Partida Rol por web

Mientras esperaba que alguien respondiera a la tieflina y que alguien le trajera una buena ración de cordero, Galmor volvió a entablar conversación con el gnomo. Hasta ahora las claras y concisas preguntas que le había hecho habían sido respondidas con un discurso elocuente, pero que apenas había entendido. Seguía sin saber casi nada sobre el gnomo y sus orígenes. Pero a pesar de eso Galmor parecía interesado en saber algo más sobre el svirf y con la tozudez propia de los enano volvió a hablarle

Anrou...Anruo.... Anrü! Por lo que veo  vuestra oreja izquierda merece una historia que contar... 

Atala se sorprendió al ver que el enano y el gnomo venían directos hacia ellos. ¿Estos dos no estaban tomando unas cuantas cervezas? Se pregunto a si misma.

Mira hacia el enano. Si, Galmor, cordero, hay cordero. Estas palabras las dice en el tono en el que una madre se lo diría a su hijo pequeño. Aquí tienen cordero, y esta buenísimo. Heskan y yo ya lo hemos comido, como podrías haberlo probado tu también sino te hubieses quedado en ese antro del otro lado absorviendo la cerveza de allí como si fueras una esponja.

Tras recriminar al enano, Atala se da cuenta de que una tiefling se les a unido en la conversación y ha empezado a hablar sobre un tal Harbuk que tiene problemas con algunos bandidos. No sabemos quien es ese Harbuk del que hablas, pero si te he entendido bien parece que necesita ayuda. Pues bien, la camarera nos ha comentado que necesitaba ayuda, pero antes de que pudiera explicarnos nada- y mira fijamente al otro humano -ha aparecido Fadrique y la ha asustado con su ofrecimiento de consejos "espirituales".- Tras decir esto deja de mirar tan fijamente al clérigo y se dirije al grupo en general. -No se si me entendeis. Por lo que no ha podido especificar que tipo de ayuda necesitaba. Te agradeceríamos que nos explicaras un poco más cual ese problema que tiene Harbuk.

Tras decir esto Atala se queda esperando la respuesta de la mujer con sangre malvada.

Ahnn, vaya, bueno la cosa es que yo queria coger el trabajo, pero claro sola no me me atrevia, y si sois gente bondadosa, no me importaria ir para ayudaros, soy muy buena en la ciudad pero en campo abierto la verdad se me pierdo un poco.- despues eso echo un vistazo a todos de arriba a bajo- y claro me preguntaba si podria unir a ustedes para esta situacion, claro esta.

Galmor no tardó nada en contestar a Atala y con el mismo tono rudo y desafiante de siempre pronunció - Mira jovencita, deja de hablarme como si fueras mi madre. No eres quién para decirme  lo que debo o no debo tomar ni  dónde debo estar o no estar. Cuida bien lo que dices si no quieres que tengamos problemas...

El ceño del gnomo se frunció lentamente al darse cuenta del inicio de discusión entre sus compañeros, sin embargo coreo al enano. -¡Algo de cordero por acá también! Grito contento y esbozando una sonrisa.

Verlor enarca la ceja derecha mientras sonríe. -Anrüh o Sthud, como te agrade más, si encuentras otra combinación en mi nombre que te simpatice, por mi está bien, de hecho lo de mi oreja... Súbitamente es interrumpido por Atala que parece buscar encender fuego en todos los frentes, por lo que educadamente guarda silencio escuchando tanto a las dos “mujeres”, como a Galmor, a quien deja terminar y cambia el tema evitando contestarle su pregunta y la respuesta que el propio enano estaba dando a la fastidiosa humana. -¡Escucha Galmor!, una oportunidad de trabajo. Grita. Y de conocer el estado de las cosas por estos lugares. Piensa para sí mismo al tiempo que gira el rostro a la desnutrida Julianna.

-Pero querida, no haz respondido la pregunta de la buena Atala. ¿Cuál es el problema del tal Harbuck y donde podemos hayarle? Comenta mientras parpadea lentamente y con suma tranquilidad.

Atala decide no responder a Galmor para no enfurecerlo más y decide continuar la conversación con Julianna. Bueno, en principio, nosotros no tenemos demasiados problemas para movernos en campo abierto. En el grupo tenemos a un mago, -y hace un gesto con la cabeza hacia el dracónido- al mejor sanador que has podido ver nunca, -y hace un gesto para indicar a Fadrique- el gnomo es un druida que no podrás reproducir su nombre completo, pero se desenvuelve como nadie lejos de la civilización. -y señala al gnomo- Y para terminar, estamos Galmor, este fornido guerrero enano, y yo, la que pone el punto femenino al grupo. -Atala termina la presentación del grupo indicando con la cabeza al enano y a sí misma. -Bueno ahora que ya nos conoces, ¿Qué puedes contarnos de ti? ¿Cuales son tus habilidades más destacadas? -E insiste en saber cual es el problema de Harbuck.- Y, por favor, creo que a todos nos interesaría saber más sobre Harbuck.

