Partida Rol por web

Viendo que el monstruo es capaz de atacarles a distancia, la joven guerrera decide ir hacia él y lanzar un ataque descendente con su espada.

Viendo que puede lanzarnos partes de sus cuerpos lo mejor será que ataquemos todo lo que podamos.

El clérigo comienza a pisar la mano del engendro que había golpeado al dragonborn, poniendo todo su peso sobre la misma y aplastandola para que no se mueva, el miembro descompuesto abre los dedos y se trata de mover pero no lo logra.

El gnomo, por su parte, hace unos movimientos con sus manos y un manto de color verde oscuro cae sobre el constructo, dificultando su visión, lo que le permite a Atala tajear al ser con su espada sin mayores inconvenientes. 

El dragonborn, por su parte, adolorido, se reincorpora y trata de invocar un conjuro, mas el dolor en uno de sus hombros le impide realizar bien la parte somática y solo pequeñas chispas caen al piso sin ningún tipo de efecto.

El constructo, observando que la guerrera estaba al alcance de su otro puño, descarga un potente golpe, mas Atala es mucho más ágil que este y puede esquivarlo sin mayores inconvenientes. 

La saeta de Galmor se dirigió directa hacia la horrenda criatura, pero un último movimiento de éste hizo que el proyectil solo llegara a rozar a podrida carne del monstruo sin llegar a causarle daño alguno. El sabio enano sabía que debían mantenerse a distancia para evitar un mortal contagio con la criatura. Sin embargo la impaciencia e inconsciencia tan común en la raza humana se hizo patente cuando primero Fadrique y después Atala rompieron la formación y se acercaron al monstruo.

Cualquiera evitaría pagar los errores de otros, sobretodo cuando con éstos se juega uno la vida, pero Galmor no era un cualquiera . El noble enano sabía distinguir la inconsciencia de la valentía , sobretodo cuando esta se demostraba en combate y la joven humana lo estaba haciendo. Por eso Galmor no lo dudó ni un instante y tras tirar su ballesta sacó el martillo mientras se acercaba con rapidez para luchar hombro con hombro juntó a Atala. El enano enarboló su arma y la dejó caer con fuerza sobre la dantesca criatura, que notó como el frío metal de manufactura enana se le incrustaba en el pecho atravesando su putrefacta carne hasta atravesarla por completo, dejando un hueco en el horrendo cuerpo del engendro carnoso.

Morirás, esta vez para siempre!!!!

Aprovechando el conjuro de Anru y el ataque de Galmor, Atala vuelve a levantar su espada para dejarla caer sobre la herida que le ha hecho Galmor para así no tener que atraversar con ella tanta carne putrefacta para alcanzar puntos sensibles del monstruo.

Cuando la joven incrusta su espada empieza a salir sangre por lo bordes de la espada y al sacarla un gran chorro de sangre comienza a salir sin parar del constructo acrecentando el olor a podredumbre de la estancia en la que se encuentran.

Que cosa más asquerosa!

Fadrique asintió satisfecho. Los compañeros parecían ir bien. Pero él tenía que estar a punto para remediar cualquier posible contagio, así que, para poder tener libertad de movimientos, tomó su cuchillo e intentó atravesar la mano que su pie inmovilizaba como si fuera un pincho gnomuno, y así dejarla sujeta al suelo, evitando que se reuniera con la masa de carne de que era origen.

No creo que vuelva a usar este adminículo para cortar mi comida, pensó mientras intentaba completar la maniobra. Que asco.

El dragonborn intentó nuevamente hacer uno de sus hechizos, con la mala suerte de que el hombro le jugo nuevamente una muy mala pasada. Pequeñas chispas aparecieron y desaparecieron antes de que tocaran el suelo.

Por su parte, tanto el guerrero enano como la brava y valerosa guerrera humana, se lanzan hacia el cuerpo del engendro. Galmor impacta haciendo un corte transversal bastante profundo dentro de la carne putrefacta y unida vayan los dioses a saber por que cosa. 

Atala aprovecha este golpe magistral del enano y enarbola su espada y, en vez de hacer un corte como Galmor, decide arriesgarse y va por una estocada, con tal certeza que no solo impacta justo en la herida abierta por el enano, sino que la fuerza aplicada hace que la espada atraviese el esternón y atraviese el corazón del constructo.

Este se mueve un poco, queriendo levantar su brazo pero no consigue hacerlo, sus ojos apagados no muestran ningún tipo de sentimiento tampoco, pero tanto él como el resto de los presentes saben que esto ha terminado.

Atala con fuerza extrae la espada y con ella sale el corazón ensartado, un corazón totalmente negro, pero que todavía, con poca fuerza, da sus últimos latidos, expulsando la pútrida sangre que cae en el piso.

