado unos segundos) mm jaja conocer a los padres... así que cuento contigo Arthur y ya que estamos aquí, Daphne si quieres venir con tu prometido podeís venir también, habrá mucha gente y sois libres sin compromiso, pero  que ¿planes mejor vais a tener?, no hay que llevar nada"

Abrace hacia mi a Sam en un simple movimiento hacia mi y aflojar, ella estaría loca sin saber que pasa pero tenia toda una explicación y esperaba que ella coincidiese conmigo, de camino se lo contaría.