Son muy dispersos, pero que muy dispersos sus pensamientos.- Pienso para mi mientras cojo una silla y me siento en su mesa- Bueno primero con vuestro permiso, me voy a sentar, mis habilidades soy una persona que se ha tenido que criar en las calles y conoce sus entresijos y sus distintas facetas, eso no quita que por naturaleza no sepa mantenerme fuera de la vista ajena y además de ser una persona con una gran dote para la diplomacia y el trato persona a persona.- Guiña un ojo a los hombres y se queda pensando un poco- Además creo que mis habilidades mecánicas son bastante útiles en cualquier problema, antes o después de detectarlo. ¡Ahnn y tengo una buena vista!
 

Fadrique sonríe. Yo también soy hábil en eso del trato persona a persona. Susurra. Ni se imagina usted.

¿Y el señor ese, Harbruck? Ha hecho caso omiso de la puya de la guerrera. Ignorar los comportamientos infantiles, se llama, o eso le ha enseñado su maestro, Madroño.

Recordar a Madroño hace que se olvide por el momento de los encantos de las mujeres que le rodean. Hace la pregunta que ha estado haciendo de vez en cuando desde que los que están aquí le conocen.

Por cierto, puede que en sus viajes haya visto usted, u oído hablar, de un tal Madroño.

Conforme la joven tieflina iba describiendo a todo lo que se podía dedicar, una leve y sarcástica sonrisa se iba formando escondida tras la espesa y blanca barba del enano.  bla,bla,bla..... o sea una ladronzuela. Será mejor no perderle ojo por si acaso.

Todo eso está muy bien pero, ¿alguien puede explicar de una vez quién necesita ayuda y por qué?  

Cariño, tengo una gran imaginacion- le susurro al clerigo a su respuesta.- Bueno lo que se es que Harbuck necesita ayuda con unos bandidos, nose que ayuda porque me he enterado hace poco claro esta y pensaba ir a preguntarle en breve cual es su necesidad, claro esta que sera mas abierto ha hablar del problema con un grupo de personas, no que con una sola, claro esta.
 

Bueno pues por mi parte podríamos ir todos a preguntarle sobre ello y tener más información antes de aceptar nada. ¿Qué os parece? -Comenta Atala. 

Parece que ese tal Harbuck está en graves problemas y Atala no suele perder la oportunidad de ayudar a gente que se encuentre en problemas.

Tras esperar un poco la respuesta de sus compañeros, pero antes de que nadie diga nada, Atala recuerda la petición de la camarera. -O también podríamos preguntarle a la camarera sobre cuál era su problema y decidir entonces que hacer.

La camarera tarda un poco en aparecer, probablemente debido a que se habían acumulado los pedidos de cordero entre los recién llegados.

Aparece con tres platos rebosantes de cordero y papas estrelladas para cada uno de sus nuevos comensales, notando que la charla entre ellos se había vuelto bastante cómoda y animada.

A su vez, les deja a cada uno un aguamiel en una botella que parece una flor, que al momento de servirse tienen la sensación de estarle extrayendo su dorado néctar.

- ¿Puedo serles de más ayuda? - pregunta con dulce voz. 

Heskan guardó silencio cuando aparecieron los demás. Permaneció en silencio devorando su pollo. De repente tanta gente le hacía sentir un poco incómodo y algo nervioso. Conocía de vista a la mayoría de la caravana pero no podía evitar sentirse incómodo ante las multitudes, no lo podía evitar. La muchacha tenía se había marchado, el dracónido la entendía perfectamente.