Fadrique, por su parte, descarga su arma tratando de ensartar la mano al piso, pero le erra por poco a su pie. No logra su cometido, pero ha logrado sesgar uno de los dedos de la monstruosa extremidad.

Así mismo la mano que tenía bajo su pie el clérigo hace un espasmo y queda totalmente inerte. Y al levantar la vista, puede notar como así también sus compañeros, el desprendimiento de todas las extremidades, una a una, comenzando por la cabeza. Estas caen pesadamente al piso, siendo lo más grotesco el desparramo de tripas hasta llegar a conformar una amorfa montaña de miembros descompuestos.

El silencio se hace nuevamente en la caverna, quedando solo los cuerpos esparcidos por el piso y nuestros héroes apreciando el morboso escenario. 

Atala ve como se desmembrana el constructo sin inmutarse y decide inspeccionar lo que hay en la sala puesto desde que entraron no han tenido tiempo para ver el resto de la estancia escepto el ser encapuchado y el constructo que se formó tras este.

Tras recibir la andanada de certeros golpes la criatura finalmente muere con su oscuro corazón atravesado por la espada de la humana. Tras un último espasmo el horrendo ser se descompone y cae al suelo ofreciendo un asqueroso espectáculo de tripas y carne maloliente amontonadas en el suelo. El Enano deja de respirar en ese momento para evitar el vómito y logra controlar las arcadas que le vienen de lo más profundo de su conciencia y se aleja de la zona hacia  la salida que daba al norte para asegurarla.

Se acabó.... Carter, ¿Sería éste el que os atrapó? llevaba una túnica como dijiste....

Fadrique, mientras aseguramos la sala y la inspeccionamos para librarla de cualquier otro mal deberías echar un vistazo a las heridas de dracónido, no vaya a contagiarse de esa maldita enfermedad...

Fadrique observó cómo las entrañas caían, pensativo, sin reparar en lo asqueroso que era. Mucha sangre y muchas tripas había visto como para que le impresionara. Muchas curas de heridas purulentas y de enfermos con pústulas había hecho hasta la fecha.

No os acerquéis. Los vapores son peligrosos. Atala, deberías quemar ese negro corazón. Suspiró. Me temo que el encantador oscuro que aquí habita tiene preparados a los intrusos pequeñas trampas como esta. ¡Cuidado! No gastemos la magia, Heskan. No son grandes desafíos, pero nos desgastan para cuando queramos encontrarle y pedirle cuentas.

Mientras hablaba, igual que Atala, repasaba con la mirada la estancia en busca de pistas significativas o -¿por qué no?-, tesoros.

La escena era en exceso morbosa. Pero el haber observado tanta muerte innecesaria y cosas grotescas le había sido suficiente al grupo como para tener estómago para soportar el desmembramiento del constructo que habían peleado hasta hace segundos.

Ante la pregunta de Galmor, Carter niega con la cabeza:

- No lo vi muy bien antes de que me atacara, pero estoy totalmente seguro que no era un engendro como estos. - comenta señalando al zombie atravesado por la saeta de la ballesta que pertenecía a Atala.

Tanto Fadrique como la guerrera, alcanzan a notar un movimiento furtivo al final de la caverna amplia, más allá de la pared con herramientas de tortura. Fue un movimiento extraño, el movimiento de una tela tal vez, pero como si fuese una cortina, sino como el de una capa que se mueve de un lado al otro. Fue un segundo y después todo quedo en negrura. Aunque probablemente haya sido por la distancia entre donde está el grupo y el otro extremo de la habitación. 

¡Ahí! Exclamó Fadrique con su curiosa manera de dar énfasis a los susurros. ¡Algo se ha movido! ¡Una tela! ¡Una capa! ¡Algo! Fadrique señalaba al lugar donde había creído percibir movimientos.

Ilumina, Diosa... Con un gesto, Fadrique transformó el gesto de la mano que señalaba en un signo arcano, y lanzó las leves chispas de magia residual con que la Diosa recompensaba a sus siervos en todo momento, pasara lo que pasara.

La pavorosa podredumbre parece extenderse por toda la habitación, por un instante se figura que las vísceras y restos cobran vida nuevamente intentando contagiar su inmundicia a todo el grupo, cada uno de los vellos de su pequeño cuerpo se erizan, cual si el pútrido vapor que expelen los restos fuese suficiente para convertirle en un muerto que camina…

El gnomo es el último en ver la escena grotesca del constructo desarmándose. Ha visto los horrores de las profundidades, torturas de drows a seres de buen corazón con la intención de corromper su espíritu y alma, cosas que rara vez se verán en la superficie.... pero nunca había visto algo así. 

