Partida Rol por web

- Venga Katsumi, te acompaño. Vamos a buscar a Urashi. - Le urjo en cuanto veo al amigo de Renzo salir al patio a buscarla. Entonces alargo una mano para coger la de Katsumi y empezar a avanzar en nuestra búsqueda. Con la otra mano, eso sí, la estiro para alcanzar un mochi. Sonrío a Sayaka y le guiño un ojo. - Para el camino. -

- ¡Arashi por favor ponle al día! - Le pido a nuestra amiga. Sayaka tiene que enterarse de lo que ha pasado pero Mimi ha ido ya a por Haruka y Katsumi y yo no podemos perder tiempo. ¡Hay que salvar a Urashi! Parece una tontería pero por un momento casi me siento como si estuviéramos luchando contra la Oscuridad, aunque solo es una chiquillada de Renzo y los otros chicos.

- ¡Me parece que está por ahí! - Exclamo a Katsumi mientras señalo hacia la esquina del edificio del cole. Creo que acabo de verla justo doblando la esquina. A salvo de las trastadas de los chicos, pero yéndose a un lugar apartado. No he alcanzado a ver si iba sola o acompañada, pero si nos damos una carrerita podemos alcanzarla enseguida.

Me rio un poco con la reacción de Sayaka, aunque no es una risa como las de siempre, despreocupada y alegre y temo que se note. 

- Sí, se le pasó, pero creo que pasa algo con aquellos, -comento señalando hacia Haruka e Iwata- porque no les ha quitado ojo. 

Vuelvo a sonreír al ver cómo coge un segundo onigiri, tiene razón, la abuela es la mejor. Ay la abuela... eso me remueve por dentro al pensar en la charla y estoy tan sumergida en esto que el abrazo de Sayaka me pilla por sorpresa y suelto un gritito ahogado. Por un momento parece que me voy a reír, pero cuando me pide que le cuente qué me pasa no soy capaz. Arashi sabe lo de mis padres en profundidad, pero las chicas... las chicas solo conocen algunos detalles y entre que me siento muy mal por todo lo que he provocado y que no dejo de pensar en la abuela, temo no explicarme bien, no sé si seré capaz de contárselo porque en el fondo también me asusta que Sayaka me mire tan decepcionada como el profesor. Y me quedo callada agachando la mirada, cuando Momoka me salva de la situación y me arrastra a buscar a Urashi. Mientras mi otra amiga tira de mi, antes de echar a correr con ella, miro un momento a Arashi a los ojos y asiento un poco. Sé que mi amiga sabrá cómo me siento y lo explicará bien. Prefiero que sea ella quien se lo cuente a Sayaka.

Voy con Momoka corriendo directa hacia aquella esquina, espero que Urashi no se piense que intentamos nada raro, no sé cómo hablarle, se supone que debería estar enfadada con ella por delatarme, pero no lo estoy, solo estoy triste y quiero que se acabe ya todo este alboroto. Antes de llegar a la esquina reduzco el paso y llamo la atención de mi amiga.

- Momoka... gracias -le digo por sacarme del embrollo y sigo andando hasta llegar a la esquina-. ¿Qué le decimos? O sea, se lo contamos directamente o...

Katsumi solo tiene que decirlo para que mi mano ya este cogiendo un onigiri. Es que están buenísimos, su abuela hace los mejores onigiris de la ciudad y seguramente de todo Japón. Te llenan de felicidad y eso es lo que sentiría si no estuviera viendo la cara de mi mejor amiga. La noto triste y preocupada, y eso duele porque no sé realmente qué podría hacer para solucionarlo. Quizás no como tantos onigiris como me gustaría, quizás se me ha ido un poco el apetito. Vaya…

Debo estar súper despistada porque Momoka y Katsumi se largan sin esperar ni nada y me dejan un encargo bastante complicado: dar explicaciones. Yo quería ir con Katsumi, hoy no he podido hablar casi nada de tiempo con ella. Solo que me ha hecho esa miradita de quédate y no le puedo fallar, al menos no en eso, sino que tengo que preparar una historia como si fuera el mismísimo examen de lengua. Dos en un día me parece mucho.

