Partida Rol por web

Fadrique se acercó a los cofres para ver si estaban cerrados o no, pero antes de tocarlos se lo pensó un poco.

Eeeem. Bueno, habida cuenta de la trampa que había, es bien posible que estos cierres también tengan alguna sorpresa ¿verdad? No me fio mucho. ¿Nadie sabe tratar con estos mecanismos del diablo? Se rascó un chichón que le estaba apareciendo en la cocorota.

Si bien consigo un golpe certero contra una de estas asquerosas criaturas, no es suficiente y para colmo me dan un mordisco. El dolor es insoportable y hace que pierda el control de mis acciones por un instante. Vuelvo a acuchillar al mismo zombi de antes con la esperanza, esta vez si, de acabar con su mísera existencia antes de que me coman vivo.

Los temores del enano se hacen realidad cuando Heskan toca la endeble repisa sobre la que reposan las rocas y éstas caen junto al dracónido. Galmor se cubre con su escudo y logra esquivar la mayor parte de las piedras, aunque algunas le lastiman en una zona de sus cortas piernas. Tras eso el siempre atento enano se pone en guardia frente al túnel que va hacia abajo y con un gesto avisa a la ágil y recién bajada Atala para que vigile el otro mientras Fadrique se encarga de sanar las heridas del maltrecho Heskan. En ese momento unos claros gritos se oyen por la salida que defiende Galmor. Por un instante piensa que pudiera ser otra  trampa, pero uno de los gritos parece claramente de dolor y sin pensarlo ni un momento empieza a avanzar decidido a auxiliar a alguien que parece estar siendo atacado por alguna criatura...

¿ Habéis oído...? Parece que alguien está siendo atacado...   Susurra el enano justo antes de avanzar por el pasillo en dirección a los gritos.

Os sigo a los fuertes guerreros, dijo Fadrique. Haré, si puedo y la causa lo merece, que las bendiciones de la Diosa caigan sobre vosotros. Y se puso bien al abrigo, tras Atala y Galmor, no fuera a escaparse un guantazo perdido y le diera a él.

Al escuchar el grito Atala todavía se pone más alerta de lo que ya estaba. -Parece que alguien tiene problemas. Vayamos lo antes posible, antes de que le ocurra algo más grave.

De a poco, se adelantan por el pasadizo por donde escucharon los gritos. Heskan se acerca con su antorcha para lograr ver algo, al principio solo ve oscuridad, mas unos pasos después puede notar como una luz tenue aparece a pocos pasos de donde están, la luz es titilante, y naranja... débil. Como la de una antorcha. 

Unos pasos más y logran ver a uno de esos seres repugnantes llenos de ampollas que está atacando a un humano, mientras que otro de estos seres se encuentra en el piso, inerte y con el cráneo destruido.

Al parecer el humano está luchando con un hueso astillado por lo que ven al llegar al lugar. A primera vista no se ve si está infectado o no. 

Mientras llegan notan que el ser embiste contra el humano, errando por poco, mientras que este aprovecha para clavar su hueso en uno de los costados del ser, el cual grita guturalmente, muy parecido al grito que nuestros recién llegados escucharon por el pasadizo anteriormente. 

Heskan sin pensarlo un momento tira la antorcha al suelo y apunta con su ballesta. Parece que el humano ha despachado a uno de esos seres y trata de mantener a raya a otro. El dracónido apunta con su ballesta tratando de apuntar a la criatura infestada, pero para entonces el repugnante contagiando se lanza sobre el bravo humano que consigue eludir su embiste clavándole el hueso astillado que esgrime a modo de arma. apunta a la cabeza dispuesto a reventársela por lo que dedica su tiempo en apuntar bien.

Una de esas infecciosas criaturas ya había caído, pero quedaba otra tratando de morderme. Era evidente que una delicia como yo no podía pasar desapercibido, pero no me iba a dejar comer por estos seres putrefactos, así que vuelvo a clavar el hueso astillado que porto en la mano tan rápido como puedo. Pero ya empezaba a notar el cansancio y erro por mucho el golpe.

De repente veo cómo una saeta atraviesa a la criatura. No tardo en identificar la trayectoria y veo un foco de luz más brillante y un grupo de gente! - Socorro, ayudadme, por favor! Este putrefacto intenta comerme vivo!

Oh, bien, susurró Fadrique dando saltitos de impaciencia y nerviosismo. Proyectaba la voz en dirección al desconocido, vocalizando bien, para que se le pudiera escuchar a esa distancia, pero no subía el volumen. Esté usted tranquilo, por lo demás no hacía nada, un proyectil podría herir al muchacho acorralado por el ser enfermo, en cuanto mis aguerridos camaradas acaben con esa pobre alma enloquecida curaremos sus heridas. No se acerque mucho, se lo ruego, podría contagiarse.

Sin saber qué más añadir, saltó: por cierto, me llamo Fadrique. Fadrique Fadriquez. ¿No conocerá, por casualidad, a un tal Madroño?