Sus tripas comienzan a hacer ruido y el flujo hace fuerza hasta poder salir de la boca de Anru, quien afortunadamente pudo hacerse hacia adelante y no terminar empapado en el líquido estomacal. Sus sentidos se confunden y se marea bastante, debiendo apoyarse sobre una de las mesas de "cirugía" para no caer de bruces al suelo.

Así mismo el clérigo da un... ¿grito susurrante? o algo así al notar el movimiento al fondo de la caverna, mas cuando logra hacer luz no hay nada más que un pequeño túnel a un costado, lo que les da a entender que la caverna continúa aún más adentro de la montaña. 

Oh, por los dioses. Fadrique se fijó en que la cara del gnomo se había puesto gris. Pobrecito. Huele estas hierbas, puede que te alivien, aunque, pensó para si, la fisionomía gnoma no es mi fuerte. Va, seguro que vale para todas las razas, la ruda es mano de santo para los mareos, hehe.

Al igual que Fadrique, Atala también ve un movimiento por el rabillo del ojo. Si, yo también lo he visto. Ha sido por ahí. Dice señalando con el dedo índice la zona por la que ha percibido el movimiento. Termina de curar a Anru y deberíamos ir a ver que ha sido eso.

Con el contingente completamente destemplado el gnomo trastabilla asqueado hacia Fadrique.

-Guagg, guakkk, grshh, cof, cof… Apenas huele las hierbas se detiene a un instante de llenarle las piernas de vomito.

-Dejalo, déjalo, ya estoy mejor. -Traga el vómito que estaba por esputar.  

-Continuemos.

Un tanto recuperado, pero con los ojos vidriosos y andar vacilante, avanza tras sus compañeros.

- Juraría que yo también he visto algo moverse por aquella zona - comento al ver que Fraderique y Atala también parece que han visto lo mismo que yo. - Vamos a comprobar lo que hay por allí.

Espero que sea nuestro misterioso funambulista macabro, susurró Fadrique, y no otro teatro de variedades con vísceras podridas.

Así que, convenientemente protegido tras los miembros más fornidos del grupo, también se mostró dispuesto a seguir el movimiento misterioso.

Deberías vomitar, si es lo que te pide el cuerpo, mi buen gnomo. La naturaleza es sabia. Es algo asqueroso, cierto, pero estás entre amigos. Lo pensó un momento. Aunque, ciertamente, es una pena de comida desperdiciada. E hizo el gesto de salivar. Vaya, me está entrando hambre. Que le entrara hambre en semejantes circunstancias no hacía sino ilustrar su apetito insaciable.

Una vez que el gnomo supo que podía continuar y recomponerse de su descompostura, ante la iniciativa de Carter y el corroborar que varios vieron el movimiento al final de la caverna, con cautela comienzan a avanzar.

Al llegar donde habían observado el movimiento furtivo, y gracias a la luz que Fadrique había lanzado, logran ver que hay un pasillo algo amplio, como para dos personas juntas, de una longitud no muy extensa, ya que se logra ver luz a unos 30 metros de donde están parados, claramente de una antorcha.

Al ubicarse en el pasillo una voz de ultratumba se escucha en el aire:

¡ARRODÍLLENSE ANTE EL "SEÑOR DE LANCE ROCK"! Y ADMIREN MIS OSCUROS TERRORES

Al final del túnel y escuchando constantemente las mismas palabras logran apreciar una caverna ovalada, de no más de unos 10 metros de largo y de ancho. Largos y oscuros tapices color púrpura cuelgan de las paredes y en el centro de la caverna hay un pedestal armado con brazos esqueletales unidos que al final se unen para sostener una esfera oscura sobre la cual flota el siguiente símbolo:

Detrás de esta esfera, distinguen a un ser con una túnica oscura, con capucha y sin mostrar su rostro, su voz, temblorosa y extasiada no dejaba de repetir:

- ¿Lo ven? ¿Lo pueden ver? ¡ES EL OJO! Y puede ver todos sus movimientos, ajajajajajaja. ¿No le temen ya?

De la capucha, a pesar de no distinguir el rostro completo del ser, alcanzan a ver un chispaso de locura en unos ojos que, claramente, están totalmente fuera de sí.

Como si hubiese estado ausente y en un lugar totalmente distinto, levanta la vista y se sobresalta al verlos. 

- ¿Qué? ¿Quiénes son ustedes? ¿Porqué osan irrumpir en mi magnífica torre? ¡NO HAN SIDO INVITADOS POR EL SEÑOR DE LANCE ROCK!

Por el momento no notan ningún tipo de movimiento agresivo, más la locura es latente en este oscuro ser.