―Pues empezaré por… ―digo, poniendo mi cara de recordar el temario de clase―. Mimi no está enfadada, yo la he visto muy contenta. Hemos tenido examen sorpresa de esos que no son sorpresa, pero sí para mí porque creía que era para el viernes que viene y… pasaron cosas. Yo iba a sacar sobresaliente si hubiera sido la siguiente semana, pero hubo un problema; lo cambiaron sin avisarme no sé por qué. Entonces salimos a la tarima «esa» ―señalo despectivamente― y yo. Solo que lo hice mucho mejor, entonces como no sé exactamente los detalles porque estaba muy muy concentrada solo te diré que Urashi acusó a Katsumi de chivarse, pero no era verdad, solo estaba poniendo caras y haciendo gestos para darme ideas. Solo que se enfadaron con ella. Ahora Momoka quiere hacerse amiga de Urashi, creo que le gusta un poco… ¡Ah! Y ahora que lo digo, quizás a Mimi le gusta Haruka y a Momoka le ha dejado de gustar porque es aburridísimo. No lo sé, pero me ha parecido que podría ser así. Lo que lo de Mimi no tiene mucho sentido... Da igual, si no es así, se parece.

Me doy unos golpecitos en la sien.

―Te has perdido los entrenamientos de voleibol… Y Haruka está enfermo, no mucho, pero un poco. Creo que tiene fiebre porque está muy rojo. Y también hemos compuesto un trozo de canción muy genial para la profesora Sakura, eso ―hago gesto con la mano reafirmando mis palabras― ha sido brutal. Además hoy no puedo ir al ensayo… Y Katsumi está triste, eso, es lo peor de todo con diferencia, pero tengo un plan para solucionarlo; voy a hacer desaparecer los teléfonos de contacto de sus padres para que nadie lo pase mal, ella ya ha aprendido la lección de lo que sea que crean que ha hecho. Porque realmente lo que me decía no tenía nada que ver con el final que yo he contado, bueno sí, coincidía con que había tres amigos samuráis y el resto eran ideas muy raras. 

Tomo aire, después de contar todo de forma rapidísima.

―Y creo que eso es todo. ¿Y tú qué hacías? ¿Me das un mochi?

Iwata pareció bastante sorprendido por la respuesta de Mimi. Levantó las cejas y a punto estuvo de soltar una respuesta sarcástica... cuando escuchó lo de que quería hablar con su amigo. A solas. Entonces sí levantó las cejas un par de veces más con claras segundas intenciones.

—Así que hablar, ¿eh? —preguntó, divertido—. Y a solas, ¿eh? —insistió, levantando las cejas una vez más—. Y no te manda nadie, ¿eh? ¿Eh?

Miró a Mimi.

Miró a Haruka.

Miró a Mimi.

Miró a Haruka, que además de empezar otra vez a ponerse colorado, asintió en dirección a su amigo.

—... Vale, os dejaré a solas. Pero tened cuidado, no se os enreden las lenguas de tanto... —Volvió a levantar las cejas y miró a su amigo—. Hablar.

Entonces se marchó, caminando de espaldas, para no perder de vista a ninguno de los dos.

Una vez que su amigo se marchó, Haruka miró a Mimi durante un instante, dubitativo. Después miró alrededor, como buscando a alguien. Sus ojos se posaron un instante Arashi ante de volver a Mimi, y sus mejillas volvieron a encenderse.

—¿Qué...? —empezó a preguntar, pero no debió encontrar las palabras para preguntar lo que de verdad quería, porque su tono cambió—. ¿Qué pasa, Mimi?