Galmor esperaba con cierta impaciencia la comida. La camarera tardaba un poco, pero el aroma a cordero guisado casi podía alimentar a cualquiera. Mientras tanto, las dos mujeres hablaron del tal Harburk, pero ninguna de las 2 parecía saber lo que le pasaba ni qué tipo de ayuda necesitaba exactamente.  En cuanto la camarera apareció y dejó la comida Galmor solo prestó atención al plato y sin  mediar palabra se puso a comer. Se sirvió el aguamiel con cierta sorpresa. Aunque a él no le hacia falta tanta parafernalia para beber, le gustó el trabajo casi artístico de la botella y la sensación que daba cuando se servía el dulce licor. Lentamente se sirvió el aguamiel. A pesar de la impaciencia el enano fue bastante comedido y guardó ciertos modales en la mesa. Comía sin prisa pero sin pausa, saboreando tanto la carne como las papas estrelladas, que nunca antes había probado. Escuchó a la camarera ofrecerse a algo más, pero en estos momentos él ya estaba servido. Como anteriormente no quiso entrometerse en la conversación que las mujeres tenían sobre el tal Harburk mientras no supieran quién era y qué es lo que le pasaba exactamente, pero ahora no era momento de hablar, eso le impedía comer y tenía muy claro qué era lo más importante en ese momento. Se limitó a escuchar lo que el resto decía mientras disfrutaba de la bien cocinada carne. 

Atala miró a la camarera y asintió con la cabeza a está. -Si, por favor, nos vendría bien tu ayuda.- Y tomo un pequeño trago de aguamiel. -¿Podrías decirnos quién es Harbuck y que problema tiene con los bandidos? Solo hemos oído algunos rumores, pero nos gustaría conocer la historia completa antes ir.- Tras terminar la petición, Atala buscó en sus compañeros algún gesto de aprobación.

La cara de Kaylessa muestra complacencia al ver que están tratando de ayudar. Si bien no lo demuestra con demasiada alegría, se nota claramente como relaja sus músculos y su sonrisa se vuelve más natural y los hombros caen levemente.

- Por supuesto que les puedo ayudar en eso. Harburk es el esposo de Jalessa, la carnicera. Al ser un pueblo pequeño no tenemos un comisario que pueda organizar la defensa de los que habitamos aquí, así que voluntariamente el se ofreció a serlo. No es mucho lo que puede hacer, no tenemos guardias ni guerreros especializados, así que cuando hay algún inconveniente recurre a quienes se presten a ayudarlo. - Suspira un poco y baja el tono de voz para ser un poco más discreta - He escuchado, por rumores, que un grupo de bandidos ha estado acosando Red Larch, pero no se bien los detalles, pero estoy segura de que está corto de gente y si se ofrecen estará más que complacido. Pueden encontrarlo cruzando la calle. - paso seguido se yergue nuevamente, se alisa el delantal y sale a atender otra de las mesas del lugar.

La tensa parrafada baja su intensidad, el tono del grupo es cordial y el cordero por fin se encuentra en la mesa. –Queda claro que el pueblo requiere cierta ayuda para defenderse, supongo que debe tratarse de algún grupo de bandidos de poca monta que bien haríamos en detener. Comenta confiado el gnomo. -Es extraño, esperaba que fuese algo más, no entiendo esta extraña sensación de apremio en el ambiente. Piensa preocupado. Por otro lado el druida avanza, lento pero seguro, sobre el pedazo de carne que yacía en su plato, sus manos se llenan del delicioso jugo del cordero. –Habrá que hacer una visita al valiente Harbuk y aliviar su carga. Comenta entre bocados.                                         

Claro que si, no esta mal ayudar al pueblo llano un poco- mientra se estira un poco, ademas de intentar aumentar el volumen de su pecho mientra lo hace- la pregunta es, ¿me dejareis ir con vosotros?

Fadrique escuchó muy interesado lo que les estaba relatando la camarera bombón. Comía cordero a buen ritmo, justo en el límite entre el comedimiento y la grosería. A dos carrillos, vamos. Como si no hubiera comido nada en la caravana, que de buena tinta sabíais que si. Y dónde guardaba lo que trasegaba, tan escuálido, nadie lo sabía. Algunos ya le llamaban el cubo de la basura, porque si alguien se dejaba algo en el plato, decía: ¿te vas a comer eso? Y al coleto. Los gatos de la caravana estaban desesperados. Raras veces quedaban sobras para ellos.

Será cuestión de ir a ver a esos señores bandidos y explicarles que no es de buena educación robar a la gente. Que es siempre mucho mejor pedir las cosas por las buenas. Se saca mucho más así, con dulzura, que con mala educación y malos modos.

Mientras la camarera daba algunas explicaciones sobre quien era Harburk y los bandidos Galmor seguía comiendo sin descanso. Parecía ajeno a todo, sin embargo  escuchó con atención lo que la chica  contó y como hombre de bien y de ley el relato no le dejó indiferente. Tan solo paró de engullir  un instante para tomar un trago antes de decir  -Contad con mi acero para acabar con esos bandidos. Y acto seguido siguió repelando cada uno de los huesos del cordero, dejándolos tan limpios que ni los perros podrían sacar alimento de ellos.