El grupo de aventureros no tardó en acercarse al lugar del que provenía la luz y los gritos para observar una más que previsible escena después de lo que habían escuchado. Una de esos horribles seres estaba luchando contra un humano aparentemente sano   Tú, Humano... Apártate de esa criatura. Su enfermedad es contagiosa! Dijo el enano mientras cambiaba el martillo por su hacha de mano. El certero golpe de Heskan despertó en el enano la idea de que para evitar el contagio sería mejor atacarlo con armas a distancia. No os acerquéis... dispararle!!! dijo el enano justo antes de lanzar su hacha contra la horrenda criatura.

Atala se mostró completamente de acuerdo con el enano y apretó el gatillo de su ballesta. Pero la saeta se fue muy lejos de su objetivo demostrando claramente las carencias de la joven humana con las armas a distancia. Ella prefiría los combates cuerpo a cuerpo donde su increible fuerza se imponía a la destreza.

El dragonborn, al ver al humano en aprietos, no duda un instante para sacar su ballesta y disparar con total certeza hacia el ser putrefacto que quedaba en pie. La saeta atraviesa todo el torso del monstruo, claramente ha destruido parte de su torax y sangre y hueso comienza a caer al piso.

El daño sufrido no es suficiente como para acabar con la criatura, Carter trata de atacar nuevamente, pero el desviar su atención hacia los recién llegados, sumado a la sangre.... ¿fresca? que ha caído en el piso, se resbala, cayendo estrepitosamente al piso, haciendo que su arma improvisada desaparezca de su mano y su vista, quedando totalmente vulnerable.

El ser está por aprovechar su oportunidad de cobrarse una víctima con el cuerpo servido de Carter, mas no contaba con la precisión del enano, quien con una afiliada hacha de batalla y una agilidad notoria, se posiciona atrás del mismo y descarga con fuerza el filo de su arma. 

La criatura queda quieta por unos segundos para después comenzar a dividirse, quedando tendida, una parte hacia la izquierda y otra a la derecha, dejando en el centro el cuerpo del humano totalmente ileso.

Atala, un poco tarde en reacción, dispara una saeta, la cual justo iba a dar en el blanco, pero pasa de largo al partirse en dos el putrefacto. 

Pocos segundos pasan hasta que un olor nauseabundo comienza a invadir la recamara donde están, la fuente es del ser partido al medio, mucho líquido amarillento sale de sus entrañas, volviendo el aire denso y difícil de respirar.

Heskan no duda en ningún instante y trata de llegar hasta el humano caído para ayudarle a levantarse.
- ¡Salgamos de aquí, taparos boca y nariz con un trapo!
Grita a todo pulmón tratando de alcanzar al caído. El hedor es insoportable y usa parte de su ropa para taparse el hocico, no era buena idea respirar el olor tan repugnante, probablemente sería la fuente del contagio.

Eeeem... Fadrique juraría que todos se habían tapado la boca con un trapo antes siquiera de pensar en penetrar en estos laberintos putrefactos. Él mismo llevaba un bonito bozal que, cuando se le metía en la boca, hacía que farfullara.

Un bozal, mascarilla o algo parecido. Claro, querido amigo, dijo al dracónido. Usted debería hacer lo mismo que hemos hecho nosotros, se dirigió al elemento que habían salvado de la muerte o algo así, señor... ya me dirá cómo debemos llamarle. Tápese la boca y la nariz con el trozo de tela más denso que tenga, se lo ruego.

Me ayudo del dracónido para levantarme y, siguiendo sus indicaciones, me tapo la nariz y la boca con la manga de la camisa. - Gracias, colega - le respondo al dracónido - Podéis llamarme Carter. 

- Encantado Carter, me llamo Heskan - responde el escamoso ser - vamos a salir de aquí tápate bien la cara para no respirar esa peste inmunda.

Dejaros de cháchara y salgamos de aquí...!! Dice escuetamente el enano justo antes de dejar de respirar para así evitar inhalar los vapores de ese líquido asqueroso del que está rellena la criatura. Tras eso hace un gesto con la mano indicando la dirección por la que habían venido y se dirige hacia allí para quedarse taponando la otra salida que habían encontrado.

Una vez allí susurra al sacerdote -Fadrique, asegúrate de que el humano no esté contagiado y no lo hayan herido estas criaturas...

Tú, Carter. Qué haces aquí ¿ A caso conoces al dueño de este pico...?

Fadrique asintió a lo que decía el enano poniendo cara de complicidad y de entender mucho con lo que trataba (que no era el caso, en realidad lo suyo era simple sentido común: así lo veía él), así que, por detrás, olfateó al mozo llamado Carter e hizo un gesto de ok a Galmor como si todo fuera a pedir de boca.

Desde luego como este mal fuera como la peste normal y corriente lo llevaban crudo. Ya podían ir buscando un clérigo, pero un clérigo con bastante más favor de los dioses que él mismo.

Así que se mostró dispuesto a marcharse cuando hiciera falta y, entretanto, esperó educadamente a ver qué respondía Carter.