Con las tonterías del amigo tonto de Haruka, pongo los ojos en blanco. Qué tolai es, de verdad, no me extraña que saliese con la idiota de Narumi. Tal para cual. Pero paso de ponerme a discutir con él, porque entonces se queda y lo que quiero es que se vaya. Así que le hago un saludo así con la manita como diciendo «chaoooo» y ya pasó de él para centrarme en mi objetivo: el aburrido de Haruka. 

—He visto tu tatu, ¿me lo enseñas? —digo, directa al grano, señalándole el brazo—. Es que es un tatu muy curioso, porque brilla, ¿sabes? Pero bueno, que es que también he visto el dibujo que tenías antes en clase. El de Arashi no, el otro, el de… —Bajo la voz—… ya-sabes-cuál. Y, bueno, que ayer me pareció que habías visto algo raro. Y ya no sé qué es lo que pasa contigo, pero algo pasa. —Hago una pausa y vuelvo al inicio—. ¿Me dejas ver el tatu?

Una vez que Momoka y Katsumi llegan a la esquina por la que la primera ha creído ver escabullirse a Urashi se dan cuenta de que no hay prácticamente nadie a la vista. Aún queda un rato para que termine el recreo, pero esa zona del patio está prácticamente desierta. Sin embargo, sí alcanzan a ver esa misma sombra esconderse en un edificio anexo y más pequeño que conocen de sobra.

Mientras tanto, Arashi y Sayaka siguen conversando y poniéndose al día. Apenas se dan cuenta, pero también parece que en esa zona hay cada vez menos alumnos. Salvo en la entrada, donde siguen agolpándose alrededor de los dos chicos rubios nuevos.

Haruka cambia el peso de pierna, claramente incómodo, en cuanto oye lo del tatuaje. Y lo vuelve a cambiar una vez más al oír que ha visto su dibujo, el de Arashi... y otra vez al oír que no, que Mimi ha visto —además— el otro.

Durante un momento parece dudar. Busca a su amigo con los ojos, y parece arrepentirse de haber dejado que se fuera.

—No sé de qué me hablas —niega rotundamente y de forma atropellada—. ¿Tatuaje? ¿Qué tatuaje? No tengo ningún tatuaje. Mis padres me matarían, ja... —Fuerza una risa que no le sale nada bien—. Ja... Cero tatuajes. Mira.

Para acompañar su respuesta se levanta la manga exactamente hasta donde Mimi vio antes el tatuaje. La del brazo correcto. Justo hasta donde estaba. Y efectivamente ahí no hay nada.

—¿Ves? Nada de tatuajes. Debió de ser... un reflejo de la luz, o algo así. A veces pasa. Como los espejismos. Y... mira qué tarde es —Señala hacia su reloj—, me tengo que ir.

Ruedo los ojos otra vez cuando dice que no hay tatuaje. ¿Es que todos los chicos son tontos? ¿O son solo estos dos? Pero al ver su brazo, limpio de tatus, abro los ojos como platos y alargo la mano para sujetarle la muñeca y tocar su piel sin pedir permiso. 

—¿Pero qué…? Estaba aquí, ¡lo vi! ¡Cabarmo! 

Se intenta escaquear, pero me interpongo para que no se pueda ir. 

—No, no, no. No te puedes ir sin decirme qué pasa contigo. ¿Qué viste ayer? ¿Qué…? 

Me quedo callada un momento, porque me doy cuenta de que el tonto este no me está mirando a mí, sino por encima de mi hombro. Se ha dado cuenta de que cada vez hay menos gente, pero además… además parece que ha visto algo más y que por eso quiere irse con tanta prisa. Casi me recuerda cuando nosotras nos escapamos para transformarnos y frunzo el ceño al seguir hablando.

—Oye, ¿qué…? ¿Qué pasa contigo, Haruka? Dímelo. Solo quiero ayudarte. —Bueno, a medias. Lo que quiero es saber qué está pasando, pero no es mentira tampoco, porque proteger a la gente es nuestro rollo y él es gente. Pero lo principal es que hable de una vez.

Jolín. Menos mal que ya conozco a Arashi y como suele contar sus historias:  hay que extraer el grano de la paja. -Ah, sí, el examen. Me llevo un rosco. -encogimiento de hombros- Ya habrá más para equilibrar la nota - ¿Y a quién le importa tanto un control con la que nos va a caer? No se, lo cierto es que me siento muy relajada con los asuntos de los estudios.

Intento seguir el hilo de las explicaciones. -Comprendo- afirmo, de palabra y con cabeceos constantes, cuando escucho lo de Katsumi, y me da un poco la risa- Ha debido de ser divertido.-Aunque mi ceja se arquea con el resto-¿Mimi y Haruka? Pero si tú le gustas a Haruka.

Uy. Se me escapó, me pongo algo colorada y luego pálida y luego otra vez me sonrojo. Cambio el peso de un pie al otro - Tú lo sabes, ¿no? -me rasco la nariz y voy sacando los mochis.-Están recién hechos- De la parte final no me entero del todo, una ligera idea se forma en mi mente. 

-Bueno, si te sopló las respuestas ya sabes lo que pasa. Que no eres nueva. Hay que ser valiente y asumir las consecuencias. Recuerda qué somos. No huimos cuando -bajo el tono de voz- cuando aparece la oscuridad ni buscamos excusas, ¿verdad? -me doy cuenta que mi tono suena demasiado formal y severo. Lo suavizo con una sonrisa, me aparto el pelo de la cara. ¿En serio Katsumi se sabía el examen? No se...no me extraña que se inventase cosas. Uno de sus rollos, seguro.

-Que quiero decir que lo solucionaremos, eh. Toma, los que quieras, elige -le enseño los mochis. ¿Y tú qué hacías? Cómo se lo voy a contar con la agitación que desprenden sus palabras. Menuda mañanita para todas -¿Yo? Eh...también es largo pero no importante ahora mismo. Os veo muy alteradas. Cuando estemos juntas en la comida os informo.  

Observo el patio, que se va quedando vacío. Y veo a Iwata que se reúne con esa demonio de Narumi y la agarra de la cintura atrayéndola hacia sí. -Oye, ¿Narumi no pasaba de Iwata? -aprovecho la ocasión y desvío preguntas e interés de mi querida Arashi.

¡Mierda! La sombra que estoy casi segura pertenece a Urashi ha girado justo cuando doblábamos la esquina. Miro en dirección al edificio pequeño. ¿Se estará ocultando allí? Pero Renzo y los chicos acabarán pillándola, aunque sea cuando suene la alarma del fin del recreo. Hay que avisarla.

Pero entonces me sobresalto y casi me da un infarto al ver al bedel aparece en mi campo de visión, saliendo del mismo edificio en el que creo que acaba de entrar Urashi. Se han tenido que cruzar, es imposible que no la haya visto. Pero, ¿qué hacía allí el bedel? A estas horas está siempre, o casi siempre, recogiendo cosas en el gimnasio o en la sala de profesores. Por las tardes se dedica a limpiar las aulas y los baños, pero ahora...

No me preocupo demasiado y trato de que mi cerebro ni divague. Alzo una mano y echo a andar hacia él.

- ¡Señor Kimi! ¡Señor Kimi! - Le llamo con una sonrisa en el rostro intentando mostrar respeto y amabilidad. Confío en que yo sea de esas pocas que le caen bien, y que nos ayude. - Disculpe, ¿no habrá visto a Urashi, verdad? Me pareció que venía en esta dirección y tenía que preguntarle unas cosas de la clase de lengua. Tuvimos hoy un examen sorpresa, ¿sabe? -

Mis ojos se van por un instante hacia los dos nuevos chicos. Creo haber oído antes que eran de Canadá, que está en América, cerca de Hollywood y todos esos sitios que salen en las películas. Tienen que ser curioso venir hasta aquí desde un lugar tan lejano a otro que supongo verán muy diferente. No lo sé, lo supongo. Lo curioso es que no se sabe muy bien por qué han venido, sino que cada alumno o alumna cuenta una historia diferente. Uno contaba que venían a entrenar porque se querían presentar a las olimpiadas, lo cual no tiene mucho sentido, otros decían que el padre de uno y el de otro se habían casado y habían decido mudarse a un país lejano. No sé, podría ser, pero no somos tan tan lejanos. Otra comentó que les habían dado una beca, y solo espero que no sea por las matemáticas, porque la profesora Sakura es malísima; pero a mí me parece que hay algo más, como que realmente no tendrían que estar aquí. Es solo una intuición ―una que suele ser infalible― pero creo que hay algo muy raro en ellos. Me dan mala espina.

Entonces, me doy cuenta que Sayaka ha empezado a hablar y me río, porque creo que me he perdido algo o no, no estoy segura.

―Tú te has salvado, aunque el próximo será escrito, tipo test creo por culpa de… Urashi. Yo creo que es mejor así, a veces tengo suerte ―digo, contenta. Luego, niego con la cabeza―. No lo ha sido, Katsumi se siente muy mal y eso nunca es divertido.

Arrugó el ceño cuando dice que yo le gusto a Haruka. Vaya tontería, si mi intuición nunca me falla, me habría dado cuenta en el acto si yo le gustara a alguien. Me rio, porque no tiene sentido alguno lo que está diciendo.

―Que boba, eso es imposible. Además… bueno, da igual. Le gustará alguien, pero yo no. Tengo un séptimo sentido para esto. 

Hago una pausa e intento buscar a Katsumi con la vista cuando habla de ella y la forma en que le han pillado.

―No es eso, porque yo me inventé un final porque no lo sabía, lo que resultó ser mejor que el verdadero. Así que no me ha chivado nada, solo me dijo los nombres de los tres amigos samuráis que no recordaba y alguna cosa más, pero eso no es que me sople las respuestas, solo me quiso ayudar. No tiene nada que ver. ―Niego con la cabeza―. Y con la Oscuridad no hay excusas, siempre hay que derrotarla y siempre lo conseguimos, ¿no?

Cojo un mochi enseguida que me lo ofrece. Son geniales, son de los que me gustan, aunque eso es fácil porque me gustan todos.

―¡Mochi! ―Y me lo llevo a la boca, masticando con cara de pura felicidad―. Alteradísima, casi no puedo ni pensar ―exagero; y cojo otro mochi―. ¡Mochi! Yo tengo mucho tiempo, puedes contármelo… ¡Ñam! ―añado, al coger otro más.

Mi cara cambia completamente al escuchar el nombre de Narumi e incluso siento que el mochi que me estoy comiendo se ha vuelto un poco más amargo.

―A mí esos me dan igual, por mí como si se casan y tienen veinte hijos. Que hagan lo que quieran, pero lejos, muy lejos. Y que pesado es Iwata ―digo, rodando los ojos―. Hoy lo he visto demasiadas veces, pufff… pero peor es Narumi, no la soporto. —Y me sacudo el pelo como lo hace ella, de esa forma en la que parece exactamente tan prepotente como es ella—. Que rollo. Cuéntame lo otro mejor. 

El edificio pequeño siempre me ha dado un poco de mal rollito, a lo mejor conocer su historia o lo que cuentan de él es un aliciente. La cuestión es que cuando veo la sombra de Urashi que se ha metido allí, sigo a Momoka agarrada de su mano. ¿Que por qué me da mal rollo el edificio? Bueno, es un bloque pequeño, ni siquiera tiene segunda planta, pero es antiguo antes era una escuela infantil del barrio, hace así como muchísimos años, pero muchísimos en plan la edad de mi abuela o incluso de la madre de La Montaña Encantada. Y luego dicen que fue un hospicio y ya después, comenzaron a dar clase otra vez y cuando ya había demasiados alumnos, comenzaron a construir lo que es nuestro instituto al lado. Por algún motivo no lo derruyeron, algo del valor arquitectónico o no sé qué y fue sirviendo de aulario multiusos con los años, ahora es donde los alumnos nos reunimos con nuestros clubs. Bueno ahora no, porque lleva como dos o tres semanas cerrado por obras, le están cambiando el suelo y pintando. La cuestión es que me de mal rollo o no, tengo que ir sí o sí, aunque no te creas que me hace mucha gracia, porque es viejo y porque cuentan muchas historias de fantasmas y leyendas urbanas de antiguos alumnos que hacen que me de mucho susto acercarme sola. Pero no estoy sola porque voy con Momoka, así que voy de chill hasta que siento a mi amiga que da un sobresalto y yo chillo como si hubiese visto a Sadako en persona.

- ¡AAAAH! -Y casi le pego una hostia con la mochila al bedel, menos mal que me he dado cuenta a tiempo de que no era ni un fantasma ni un pervertido y he bajado mi arma más letal, los libros.- A-ay, p-perdón señor Kimi. Sí, estábamos buscando a Urashi, creemos que se ha metido en el edificio sin querer.

Haruka tira de su brazo un poco por instinto cuando Mimi le sujeta la muñeca. Aquella conversación parece incomodarle cada vez más, y cuando ella le pilla mirando hacia otro lado parece aún más nervioso. Finalemnte ella atrae de nuevo su atención, pero él no parece seguir el punto de la conversación en el que estaban.

—Yo, eh... —empieza a decir, antes de retirar su brazo. Parece que efectivamente le pase algo—. ¡Que me dejes, me tengo que ir! —grita.

Y justo en el momento en que retira el brazo de nuevo, Mimi ve cómo se forma otra vez el tatuaje. Puede leer con claridad las palabras y ver los adornos que hay alrededor de ellas brillando con un tono de color azul metálico. «Caballero Armonía», con un pentagrama y varias notas alrededor. El último destello irradia una luz algo diferente, más pura.

—Perdona, Mimi —le pide mientras da un paso atrás, y luego se da la vuelta—. ¡Adiós! —exclama antes de echar a correr hacia el interior del instituto.

La expresión que el bedel pone cuando Katsumi y Momoka se dirigen a el de esa forma es de pocos amigos... aunque parece la misma de siempre. Frunce el ceño, mirándolas, y parece pensar si buscar un motivo para reñirles a ellas o irse directamente a buscar a Urashi.

—Ahí no se puede entrar —dice con firmeza—. Están en obras, hasta que terminen tenéis prohibido el paso. Y cuando se acaben, si no tenéis nada ahí, también.

Entonces el hombre lleva los ojos hacia el instituto.

—Deberíais entrar ya —asegura—. Está a punto de acabar el recreo.

Y cuando acto seguido guarda silencio Katsumi y Momoka oyen algo más: un susurro que parece provenir de dentro del edificio. Entienden las palabras con claridad... y esta les provocan un intenso escalofrío. En ese momento son conscientes de que quien las ha pronunciado habla como lo hacen las criaturas de la Oscuridad... y que aunque antes hablaba para sí misma, luego lo hace directamente para ellas.

Mientras Arashi y Sayaka conversan hay alguien que parece querer unirse a la conversación. Dormilón asoma su diminuta cabecita por el bolsillo de Arashi, olfateando el aire con su naricita oscura.

—¿Huele a mochis? —pregunta, aún somnoliento, con su voz aguda—. ¡Huele a mochis! —confirma, pero no tarda en darse cuenta de dónde estáis y mete la cabeza de nuevo en el bolsillo.

Desde ahí vuelve a hablar.

—Mochis, mochis, mochis... —enuncia, como si ya estuviera disfrutando de uno con sólo imaginarlo. Parece dar por hecho que pronto le meterán uno en el bolsillo.

Antes de que podáis hacerlo, sin embargo, Arashi nota cómo se tensa.

—Sayaka —la llama—, ¿estás bien? Hueles... distinto. Y... ¿No notáis algo raro?

-No, eso no es divertido -admito. Katsumi es muy cabeza loca pero luego muy sensible.- Hablaré con ella para reconfortarla. Ya verás- aseguro, sonriendo con énfasis.

No añado nada al tema de Haruka. Un -Bueno- tímido y solitario, mientras mordisqueo un mochi. "Ya te darás cuenta, séptimo sentido". -se dice sexto. ¿O tú tienes siete? Seguro que sí, eres muy especial, Arashi. Me encanta tu forma de manejar los palillos. -e intento imitarla tocando una batería imaginaria, riéndome.

-Oye, ya vale- Cierro la caja de mochis, que no para, la ansiosa. -te cuento. No te asustes, eh. - la versión corta, decido, mejor, con ese aire alteradísimo que reconoce. Tomo aliento- Venía para el insti con mis amigos Yumeko y Nana, de pronto sentí la presencia de la Oscuridad. Muy tangible, Arashi, muy palpable, la podía tocar. -yo soy más directa al contar las cosas-. Aparecieron marionetas, cuatro, las atraje hacia mí, que se olvidaran de mis amigos y de otro niño que estaba por allí.

Echo un vistazo en derredor, clavo mi mirada en los bellos ojos de mi amiga. -He descubierto que fueron personas, sus corazones están muertos y más allá de la Luz y la Salvación. Lo intenté pero no funcionó. O no poseo tanto poder. Como sea, una flecha de fuego las hizo desaparecer desde una azotea. No pude ver quien la lanzó.-observo las reacciones en la cara de mi hermana- Hay alguien más que lucha contra la Oscuridad, Arashi. 

Ya está. Vale, omití algunos detalles. 

-¡Eh, Dormilón! -le doy un beso fugaz antes de que regrese a su refugio- Me alegro de verte. ¿También te has saltado el examen? -abro de nuevo la caja y le doy uno de los mochis. Yo sigo mordisqueando el mío.

-¿Oler? -me huelo- Será la colonia. Es de mi mamá. Estoy bien, claro. ¿Qué sucede,  Dormilón? -miro aquí, allá, el patio se va despejando. Haruka corre, asustado de Mimi, jaja. Uy, ahí está la profesora Sakura, avisando para entrar. Pero su expresión es de preocupación. Será por lo de anoche, ¿no? 

Las palabras del señor Kimi me hacen casi recular un poco. Desvío la mirada hacia el pequeño edificio. ¿Por qué quiere que no entremos ahí? Es como demasiado evidente, ¿no? Además, ha tenido que cruzarse con Urashi... Debería saber que ella sí ha entrado allí. Creo que es mejor que no discutamos con él ahora, y  menos en público aunque me percato de que casi no hay nadie más ahí.

Voy a mirar la hora, y en ese momento es cuando agradezco que mi padre me obligue siempre a llevar reloj. Suelo mirar la hora en el móvil pero ya no tengo mi teléfono... Debería ir a preguntar. De todas formas, aun quedan cinco minutos de recreo y siempre volvemos a clase en el último segundo. Tras comprobar la hora en el reloj vuelvo a mirar al señor Kimi y agacho la cabeza en modo de respeto.

- Gracias señor Kimi. Una cosa más... ¿No sabrá si alguien dejó ayer en objetos perdidos un teléfono móvil, verdad? Se me debió caer cuando acabamos los ensayos del grupo y lo he perdido. - Explicó. Quizá el bedel sabía algo. De hecho, ¡quizá lo hubiera encontrado!

Pero se me erizan los pelos de la nuca con ese susurro. Miro en dirección a Katsumi para asegurarme de que ella también lo está escuchando.